La tentación del maestro Harrison

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DiegoAlmary  En proceso
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Resumen
Índice

Eloísa ha desafiado constantemente las estrictas reglas de sus padres, pero justo cuando decide encaminar su vida y culminar su último año escolar con éxito, aparece Harrison, el joven y enigmático profesor nuevo. Desde el primer momento, Harrison parece obsesionado con ella, complicándole la vida a cada paso. Sin embargo, él no es un maestro común: es un historiador encubierto, en una búsqueda implacable por un objeto perdido en la historia, dispuesto a derribar cualquier obstáculo para alcanzarlo. Por su parte, Eloísa, con su espíritu rebelde y valiente, desconoce que posee la clave para resolver el misterio que él persigue. Aunque el destino los ha unido, el amor entre ellos es un camino prohibido. Pero, ¿podrán resistir cuando la tentación los empuje al borde del abismo?

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Eloísa contempló el cielo nublado, al horizonte, las nubes se acumulaban como montañas de nieve y parecía que la tormenta no hacía más que comenzar, pero a pesar de eso, el hombre que la seguía no se daba por vencido.Eloísa pensó que era un acosador, uno de tantos, pero no, había algo diferente en él, parecía más profesional, pero ella no era una estúpida, sabía perfecte que la estaba siguiendo. Se preguntó si era algún trabajador de su padre que había sido enviado para protegerla, pero no importaba, en un par de minutos logró perderlo a pesar de su uniforme de colegio y cuando entró por las instalaciones algo dentro de ella le decía que no era una buena señal, lo sintió en los huesos, pero ignoró el sentimiento, nunca había sido una mujer muy creyente. ****El agua caía del cielo con una intensidad descomunal, como si el firmamento se desmoronara en fragmentos helados. Las piedras de hielo impactaban contra los techos de arcilla con tal violencia que quienes buscaban refugio bajo
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El chisme se había distribuido por el todo el colegio Los Molinos como una bomba apestosa, rodando por cada pequeño rincón e infectando hasta la más trivial conversación, incluso los que no quisieran enterarse del nuevo acontecimiento se veían involucrados en uno que otro chisme de corredor o conversación fugaz en medio de las clases, pero poco le importaba a Eloísa aquel nuevo y repentino cambio. ¿Qué más daba un maestro nuevo?En lo único que pensaba mientras grafiteaba en la parte de atrás de su cuaderno era en el penoso año escolar que tenía que pasar. Su rebeldía y tremendo placer por causar el descontento de sus padres la había sacado de dos de las mejores escuelas privadas de toda la ciudad de Medellín y la había lanzado a un triste colegio público en decadencia y mediocre. Ellos ya no estaban dispuestos a pagar las caras colegiaturas para que Eloísa se sentara en una esquina a enseñarle el dedo de en medio a cuanta persona intentara entablar conversación con ella, pero acababa
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Eloísa salió de su salón de clase con los puños apretados, odiaba trabajar en pareja, ella era más bien de trabajo individual, o, en su defecto, con alguien que sí le importara la actividad. Walter era un muchacho irresponsable que siempre dejaba que los demás hicieran todo por él, pero Eloísa no estada dispuesta a arrastrar bajo el brazo a alguien, así que lo buscó en la salida de colegio para hablar con él, pero cuando cruzó la puerta lo vio irse en su moto ruidosa y no alcanzó a avisarle.—No te vez muy feliz —le dijo Lucía desde atrás y Eloísa se cruzó de brazos, odiaba sentirse estresada, ya tenía suficiente con sentir aquella embaucadora sensación todo el día en su casa como para que también tuviera que soportarla en el colegio.—Es injusto —dijo —ahora tendré que hacer yo sola todo el trabajo y él también ganará —Lucía se acercó a Eloísa y ladeó la cabeza para atarse el oscuro cabello en una cola de caballo.—La verdad no, si la presentación es oral él tendrá que hablar, y si n
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Eloísa no logró concentrarse durante el resto de la clase, el humor se le había ido al carajo, incluso el dibujo que comenzó a hacer en la parte trasera del cuaderno le salió torcido y feo, ¿cómo era posible que aquel hombre fuera tan idiota? Levantó la mirada y se lo quedó viendo, Harrison era un hombre serio y firme, bastante curioso para ser alguien tan joven, ¿Cómo había llegado a ese puesto? Sacudió la cabeza alejando los pensamientos de su mente, la insana curiosidad que poseía la había metido en mas de un aprieto a lo largo de su vida, solo se limitaría a tratar de ser la mejor estudiante para cumplir sus objetivos de irse de si casa y listo, no tenía por qué involucrarse de ninguna otra forma.Cuando levantó la cabeza los ojos azules del hombre estaban puestos sobre ella y esta vez Eloísa sí que le dejó la mirada clavada, le demostraría que ella también tenía voluntad, pero el cuerpo de Lucía se interpuso y fingió mostrarle algo en el cuaderno.—Deja de mirarlo así —le dijo y
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Eloísa bajó de su habitación un par de horas después, llevaba en el pequeño bolso de espalda el cuaderno con el resumen que le había dado su hermano sobre la historia de sus antepasados y el computador. Eloísa no había querido profundizar demasiado en ellos, lo último que quería era que sus compañeros se enteraran que su bisabuelo se había quedado en Colombia para explotar las minas de esmeralda y que la asociaran con el dinero de su padre.Cuando llegó a la cocina la empleada que había contratado su madre le sirvió el almuerzo y decidió salir de la casa el resto de la tarde escabulléndose para evitar que alguien la viera.Llegó a la cafetería silenciosa que tanto amaba y se acomodó con su computador en una esquina adelantando otros deberes y escuchando música. Después de un par de horas se estiró y decidió dar la jornada del día por acabada, y cuando se volvió hacia la barra alargada para pagar lo que había consumido, se encontró con los ojos azules del profesor Harrison que la mirab
