Archer Alarcón
Tengo que frenar de golpe cuando me doy cuenta de que casi me paso un semáforo en rojo. Retrocedo el auto unos pasos y suspiro cuando escucho el conductor del auto pasando por delante de mi maldecirme. Bueno, tiene razón. Debería ir más atento a la carretera, pero todo lo que me acaban de informar me tiene la cabeza vuelta un lio y no puedo pensar en otra cosa que no sea eso.
Sacudo mi cabeza y cierro los ojos por un instante. Ahora escucho bocinas sonando detrás de mí y cuando abro los ojos veo que ya el semáforo cambió a verde. Respiro profundamente y pongo el auto en marcha.
La noticia que me dieron no va a dejarme en paz por el resto del día. No estaré tranquilo hasta hablar con Farah y contarle todo, e incluso, creo que ni así podré estarlo.
Llego al restaurante y dejo el auto en el estacionamiento. Me adentro a este y Aarón es el primero en levantarse cuando me ve, ofreciéndome un abrazo con sus brazos abiertos. Sonrío, camino hacia él y lo abrazo de vuelta. Por un momento, la rigidez de mi cuerpo afloja un poco y me permite disfrutar de mi amigo.
—Aww. Qué lindo ver cómo los dos cumpleañeros se abrazan —Ángel también viene llegando y se acerca mientras estira sus manos y aprieta nuestros cachetes con muchas ganas. Yo me quejo, mientras que Aarón obliga a nuestro tercer amigo a unirse al abrazo. Él pensaba que solo nos conformaríamos con un apretón de mejillas y ya.
Ángel suspira con pesadez, y corresponde el abrazo por unos segundos donde tan solo nos da dos palmaditas en la espalda y luego se separa de nosotros.
—Ese es todo el cariño que puedo darles hoy.
—Deberías abrazarnos más por ser nuestro cumpleaños. Ya no vuelves a abrazarnos hasta el próximo año, ni siquiera en navidad lo haces.
—No me importa —es todo lo que responde, desabrochando su saco y alejándose de nosotros, rodeando la mesa redonda y sentándose frente a donde estaríamos Aarón y yo.
—En fin. Feliz cumpleaños, Archer —me dice Aarón.
—Feliz cumpleaños, Aarón —le respondo yo.
Volvemos a abrazarnos y nos reímos cuando sentimos un flash. Ángel nos tomó una foto abrazados y anda escribiendo algo. El celular me suena en el bolsillo y mientras Aarón y yo nos sentamos me dispongo a revisar.
Vaya, tengo muchas felicitaciones. No había revisado bien los mensajes. Toda mi familia me ha escrito y mi abuela no fue la excepción. En el mensaje se lamenta la situación por la que estoy pasando y donde ella asegura que Farah se está aprovechando de mí y mi condición como padre. Por un momento quiero responderle, pero no lo haré. Voy a hundirla y lo haré en silencio para que no se vea venir lo que le espera.
Niego con mi cabeza, ya mi humor anterior regresó. La incertidumbre y decepción adueñándose de mi corazón y de todo mi ser. Ni siquiera puedo reírme cuando veo que Ángel envió nuestra foto al grupo de W******p de los Triple A. Farah y Stella responden con unos stikers de corazones. Jezabel aparece en linea, pero no responde o dice nada.
—Bueno. Yo tengo mucha hambre. Este cuerpo no se mantiene solamente de puro ejercicio. Necesita comida —Ángel toma una carta y comienza a revisar lo que hay.
—Yo pediré lo mismo de siempre —dice Aarón —. Por cierto, Archer, esta tarde mi esposa y yo te daremos nuestro regalo. En la fiesta sorpresa que ya sabemos que no es sorpresa porque a tu hija se le salió el comentario. Nos contó Farah.
—De todas maneras, debes hacerte el sorprendido —me recuerda Ángel —. Quiero el pollo rebosado, con papas, tomate y brócoli.
—Uy, pero qué sano… —se burla Aarón.
—Las papas son fritas —se encoge de hombro Ángel, cerrando la carta.
—Yo también pediré lo mismo de siempre —anuncio. Estiro la mano, llamando a un mesero y hago el pedido de los tres.
—Traje algo que necesito que le lleves a mi sobrina. Y esto es para ti.
Me entrega una pequeña caja y cuando la abro, vaya sorpresa: otro reloj. Niego con mi cabeza y sonrío.
—Ya van dos relojes regalados el día de hoy.
—Este es un Patek Philippe Grandmaster. No importa si ya te dieron uno, el mío es más caro, por lo tanto, más valioso en todos los sentidos.
—No lo creo. El primero me lo regaló Estrella y Farah.
—De acuerdo, ellas ganan —Ángel levanta sus brazos en señal de derrota y yo le regalo una pequeña sonrisa —. Y esta enorme caja es para mi sobrina.
Él me entrega una caja que de verdad es grande y se puede ver claramente de qué se trata. Esa no está envuelta como lo estaba la mía con el reloj. La caja es un estuche dividido en cuatro partes. Me atrevo a abrirla. Las primeras dos partes se desplazan hacia los costados, tienen lápices de colores y marcadores finos, la tercera parte se desliza hacia adelante y de ella salen marcadores con puntas más gruesas, de su lado derecho tiene tres lápices con distintas puntas, dos sacapuntas y una goma, y, en el fondo de todo, el cual es muy amplio, están algunas temperas y pinceles de diferentes tamaños. Hay todo un juego completo.
—Ella va a amar esto. Está increíble, Ángel.
—Lo sé. Siempre sé qué darles a todos —su ego crece y yo ruedo mis ojos.
—Yo le completaré el regalo. Esta tarde le llevaré tres blogs de diferentes tamaños y un caballete de exposición —anuncia Aarón.
—¿Quieren enloquecer a mi hija? Ni siquiera viene su cumpleaños todavía, o es el día del niño.
—Eso significa que somos buenos tíos —Ángel mueve su mano restándole importancia al asunto.
—Te consideraría un buen tío si fueses a la reunión de cumpleaños de su padre y su otro tío —le digo, refiriéndome a mí y a Aarón, quien silba, sorprendido por mi reclamo. Me cruzo de brazos y enarco una ceja, esperando por su respuesta.
—No quiero incomodar a Jezabel con mi presencia, es todo. Los estoy viendo ahora porque me conviene. Así tampoco pospongo una reunión que tengo a medianoche con un socio que piensa invertir todavía más en mis negocios.
—¿Una reunión a medianoche? —frunzo el ceño.
—Es un tema delicado.
Lo conozco. No piensa decirnos o hablar más. Cuando Ángel está dispuesto a decir algo, lo dice, y cuando no quiere, por más que otros intenten hacerlo hablar, no lo logran, ni, aunque apliquen todos los métodos existentes en el mundo.
El mesero regresa con nuestros platos y bebidas, y antes de que nos dispongamos a comer Aarón habla:
—Bueno, parece que desde que yo asenté cabeza, mis amigos están pasando por mucho —exclama.
—Miren nada más quien habla, el que apenas va a empezar a enloquecer cuando tenga que aprender a todo lo que alimentar a un bebé, cambiar pañales, calmar sus llantos… entre otras pequeñas cosas —ironiza Ángel.
—Yo no sé de qué hablas. Estoy estable. Tengo a mi mujer y a mi hija conmigo, es todo lo que quería. Estamos juntos y haré lo imposible porque sea así para siempre —respondo.
—Entonces… ¿Por qué siento que hay algo que no te deja estar en paz? Desde que llegaste haz reído muy poco. Pareces distraído y pensativo por momentos y te siento como retraído, rígido.
—Es que si ustedes supieran las cosas que acabo de descubrir…
—Pues dinos, háblanos. Somos tus mejores amigos, tus hermanos. Siempre vamos a estar para ti y te ayudaremos con lo que necesites.
—Pronto lo sabrán. Lo prometo. Primero necesito hablar con Farah y que juntos tomemos una decisión. Solo les adelanto que lo que sé es grave, muy grave.
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Tomo el brazo de Jezabel con mucha suavidad y tacto y la hago caminar hacia el balcón de mi departamento. Ella me sonríe, pero cuando ve mi seriedad, esa sonrisa se tensa y se va borrando de su rostro. Sabe de qué le quiero hablar. Toda la tarde estuve en mi oficina sin hacer nada. Por más que tenía mil cosas para realizar, no pude centrarme en ellas. Mi familia, mi abuela, ocupaban mi cabeza. No podía concentrarme. Incluso cuando llegué a la fiesta y me hice el sorprendido, haciendo feliz a mi hija. Traté de dar el cien por ciento de mí, pero no puedo. Por lo menos ella fue feliz cuando le entregué el reglo que le envió su tío Ángel y cuando tomó los blogs que le regaló su tío Aarón, y, luego, se río de mi cuando vio que su tío Aarón junto con su tía Stella me regalaron otro reloj de muñeca. Este era un Jacob&Co. Vinieron muchas personas a la celebración debido que no solamente yo estoy de cumpleaños, por lo que algunos compañeros de trabajo de Stella y de Aarón vinieron. Y ni habl
Una obsesión capaz de llevarla a cometer los peores delitos. Todo comenzó cuando él tenía la edad de dieciséis años. Arnold Brownbear era un jovencito alegre y muy adelantado para el tiempo en el que vivía. Le gustaba leer y aprenderse los significados de palabras raras o poco comunes. Siempre estaba centrado en el estudio. Le encantaba el idioma español, por lo que estaba inscrito en un curso de español cada sábado. Le gustaba tanto que ya estaba en el nivel avanzado. Lo que más le llamaba la atención de ese idioma, era lo diverso que podía llegar a ser, y el hecho de que una misma palabra pudiera tener muchos significados o viceversa. De hecho, sus padres al principio se preocuparon porque Arnold fuese a perder el rumbo y que quisiera tomar otra vía. Temían que quisiera irse por idiomas, u otra carrera, y no tomar el control de sus empresas. Arnold fue tan centrado que pudo cumplir el sueño de sus padres y al mismo tiempo hacer todo lo que quería. El que tuviese muchos títulos lo
Con el pasar del tiempo, Arnold se había ganado una ansiedad terrible y él, aunque pensaba que era un poco paranoico porque nunca llegaba a confirmarlo, se sentía perseguido. Unos tres meses después de que tomara esa decisión comenzaron a llegarle postales. Cartas. Textos un poco extraños… Comenzó a sospechar de Adelaida cuando, en una de esas notas, hablaba sobre el sexo entre parejas de diferentes edades y como el conocimiento de saber eso te llevaba a la gloria. Un Arnold de ya veintidós años, recién graduado, y con un paso en poner el pie en la empresa familiar, decidió que había llegado el momento de ponerle fin a la locura de la madre de su mejor amigo. Así que se enrumbó hacia allá, sin importarle si se encontraban allí el padre de su amigo o él mismo. En cuanto llegó, deseó no haberlo hecho. Ella estaba sola, pues Logan había conseguido su propio departamento y su padre estaba trabajando todavía. Por un lado, le pareció buena idea que estuviesen los dos, pero luego, cambió r
17 de marzo de 2022Farah BrownbearDecido quedarme en la parte de afuera de la cabina y de no entrar al cubículo donde entran mi hija y su padre. Los tres tenemos puestas las camisas, cortesía de Stefan. Pero el que ellos dos estén allí dentro, vistiendo igual, teniendo el mismo color de ojos, mismo comportamiento amoroso el uno por el otro y tomándose fotos para subirlas tanto a la cuenta personal de Archer como a la pública, me hacen sentir feliz.Me hacen sentir como si todo lo que descubrí anoche…, todo lo que Archer me contó jamás hubiese pasado.Pero pasó.Me pidió que le diera tiempo para terminar de investigar y tener las pruebas suficientes y así refundir a su abuela en la cárcel, y yo le dije que le daría ese tiempo. Y es la verdad. Ya estoy cansada de haber lidiado con esa mujer por años de mi vida. Años malgastados. Años perdidos.No seguirá arrebatándonos la felicidad. Me opongo a ello.No significa que estoy olvidando lo ocurrido, ni mucho menos que me dé igual.Mi padr
—Haremos lo que la princesa diga —responde Archer, tomando el pan y picándolo con un cuchillo de mesa. —Querrás decir, la pequeña tirana… —¡Mami! —Protesta ella, haciéndonos reír. —Tirana o no, igual te quiero, mi vida. Mi niña rueda sus ojos y Archer juega con su poco cabello color negro. Cuando acaban de comer yo decido quedarme en el living, viendo algo de tele, mientras Archer le cuenta un cuento a Estrella en la habitación para que pueda dormirse. Mañana será el día de la mudanza. A las diez de la mañana llega el primer camión a buscar las cosas, y eso me emociona. Viviré en la casa donde crecí y a la que visito muy de vez en cuando, pero es justamente eso lo que también me pone triste. Recuerdo a mi madre decirme que me quería viviendo allí para no sentirse tan sola porque los recuerdos la abrumaban. La entiendo perfectamente porque de solo pensar en toda mi infancia siendo la niña de mi padre, y el tener que contarle a mi madre todo lo que ahora sé una
18 de marzo de 2022 Archer Alarcón Siento que la vida se va de mis manos al no saber nada del paradero de mi hija. Mi primero opción fue avisar a las autoridades, estas me dijeron que, entienden perfectamente que se trate de una menor de edad, pero que no podían hacer nada hasta que pasaran las primeras veinticuatro horas desaparecida. Eso solo demuestra que el mundo va cada vez peor. Pero se han topado con un padre desesperado, alguien que haría cualquier cosa por su familia, y, lo más importante: un abogado muy prestigioso que puede mandar a mover cielo, mar y tierra si se requiere. Así que, aunque los entes policiacos se están moviendo debido a mis hilos, y no he tenido que esperar como una persona normal, eso sigue sin ser suficiente. Ya van doce horas. Es casi media noche. Mi hija no aparece. Revisaron las cámaras de seguridad de la zona y están uniendo más y más videos, tratando de descifrar todo el camino por donde se ha ido la camioneta donde se ha subido mi hija junto
19 de marzo de 2022Archer AlarcónNi siquiera me ha importado que la llamara sobrina. Estrella puede convertirse hasta en su ahijada si quiere, siempre y cuando de verdad me ayude a encontrarla. La desesperación que tengo requiere de medidas y acciones desesperadas, así que no me interesa tomar lo que me den, siempre y cuando mi hija esté a salvo, entre los brazos de su madre y los míos.Me costó salir de la mansión sin que Farah quisiera venir conmigo. Tuve que decirle que iría a una estación de policía porque probablemente tienen una pista. Insistió en venir, pero le dije que alguien debía estar en casa por si Estrella aparecía por acá o por cualquier necesidad que tuviesen los agentes que trabajan desde acá.Le costó mucho separarse de mí. Entiendo su miedo a la perfección, pues es el mismo miedo que tengo yo por imaginarnos separados los tres. Le conté la verdad a Ángel y le pedí que pasara lo que pasara, no dejara salir a Farah de casa. Yo le estaría avisando cualquier cosa para
Heikel tiene corazón. De eso no cabe duda. Prueba de ello es el hecho de que me esté ayudando en este momento a encontrar a esa personita que es muy importante para ambos. Pero toda la vida de este hombre se rige por la maldad. Puede que muestre un poco de bondad, pero él, él es Lucifer en persona. Por una o dos cosas buenas que hace, hay cien o ciento uno que hace mal. Él daña, sin remordimientos, siempre y cuando sea para beneficio propio. Y la mayoría del tiempo no le importa a quien pisotea con tal de lograr sus metas. Frunzo el ceño y entonces recuerdo que eran dos preguntas las que tenía que hacerme. —La otra… —¿Qué cosa? —Mueve el volante hacia la izquierda y maneja con mucha más rapidez. Las camionetas detrás de él me ponen nervioso. Trae a mucha gente consigo y dice tener todavía más en el lugar en el que está mi abuela con mi hija. Están esperando ordenes suyas para proceder a entrar. —Dijiste que tenías dos preguntas que hacerme —le recuerdo. —Ah, sí… ¿Qué quieres que