26/ La tendrás contigo, pase lo que pase.

18 de marzo de 2022

Archer Alarcón

Siento que la vida se va de mis manos al no saber nada del paradero de mi hija. Mi primero opción fue avisar a las autoridades, estas me dijeron que, entienden perfectamente que se trate de una menor de edad, pero que no podían hacer nada hasta que pasaran las primeras veinticuatro horas desaparecida.

Eso solo demuestra que el mundo va cada vez peor.

Pero se han topado con un padre desesperado, alguien que haría cualquier cosa por su familia, y, lo más importante: un abogado muy prestigioso que puede mandar a mover cielo, mar y tierra si se requiere. Así que, aunque los entes policiacos se están moviendo debido a mis hilos, y no he tenido que esperar como una persona normal, eso sigue sin ser suficiente.

Ya van doce horas.

Es casi media noche.

Mi hija no aparece.

Revisaron las cámaras de seguridad de la zona y están uniendo más y más videos, tratando de descifrar todo el camino por donde se ha ido la camioneta donde se ha subido mi hija junto con su desquiciada abuela, pero ha llegado un punto en el que parecieran haberse esfumado. Ya no hay nada que rastrear. Es como si hubiesen desaparecido.

Un detective nos dice que debemos aguardar. Dice estar seguro de entender estos casos. Adelaida llamará, pedirá algo a cambio de mi hija.

Nos piden, por favor, mantener la calma y esperar. Según ellos, no hay mejor opción.

¿Esperar? ¿Mantener la calma?

Es más que seguro que si ellos estuviesen en nuestra situación, lo menos que tendrían es que esperar a nada. Actuarían de manera inmediata.

Desde hace un par de horas hay una idea rondando en mi cabeza, y la verdad es que, no sé cómo vaya a reaccionar Farah, pero esto ya no se trata de orgullo, ni mucho menos, esto se trata de prioridades, y mi hija está por encima de todo.

Escucho como otros policías me hablan, pero la verdad es que no les presto atención. Mi mirada viaja hacia donde está la madre de mi hija. No deja de llorar desconsoladamente entre los brazos de su madre y de Ángel, quien me envió un mensaje a las ocho diciéndome que ya había llegado, y le conté lo que ocurría, se vino rápidamente. No quise avisarles a Aarón ni a Stella, podría ser una noticia que los altere y no debemos poner en riesgo el embarazo de ella.

Mi hermano se está encargando de la seguridad de esta casa y tratando de averiguar algo sobre Estrella y nuestra abuela por su parte, pero no ha obtenido nada de información.

Toda esta situación me lleva cada vez más a obtener medidas desesperadas.

—¿Cómo vas? —Pregunta Ángel, acercándose a mí y dándole un fuerte apretón a mi hombro derecho.

Niego con mi cabeza, mis ojos se cristalizan sin mi permiso.

—¿Qué voy a ser si le pasa algo? Es tal solo una niña. Mi pequeña niña… —es todo lo que puedo susurrar, bajando mi mirada al suelo.

—No va a pasarle nada.

—No puedes asegurarme eso.

—Sí puedo y lo estoy haciendo.

Quisiera tener su firmeza y fe.

—No sabemos nada, Ángel. Ni siquiera tenemos una pista. Las que teníamos se están agotando, todas nos llevan a un final donde luego de eso no hay nada. Ningún lugar donde buscar. ¿Acaso salió de New York? ¿Se fueron del país?

—No creo que haya sido así. A pesar de todo, tú actuaste demasiado rápido. Ya la hubiesen agarrado si hubiese tratado de hacerlo.

—Sí, eso es todo lo que me digo para estar tranquilo, pero no funciona.

—¿Pensaste ya en todas las propiedades que tu familia posee? ¿En algún lugar importante? ¿Algún país al que hayan viajado y a ella le haya gustado? Tal vez se esconde a plena vista y no la vemos.

Ángel definitivamente nació para ser de todo en esta vida.