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Ezequiel se había encerrado de inmediato en la habitación, Eloísa no creyó su excusa de que estaba cansado, más bien notó que el hombre quería estar solo y respetó la decisión por más que quisiera escuchar la historia de como el hombre más dedicado y obediente había decidido lanzar a la borda todo su trabajo y enfrentar al hombre que le había controlado la vida desde el instante en que había sabido escribir su propio nombre, pero entendió que tenía que darle tiempo, lo que le hubiera pasado parecía que le había dado a su vida un giro de ciento ochenta grados.Cuando Eloísa se levantó temprano en la mañana corrió a la habitación de su hermano, pero esta estaba vacía.—Lo vi salir con ropa deportiva —le dijo la empleada del servicio que sacudía los impecables floreros del comedor —debió haber ido a correr.Cuando Eloísa llegó a la entrada del colegio se encontró con Lucía que tenía el rostro apretado como cada día en que tenían clase de educación física, la muchacha delgada era abiertam
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A Eloísa le tomó toda la tarde terminar de recuperarse, cada vez que se movía el calambre volvía, y Ezequiel la metió en la tina de su habitación con el agua tremendamente fría. Su madre alternaba entre darle tragos a su bebida y subir infusiones de hiervas aromáticas que Eloísa detestaba, le obligó a tomar tres tés diferentes y entre todo lo que le hicieron no pudo asegurar qué le había ayudado, solo después de una hora donde casi muere de hipotermia su musculo parecía haber dejado la intención de suicidarse dentro de ella.—Lo que mas me duele es que me sacaré un cuatro en la clase —le dijo a Ezequiel y él la hundió más en el tina.Después de estar calentita y cómoda en su cama, tomó el celular y llamó a Lucía, cuando la chica contestó tenía la voz grave.—¿Estás bien? —le preguntó Eloísa y ella asintió con la voz al otro lado.—Creo que me herí las cuerdas bucales después de vomitar tanto —Eloísa soltó una carcajada.—Ese maldito nos destrozó —dijo y ambas rieron —¿si guardaste mis
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Eloísa llegó a casa prácticamente corriendo, no logró identificar por que esa sensación incómoda la invadió. Ella no era homofóbica, para nada, ¿Por qué le había molestado tanto que Harrison fuera gay? Se regañó a sí misma mientras entraba por la enorme puerta de su casa, estaba siendo demasiado apresurada con sus conclusiones, únicamente lo había visto besar a aun hombre que se le colgó en sima, ¿eso lo hacía gay? Eloísa se rascó la cabeza con estrés, desde el punto de vista que ella había tenido, fácilmente también lo hubiera besado únicamente en las mejillas, pero, aunque así hubiera sido, ¿Quién tiene un gesto tan íntimo con alguien si no hay sentimientos de por medio?Cuando terminaba de subir las escaleras con los pies entumecidos decidió que no le prestaría más atención al tema, era algo que a ella no le concernía. Antes de subir el último escalón una voz le habló desde abajo.—Eloísa, espera un momento — se volvió hacia su padre que estaba en el primer piso y casi deja rodar l
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Eloísa se había sentido relativamente bien con la respuesta de su hermano sobre su radar gay, Harrison no era gay, pero tenía una mente abierta como dijo su Ezequiel, Eloísa apretó los puños por encima del escritorio ¿y si era bisexual? Pensó, eso explicaba por qué no era gay y por qué besó a ese muchacho el día anterior.—Te vez rara —le dijo Lucía acercando su asiento al de Eloísa y la rubia ladeó la cabeza.—En el descanso te cuento algo que vi cuando salí de tu casa ayer en la tarde —la muchacha delgadita asintió con la cabeza enérgicamente y el timbre que daba inicio a las clases resonó por todo el plantel. Harrison entró con su típico paso firme y dejó el bolso sobre la mesa para mirar a todos los estudiantes que tenía expectantes frente a él.—¿Están listos para las exposiciones? —preguntó y apenas unos cuantos asintieron con energía —que bien, por que será la última oportunidad, lo que saquen en ahora se quedará —Eloísa miró a Walter que le levantó el pulgar desde el frente, n
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10°
Cuando Eloísa llegó a casa esa tarde encontró una revolución absoluta, las empleadas del servicio corrían por toda la casa llevando ollas o decoraciones de flores, otras barrían y recogían cada mota de polvo de la impecable superficie del suelo. Cuando llegó a la cocina su madre gestionaba frente a la estufa algo de olor fuerte y le hizo picar a Eloísa la nariz.—Parece que recibiremos a la reina de Inglaterra —le dijo Eloísa y la mujer se volvió hacía ella, traía puesto un vestido que le llegaba a la mitad del muslo y unos tacones exageradamente altos.—Ya te dije que es un negocio importante —le dijo Felicia, el maquillaje ocultaba unas ojeras oscuras que Eloísa logró percibir — Será mucho dinero para la esmeraldera, y tú eres dueña de un tercio de ella, así que te conviene —Eloísa bufó.—¿Qué gano yo si papá no me deja disponer de mi dinero? —Felicia de cruzó de brazos.—Si no hubieras sido tan rebelde antes, grosera y prepotente repitiendo una y otra vez el último año depondrías d
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