25/ Lo sé, Farah. Lo sé todo. p2

—Haremos lo que la princesa diga —responde Archer, tomando el pan y picándolo con un cuchillo de mesa.

—Querrás decir, la pequeña tirana…

—¡Mami! —Protesta ella, haciéndonos reír.

—Tirana o no, igual te quiero, mi vida.

Mi niña rueda sus ojos y Archer juega con su poco cabello color negro.

Cuando acaban de comer yo decido quedarme en el living, viendo algo de tele, mientras Archer le cuenta un cuento a Estrella en la habitación para                     que pueda dormirse. Mañana será el día de la mudanza. A las diez de la mañana llega el primer camión a buscar las cosas, y eso me emociona. Viviré en la casa donde crecí y a la que visito muy de vez en cuando, pero es justamente eso lo que también me pone triste.

Recuerdo a mi madre decirme que me quería viviendo allí para no sentirse tan sola porque los recuerdos la abrumaban. La entiendo perfectamente porque de solo pensar en toda mi infancia siendo la niña de mi padre, y el tener que contarle a mi madre todo lo que ahora sé una vez que la vea… va a destrozarla. Me duele pensar en verla destrozada una vez más.

Ella todavía no se recupera del todo.

Aunque… ¿Podría uno alguna vez recuperarse de la pérdida de su gran amor?

No lo veo como algo posible.

—¿Tu cabeza sigue dándole vueltas a todo el asunto?

Volteo a mirar al hombre que se acerca a mí. Ya Estrella está dormida y ahora estamos aquí, probablemente teniendo esa conversación que era necesaria.

No puedo evitar mirarlo con intensidad y volver a hacerme esa pregunta…

Si llegara a perder a Archer, así como mi madre perdió a mi padre… ¿sería capaz de vivir con ello? A lo mejor podría debido a que tengo a Estrella conmigo, así como mi madre hizo al tenerme a mí. Pero, ¿significaría eso que estaría completamente bien? ¿O solo estaría fingiendo? De solo imaginarlo quiero llorar, abrazarlo y no dejarlo ir de mi lado.

Si a Archer llegara a pasarle algo no sé qué sería de mí.

—Solo quiero que todo acabe y seamos felices… ¿es mucho pedir? —susurro, observando como él se acerca y se sienta en el mismo mueble donde me encuentro. Toma mis manos y las entrelaza en las suyas.

—Prometo que así será. Vamos a centrarnos en el ahora, en la mudanza, en esa conversación que tendrás con tu madre y en el juicio que se viene para mi abuela y Edward. Te juro que irán a la cárcel y no podrán dañarnos.

Asiento, porque sé que Archer siempre cumple con su palabra. Es una persona correcta y justa. Real y leal.

Fue imposible no enamorarme nada más de verlo. Jamás tuve oportunidad de no hacerlo.

{-}

Estrella sale corriendo hacia las escaleras y aplaude con emoción cuando ve a los cuatro hombres subiendo y bajando con cosas nuestras y adentrándolas a la enorme casa frente a nosotros.

—Vaya. No recordaba que la mansión en la que vivías. Es enorme.

—Sí. Construida por mi padre como regalo de bodas para mi madre.

—O quería demostrar su poder o de verdad la amaba mucho, y como llegué a conocer a mi suegro, sé que era porque amaba a Rebeka. Casi de la misma forma en la que yo te amo —Archer sonríe al decir aquello y estira su mano hacia mi luego de cerrar la puerta de su auto.

—¿Por qué me amas más? —Tomo su mano y caminamos juntos hacia la entrada de mi hogar.

—Te amo más de lo que alguna persona podría amar a otra en este mundo.

—Odio ese tipo de frases, pero por alguna razón me gusta que me las digas.

—Eres Farah. Solo soportas el cariño de personas que te importen, sino los alejarías por soltarte algo así. Capaz y los mandas a exorcizarse.

—No lo voy a negar. Es cierto.

Entramos a la enorme sala de estar y veo a los dos organizadores que contratamos dándole órdenes a los cuatro trabajadores que llevan y traen nuestras cosas de un lugar a otro. Deben dejar cada cosa en su sitio, y desde ya comenzaran con todo el tema decorativo. Tratarán de tenernos todo listo para mañana, aunque ya de por sí nos quedaremos aquí viviendo.

—Estrella salió corriendo a ver su habitación en cuanto frenamos el auto. De seguro ni siquiera fue a saludar a su abuela.

—Déjala tranquila. Sabes cómo son los niños —Archer se encoge de hombros y se saca su abrigo. Suspiro mirando cómo se flexionan sus brazos. Este hombre es… exquisito. En todos los sentidos.

Me acerco más a él y agarro su muñeca, tocando su piel y subiendo, llevando mi caricia por todo su brazo hasta llegar a sus hombros cubiertos por la camisa de manga corta. Escucho su gran suspiro y sonrío.

—Ya quiero que sea de noche y estrenar nuestra habitación… —me dice en voz muy baja, cuidando de que alguien pueda escucharlo.

—Yo también. Sobre todo, porque me he comprado un conjunto muy sensual… Bueno, en realidad lo pague, pero Jezabel me obligó a comprarlo.

—¿Jezabel? ¿Y es que acaso ustedes hablan mucho de estas cosas?

—Cariño, somos mujeres. Todo el tiempo hablamos de esto.

Eso lo hace reír.

