/Escena extra 6/ p2

Con el pasar del tiempo, Arnold se había ganado una ansiedad terrible y él, aunque pensaba que era un poco paranoico porque nunca llegaba a confirmarlo, se sentía perseguido. Unos tres meses después de que tomara esa decisión comenzaron a llegarle postales. Cartas. Textos un poco extraños…

Comenzó a sospechar de Adelaida cuando, en una de esas notas, hablaba sobre el sexo entre parejas de diferentes edades y como el conocimiento de saber eso te llevaba a la gloria.

Un Arnold de ya veintidós años, recién graduado, y con un paso en poner el pie en la empresa familiar, decidió que había llegado el momento de ponerle fin a la locura de la madre de su mejor amigo. Así que se enrumbó hacia allá, sin importarle si se encontraban allí el padre de su amigo o él mismo.

En cuanto llegó, deseó no haberlo hecho. Ella estaba sola, pues Logan había conseguido su propio departamento y su padre estaba trabajando todavía. Por un lado, le pareció buena idea que estuviesen los dos, pero luego, cambió rotundamente de opinión. La mujer, se lanzó a los brazos del joven, dejándolo petrificado. Comenzó a besarlo y a tocarlo. Lo que lo hizo reaccionar fue cuando agarró su miembro entra sus manos, por sobre su pantalón de vestir y lo estrujó.

‘’Sabía que ibas a extrañarme y caerías en la tentación que represento’’ soltó ella, tirándose, literalmente, sobre él, y atacando una vez más su boca.

Él, con una furia desmedida, le dio un enorme empujón y la hizo caerse al suelo. Ella abrió su boca, y levantó su mirada, indignada, porque lo que ese muchacho se había atrevido a hacer. Iba a decirle algo, pero tuvo que tragarse sus palabras en cuanto vio como Arnold se agachó frente a ella, que todavía seguía tirada en el piso, tocando su rodilla, la cual le dolía debido al golpe, y escuchó atentamente a las palabras que él le dijo:

‘’Hoy se termina todo, Adelaida. Vas a dejarme en paz o todo mundo sabrá quién es la desquiciada mujer de Logan Alarcón y la madre de Logan Jr. Alarcón. Ya no soy ese jovencito al que tocabas y tenías dudando sobre si decir lo que me hacías era lo correcto o no. No quería lastimar a mi amigo, no quiero hacerlo, pero me estimo mucho más a mí mismo como para dejar que otros hagan conmigo lo que quieran. Mantente alejada de mi o no respondo. Ya no estoy para tus juegos’’.

Él pensaba que, con esa amenaza, ella pararía. Y por un tiempo así fue. No supo más de ella. Incluso, sabía poco de Logan también. Ya ambos habían crecido, tenían sus responsabilidades y se veían de vez en cuando para tomar alguna que otra copa de vino mientras hablaban de sus responsabilidades de la vida adulta.

Fue entonces cuando el Arnold de veinticinco años viajó a Bangladés por negocios y conoció a Rebeka Klein. Esa mujer se metió en su piel como ninguna otra lo había hecho. Con solo una mirada ya lo tenía comiendo de la palma de su mano.

Y es que no era para menos, Rebeka demostraba una inocencia y dulzura que quería proteger a toda costa. Decidió quedarse una semana más, la buscó y la encontró. No fue fácil. Efectivamente, los padres de esa joven eran dinamita pura. De hecho, no aprobaron el amor de Rebeka y Arnold y seguían queriendo que Rebeka se casara con Mizir, el muchacho que ellos habían escogido para ella.

Y casi lo logran.

Pero Arnold interrumpió la boda y se llevó a la novia.

En el aeropuerto, ella tuvo la última palabra, pues él le dio a elegir si quería irse con él o quería quedarse, Respetaría su decisión, aunque su corazón quedase partido en dos, pero ya Rebeka Klein estaba lo suficientemente caída por él, tal cual como él lo estaba por ella, así que, sin pensarlo dos veces, lo eligió a él.

