26 de febrero de 2022
Archer Alarcón
—Mucho gusto —la niña estira su mano y yo la miro aturdido, pero, aun así, la tomo —. Mi nombre es Estrella Anjana Brownbear…, y soy tu hija.
—Hi… ¿Hija? —Pregunto aturdido. Ni siquiera sé qué carajos estoy balbuceando. No debería preguntar lo obvio, esa pequeña es una mini yo.
Llevo mi mirada nuevamente hacia el lugar donde se supone que debería seguir Farah, pero ella, sin embargo, comienza a alejarse, va hacia la entrada, yéndose. Mi hermano está a su lado. Su madre, Rebeka, pasa a su lado y la mira con pena, sin siquiera intentar hacerla quedarse. Sabe que su hija necesita espacio, el mismo espacio que necesito yo para pensar bien las cosas, pero mi curiosidad puede más.
Y la verdad es que…
Ahora que sé que soy su papá, no quiero ni piensa dejarla ir.
Rebeka se coloca al lado de Jezabel. La mujer tiene su rostro serio y no deja de ver por su nieta como de seguro estuvo haciéndolo todo este tiempo.
Dios, todo era tan obvio…
¿Cómo es que nunca me di cuenta?
Jezabel ahora no se está riendo, ella mira entre Darla, Estrella y yo. Al posar su mirada en mí, enarca una ceja y ladea la cabeza, cruzándose de brazos.
Es como si me dijera: ¿Qué piensas hacer? ¿Por qué carajos no reaccionas de una buena vez que quiero continuar con el chisme?
Porque es que, obviamente, todo esto lo orquestó ella y la madre de Farah, junto con la niña que sigue sosteniendo mi mano con fuerza, como si no me quisiera soltar nunca.
Solo sé que de no ser por ellas dos, yo nunca hubiese sabido la verdad. Esto no era algo que Farah planeaba decirme. Ella tan solo vino a despedirse. La conozco lo suficiente como para saber que, de ser por ella, yo jamás hubiese conocido a mi hija.
—Puedes hacerme una prueba de paternidad cuando quieras. Ahora mismo podemos ir —propone Estrella, llamando nuevamente mi atención y estando emocionada. El brillo que tienen sus ojos verdes resaltan y deslumbran demasiado.
—No necesito hacerla… —susurro.
—Archer… —escucho la voz de Darla y cierro mis ojos con fuerza. Ahora soy yo quien sujeta la mano de mi hija, y ella aprieta la mía, como si supiera que, en este momento, necesito todo el apoyo y valentía posible para lo que sea que vaya a pasar —. ¿Qué es esto? ¿Una hija? Por favor, ayúdame a entender.
—No puedo ayudarte a entender algo que ni siquiera yo entiendo, Darla. Lo siento mucho —digo con sinceridad, mirándola.
—¿Sabías que tenías una hija? —Pregunto mi futura esposa, o es muy probable que sea ex esposa, porque si mi hija decidió interrumpir justo en este momento es porque no desea que esto ocurra. Y no quiero quedar mal con Darla, pero tampoco quiero quedar en malas condiciones con mi hija, una niña de seis años que tiene mucha más consciencia de la que cualquier niña de esta edad debería tener.
—Es por eso que te estoy diciendo que ni siquiera yo lo entiendo. Me estoy enterando ahora ¿vale?
—A ver… —Estrella suspira exageradamente. Ella podrá parecerse físicamente a mí, pero su actitud y forma de ser gritan Farah por todos lados —. Mi papá no sabía que era un papá —intenta explicar, abriendo sus ojos más de lo normal y mirando únicamente a Darla, tratando de hacer un punto —. Y yo estoy aquí porque no deseo que se case contigo. No es porque seas una villana, aunque no te conozco lo suficiente como para saberlo… —entrecierra sus ojos y mira de arriba hacia abajo a Darla, luego sacude su cabeza y se encoge de hombros —, pero eso no me importa, porque todo lo que deseo es que mi papi sea feliz, y si quiere casarse contigo, puede hacerlo, así yo no esté de acuerdo, puede hacerlo…, así no me guste, puede hacerlo. Así no…
—Sí, si… Ya entendimos —Darla le da la mitad de una sonrisa y me mira fijamente.
Los flashes siguen disparándose y yo comienzo a impacientarme, más cuando siento los susurros de Aarón y Ángel detrás de mí. Están cuchicheando sobre que debería yo hacer.
—Darla… —intento hablar con ella, pero se acerca y coloca su mano sobre mi hombro.
Lo primero que noto es como Estrella se aleja un poco y mira hacia otro lado mientras cruza sus brazos. Se nota molesta. Creo que sus palabras sobre yo estando con Darla así a ella no le guste no es algo tan verdadero como lo hace creer. De repente, quiero sonreír.
