09/ Más problemas para mi vida.

24 de febrero de 2022.

Archer Alarcón.

Me sentía como el propio imbécil. Mi corazón palpitaba demasiado rápido y mi sangre hervía y escocía, sentía un vacío inmenso en mi pecho, lo cual era completamente contradictorio con el hecho de que tuviese punzadas de dolor debido a una perdida.

Pero aquí es donde pienso: ¿Qué perdida? Se siente como si la ruptura de Farah y mía hubiese sido reciente, sin embargo, ocurrió hace años. Soy el único idiota aquí que aún siente algo por el otro. Estoy enamorado solo. Antes de que ella regresara no me atrevía admitirlo, pero ya es una completa estupidez seguirlo ignorando.

Voy a casarme con una chica a la que no amo y a la que no sé si pueda llegar a amar.

Tengo certeza de que la quiero. Esa chica se ha sabido ganar mi cariño, pero no de la manera en la que un futuro espeso debería amar su futura esposa.

Y me siento sucio por no tener las agallas necesarias para parar todo esto por el solo hecho de no decepcionarla.

Solo puedo pensar en que, no quiero decepcionarla cancelando nuestra boda, pero igual ocurrirá cuando se dé cuenta de que, por más que he intentado darle cabida a otra persona en mi corazón, este tan solo tiene espacio para una.

Siempre Farah, solo ella. Mi primer y único amor.

Ella es mi condena, así como mi salvación.

Debería odiarla. Ella me engañó, se burló de mí y lo admitió en mi rostro sin pudor alguno, pero, independientemente de eso, aquí estoy yo, queriéndola cada vez con mucha más fuerza y firmeza.

No es justo, pero no puedo evitarlo.

Necesito dejar de pensar porque voy a enloquecer más de lo que ya estoy y puedo cometer una locura.

Así que luego de que Stella y yo le reprocháramos a Jezabel haberse tardado más de lo normal intentando convencer a Farah de que asistiera a un almuerzo para mañana al mediodía organizado por Stella, la mencionada nos extrañó a ambos mientras se sentaba en la parte trasera del auto y estuvo en completo silencio hasta que las dejé en su casa.

Precisamente ella, Jezabel, en silencio… Miren nada más lo inédito que se lee eso. Imposible que alguien pueda lograr que Jezabel quedara callada, pero había olvidado que estábamos hablando de Farah. Esa mujer podía volver un perro en serpiente. Lograba todo lo que se proponía. Fueron una de las primeras cosas que me atraparon de ella.

Se supone que debía irme a mi departamento, ducharme, tirarme en la cama y dormir, y probablemente responder a todos los mensajes y llamadas que mis amigos y allegados me había enviado están preocupados, pero eso era lo que menos me interesaba. Me estaba enrumbando a mi oficina porque no me atrevía a ir al departamento puesto que allí estaría Darla. Va a estar allí todo el día de hoy y mañana porque había pedido estos dos días libres para así poder organizar todo lo referente a la boda.

Yo, como el maldito cobarde que era, no me atrevía a ir y enfrentarla, más que nada porque, aunque sé que de nada servirá, yo quiero confiar en Farah. En que lograré dejar de quererla algún día y amaré a Darla con nada gramo de mi ser. Todo yo sé que es imposible que pase, pero quiero intentarlo.

De igual manera, si voy en este momento, Darla se daría cuenta inmediatamente de mis sentimientos, porque soy un ser demasiado transparente y no sé cómo ocultar las cosas. Eso no me sale, no soy Ángel. Así que prefiero irme a embarrotar de papeles en mi oficina y olvidarme de todo lo que pasó hace unos minutos. Debo calmarme ante de ir a casa.

Ya no solo se trata de mi futura esposa. Toda mi familia ha llegado y esta noche tengo una cena familiar con ellos. Enfrentarlos y decepcionarlos una vez más con el tema de que sigo amando a la misma mujer, me hace sentir peor.

Podría ir con mis amigos, pero ellos serían capaces de cancelar todo al darse cuenta de mi estado, no les importaría mi opinión porque solo les bastaría saber lo infeliz que estoy en este momento para acabar con todo lo que me tiene así. Tampoco puedo ir al bar y tomar como si no hubiera un mañana, porque sería mucho más vergonzoso ante mi familia y mi prometida, además de que no soy ese tipo de chico.

Solo me queda intentar encontrar a mi hermano y contar con él como pocas veces lo he hecho.

En cuanto coloco un pie en la empresa, todos me quedan viendo raro y yo sé por qué. Todos los días suelo venir con distintos trajes, al menos las camisas suelen ser de distintos colores, puede ser un azul oscuro, verde oscuro, rojo oscuro, pero siempre de temática oscuras. El saco si suele ser negro o gris oscuro, al igual que el pantalón y los zapatos.

Sin embargo, hoy estoy viniendo con la misma ropa de ayer, cabello despeinado, y por primera vez en la vida, sigo siendo amable con las personas, eso no lo puedo evitar, pero no les regalo la habitual sonrisa que vive en mí. Estoy muy cansado, agotado, y creo que ahora es de la vida en general.