Fueron a New York. El primer año quisieron hacer las cosas bien, intentaron contactar con los padres de ella, pero cada intento era inútil. Tal y como ella sabía que pasaría, no quisieron saber de ella nunca más.

Aquello hizo entristecer a Rebeka, pero el amor que Arnold sentía por ella era tan grande que cubría cada daño hecho al corazón de su amada. La familia de Arnold la acogió en seguida, ella era una chica dulce y muy carismática. Era sencilla, pero al mismo tiempo, impresionante. Muy hermosa.

Cuando Logan les contó a sus padres que su amigo tenía pareja, aquello no le dentó nada bien a Adelaida, quien lo supo disimular muy bien…, hasta que también contó que Rebeka y Arnold acababan de comprometerse. Eso fue la gota que colmó el vaso de Adelaida.

El día de la boda comenzó de vuelta todo el lío de las cartas. Arnold recibía una al menos cada semana, pero esta vez no como correspondencia, sino en lugares como el parabrisas de su auto, su oficina, el camarero de un restaurante le entregó otra, y la que le dio incluso más miedo fue cuando se encontró una sobre su cama, en su casa.

En una ocasión fue Rebeka quien consiguió una. Esa decía: ‘’Ya no puedo ignorar el que no me hayas elegido. A MI. A mí que te elegí por, sobre todo. Eres mío, Ar, mío para siempre’’.

Esa noche discutieron y a él no le quedó más remedio que contárselo todo. Ella sugirió denunciarla, pero él negó. A pesar de que Logan y él ya casi no se veían, seguían siendo amigos, y no quería lastimarlo. Arnold juró que hablaría con Adelaida. Ya una vez había funcionado, iba a volver a pasar. Todo estaría bien.

Tiempo después, con toda la situación ya calmada y con Rebeka y Arnold siempre esposos, ella le dio la noticia: estaba embarazada. Juntos eligieron nombres. Él elegiría el del niño, en caso de que lo fuera. Iba a llamarse: Archer. Pero el destino les envió una niña, así que le pusieron el nombre que Rebeka quería: Farah, el cual significaba ‘felicidad’ y era de origen árabe. De sus orígenes.

Farah nació. Logan, el amigo de Arnold, quiso conocerla, y al mismo tiempo presentar a su novia: Karla. Fue en ese encuentro donde Arnold le comentó cual iba a ser el nombre de su hijo si llegaría a tenerlo, y Arnold le dijo que le gustaba e iba a quedárselo para su futuro hijo con Karla, quien se sonrojó al escuchar a su pareja hablar de ella en futuro. Karla era muy tímida, y siempre se preguntaba qué era lo que un hombre tan guapo como Logan vio en ella.

Tres años después Karla fue quien dio la noticia de su segundo embarazo. Al enterarse de que este sería otro niño, seguían las bromas sobre ponerle Archer, aunque no era algo que realmente tuvieran planeado hacer, al menos no hasta que se lo contaron a Logan padre y a Adelaida. Esta última se interesó demasiado en la historia y en cómo era un deseo de Arnold el que su futuro hijo se llamara de esa forma: Archer.

Entonces, la obsesión rayó el límite y casi se pone en evidencia debido a su insistencia en que su futuro nieto se llamara así. Terminaron dándole el gusto, como todos en la familia lo hacían.

Todo estaba más tranquilo. Adelaida no volvió a escribirle a Arnold. En ocasiones, él se sentía vigilado, pero negaba con su cabeza y se decía la famosa frase: ‘’Deben ser ideas mías’’

Farah y Archer se vieron pocas veces de niños, ellos al llegar a la adolescencia no lo recordaban. La abuela de Archer se volvió una tirana que gobernaba a toda su familia y todos debían hacer lo que ella decía, por lo que, en cuanto Archer comenzara la primaria, lo haría en un internado muy popular y de los más prestigiosos, junto con su hermano mayor. Logan jr y Karla probaron, pero decidieron que, si su hijo no se sentía a gusto o llegaba a extrañarlos, lo sacarían inmediatamente de allí. Les dolía más el hecho de que eran unos simples niños que acababan de cumplir siete y ocho años.

