13/ …, y soy tu hija. p2

Archer Alarcón

—Ni siquiera estoy nervioso.

Una vez que llegué a la iglesia, me hicieron adentrarme en una pequeña habitación que se encuentra entre la entrada y la sala donde se está celebrando la ceremonia, en la iglesia. Es una enorme capilla, muy bien decorada y bonita.

Suspiro con fuerza, Aarón se acerca a mí y pone su mano en mi hombro.

—Yo en ese momento, a pesar de que todo fue improvisado y muy de locos, estaba que me cagada de los nervios en los pantalones. Mi corazón no paraba de latir con fuerza, estaba muy desesperado, pero era porque quería estar unido ya a ella, y una vez que estuvimos casados, fue la única manera en que paró. Ese sentimiento, de todas maneras, permanece en mí, siempre. Cada vez que la veo, cada vez que sé que nos pertenecemos, me hace poner nervioso, por temor a echarlo a perder todo en algún momento, pero al mismo tiempo es como si, a pesar de todo el sobresalto, me siento en calma y en paz conmigo mismo porque sé que haría hasta lo imposible por mi esposa. Porque la amo, y estar sin ella es algo inimaginable e innegociable. Mucho menos ahora que tendremos un hijo.

Escucho la risa burlona de Ángel y Aarón frunce el ceño, volteándose hacia él.

—¿Te estás burlando de mis palabras? —Le pregunta indignado. Cruzándose de brazos.

—No es eso. Es que, aunque sí sonaron demasiado cursis para mi gusto, lo que me dio risa fue el hecho de que tu discurso está incluso mejor que el que ha escrito Archer y ha estado repasando toda la madrugada e incluso ahora.

Miro el papel entre mis manos con mis votos matrimoniales, y pues sí. Ángel tiene razón.

—Deja de ser un imbécil por lo menos hoy —le pide Aarón.

—¿Imbécil por decir la verdad? Yo apreciaría si, en caso de ser contrario, en caso de yo llegar a amar a una mujer, cosa que jamás ocurrirá, espero que ustedes se pongan los zapatos de los mejores amigos que creo que son, y me lo digan. Si ven que planeo ir con otra chica, que no es la que me trae loco, espero que me enfrenten. Aunque, no creo que pase, porque si eso llegara a pasar, ella no tendría lugar alguno donde esconderse de mí. No necesitaría que alguien abriera mis ojos, o que me dijera lo evidente, porque, aunque suelo negar las cosas ahora, si fuese algo que llegara a pasar, lo tomaría, lo aceptaría, y no hay nada ni nadie en el mundo que pueda hacer algo para que ella y yo no estemos juntos.

—Jamás pensé que te escucharía hablando así —admito.

—Solo lo hacía para darte una idea. Hay solo un uno por ciento de probabilidades de que Ángel Alcacer pueda llegar a enamorarse, y en el fondo sé que no sucederá. Al fin y al cabo, la vida siempre le hace jugadas a los hijos de pu*ta como yo, que no tienen corazón. Un millonario sin corazón… —él ríe. Se levanta de su asiento y camina hacia la salida, sin dejar de hablar —. En fin, deberías borrar la estupidez que dirás y escribir lo que dijo Aarón, así por lo menos vas a fingir tan bien que hasta sonarás genuinamente enamorado y nadie sabrá la verdad de que tu corazón está tomadísimo por otra.

Miro como sale del lugar, molesto.

Tengo su apoyo, él me lo dejó en claro, pero aun así aclaró que no estaba de acuerdo con esta boda. Allí donde ven a Ángel, él está incluso más preocupado por Darla y lo dañada que puede llegar a salir. Ángel tiene un gran don para leer a las personas, él supo que Elizabeth estaba obsesionada con Aarón antes que cualquiera, e incluso, llegó a advertirlo y nadie le hizo caso. Creo que comienzo a lamentar el no hacerle caso.

Sin embargo, también sé que ya Farah y yo hemos tenido un cierre. Se acabó. Somos libres el uno del otro, mi destino está con Darla y lucharé por ella. Me lo merezco.

—¿Sabes qué es curioso? —Me pregunta Aarón sin dejar de mirar la puerta cerrada por donde anteriormente Ángel salió.

—¿Qué cosa?

—Que Ángel tiene razón respecto a ti, pero hay una falla en todo su argumento…

Eso sí que me da curiosidad.

—¿De qué hablas?

—Dice que sabe que no se enamorará…

—Siempre ha asegurado que estará solo por el resto de su vida.

Aarón sonríe.

—Pero es que él ya está enamorado. Lo sabe, no es un imbécil. Solo que no quiere aceptarlo.

—No creí que viviría para esto… ¿Ángel enamorado?

—Y el día en que lo acepte, el mundo va a explotar, literalmente.

Varios golpes en la puerta nos interrumpen y un joven asoma su cabeza por ella tras abrirla.

