10/ Amenazas, secretos y verdades. p2

25 de febrero de 2022

Cuando llego al lugar me paralizo al salir del auto. Ni siquiera cierro la puerta, simplemente me quedo parada mientras veo como de mi lado izquierdo se detiene el auto de Jezabel, quien sale de él y me sonríe de manera forzada. Ella mira detrás de mí, con una ceja enarcada y una mueca burlona en sus labios. Y ni hablar de la tensión en su cuerpo. Definitivamente está disfrutando ver como el auto de Archer se estaciona a mi lado derecho.

Sí, mi auto quedó entre el de ellos dos. Y no es toda la sorpresa, de verdad me veo muy intrigada ante el hecho de verlo bajar de su auto con su prometida y que el día de mañana será esposa, y de la parte trasera sale su hermano mayor, quien lleva unos lentes de sol, pantalones ajustados y un aura muy misteriosa a su alrededor. Él me recuerda mucho a Ángel. Ante el mundo son cubos de hielos inalcanzables que jamás sonríen y actúan como robots, pero con sus amigos son los más protectores, alegres y con un gran apoyo incondicional.

Contrario a lo que pienso que va a pasar, lo cual era ver a Jezabel ignorarme, tratarme mal o ser cortante conmigo, ella se acerca y en medio de un resoplido me abraza y toma mi brazo con el suyo antes de voltearse y saludar a las otras tres personas tan solo con su mano izquierda.

—Buenos días… —dice Archer, quien se detiene frente a nosotras y se nota un poco incómodo. Él mete sus manos en los bolsillos de su pantalón mientras solo nos sonríe a ambas.

—Hola chicas, un gusto —su prometida estira su mano y, a diferencia de la mueca obvia que le regala Jezabel, yo decido ser un poco más cordial y darle una sonrisa verdadera. La chica ni siquiera me está mirando mal o haciendo algo, y es imposible que no sepa que soy la ex de su prometido.

Aquí todos somos adultos y la historia de Archer y mía quedó en el pasado.

—¡Señoritas! —Stefan camina hacia nosotras y sin siquiera conocer a Jezabel o teniendo muchos años sin hablar conmigo, nos tratar como si tuviésemos una amistad desde el nacimiento. Mete sus brazos entre los nuestros y nos hace caminar, llevándonos casi a rastras a sus lados. Yo del derecho y Jezabel del izquierdo.

Lo escucho hablar lo feliz que se encuentra de integrarse a este tipo de cosas, que está intentando ser un poco más accesible y amable, pero que le está costando un poco. También habla de que su pareja no quiso venir con él y que tampoco era como si la necesitara, que solo la había invitado por ser cordial, cosa que nos hizo reír.

Jezabel compaginó muy fácilmente con él, con una rapidez increíble se volvieron amigos y comenzaron a hablar de mil cosas, hasta de Sasha, la gata de ella.

Íbamos caminando hacia dentro del restaurante y ellos seguían hablando mientras avanzábamos. La pareja de prometidos iba detrás de nosotros tres. Cuando nos anunciamos en la entrada, uno de los vigilantes comprobó que estábamos en la lista y nos dejó pasar, indicándonos ir hacia el fondo, donde encontramos una larga mesa con muchas sillas. Sobre ella ya había banquetes, unos postres, vinos y, en el centro, estaba un enorme globo de color negro.

Todo estaba muy bonito. La decoración era de color púrpura, al igual que el vestido de la organizadora, quien se veía muy hermosa, parada al lado de su esposo, quien tenía un traje negro, pero su corbata era púrpura, haciendo juego con toda la temática.

—¿Había que venir vestidos de púrpura? —Preguntó Stefan.

—¿Olvidé tu cumpleaños, Stella? Eso es imposible. ¡Imposible! —Protestó.

—Que yo sepa, la despedida de solteros es esta noche —mencionó Darla, haciéndome tragar saliva con fuerza al recordarme algo que he tratado de olvidar en estos últimos minutos.

—Les pido, por favor, que tomen asiento —dice Aarón, caminando hacia cada uno y saludándonos con un beso en la mejilla y señalando cada asiento.

—Pero… ¿Por qué me pones al lado de este estúpido? —Protesta Jezabel, sentándose al lado de Ángel, quien ni se inmuta. Él se encuentra serio, ni siquiera la mira. Ella le frunce el ceño y luego se encoge de hombros, dándole la espalda y volteándose a verme.