Pero Archer era feliz, porque en ese lugar los trataban bien y porque allí estaban sus dos mejores amigos desde que había nacido: Aarón y Ángel. La única diferencia era que sus amigos se retiraban los fines de semana y pasaban esos dos días con sus padres. Archer y Stefan no lo hacían. Pocas veces Logan y Karla los visitaban, pero no los buscaban. A menos que fuesen vacaciones. En esas ocasiones si se los llevaban a casa, pero decidían viajar a su casa de la playa y disfrutar de sus hijos, por lo que el niño no vio más a su ya olvidada amiga Farah…

Hasta que Karla y Logan desafiaron a Adelaida, quien quería que Archer siguiera la secundaria en el internado, pero el ya adolescente quería seguir junto con sus amigos, quienes ahora estudiarían en otra escuela secundaria, una privada y de alto prestigio. A Adelaida no le quedó más remedio que aceptar, y cuando Archer comenzó clases, y entró por primera vez al lugar, su mirada quedó atrapada en aquella chica.

Farah Brownbear era la joven más hermosa de toda la secundaria: ojos negros con una profundidad infinita, cabello largo y lacio del mismo color que sus ojos. Piel pálida y suave. Facciones bien cuidadas y delicadas. Ella era… perfección.

Y el que él: Archer Alarcón, colocara sus ojos en esa chica sería jugada más inesperada del destino para la propia Adelaida. Fue eso lo que la terminó de hacer enloquecer.

No iba a repetirse la historia: Archer era de ella y nadie más. Archer y Arnold. Ambos eran de su propiedad.

Y así fue como lo orquestó todo.

Pasaron varios años más. El amor de Archer y Farah estaba en pleno apogeo, pero entonces… las notas volvieron. Solo que esta vez, dejaron de ser para Arnold y comenzaron a ser para su hija, para Farah. Farah tuvo que lastimar a Archer, para alejarlo de ella.

Cuando nació Estrella, no había día y noche en que Farah no discutiera con Arnold. La depresión la estaba llevando al límite, estaba por caer en un pozo sin salida, y aunque a ella no le gustaba escuchar a su padre gritarle, él tenía razón, y ella lo sabía. Arnold quería decirle todo a Logan y a su hijo, Archer, quien ahora sabía que era su nuero, el padre de su nieta.

Mira nada más las jugadas que puede llegar a hacerte el destino…

Pero entonces, una de esas noches, donde él pretendía ayudar a su hija a ir a su habitación y a dormir, encontró las cartas, y entendió porque su hija no quería contarle a Archer que era padre. Ella no quería hacer daño por decirle a Archer que su propia abuela la amenazaba. Su hija estaba pasando por lo mismo que pasó él a manos de Adelaida.

Pero eso se había acabado.

Esa noche…

Esa fatídica noche…

Arnold llamó a Adelaida, le dijo que había encontrado sus cartas, aquellas con las que acosaba a su hija, y que ese era el límite que él podría tolerar. Así que se acabó. Aquel era el final del juego. En ese mismo instante él saldría hacia el departamento policía y la denunciaría, tenía todas las pruebas que comprobaban su obsesión por él.

Y así lo hizo, Arnold Brownbear salió, pero nunca regresó.

Todos piensan que tuvo un accidente de auto. Que su auto perdió los frenos y chocó contra un poste de luz.

Nada más alejado de la realidad.

A Arnold Brownbear lo sacaron de la carretera. Todo fue orquestado y planeado por ella…

Por Adelaida Silerman de Alarcón.

Aiis

Tengo tiempo libre, finalmente. Ya estamos en la etapa final. Con este extra se sabe toda la verdad, y prepárense porque lo que se viene es candela. Nos vemos puede que hoy mismo porque estoy escribiendo bastante. Saluditos!

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