—Iré a ver a Estrella.

—Yo buscaré a mamá.

Dejo un pequeño beso en sus labios y mientras él toma el camino hacia las escaleras, yo cruzo hacia la izquierda, guiándome a la enorme y hermosa cocina donde se encuentra Rebeka.

No puedo evitar observarla mientras ayuda a la única persona que trabaja para ella a hacer el almuerzo.

Mi madre es hermosa. Y no hablo solo del físico, la edad claramente ha tenido efecto en ella, pero se ha sabido conservar. Yo hablo de su espíritu, de su forma de ser, de su calidez y humildad. Nuestra familia materna no quiso saber más de ella luego de casarse con papá, cuando lo perdió a él solo quedó conmigo. Mis abuelos paternos fallecieron hace unos años, la depresión los llevó al abismo. Mi padre lo era todo para ellos.

En pocas palabras: solo somos mamá, Estrella y yo. También tenemos a Archer, pero hablamos de familiares sanguíneos. Solo estamos nosotras.

Ella voltea a mirarme. La enorme sonrisa que se forma en sus labios hace que la mía aparezca con inmediatez. Tiene su cabello negro suelto, tomado por los lados de su cabeza con dos pequeñas pinzas, porta un traje verde manzana de dos piezas y unos tacones color negro que combinan tanto con su cabello como con sus profundos ojos. Somos demasiado parecidas. Nuestros rasgos son difíciles de ignorar y dificil que no se cuelen de generación en generación. Estrella es una mini copia mía. Incluso sacó mi palidez. De Archer sacó sus ojos, y es lo que la hace resaltar todavía más.

—No sabes el tiempo que llevaba esperando esto… —los tacones resuenan cuando se acerca a mí y me da un cálido abrazo que correspondo sujetándola con más fuerza de lo normal.

—También estoy feliz de regresar, mami.

—Me alegra oír eso.

Nos separamos y mi sonrisa se borra, mis ojos se cristalizan sin mi permiso y ella frunce el ceño, extrañada por mi comportamiento.

—Tenemos que hablar, mamá. Me he enterado de algo y tienes que saberlo. Archer quería ser quien te lo dijera, porque de algún modo siente que él está inmiscuido, y en cierta forma es así, pero…

—¿Qué ocurre? Estás asustándome.

Miro detrás de ella. No creo que sea correcto decirle nada teniendo detrás de nosotras a su trabajadora. Mamá lo nota, pero sonríe.

—Ella lo sabe todo de mí. Puedes hablar con confianza.

—Es sobre mi padre y… la abuela de Archer…

Todo el color se drena del rostro de Rebeka. Ella niega con su cabeza y retrocede dos pasos. Mira hacia otro lado.

—No puedo volver a esto, Farah. Lo que sea que vayas a decirme, mejor no lo hagas.

—Mamá, ella estaba obsesionada con papá.

—Lo sé. Fui testigo muchos años de la locura de esa mujer.

—Y acabamos de descubrir que ella fue quien verdaderamente asesinó a mi padre.

Rebeka cierra sus ojos con fuerza. Sus manos comienzan a temblar.

—Sé que es algo dificil de entender, pero…

—Lo sé, Farah. Lo sé todo —busca una butaca en la que sentarse. Lleva sus manos a su rostro, quitando aquellas lágrimas que habían salido sin querer. Abro mucho mis ojos, ella… ¿lo sabía? —. Desde el momento en que tu padre murió en ese accidente, supe que no era ningún accidente. Investigué. Quise actuar. Pero preferí quedarme quieta, porque si yo no te hubiese tenido a ti y a Estrella, la hubiese destruido sin importarme destruirme a mí en el proceso, pero estaban ustedes dos de por medio, y solo quiero que estén bien.

—¿Por qué nunca me lo dijiste? —Pregunto en un susurro tembloroso.

—Ya pasaste por mucho, Farah. No mereces más sufrimiento.

—Tenía derecho a saberlo, mamá. Yo…

Me callo de golpe cuando Archer entra abruptamente y observa alrededor de toda la cocina. Su respiración sube y baja.

—¿Alguna de ustedes ha visto a Estrella?

Mi frente se arruga en confusión. ¿No había ido él a buscarla?

—Fue a su habitación… ¿no?

—La he buscado por todos lados y no la encuentro. Los que están bajando nuestras cosas dicen que escucharon un grito y oyeron a un auto arrancar muy fuerte —mi piel se eriza al escucharlo. Archer se dirige a mi madre, quien lo mira atenta —. Dime que aquí hay de esos sótanos o lugares donde mi hija podría estar escondida, haciéndonos una mala broma.

—Los hay, pero todo está cerrado. Mande a cerrar todo para que fuese seguro para la llegada de ustedes.

—Dos de los trabajadores dicen que vieron a una señora merodeando desde hace unos diez minutos, poco antes de que se subiera a un auto que se detuvo frente a ella y fue cuando escucharon el grito de una niña…

—Archer, no… —sacudo mi cabeza. Mi mirada se nubla. Mi mente enloquece pensando idioteces. Todo mi cuerpo tiembla sin parar.

—Maldita sea.

Es entonces cuando veo que Archer saca su celular y comienza a llamar mientras corre, que caigo en cuenta de lo que ha pasado:

Se han llevado a Estrella.

O, mejor dicho: Adelaida se ha llevado a Estrella.

Aiis

3 capítulos para el final.

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