Sí, Ángel es un tacaño que no ha saludado a nadie. Aun así, yo estiro mi brazo por sobre el respaldar del asiento de Jezabel y toco el hombro de mi viejo amigo. Él enseguida voltea y me regala una pequeña sonrisa sincera. Toma mi mano y enlaza nuestros dedos, jalándome un poco más cerca y dejando un pequeño beso en mis nudillos. Eso toma por sorpresa a muchos, incluso la Darla lo mira como si a Ángel le hubiesen salido tres cabezas, y eso es justamente porque él guarda estos gestos para pocas personas.

Acaricio su mano con mis dedos un poco más y luego la aparto cuando lo veo colocarse recto y volver a su habitual seriedad.

Tenía entendido que él había creado una especie de amistad con Jezabel, pero ya no estoy tan segura…

—¡Aquí estamos! —Escucho un grito que me hace sobresaltar y luego sonrío al ver a los padres de Aarón.

¿Qué hacen aquí?

Frunzo el ceño. Los veo saludar a Aarón e ir corriendo hacia Stella, sobretodo la madre de él, Angélica, quien adora a su nuera. Se quedan al lado de ella y no paran de hablar en ningún momento. Pronto se dan cuenta de que hay otros invitados a los que saludan y yo me siento un poco incómoda cuando noto como Angélica y Markos miran de Archer y Darla hacia mí.

—Bueno, les pedimos, por favor, que se pongan todos de pie y levanten las copas que se les acaba de servir.

Todos hacemos lo que Aarón dice y creo que voy entendiendo la situación cuando noto como él y Stella tienen vasos de vidrio frente a ellos y no una copa como todos los demás.

Una pequeña sonrisa empieza a asomarse por mis labios y mis ojos comienzan a empañarse sin permiso alguno. No tengo control de mí. No lo puedo evitar.

—Primero queremos aclarar que esto no lo hacemos con la intención de quitarle el protagonismo a los prometidos que se casarán mañana. Todo lo contrario, queremos decirlo antes, justamente para que después nos centremos todos únicamente en la boda que se viene —vuelve a hablar el chico de ojos azules, aclarando la situación.

—Sabes que jamás pensaría eso —le dice Archer y ambos se sonríen.

Sé que lo que pienso que es, es real, cuando veo lo iluminada que está la mirada de Aarón. Él se ve radiante, feliz, y su esposa al lado se ve igual. ¿Cómo es que no lo había notado?

Tal vez porque yo no estuve de esa misma manera cuando me enteré de que estaba…

—¿Estás llorando? —Pregunta Jezabel en un susurro y yo niego con mi cabeza, mientras limpio mis lágrimas disimuladamente. Ella, obviamente, no me cree —. Pero… ¿Por qué lloras?

Siento como se aparta de mí con brusquedad y quiero reír cuando noto que fue Ángel quien la hizo voltearse y prestar atención. En realidad, todos en la mesa se ríen.

—Imbécil. —Murmura por lo bajo.

—Bien. ¿Ven este enorme globo negro entre nosotros? Bueno, voy a pincharlo, se va a reventar y va a revelar el motivo por el que estamos aquí. ¿Están preparados? —Stella casi saltaba de felicidad al hablar.

—Gracias a Dios no me perdí esto —Stefan exclamó en voz alta.

—¡No puedo aguantar más! ¡Necesito que lo sepan ya!

Stella Gritó de repente, asombrando a todos y escuchamos las carcajadas de Aarón cuando la vio enloquecer y pinchar el globo de donde salieron pedazos de papeles de varios colores y en el centro un palito sujeto por un pedazo de anime tenía en su punta alta una frase:

¡Estamos embarazados!

Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos cuando escuche el estallido de aplausos, risas y felicidades. Todos se amontonaron alrededor de Stella y le deseaban lo mejor, pedían ser los padrinos y quienes cuidaran al bebé los fines de semana para que ella y Aarón pudieran salir a hacer sus cochinadas.

Miles de recuerdos vinieron a mí. Me alegra mucho que Stella esté pasando un momento así con gente muy querida a su alrededor que le brindan todo el amor y apoyo que se merece.

No le deseo a nadie pasar por lo que yo pasé.

Aun así, no me interesaría pasar todo lo malo nuevamente, porque ello me trajo consigo a lo más importante que tengo en la vida: mi hija.

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