Tengo una hija…
Una hija de seis años.
—No te voy a mentir, Archer. Por un momento creí que a lo mejor tú y yo sí podríamos llegar a tener una oportunidad… —Darla atrae mi atención, haciéndome mirarla con fijeza y pena —, pero la verdad es que siempre supe que no era a mí a quien amabas.
—Si te quiero, Darla.
Ella sonríe con tristeza. Sus ojos se cristalizan.
—Sí, pero querer no es amar.
—Lo intenté.
—Es que no debías hacerlo. No tienes la culpa de nada, pero solo quiero que sepas que, aunque puede que en un futuro podamos llegar a ser amigos, o conocidos, o lo que sea, en este momento necesito mucho espacio, porque superar a una persona que ha dejado las expectativas muy altas para mí, es dificil, muy dificil.
—Entiendo…
—Ahora no pierdas más tiempo y ve a conocer a tu hija. No dejes que vuelva a estar en otro lugar que no sea a tu lado —asiento, y ella se acerca más dejando un casto beso en mi mejilla.
Abro mi boca para decir algo cuando veo como una lágrima corre por su mejilla, pero la verdad es que no sé qué decir, así que cierro la boca y la dejo irse.
Escucho un suspiro y vuelvo a mirar a Estrella quien rueda sus ojos y toma mi mano una vez más.
—Por fin se fue —ella sonríe ampliamente y yo no sé cómo reaccionar —. ¿Quieres salir conmigo un momento, papi?
El aire se atora en la garganta y siento mis ojos pincharse al escuchar la palabra. Decido agacharme ante ella y tomar su otra mano, sujetándola ambas con las mías.
—¿Puedes decirlo de nuevo?
—¿Qué cosa?
—Papi. Me llamaste papá…, varias veces —susurro. Mis lágrimas son incontenibles, por lo que caen.
—Es porque eres mi papá.
—Pero yo no he estado en tu vida, apenas me estás conociendo.
Ella niega con su cabeza y suelta una de mis manos para limpiar mis lágrimas con su pequeño pulgar. Deja su mano en mi mejilla, acariciando la zona.
Nunca se sintió tan puro, real y maravilloso.
—Te he conocido desde siempre, papá. Mi mamá siempre me hablaba de ti, todas las noches antes de dormir. En algunos cuentos eras mi superhéroe, en otros eras el pirata malvado que de alguna manera se volvía bueno y terminaba con la chica, y otras veces eras un mago que cumplía todos mis deseos —me cuenta.
No sé cómo sentirme al respecto.
Farah nos arrebató seis años de nuestras vidas juntos, pero de alguna manera también se esmeró porque yo, de alguna manera, siempre estuviese con Estrella.
Necesito hablar con ella. No estoy entendiendo nada. Tampoco comprendo qué pasa conmigo. Siento que…
Quiero gritarle mil cosas.
Quiero reclamarle y reprocharle por no haberme dejado conocerla.
Entonces llevo mis manos a mi rostro y mi cuerpo se sacude debido al llanto, no puedo parar de llorar. Es como un río que sigue su curso y en el que no hay interrupción alguna de su corriente.
Siento sus manos envolver mis hombros y abrazarme.
—No llores, papi, por favor —levanto la mirada cuando escucho su voz entrecortada y me lanzo a abrazarla al notar sus ojos aguados y círculos rojos.
Nos sujetamos con fuerzas, aferrándonos el uno al otro, hasta que siento un alboroto formarse muy cerca.
Me levanto al sentir murmullos y gritos. Limpio mis ojos y por instinto llevo a mi hija detrás de mí, sujetándola con una mano, protegiéndola.
—¡Es una m*****a! ¡¿Cómo se atreve?! ¡¿De verdad cree que vamos a caer en su juego?! ¡Esta niña no es hija de mi nieto!
—Mamá, por favor, cálmate —mi padre intenta hacer entrar en razón a mi abuela y yo frunzo el ceño por lo que ocurre.
Veo a Adelaida avanzar con pasos firmes hacia mí y siento a Estrella sujetarse con fuerzas de mi pierna. Su temblor es tan palpable que siento mi cuerpo tensarse y mis vellos erizarse.
Podrá ser mi abuela, pero que ni siquiera se le ocurra tocar a mi hija.
Volteo a mirar a Aarón y él toma la mano de Estrella, llevándosela hacia atrás y veo como Ángel se mueve hacia adelante, colocándose entre mi abuela y yo.
Ella tiene un solo objetivo: no deja de mirar a la niña. La mira con odio y rencor.
—¡No me digas que te crees todo este cuento! —Me reprocha. Ángel la toma de sus brazos y ella intenta soltarse. Noto como Rebeka y Jezabel se acerca, pero levanto mi dedo índice, indicándoles que se queden dónde están.
