09/ Más problemas para mi vida. p2

—¿Desde cuándo lo conoces? —Comienzo a preguntarle.

Necesito entender.

—Hace un año. Febrero del año pasado. Solo viene en estas fechas.

—¿Por qué?

—Visita a su hermana en estas fechas, el resto del año está en otro país.

—¿Él te gusta?

—Sí.

No estaba preparado para algo tan rotundo. A lo mejor no me hubiese sorprendido tanto si supiera que a mi hermano le gustaban los hombres.

—Pero Micaela….

—Prácticamente me obligaron a casarme con ella por el bien de esta familia, y lo mismo está pasando contigo.

—A mí no me están obligando a nada —porque era cierto. La decisión de casarse con Darla fue mía.

—Eso es lo que tú piensas. Eres tan ingenuo, Archer, que no te das cuenta de que nuestra madre y abuela nos han metido a estas mujeres por los ojos y nos han ido lavando el cerebro con palabras bonitas e insinuaciones que de inocentes no tienen nada, para que estemos con ellas. Todo lo que les importa es mantener el estatus social y que una vez que ellas mueran el legado continúe estando limpio y pulcro.

Frunzo el ceño ante sus palabras, las cuales me hacen pensar. Poco a poco destellos de recuerdos de mi familia aconsejándome cosas llegan a mí. Saben la influencia que tienen y como aprecio yo sus palabras.

No. No puedo ser así. No puedo pensar ahora de esta manera. La decisión de estar o no estar con alguien la tengo yo.

—¿Y qué piensas hacer? —Pregunto, porque no sé qué más decir. En este momento me doy cuenta de que somos hermanos prácticamente porque esa palabra y nuestra sangre nos une, pero del resto, casi nunca hablamos o confiamos el uno en el otro para contarnos cosas. Tengo más vinculo sentimental con mis amigos que con él y eso me hace sentir culpable.

No debería sentirme así, porque Stefan desde siempre ha sido un chico frío que se ha mantenido alejado de todos y que tiene un carácter muy fuerte, pero comienzo a entender que solo se trataba de la incomprensión y del hecho de que creía que, si llegaba a mostrarse tal cual era, no iba a ser aceptado en la familia o no tendría al menos un poco de apoyo.

—Nada.

—¿Nada? ¿Este chico solo te gusta para pasar el rato cuando viene una vez al año?

—¡No hables así de él! —Se altera, aprieta sus manos en puños y me da una mirada mortal antes de caminar y sentarse detrás de su escritorio.

—Es lo que estás dando a entender tú.

—¡¿Qué puedo hacer, Archer?! Él ni siquiera vive aquí. ¡Va a volver a irse como siempre hace! Está incluso más roto que yo. ¡Y yo estoy casado! ¡Casado!

—No vi que te importara estar casado cuando lo estabas besando hace un instante.

Él lleva sus manos a su cabeza y alborota su cabello al frotarlo. Sus ojos verdosos ahora se cristalizan. Jamás lo había visto tan vulnerable. Solo quiero que sepa que estoy aquí para él.

—¿Qué quieres que te diga? —Susurra, derrotado. Sus hombros caen, su mirada se pierde en la puerta por donde se acaba de ir el chico —. Ya me siento lo suficientemente asqueado por el hecho de que me guste un hombre. ¿Sabes lo que la gente va a pensar de mi si esto se llega a saber? Me van a hundir, y más atrás se van a llevar esta empresa, tú empresa y la reputación de toda la familia. Reputación que se han esmerado en mantener.

—¿Y a quién le importa eso? —Le pregunto, para su sorpresa. Él levanta su mirada y me mira con incredulidad.

—¿Me estás jodiendo, Archer? ¿Me vas a decir que no te va a doler que todo lo que has creado con tanto esmero se caiga y se rompa en pedazos?

—No me importa, siempre y cuando lo valga, siempre y cuando tú seas feliz.