Es algo estúpido el hecho de que ahora parezca una diva que va caminando mientras le pregunta, con cara de pocos amigos, a su secretaria, por su cronograma de hoy. En la mañana tenía una reunión con mis abogados para ver el avance de sus casos, cosa que ya me perdí porque prácticamente es de mediodía; ahora voy enrumbándome a la oficina de mi hermano porque lo necesito, luego debo ir a la estación de radio. Normalmente mi programa es jueves y viernes, pero mañana viernes no podré darlo porque es mi despedida de soltera porque tengo una junta con un potencial cliente y luego es mi despedida de soltero, y en cuanto salga de aquí iré a cenar con mi familia. Después de eso, supongo que llegaré a casa y deberé darle miles de explicaciones a Darla.

Mientras venía en camino le envíe un mensaje, ella me había enviado algunos estando preocupada por mí y le prometí que esta noche hablaríamos. No sé qué va a pasar, tampoco sé si tendré el coraje o de terminar con todo o de seguir adelante. Solo sé que en cuanto me preguntó si estábamos bien le respondí que sí, y le dejé un te quiero.

No mentí, pero querer no es lo mismo que amar.

—¡Señor Alarcón! —La secretaria de mi hermano se levanta de un salto en cuanto me ve atravesar los ascensores y se interpone en mi camino. Sus labios tiemblan, junta sus manos, frotándolas y, aunque no me deja pasar, tampoco es capaz de encararme y mirarme directamente a los ojos.

—Necesito hablar con mi hermano. —Es todo lo que digo, tomando su hombro, y haciéndola rodarse a un lado.

—Pero… es que… Stefan… —ella tartamudea sin decirme nada realmente y yo ando muy impaciente, así que la corto.

—Que nadie nos interrumpa.

Tomo el pomo de la puerta y la abro con suma rapidez. Ya no aguanto esta agonía, necesito que Stefan asuma su rol de hermano mayor.

Pero vaya sorpresa cuando entro y veo como Stefan separa su boca de la de un chico. ¡Un chico!

—Oh, m****a. —Enseguida entro y cierro la puerta detrás de mí.

Llevo mis manos a mi frente y cierro mis ojos con frustración.

—Archer… —escucho sus pasos acercándose a mí —, puedo explicarlo. Por favor…

—¡Cállate, Stefan! —Ordeno, levantando mi voz. Es la primera vez que estamos en una situación al revés. Es él quien suele gritar y demandar y yo obedecer, pero hoy especialmente ando cansado de todo.

No se confundan. No me sorprende que mi hermano sea bisexual u homosexual. Siempre apoyaré a mi familia en gustos y decisiones. Pero hay dos razones por las que quiero matarlo ahora mismo y que:

Mi hermano está casado desde hace dos años.

El chico con el que se está besando es claramente menor que yo. Fácilmente podría tener apenas la mayoría de edad, mientras que mi hermano tiene veintiséis años.

—¿Qué es esto, Stefan?

Dios mío, más problemas para mi vida.

Él voltea a mirar al chico que se encuentra de espaldas a nosotros, mirando toda la ciudad por el gran ventanal. Yo hago lo mismo, poso mi mirada en él. Es más bajo, le llega a su nariz, tiene un cuerpo bien conservado, se nota debajo de su musculosa, pero también tiene una cara muy fina y delicada. Voltea lentamente, enfrentándome, mientras mete sus manos en sus bolsillos. Esos ojos grises llaman mucho mi atención, se parece demasiado a alguien que conozco y que acabo de dejar en su casa hace poco.

No me jodan.

Ya que mi hermano tiene su mandíbula desencajada, mirada molesta y actitud de depredador, porque así es el genio de él, una m****a; decido dirigirme directamente al chico. Camino hacia él, y aunque si se ve inseguro, no baja su cabeza ante mí.

—¿Eres menor de edad? —Soy directo y él niega con su cabeza.

—Tengo veinte años, pronto tendré veintiuno.

—No me mientas, niño. Pareces de dieciséis —ataco.

—¡¿Tan m****a así te crees que soy?! —Gruñe mi hermano detrás de mí.

—Responde —le ordeno al niño, ignorando las estupideces que se encuentra diciendo mi hermano detrás de mí.

El chico de tez pálida suspira con cansancio mientras lleva una mano a su bolsillo trasero y saca de él una tarjeta, entregándomela. Pronto me doy cuenta de que se trata de su documento y de identidad.

Y, en efecto, el cumple veintiún años dentro de dos meses, pero quiero morirme cuando mis sospechas son confirmadas y veo como el apellido Relish deslumbra en su presentación.

—Eres hermano de Jezabel… —Exclamo con pesar.

—Maldita sea.

El joven arrebata el documento de mis manos y pasa por mi lado dirigiéndose a la salida y yéndose. Cierra de un gran portazo que hace estremecer todas las paredes y no me sorprende que hiciera temblar a todo el edificio.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo