24/ Ella asesinó a tu padre, Farah.

Archer Alarcón

Tengo que frenar de golpe cuando me doy cuenta de que casi me paso un semáforo en rojo. Retrocedo el auto unos pasos y suspiro cuando escucho el conductor del auto pasando por delante de mi maldecirme. Bueno, tiene razón. Debería ir más atento a la carretera, pero todo lo que me acaban de informar me tiene la cabeza vuelta un lio y no puedo pensar en otra cosa que no sea eso.

Sacudo mi cabeza y cierro los ojos por un instante. Ahora escucho bocinas sonando detrás de mí y cuando abro los ojos veo que ya el semáforo cambió a verde. Respiro profundamente y pongo el auto en marcha.

La noticia que me dieron no va a dejarme en paz por el resto del día. No estaré tranquilo hasta hablar con Farah y contarle todo, e incluso, creo que ni así podré estarlo.

Llego al restaurante y dejo el auto en el estacionamiento. Me adentro a este y Aarón es el primero en levantarse cuando me ve, ofreciéndome un abrazo con sus brazos abiertos. Sonrío, camino hacia él y lo abrazo de vuelta. Por un momento, la rigidez de mi cuerpo afloja un poco y me permite disfrutar de mi amigo.

—Aww. Qué lindo ver cómo los dos cumpleañeros se abrazan —Ángel también viene llegando y se acerca mientras estira sus manos y aprieta nuestros cachetes con muchas ganas. Yo me quejo, mientras que Aarón obliga a nuestro tercer amigo a unirse al abrazo. Él pensaba que solo nos conformaríamos con un apretón de mejillas y ya.

Ángel suspira con pesadez, y corresponde el abrazo por unos segundos donde tan solo nos da dos palmaditas en la espalda y luego se separa de nosotros.

—Ese es todo el cariño que puedo darles hoy.

—Deberías abrazarnos más por ser nuestro cumpleaños. Ya no vuelves a abrazarnos hasta el próximo año, ni siquiera en navidad lo haces.

—No me importa —es todo lo que responde, desabrochando su saco y alejándose de nosotros, rodeando la mesa redonda y sentándose frente a donde estaríamos Aarón y yo.

—En fin. Feliz cumpleaños, Archer —me dice Aarón.

—Feliz cumpleaños, Aarón —le respondo yo.

Volvemos a abrazarnos y nos reímos cuando sentimos un flash. Ángel nos tomó una foto abrazados y anda escribiendo algo. El celular me suena en el bolsillo y mientras Aarón y yo nos sentamos me dispongo a revisar.

Vaya, tengo muchas felicitaciones. No había revisado bien los mensajes. Toda mi familia me ha escrito y mi abuela no fue la excepción. En el mensaje se lamenta la situación por la que estoy pasando y donde ella asegura que Farah se está aprovechando de mí y mi condición como padre. Por un momento quiero responderle, pero no lo haré. Voy a hundirla y lo haré en silencio para que no se vea venir lo que le espera.

Niego con mi cabeza, ya mi humor anterior regresó. La incertidumbre y decepción adueñándose de mi corazón y de todo mi ser. Ni siquiera puedo reírme cuando veo que Ángel envió nuestra foto al grupo de W******p de los Triple A. Farah y Stella responden con unos stikers de corazones. Jezabel aparece en linea, pero no responde o dice nada.

—Bueno. Yo tengo mucha hambre. Este cuerpo no se mantiene solamente de puro ejercicio. Necesita comida —Ángel toma una carta y comienza a revisar lo que hay.

—Yo pediré lo mismo de siempre —dice Aarón —. Por cierto, Archer, esta tarde mi esposa y yo te daremos nuestro regalo. En la fiesta sorpresa que ya sabemos que no es sorpresa porque a tu hija se le salió el comentario. Nos contó Farah.

—De todas maneras, debes hacerte el sorprendido —me recuerda Ángel —. Quiero el pollo rebosado, con papas, tomate y brócoli.

—Uy, pero qué sano… —se burla Aarón.

—Las papas son fritas —se encoge de hombro Ángel, cerrando la carta.

—Yo también pediré lo mismo de siempre —anuncio. Estiro la mano, llamando a un mesero y hago el pedido de los tres.

—Traje algo que necesito que le lleves a mi sobrina. Y esto es para ti.

Me entrega una pequeña caja y cuando la abro, vaya sorpresa: otro reloj. Niego con mi cabeza y sonrío.

—Ya van dos relojes regalados el día de hoy.

—Este es un Patek Philippe Grandmaster. No importa si ya te dieron uno, el mío es más caro, por lo tanto, más valioso en todos los sentidos.

—No lo creo. El primero me lo regaló Estrella y Farah.

—De acuerdo, ellas ganan —Ángel levanta sus brazos en señal de derrota y yo le regalo una pequeña sonrisa —. Y esta enorme caja es para mi sobrina.

Él me entrega una caja que de verdad es grande y se puede ver claramente de qué se trata. Esa no está envuelta como lo estaba la mía con el reloj. La caja es un estuche dividido en cuatro partes. Me atrevo a abrirla. Las primeras dos partes se desplazan hacia los costados, tienen lápices de colores y marcadores finos, la tercera parte se desliza hacia adelante y de ella salen marcadores con puntas más gruesas, de su lado derecho tiene tres lápices con distintas puntas, dos sacapuntas y una goma, y, en el fondo de todo, el cual es muy amplio, están algunas temperas y pinceles de diferentes tamaños. Hay todo un juego completo.

—Ella va a amar esto. Está increíble, Ángel.

—Lo sé. Siempre sé qué darles a todos —su ego crece y yo ruedo mis ojos.

—Yo le completaré el regalo. Esta tarde le llevaré tres blogs de diferentes tamaños y un caballete de exposición —anuncia Aarón.

—¿Quieren enloquecer a mi hija? Ni siquiera viene su cumpleaños todavía, o es el día del niño.

—Eso significa que somos buenos tíos —Ángel mueve su mano restándole importancia al asunto.

—Te consideraría un buen tío si fueses a la reunión de cumpleaños de su padre y su otro tío —le digo, refiriéndome a mí y a Aarón, quien silba, sorprendido por mi reclamo. Me cruzo de brazos y enarco una ceja, esperando por su respuesta.

—No quiero incomodar a Jezabel con mi presencia, es todo. Los estoy viendo ahora porque me conviene. Así tampoco pospongo una reunión que tengo a medianoche con un socio que piensa invertir todavía más en mis negocios.

—¿Una reunión a medianoche? —frunzo el ceño.

—Es un tema delicado.

Lo conozco. No piensa decirnos o hablar más. Cuando Ángel está dispuesto a decir algo, lo dice, y cuando no quiere, por más que otros intenten hacerlo hablar, no lo logran, ni, aunque apliquen todos los métodos existentes en el mundo.

El mesero regresa con nuestros platos y bebidas, y antes de que nos dispongamos a comer Aarón habla:

—Bueno, parece que desde que yo asenté cabeza, mis amigos están pasando por mucho —exclama.

—Miren nada más quien habla, el que apenas va a empezar a enloquecer cuando tenga que aprender a todo lo que alimentar a un bebé, cambiar pañales, calmar sus llantos… entre otras pequeñas cosas —ironiza Ángel.

—Yo no sé de qué hablas. Estoy estable. Tengo a mi mujer y a mi hija conmigo, es todo lo que quería. Estamos juntos y haré lo imposible porque sea así para siempre —respondo.

—Entonces… ¿Por qué siento que hay algo que no te deja estar en paz? Desde que llegaste haz reído muy poco. Pareces distraído y pensativo por momentos y te siento como retraído, rígido.

—Es que si ustedes supieran las cosas que acabo de descubrir…

—Pues dinos, háblanos. Somos tus mejores amigos, tus hermanos. Siempre vamos a estar para ti y te ayudaremos con lo que necesites.

—Pronto lo sabrán. Lo prometo. Primero necesito hablar con Farah y que juntos tomemos una decisión. Solo les adelanto que lo que sé es grave, muy grave.

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