—Ya pueden ir saliendo los padrinos y el novio. En diez minutos llega la novia y comienza oficialmente la ceremonia.

Aarón asiente hacia él y el joven se retira, cerrando la puerta detrás de él. Mi amigo camina hacia mí y coloca mis manos sobre mis hombros. Hace que levante mi cabeza y nuestras miradas conecten. Dirá algo sabio, como solo él sabe hacerlo.

—Entiendo la postura de Ángel y entiendo tu postura. Nosotros no somos adivinos para saber qué ocurrirá en un futuro o como siquiera acabará esto; solo sabemos que, Ángel te quiere como a un hermano y solo desea que vayas por lo que quieres y no uses a terceros aun cuando no lo veas como que la estás usando. Y también sabemos que, por tu parte, tan solo quieres ser feliz y seguir adelante, y que, a pesar de todo, quieres mucho a Darla. Es una buena chica que se adentró a nuestras vidas y las iluminó con su bondad, así que te entiendo, todo lo que quieres es paz entre tanto caos y tanto luchar por algo que no se dio y que después de tantos años es improbable que se dé. Así que, solo quería decirte que, lo mereces, Archer. Mereces ser feliz.

>>Muchas veces, las personas no terminan estando con aquellas a las que más amaron en el mundo, pero, en cambio, terminan con una a la que, aunque el sentimiento no es tan fuerte al principio, con el paso del tiempo, con la estabilidad, tranquilidad y apoyo mutuo, aprenden a dejarla entrar por completo hasta que llega el momento en el que lo o la aman incluso más que a quien fue su gran amor…, espero que este sea tu caso.

—Gracias por tus palabras, Aarón. Me han dado el empujón que necesitaba para terminar de hacerlo.

—No lo hagas debido a mis palabras, hazlo porque es algo que quieres y no que debes hacer —me aconseja.

Recuerdo entonces las palabras de Heikel: Deja de buscar en otras personas el cariño que no deseas que te den, porque por más que te lo den, para ti no será suficiente al no provenir de la persona correcta.

Creo que comienzo a entenderlo, pero me rehúso a que sea así.

—Es difícil que las palabras no influyan. Me duele incluso que Ángel tenga tanta razón y que esté conmigo aquí, apoyándome, pero al mismo tiempo es como si no estuviera, porque sé que lo hace por obligación precisamente porque somos como hermanos.

—Lo importante es que, a pesar de su terquedad y obstinada forma de ser, él está aquí.

—Supongo que sí.

Tomo una gran bocanada y aire y estiro un poco mi cuerpo antes de darme un último vistazo en el espejo a mi traje de tres piezas. Cada cosa está en su lugar, incluso el peinado que me hice dejando mi cabello de lado, sin siquiera un cabello fuera de lugar.

Y ni hablemos en las tres pequeñas rosas que están puestas en el bolsillo delantero de la camisa manga larga que está cubierta por el saco.

—Bueno, ha llegado el momento… —Murmuro, atreviéndome a voltear y mirar la puerta por donde debo salir.

—Otro triple A atrapado. Ya nada más nos queda Ángel. Eso no me consuela, creo que nos la pondrá difícil.

Sonrío y él me palmea el hombro mientras caminamos a la par del otro.

—Creo que, ni siquiera llegará a casarse… —bromeo.

—Como que ya no estoy tan seguro de eso.

—Bueno, Aarón. Tú parece que sabes muchas cosas que no me has dicho. Creo que debemos tener una larga conversación sobre Ángel Alcacer y su interés amoroso.

—Hecho. Después de tu luna de miel te contaré todo lo que sé.

Cerramos el trato tomándonos las manos y riéndonos por las estupideces que estamos diciendo, mientras atravesamos el pasillo y llegamos a ceremonia como tal. Todos los invitados se levantan y aplauden cuando sigo de largo, quedando entre las dos hileras de filas, y yo sonrío, saludando a varias personas, hasta que…

Me detengo abruptamente y mi sonrisa se borra con suma rapidez. Frunzo el ceño, e incluso, parpadeo un par de veces.

¿Acaso son imaginaciones mías?

—Sigue caminando, Archer —Aarón ordena detrás de mí e incluso me da un empujoncito que me hace entrar en razón y sacudir mi cabeza, saliendo del aturdimiento.

Miro a las personas a mi alrededor una vez más y vuelvo a darles una pequeña sonrisa, pero esta vez es forzada. Ahora me miran con extrañez, y también miran a la persona a la que yo miré.

Toma todo de mí no voltear a verla una vez más.

—Ella dijo que no vendría.

—Lo sé —Responde Aarón, quien se detiene a mi lado una vez que llegamos al altar.

Me remuevo inquieto.

No lo hagas, Archer, concéntrate. Solo debes concentrarte.

—¿Qué hace aquí?

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