—Si tan solo me lo hubiese aclarado hace dos años… —susurró, mirando hacia otro lado.

—Pensé que te casabas por amor. Nunca me dejaste entrar en tu vida por más que lo intentaba —me defendí.

—No importa, ya lo hecho está hecho.

—Ve por él.

—No.

—¿Por qué no?

—Él no quiere.

Se hace un rotundo silencio que se rompe en cuanto me mira y se coloca recto en su silla, analizándome.

—¿Qué haces aquí, Archer? Nunca habías entrado en mi oficina.

—Entré una vez.

—¡Una sola vez!

Dios mío, ¿es que no íbamos a dejar de discutir nunca?

—No importa, tú y yo estamos en la misma situación. Estás casado con una mujer a la que no amas, y yo me voy a casar con una mujer a la que no amo. Estás enamorado de otra persona, y yo estoy enamorado de otra persona. Esa otra persona no quiere intentar nada contigo y Farah no puede ni mirarme porque quieres estar lo más alejada de mí. —Me encojo de hombros.

—Parece que la desgracia nos persigue —se burla él.

Lo miro fijamente y sonrío. Nunca había visto esta faceta burlesca de él.

—Quiero que hablemos más, Stefan. Que tengamos más interacción, más salidas y seamos hermanos en todo el sentido de la palabra.

—Eso lo debería decir yo. Soy el hermano mayor.

—Tan solo por un año.

—Pero lo soy.

—Imbécil.

—Respeta a tus mayores.

—Estás haciendo que me arrepienta de tomarte en cuenta.

—Me amas, hermanito.

Sí, definitivamente, no había visto este lado de Stefan. Me gusta.

—Te amo. Así es.

Él tragó saliva con fuerza y entonces noté como iba volviendo ese ser oscuro y alejado de todos.

—¿Y qué piensas hacer?

—Dejar que mi vida siga su curso. Tengo mi programa de radio en unas cuatro horas, luego una cena familiar, ya sabes, también estarás o la abuela te arranca las cabezas, como dice ella, y después me enfrentaré a Darla explicándole cómo fue que anoche terminé encerrado en un archivero con Farah.

—¿Tuvieron sexo? ¿La besaste? —Abrió mucho sus ojos y se inclinó hacia mí, buscando saberlo todo.

—No, pero sí que amanecimos abrazados. Ella se molestó por eso. Odia mi contacto.

—No creo.

—¿Por qué?

—Ella odia el hecho de que le guste tu contacto. Te hace creer que no le gusta para que tú, como el ingenuo que eres, creas que es así y te alejes.

—¿Qué? —Frunzo el ceño.

—He crecido mirándolos desde siempre. Sé de lo que hablo.

—Encontré un dibujo mío entre sus cosas… —solté de pronto.

—¿Ella dibuja?

—No. De hecho, era un dibujo muy infantil, parecía realizado por una niña de seis años.

Mi hermano terminó riendo como si no hubiera un mañana.

—¿Qué?

—Confirmo el hecho de que eres tan ingenuo…

—Pero…

—Te diré lo que haremos, Archer. Irás a tu oficina, te lavarás los dientes y mojarás tu cara de culo, y luego saldremos a un restaurant de muy alta categoría, el más caro que haya.

—Me gusta la idea.

—Después iremos a tu programa de radio y yo seré tu invitado especial.

—Pero antes de cada programa yo planeo lo que voy a hablar. ¿De qué hablaremos?

—¡De lo que sea! —Nunca lo vi tan desinhibido, y eso me hace reír —. Después vamos a esa cena familiar, nos portaremos como los mejores hijos y nietos del mundo, para luego yo salvarte diciéndole a Carla que pasaré toda la noche contigo pasándolo como los grandes hermanos que nunca hemos sido. Y nos vamos a emborrachar.

—No creo que sea tan buena idea huir de los problemas, pero es algo que necesito —Admito.

—Pues, entonces el problema está resuelto.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo