23/ Feliz cumple, papi. p2

—Te quiero, papi. Yo tampoco quería que la abuela quedara solita.

—La abuela siempre nos tendrá —le promete su mamá y yo asiento, dándole seguridad a sus palabras.

—Tenía miedo de que no te gustara mi dibujo.

—¿Cómo no iba a gustarme? Me gusta todo lo que haces. Tienes talento. Estoy comenzando a notar que es algo que te gusta mucho hacer… ¿no?

Mi hija se separa de mí, rompiendo el abrazo y sonríe asintiendo.

—¿Te gustaría aprender a dibujar y pintar con tío Aarón? Estoy seguro que él no tendrá problemas con darte clases de vez en cuando.

—¡Eso estaría genial! ¡También le hice un dibujo por su cumpleaños!

—Eso está muy bueno.

—En mi dibujo ya la tía Stella tiene una panza enorme —dice, y nos hace reír todavía más a su madre y a mí.

—Bueno, no quiero romper la emoción del día, pero Estrella, ya debes ir a vestirte, cariño. Recuerda que iremos a ver lo del colegio donde ingresarás este mes, también iremos a casa de la abuela para ver nuestras habitaciones y limpiar un poco antes de comenzar la mudanza, y luego…

—¡Tenemos fiesta! —Dice emocionada, y luego abre sus ojos como platos y sonríe forzadamente —. Quiero decir, una pequeña fiesta, solamente nosotros tres en la noche. No estará nadie más…

—Bueno. Entonces esta tarde estaremos los tres juntos. Ahora hazle caso a tu madre y ve a vestirte que yo también tengo que salir en media hora.

Ella asiente, haciendo caso a mis palabras y corre hacia mí para dejar un beso en mi mejilla.

—Come el desayuno y prueba nuestras galletas ¡Hicimos muchas para que regalaras en el trabajo!

Mi hija grita a medida que avanza y se pierde en la habitación.

—Te aconsejo que te comas el desayuno, pero que no pruebes las galletas, y que, de hecho, botes las que quiere que regales en el trabajo.

—No tiraré ninguna galleta que me hayan hecho ustedes —me levanto del taburete y me acerco a ella, dejando un pequeño beso en sus labios. Rodeo la cocina y tomo una galleta. Escucho un suspiro exagerado de su parte.

—Las galletas las hizo solamente Estrella. Las probé. Le quedaron horribles.

—Lo que cuenta es la intención —le digo, metiéndome una de las galletas en la boca. Comienzo masticando con ganas, pero a medida que se van deshaciendo en mi boca le voy sintiendo un sabor agrio y todavía son masa. No puedo evitar arrugar mi nariz y hacer una mueca de asco.

—Te lo dije.

—Dime que el desayuno y el pastel tienen mejor sabor.

—Los hice yo, esos sí que quedaron bien. Ahora tira las galletas. Ni siquiera dejé que ella misma las probara, y mira que tenía muchas ganas de hacerlo.

—No tiraré las galletas de mi hija. ¡Son especiales! —Protesto.

—No sé quién es más niño, si Estrella o tú.

—Es mi hija. Me las hizo con mucho amor. Haré un esfuerzo de padre y las comeré.

—No es necesario que demuestres que la amas con eso. Lo sabemos de sobra.

—No se trata de eso.

La tomo de la cintura y la hago sentarse en mi regazo mientras contemplo el dibujo que hizo mi hija. Farah besa mi frente y yo sonrío. Ella acerca el desayuno hacia mí, el cual consiste en huevos revueltos con pan tostado y un batido de fresas.

Pienso en todo lo ocurrido desde que me levanté.

Llego a la conclusión de que soy afortunado. Muy afortunado.

{-}

De camino a la empresa compro otras galletas para repartir con los empleados. Obviamente diré que son de parte de mi hija. Ya me he comido varias de las que hizo mi hija, me quedan tres. Dije que las comería y eso he hecho. Ojalá no me caigan mal. Las he comido con toda la buena intención, pero eso no quita la realidad: estaban horribles, tan en sabor, como consistencia y forma.

Me río. Amo a mi hija, y como ya dije, lo que cuenta es la intención.

Salgo de mi auto luego de dejarlo aparcado en el estacionamiento, en el lugar que siempre está fijo para mí, y luego camino hacia las puertas dobles de la entrada de la empresa. Entro al edificio y comienzan las felicitaciones hacia mi persona, mientras que yo reparto las galletas que compré.

No vaya a ser que todos se envenenen. Si ocurre, que solo me pase a mí.

Miro a mi hermano entrar y sonrío de oreja a oreja. Bueno…, que no me pase solo a mí y que le pase a él también.

Stefan se acerca y se tira sobre mí, dándome un exagerado abrazo. Con exagerado me refiero a que me aprieta a más no poder.

—¡Feliz cumpleaños a mi hermanito menor!

—Por supuesto que siempre harás énfasis en que eres el mayor —ruedo mis ojos.

—Por supuesto.

Ambos entramos en el ascensor y tomo la bolsa de regalo que él me entrega.

—Son tres camisetas de los New York Yankees, una para ti, otra para Farah y una para Estrella. Espero haber acertado en los talles. O que Farah no me mate si resulta ser de otro equipo.

—Pues acertaste. Ella es de este equipo, porque era el equipo de su padre. Su madre es quien era de otro equipo, creo que de los Oakland Athletics. Siempre llamaba a Farah traidora por haber preferido ser del equipo de su padre.

—Pues, espero que vayan a cualquier juego y se vistan en conjunto con esas camisetas.

—Gracias, Stefan. Es un hermoso regalo. Ahora que entre a la oficina les tomo fotos y se las paso a Farah para que se la enseñe a Estrella. De seguro va a querer que las usemos mañana.

—¿Mañana? El próximo juego de este equipo es de la semana que viene —me recuerda.

—Lo sé, pero le he prometido a Estrella que la llevaría mañana a mi programa de radio. Todavía me faltaba planificar una parte del programa. No tenía el tema para hablar, pero ya lo tengo. Hablaremos de los New York Yankees y lo que se espera en lo que resta del año en el campo de béisbol. Nos pondremos las camisetas, vinieron en un momento oportuno.

—Me parece perfecto. Ahora, dame de esas galletas que le andas compartiendo a todo mundo.

No puedo evitar la sonrisa malvada que le debo estar dando en este momento.

—Tú eres mi hermano, por lo tanto, si enveneno, tú te envenenarás conmigo.

—¿A qué te refieres? —Pregunta, mirándome con incredulidad.

—Estrella hizo galletas. Me las he comido casi todas, pero quedan tres. Si amas a tu sobrina, tendrás que comerlas. No se vale tirarlas.

—Si son de mi sobrina, las comeré con todo el gusto.

Ya veremos si sigue pensando igual después de probarlas. Le entrego las tres restantes y enseguida se lleva una a la boca.

Las puertas del ascensor se abren justo en el momento en que mi hermano escupe la galleta y le cae encima a una de las gerentes que justo esperaban al ascensor para subir. Con toda la rapidez del mundo voy hacia ella y le limpio el saco. Ella no deja de mirar a mi hermano con la boca abierta, debido a la sorpresa.

—¡Lo siento tanto! ¡Estaba horrible y justo se abrieron las puertas y…!

—Tranquilo —le dice ella, haciéndose a un lado para darnos paso. Revisa su atuendo y por suerte todo está bien. Cuando mi querido hermano escupió el pedazo de galleta, esta todavía estaba completa, así que no hubo daños. La cuestión es la impresión que acaba de llevarse la gente que está en el pasillo de él. Y todavía más con una gerente…

Nada más y nada menos.

Apuesto a que hoy les mandan un mail a nuestros padres en vez de hablar directamente con nosotros. En ocasiones, siento que todavía somos niños. Le dicen las cosas a mi padre en vez de hablarlo directamente con nosotros. Sobre todo, conmigo que soy prácticamente el dueño de la empresa.

—Dame las otras dos galletas. Me las comeré yo —le digo a mi hermano, apretando los labios con fuerza para no carcajearme en su cara.

—¿Cómo puedes…?

—Me he comido ocho. Tú solo debías comerte tres y no pudiste ni con una.

Escucho un enorme suspiro de su parte.

—Está bien. Haré el sacrificio de comerlas. Seré un tío bueno.

—Es una sabia decisión.

—Después hablamos. Buscaré a quien limpie la galleta que quedó tirada frente al ascensor. O lo haré yo, no hay problemas.

—Vale. Nos vemos.

Entro en mi oficina y lo primero que hago es tomar la foto de las camisetas para enviárselas a Farah. Me envía un audio donde habla Estrella toda emocionada diciendo que ya quiere que las usemos los tres, aunque no sepa de qué se tratan las camisas. Sonrío con ternura cuando en la última parte del audio ella le pregunta a su mamá que es un New York Yankees.

Me pongo manos a la obra. En una hora logro avanzar dos casos importantes, teniendo a mano las pruebas necesarias para comenzar con uno y los puntos necesarios a tratar para seguir con otro. Firmo algunos permisos de unos trabajadores, y armos otros papeleos de rutina. Logro concretar otros casos para otros de mis abogados del buffet.

Los casos que considero complicados o de mayor trascendencia los tomo yo. Es por eso que, cuando suena el teléfono y veo que son las 11:30 en punto, lo tomo y espero pacientemente a que me digan la información que me tienen y que esperaba para esta hora exacta.

—Hemos tenido casi dos semanas siguiéndolo. Hackeamos todas sus cuentas, redes sociales y aparatos de comunicaciones. Es un paranoico que está escondido y sale solo para hablar con su abogado. Hemos descubierto cosas, pero no lo implican a él. Según los datos telefónicos que nos diste, pudimos hacer conexiones y…, no. Los mensajes y llamadas a Farah no provienen de parte de Edward. Él ha estado tranquilo. Tiene un miedo enorme a perderlo todo. Sabe que con todo lo que estás pidiendo para no hundirlo de por vida, está en bancarrota. Es entregarle a Farah todo lo que tiene y pasar poco tiempo en la cárcel, o no pagar todo lo que se robó y estar en la cárcel por el resto de su vida. De nada le serviría tener dinero si al estar en la cárcel no va a poder usarlo.

—Y tampoco podrá comprar a los oficiales que los custodien porque yo me encargaré de que no pueda hacerlo.

—Y es justo por eso que él está pensando en entregarse y no hacer un escándalo mediático de todo esto porque sabe que se perjudicará más.

Me parece una decisión sensata de su parte. Encima que no quiero más dramas en nuestras vidas. Mucho tenemos con todo lo que se habla en los medios sobre mi ex-compromiso, mi hija y Farah siendo mi pareja a los pocos días de haber roto con mi pareja actual.

Todavía siguen con esos temas, pero nosotros estamos ignorando todo y siendo felices.

—Entonces, si las llamadas y mensajes no provienen de él… ¿De dónde vienen?

No quería preguntar porque me sé a la perfección la respuesta.

Y esto que me confirmarán ahora será lo que conlleve a que nuestra familia se divida. Los Alarcón tendrán que entender o elegir lo que les convenga, pero, sin importarme si estarán de mi parte o no. No pienso darle la espalda a mi mujer y a mi hija.

Ha llegado el momento de actuar y enfrentar esa verdad perjudicial que siempre ha estado en nuestras narices.

—Se trata de tu abuela, Archer. La señora Adelaida es quien ha estado amenazando a Farah Brownbear.

Aiis

Yo les aconsejo que disfruten este capítulo y el que sigue, porque a partir del 25 se viene el drama. Serán 30 caps aproximadamente, así que ya está por acabar este segundo libro. Saluditos!

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