27/ Cambió una obsesión por otra.

19 de marzo de 2022

Archer Alarcón

Ni siquiera me ha importado que la llamara sobrina. Estrella puede convertirse hasta en su ahijada si quiere, siempre y cuando de verdad me ayude a encontrarla. La desesperación que tengo requiere de medidas y acciones desesperadas, así que no me interesa tomar lo que me den, siempre y cuando mi hija esté a salvo, entre los brazos de su madre y los míos.

Me costó salir de la mansión sin que Farah quisiera venir conmigo. Tuve que decirle que iría a una estación de policía porque probablemente tienen una pista. Insistió en venir, pero le dije que alguien debía estar en casa por si Estrella aparecía por acá o por cualquier necesidad que tuviesen los agentes que trabajan desde acá.

Le costó mucho separarse de mí. Entiendo su miedo a la perfección, pues es el mismo miedo que tengo yo por imaginarnos separados los tres. Le conté la verdad a Ángel y le pedí que pasara lo que pasara, no dejara salir a Farah de casa. Yo le estaría avisando cualquier cosa para que estuviese al tanto, y, a su vez, él me informó que Jezabel, Aarón, Stella y Stefan estaban por llegar. Mucho mejor así porque Farah tendrá compañía y yo podré enfocarme al cien en Estrella.

 —Te tardaste cinco minutos y cada minuto es valioso cuando pasan cosas como estas —me reprocha Heikel en cuanto entro a su auto. Sin esperar a que termine de cerrar bien la puerta, él comienza a manejar como loco.

No le digo nada, pues yo también necesito llegar ya.

—¿Dónde la tienen? ¿Cómo estás tan seguro de que está allí realmente? ¿Cómo te enteraste de lo que ocurría con Estrella?

—Ni mi mamá me hacía tantas preguntas cuando me escapaba de pequeño.

Ya comenzó con sus ironías.

Para este hombre la vida es un juego. No se toma nada en serio. Podrá estar todo el mundo en irse en picada, pero él no pierde su humor negro.

—Heikel… —mi voz sale cansada.

Ya es más demedia noche. Llevamos quince horas en esto. Estoy agotado.

—Ya, ya. Responderé a tus preguntas, pero tú luego responderás a las mías.

Eso me sorprende. ¿Qué preguntas podría tener él?

Me encojo de hombros.

—Como quieras.

—La vieja tiene a Estrella en un edificio. No va a gustarte, pero te lo digo desde ya para que te hagas a la idea; la razón por la que no la encontraban es porque, como tu querida abuela es una mujer de lujos, todos estaban buscando en mansiones, cabañas elegantes, lugares que tengan valor sentimental o familiar, pero no. Resulta que… y fue una buena estrategia de su parte, Adelaida tiene a mi sobrina en un edificio donde viven todo tipo de drogadicto, ex convicto, y personas de moral muy dudosas —trago saliva con fuerza y me acomodo en mi asiento. ¿Se ha atrevido a llevar a mi hija…? ¿A una niña de tan solo siete años a un lugar como ese…? —, y no es que quiera decir que los lugares donde viven los drogadictos son precisamente lugares horribles —continúa hablando Heikel —, pero créeme cuando te digo que ese edificio es un lugar en ruinas donde se ve de todo.

—No puedo creer lo que me dices… —susurro.

¿En qué demonios se ha convertido mi abuela?

Entonces recuerdo toda la información que sé, y lo entiendo: mi abuela no se ha convertido en nada, ella siempre ha sido así. Ha sido un monstruo.

—Me enteré que estaba allí porque tengo ojos y oídos en cada parte del mundo. Siendo quien soy, no podría ir manejando a cualquier lado sino tengo la seguridad de estar a salvo allí. Tengo infiltrados en los entes policiacos de varios países, y este es uno. Estrella es persona prioritaria para mí. En cuanto Adelaida se la llevó y tu hiciste la llamada poniendo la denuncia, esa llamada fue interceptada por mi gente. No lo dudé un instante, volé hacia acá. Por suerte, estaba atendiendo un negocio en un país cercano, así que llegué rápido.

—Gracias, de verdad…

—Estrella es importante para mí, Archer, y Farah también lo es. Quiero dejártelo en claro y que acabemos con todo este lío de los celos y ese pasado que nos tenía como enemigos. Considero a Farah una amiga, una hermana. Siempre ha sido así. Y, por lo tanto, Estrella es mi sobrina. Esa sobrina que nunca tendré porque soy hijo único. Así que espero, de verdad, que no te interpongas. Eres su padre, y lo respeto, pero, aunque no las vea muy seguido para que estén protegidas de mi mundo, no voy a separarme de ellas.

—Y no quiero que lo hagas. No soy ese tipo de persona, Heikel. Sé que has estado con ellas desde el principio y que cuidaste a Estrella desde que nació, y lo agradezco. No hay rencores, ni problema alguno. Al menos, no de mi parte —dejo en claro.

—Perfecto.

—Bien.

Ambos nos quedamos en silencio. Todo lo que se escucha es lo rápido que va el auto, el sonido del viento que se cuela por las ventanas abiertas, y el volumen mínimo de una orquesta que suena en la radio.

—Te dije que tenía preguntas. Bueno, en realidad, son dos solamente.

—Dime.

—Si la cosa se pone fea y tu abuela no entiende de razones, voy a matarla. ¿Si entiendes eso? Trataré de que no ocurra, porque está Estrella de por medio, y porque me siento un poco diplomático, pero si no hay otra opción…

—Prefiero que pague por todo en la cárcel.

—¿Sabes? Muchas personas dicen que mejor castigo que la muerte es pudrirse en la cárcel por muchísimos años, y yo concuerdo, pero en este caso no creo que sea tan así. Tú abuela tiene mucho poder aquí, mucho más que el tuyo. Ella ha sabido tejer sus redes en esta ciudad desde mucho antes. Tendrá sus lujos en la cárcel también, puede que esté encerrada, pero no vivirá mal. La tratarán como a una reina. ¿Estás dispuesto a eso? Porque no creo que sea el destino que ella se merece. Merece algo peor.

—Es que… sigue siendo mi abuela.

—Awww. Me enternece que tengas un corazón de oro, y mucho más que seas una buena persona. Me hace confirmar la razón del por qué Farah se enamoró de ti y no quiero que eso cambie. Quiero que mantengas tu esencia. Pero aquí estamos hablando de tú hija. Sí o sí, vas a tener que elegir.

—Elijo a Estrella sin dudarlo.

—Perfecto.

—Mira, Heikel. Haz lo que tengas que hacer. Si tienes que disparar y matarla, hazlo —suspiro, imaginando ese escenario al cual no deberíamos llegar —, pero, sería mil veces mejor que se pudriera en la cárcel. Tú dices que ella tiene más poder que el mío aquí, pero yo sé de alguien que tiene más poder que ella tanto en su país como en esta ciudad… —volteo a mirarlo y ruedo mis ojos cuando noto su sonrisa engreída al saber que hablo de él. Parece que, si hablamos de egos, Ángel tiene un poco de competencia —. Tú puedes hacer que Adelaida no tenga ningún beneficio tras las rejas, así como también puedes hacer que ella la pase mal una vez que esté allí, encerrada. ¿No es así?

—Vaya…, tal parece que el niño bueno no es tan bueno después de todo.

—Quiero creer que sigo siendo más bueno que malo.

—Ay, no. Qué aburrido. Y eso que ya empezabas a caerme bien.

Sacudo mi cabeza, ignorando sus palabras.

Jamás seré como él.

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