—Es mi hija —es todo lo que respondo a la estupidez que acaba de soltar mi abuela.
—¡La acabas de conocer hace unos pocos minutos!
Ella sigue removiéndose y Ángel maldice. Mi padre se acerca para intentar llevársela, pero mi abuela no deja de estar firme y no deja de mirar de esa manera a mi hija.
Trato de cubrir a Estrella lo más que puedo. No es por miedo a que mi abuela le haga algo, porque sé que en mi presencia nadie, jamás, podrá lastimar a mi pequeña; sino porque no quiero que Estrella mire cómo, quien se supone que debería tratarla bien por ser su familia, la mira con un odio incomprensible.
—Me importa una m****a si acabo de conocerla. Es mía. Es mi hija. Y eso significa que, si das un paso más, no va a ser Ángel quien te siga deteniendo, sino yo, y no tendré compasión siquiera con mi propia sangre —lo digo lo suficientemente fuerte para que todos escuchen.
¡Me importa una m****a también si eso llega a salir en los noticieros! ¡Que lo sepa el mundo entero!
—Vas a ver, Archer, que esa mujer volverá a jugar contigo y te destruirá peor de lo que lo hizo la primera vez —dice Adelaida, con sus dientes apretados. Se sacude y hace que Ángel la suelte, antes de dar media vuelta y salir con mucha rapidez de la iglesia.Miro a mi padre y levanto el mentón, esperando a que diga algo, pero prefiero adelantarme, así que le digo:—Si tú también quieres reprocharme, vas a tener que esperar porque tengo a una niña a la que cuidar de la gente que no acepta la realidad. Es mi hija —trato de decirle lo más calmado posible, pero la verdad es que mi voz es tan amenazadora como llena de veneno.Todos están sorprendidos con esta faceta de mí, y no es para menos…, Archer Alarcón suele ser el más tranquilo, pacífico y mediador, pero eso se acabó.—¿Cómo te atreves, Archer? Pareciera que no me conocieras. Por Dios, esa niña es prácticamente una copia tuya. Es tu hija, eso está más que claro.Trago saliva con fuerza y siento un claro alivio al escuchar sus palabr
26 de febrero de 2022.Farah Brownbear—No tienes idea de cuánto te odio, Farah. Te odio como jamás pensé odiar a nadie en este mundo.El abrir la puerta y encontrarme con nada más y nada menos que a una de las tres personas a las que más amo en este mundo decirme esas horribles palabras con semejante firmeza, es de lejos lo peor que me ha pasado. El que Archer me odie lo supera todo.No sé por qué me impacta tanto el que me lo diga. Tenía muy en claro que, una vez que se enterara que tenía una hija a la que no crió por años, iba a odiarme.Pensé que estaba preparada para cuando llegara este momento.Se supone que tuve años donde me fui haciendo a la idea y no me dolería tanto cuando ese día llegara…Pero ese día es hoy, y no solo duele. Está destrozándome por dentro.El saber que soy la culpable de sus ojos rojizos, lágrimas incontenibles, cuerpo tembloroso y rígido, me parte por dentro.Ni siquiera intento cerrar la puerta. Lo hecho, hecho está. El día ha llegado, debo afrontar las
—Entonces… ¿sí me crees? —Pregunto con timidez. —Siempre. —¿Por qué? Te he dañado mucho, Archer. Incluso la persona más enamorada, luego de tanta decepción, se da por vencida —reconozco. —Siempre supe que había un motivo. Sabía que me amabas. Había una razón la suficientemente fuerte para que no me quisieras a tu lado aun cuando me amabas con la misma intensidad con la que yo te amo. Por eso no me daba por vencido contigo, hasta que casi logras convencerme…, desde hace una semana estaba convencido de que tú no me querías y que esas miradas de anhelo que me dabas eran imaginaciones mías. —¿Me amas o me odias? No logro entenderlo —susurro contra sus labios. —¿Creerás la respuesta que voy a darte? —responde como yo le respondí al comienzo de nuestra conversación. No espera a que yo responda —. Puedo entender tus motivos, Farah, pero pienso que debiste confiar un poco más en mí y darme más crédito. Independientemente de si era muy joven o no, debiste decirme y que juntos buscáramos un
Jezabel convence a Estrella y a Rebeka de no permitir a Archer casarse.La chica manejaba mientras sus labios se curvaban en una enorme sonrisa y su mano derecha se movía de lado a lado al ritmo de la canción.Rebeka iba relajada, tranquila, sabiendo que ya estaba por acabar el peligro de ser descubiertas. Ya iban de camino al aeropuerto. Estaba todo planeado: llegarían hoy y esperarían a que Farah se les juntara el día de mañana. Serían la misma familia de tres que se apoyaba y hacían locuras que hicieran sonreír a la pequeña Estrella. Esa niña era todo lo que a su mamá y su abuela les importaba.Así que todo iba bien…Muy bien.De hecho, iba demasiado bien para ser verdad.La paz acabó en cuanto notó como, a pesar de que Jezabel iba cantando y bailando a todo pulmón mientras manejaba, y de cómo la pequeña estrella sonreía y seguía el coro sin dejar de peinarse la peluca color violeta que tenía sobre su cabeza; la chica detrás del volante se desviaba de camino, tomando la ruta de la