Pero no se lo digo. Este no es un buen momento para agrandar más su ego o que comience con sus estupideces.

—Pensé en todo eso. Le di cada nombre de lugares a los oficiales y mis padres le entregaron el resto. Tips, cosas importantes sobre mi abuela, para que sea más fácil rastrearla.

—¿Confías en tus padres? ¿Cómo sabes que no están de parte ella? Sobre todo, tu padre. Es su hijo.

—Tengo que confiar, Ángel. Si no lo hago, entonces allí sí que es verdad que no tendré absolutamente nada que me lleve a Adelaida.

—Todavía no puedo creer que ahora es que esté saliendo a la luz lo desquiciada que ha sido siempre esa mujer. Mira que obsesionarse de esa manera con el padre de Farah, es demasiado fuerte. Gracias a Dios, pudimos salvar a tiempo a Aarón de todo lo que pasó el año pasado con esas locas. Él estuvo a punto de vivir lo mismo.

—Me siento mal por no decirle nada de lo que está pasando.

—Yo le diré. La noticia se ha filtrado. Ya comienza a salir en los noticieros, así que es mejor que ya le avise yo. Y, mientras lo hago, ve con Farah. Reconfórtala, aunque sea un poco. Necesita seguridad de que todo estará bien.

—¿Cómo le diré que todo estará bien cuando ni eso yo lo sé? —Susurro.

—Tienes que hacerlo, Archer. Confía.

Asiento.

Saco el celular de mi bolsillo y miro los mensajes. Algunos de mis empleados se ofrecen a ayudarme en lo que sea. Niego con mi cabeza, no quiero involucrar a más personas, solo…

Vuelvo a pensar en esa persona en la que llevo pensando desde hace dos horas.

Me dejo de rodeos y busco su número de teléfono.

Suena y suena, pero no lo toma. ¿Lo habrá cambiado? Tengo entendido que hace eso muy seguido. Su estilo de vida lo requiere.

Entonces recuerdo la conversación que tuvimos hace poco:

‘’—Solo quiero que no dañes a Farah y decirte que no volveré a estar en medio. Es solo eso.

Él brota un gran suspiro de sus labios.

—¡A la m****a! —Exclama de repente y lleva su rostro hasta sus manos. Toma una profunda respiración antes de ponerse completamente recto y volver a posar sus ojos en los míos —. Te voy a decir esto una sola vez, Alarcón, y espero que seas tan inteligente como dicen todos que eres, y que deduzcas todo enseguida. No volveré a repetirlo, y no me importa si me crees o no, porque yo te lo diré y me largaré de aquí.

—Bien.

—No tuve nada con Farah Brownbear, ni antes, ni ahora, y definitivamente no lo tendré en un futuro. Otra mujer me trae loco ahora, solo la quiero tener a ella y será mía, cueste lo que cueste.

—Yo los vi en la cama.

—Todavía es un misterio cómo llegamos allí, lo sigo investigando, pero no pasó nada entre ella y yo, eso puedo jurártelo.

—¿Y la niña? Sé que es hija de Farah, pero si no es tuya entonces… ¿de quién?

Mi corazón no deja de latir desesperadamente. Por alguna razón… le creo a este imbécil.

—Eso no lo sé —su espeluznante sonrisa me afirma todo lo contrario. Sí sabe de quién es, pero no va a decírmelo y yo tampoco le voy a rogar.

Por lo menos me acaba de confirmar que Farah tiene una hija. Que esa niña sí es suya.

—Buenas noches, Heikel. Perdón por haberte hecho perder el tiempo —me levanto del asiento y acomodo mi traje, él copia mi acción, pero esa estúpida sonrisa no abandona su rostro.

—Para nada, me hiciste pasar un buen rato. Tus teorías fueron muy buenas, pero repito: entre Farah y yo no hubo, ni habrá nada. Nos hicimos buenos amigos, eso no te lo niego, y esa pequeña que tiene se ha convertido en una personita muy importante para mí.’’

Vuelvo a intentar llamarlo, pero nada que lo toma.

Suspiro y niego con mi cabeza una vez más. Decido dejar de intentarlo y caminar hacia donde se encuentra Farah.

Mi chica ya dejó de llorar. Ahora se encuentra mirando un punto en específico de la pared. Mirando a la nada. Se encuentra ida, como sus pensamientos la atormentara, y la entiendo, porque es lo mismo que está ocurriendo conmigo.

—Sabía que pasaría… —susurra de la nada. Su madre se fue a la cocina, no para de mirar su teléfono celular y a nosotros. Le sonrío, pero ella sacude su cabeza y vuelve a mirar su aparato.

—Vamos a encontrar a Estrella —le aseguro. Trato de sonar firme.

—Es probable que lo hagamos, sí —entonces voltea, y mi mundo se derrumba una vez más al mirar el vacío en sus ojos. Esas ganas que tiene de ceder ante el caos —, pero ¿qué va a pedirnos a cambio de ella? ¿Qué pasará, Archer?

Comienza a llorar de nuevo y yo suspiro. Me acerco a ella y la abrazo.

—No importa, vida mía. Estrella estará de vuelta, entre tus brazos, a salvo. Esa es la promesa que yo te hago. La tendrás contigo, pase lo que pase. Y nunca más volverán a estar separadas.

—No puedo perder a otra hija, Archer. No es justo.

Ella se aferra a mí, sujeta mi traje con fuerza mientras se rinde al llanto. Esconde su rostro en mi cuello y solloza. No puedo evitar llorar con ella. Me es imposible no sentir que todo esto nos rebasa.

Jamás imaginé pasar por algo así.

¿Cómo es que existen personas capaces de hacer este tipo de daño a otras?

—No vas a perderla…

En el momento en que lo digo, mi celular suena entre mis manos. Cuando levanto y veo el remitente me coloco recto de inmediato.

—Debo contestar esta llamada ¿vale? Ya regreso contigo.

Ella asiente y se separa de mí. Trato de sonreírle, y antes de levantarme dejo un casto beso en su frente. Un beso lleno de mil promesas.

Estrella volverá a ella, pase lo que pase.

Me alejo y mientras voy subiendo a la segunda planta, contesto la llamada.

—¿Por qué no respondías el puto celular? —No puedo evitar reclamar. No es justo, menos con él que no tiene nada que ver, pero no puedo evitarlo. Me detengo en la baranda que divide las dos escaleras, esta parte de arriba donde puedo ver a todas las personas debajo de mí con miles de aparatos trabajando. Tratando de traer a mi hija de regreso.

—Ni siquiera mis ex novias celosas me respondían de tal manera… —se burla él, sin poder dejar de ser como es. Ruedo mis ojos y suspiro, pidiéndome paciencia. Creo que fue un error intentar contactarlo.

—¿Sabes qué? Olvídalo.

—Oh, vamos Archer, solo era una pequeña broma. No sabía que eras tan sentimental.

—En este momento no estoy para esas cosas, Heikel. Se han llevado a Estrella. Mi abuela está loca. La secuestró y solo quería un poco de tu ayuda —escucho un suspiro teatral del otro lado del teléfono. Sí, definitivamente, fue un error recurrir a él —, la última vez me dijiste que Estrella se ha convertido en una persona muy importante para ti.

—Y así es, así que ya deja el drama. Estoy aquí, en New York, con más noticias de las que tienen tus estúpidos agentes. Esto no es trabajo para ellos, ni siquiera han podido llegar más lejos de las pistas que tienen…

—¿Y tú sí? —ironizo.

—Oh, vida mía… yo ya sé exactamente dónde están tu estúpida abuela y mi pequeña sobrina. ¿Vas a venir junto a mí o te quedarás a ladrar toda la noche? —Es todo lo que responde.

Aiis

2 capítulos para el final!!!

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