Stefan ve a Archer y a Farah durmiendo en su cama.—Todavía tengo miedo de que esto sea un sueño y que cuando despierte tu hayas reaccionado de peor manera y me odies para siempre —admite Farah mirando a Archer con nada más que adoración.La expresión del chico se suaviza y sonríe, dejando un casto beso en sus labios y tomándola de la mano para guiarla hacia el mueble donde primero se sienta él y la hace acomodarse entre sus piernas.—Nunca te había dicho que te odiaba porque pensaba que era algo que jamás sentiría por ti, y no voy a mentirte, Farah, en cuanto supe de la existencia de Estrella, te odié. Te lo dije de manera directa, porque puedo ser tímido para algunas cosas, pero no me gustan las mentiras, y lo sabes…, sin embargo, puede que te haya odiado en ese instante, y puede que todavía sienta que me quitaste mucho, pero también sé que vas a recompensarlo, conmigo y con Estrella. El odio que pude sentir por ti no duró ni dos horas, y es demasiado obvio que eso pasa cuando es im
27 de febrero de 2022.Archer Alarcón.—No creo que sea prudente que lleguemos juntos… —dice Farah al terminar de tragar un bocado de uno de los dos sándwiches que le preparé —. Es decir, sé que todo está bien…, o eso creo —se corrige —, pero ¿no te parece muy apresurado un ‘’nosotros’’?Frunzo el ceño y vuelvo a terminar de preparar mi sándwich, sobre todo cuando la estaba mirando como un idiota que ahora no quiere ver nada más que no sea ella. Ella y esos profundos ojos negros que me recuerdan a un bosque oscuro en el que me he perdido y no hago el más mínimo esfuerzo por ser encontrado. Es un placer vivir en ese bosque para siempre.—¿Crees que nuestros amigos no saben sumar uno más uno? Ninguno de los dos apareció anoche, ni siquiera para saber cómo se encontraba su hija luego de todo el desorden que se armó, cosa que no me enorgullece porque significa que no estoy comenzando mi labor como padre con buen pie… —pongo mis sándwiches listos sobre un plato y me volteo, antes de ir hac
—¿Qué cosa, papi?—Tú, eres perfecta —su sonrisa se amplía mucho más y lleva sus manos también hacia su cabello.—Es cortito, pero me gusta. A veces uso las pelucas porque me gusta usarlas, no porque sean necesarias o porque me de vergüenza mi poco cabello. Me enorgullece porque, como dice mami, significa que soy una guerrera que ha superado algo muuuuuy grande.—En eso estoy totalmente de acuerdo.—Igual, para mí es más dificil superar la escuela que superar la escuela, que superar mi enfermedad. Mami dice que es al revés, pero yo no lo creo.—¿Se te hace muy dificil la escuela?—Sí. La mayor parte del tiempo lo paso en clases virtuales o mi maestra, la tutora designada para mí, viene a casa a darme clases, desde hace dos años, poquitas veces he ido a la escuela.—¿Ella no puede ir al colegio todavía? ¿No puede ir de manera constante? —Le pregunto a Farah.—Se supone que ahora a finales de marzo, que estaría comenzando el primero de los dos cuatrimestres de primaria podría comenzar s
—¿Por qué se supone que mi madre te está dando las gracias? —Pregunta Farah, quien es la única que no se encuentra desayunando. Según ella, el desayuno que le hice esta mañana estuvo más que suficiente; sin embargo, Estrella y yo también desayunamos antes y ahora estamos desayunando de vuelta. Estoy muy orgulloso de mi hija, ¿ya lo había dicho? —Por nada —Responde su madre. —Jezabel tuvo la idea de interrumpir la boda de papá, mami —le comenta Estrella. Yo casi me atraganto con el pedazo de tostada y Rebeka abre los ojos ampliamente al escucharla. —¡Estrella! —Déjala —dice Jezabel, colocándose recta en su asiento y mirando a todos con la barbilla en alto y actitud de ser el ser más imponente del mundo, y en cierta forma, lo era —. Me enorgullece que todos sepan que fue mi idea. —Pedazo de loca… —murmura Ángel, mirando hacia otro lado. Él no ha probado bocado de comida. Dice no tener hambre, lo cual es raro. Suele comer incluso más que yo. —Imbécil —responde ella, cruzándose de br