Eloísa se quedó en el marco de la puerta esperando a que sus compañeros de clase salieran del aula, mientras tanto no quiso mirar a Harrison a la cara, esperó que todo terminara rápido y que lo tomaran de la manera más madura posible.Era imposible que el profesor le llamara la atención, sí, ella se le ofreció primero y comenzó a besarle el cuello, pero él ni corto ni perezosos le había quitado de un tirón la ropa interior. Cerró los ojos con fuerza alejando los pensamientos de la mente, lo último que le convenía en ese momento era pensar en lo sucedido.Una chiga muy gorda que estaba tardando demasiado en salir comenzó a impacientar a Eloísa, el malgenio con el que había amanecido comenzaba a cumularse en ese momento y casi que empujó a la muchacha fuera del aula.Cuando estaban solos Harrison se puso de pie y e recostó en el tablero.—Ven aquí, no quiero gritar hasta allá —Eloísa caminó hasta estar a un metro de él y no lo miró a la cara, se quedó concentrada en el pecho del hombre
Cuando Ezequiel se levantó esa mañana tenía la tela de la almohada pegada a la mejilla, e hizo una nota mental para no seguir acostándose tan tarde viendo series, estaba claro que no necesitaba trabajar para mantenerse, su tres por ciento en la esmeraldera le daba para vivir toda la vida sentado si le daba la gana, pero no estaba acostumbrado a no hacer nada, necesitaba un empleo pronto o se moriría del aburrimiento.Tomó su celular y comprobó que apenas eran las cinco de la mañana.—No puede ser que vaya a hacer esto —se dijo así mismo con la cobija enredada en el torso, la noche antes, el profesor de Eloísa, el tal Harrison, lo había llamado para entrenar, Ezequiel intentó buscar una excusa para no ir, pero el hombre pareció bastante necesitado de la actividad física así que terminó aceptando. Si no hubiera sido por lo hetero que parecía el hombre, Ezequiel hubiera sospechado que estaba interesado en él, en realidad sí que lo estaba, pero no supo exactamente por qué, ya que cuando é
Por suerte para Eloísa, ese día no tenía ninguna clase con Harrison, eso le permitía tener la mente un poco más relajada mientras trataba de definir lo que estaba sintiendo, era claro y más que obvio que las cosas que comenzaba a sentir por el hombre era mera calentura, so lograba deshacerse de ella podría pensar las cosas con mayor claridad.Observó a su alrededor a la hora del descanso y su mirada se posó en Walter, el chico tenía el cabello atado en una cola y se había arremangado las mangas del uniforme dejando ver unos brazos definidos y atractivos. A Eloísa le parecía guapo, podría acostare con él si eso le ayudaría, pero mejor prefirió mirar para otra parte, el muchacho era de los pocos compañeros que tenía que le caía bien y no quiso arruinar la poca amistad que tenía con él. A lo lejos vio a Harrison, con su camisa de botones y el jean oscuro que le marcaba e respingado trasero, tomaba un yogurt que le dejó el labio superior manchado y Eloísa sí que se imaginó limpiándolo con
Eloísa se levantó la mañana del viernes con más nervios de los que pensó tendría después de meditar toda la semana para tomar una decisión, la charla con Ezequiel le había servido bastante, él había pasado, como él mismo dijo, por en sima de sus propios valores y ahora estaba afrontando las consecuencias de la peor manera. Eloísa no conocía a profundidad la historia, pero estaba ya segura de la decisión que quería tomar, no se dejaría embaucar por el musculoso cuerpo de Harrison ni por su ávida y ligera lengua, ya tenía muchas presiones en su vida para comenzar a mantener una relación con su profesor de historia. Pero, aunque ya tuviera la decisión tomada, le resultaba angustiante tener que reunirse con él en esa especie de “cita” para aclararlo todo. Así que diez minutos antes de la clase de educación física Eloísa entró a la sala de profesores donde le habían dicho que Harrison calificaba las evaluaciones de filosofía. Eloísa se preguntó en qué momento al hombre el director le había
La boca de Harrison seguía conectada a la de Eloísa devorándola, y únicamente cuando ella escuchó a un niño llorar a lo lejos recordó que estaban en un área pública y se alejó del hombre empujándolo por los hombros. Cuando levantó la mirada vio las mejillas enrojecidas de él y los ojos abiertos en busca de una explicación por el repentino corte.—Esto no está bien —le dijo ella y se abrazó a sí misma mirando alrededor, un par de personas los miraban con curiosidad.—Pues se siente muy bien para estar mal — le dijo él y trató de voltear el rostro de Eloísa con los dedos sobre el mentón, pero ella le apartó la mano con delicadeza.—Lo que sentimos el uno por el otro no es más que calentura —dijo ella —solo tenemos que guardar las distancias hasta que se nos pase y ya —Harrison se recostó pesadamente en el respaldo de la banca y dejó escapar aire.—Yo estaré poco como profesor —le dijo — ¿si este sentimiento que tenemos continúa después de que yo me vaya me darías la oportunidad? —Eloísa
Eloísa contempló el cielo nublado, al horizonte, las nubes se acumulaban como montañas de nieve y parecía que la tormenta no hacía más que comenzar, pero a pesar de eso, el hombre que la seguía no se daba por vencido.Eloísa pensó que era un acosador, uno de tantos, pero no, había algo diferente en él, parecía más profesional, pero ella no era una estúpida, sabía perfecte que la estaba siguiendo. Se preguntó si era algún trabajador de su padre que había sido enviado para protegerla, pero no importaba, en un par de minutos logró perderlo a pesar de su uniforme de colegio y cuando entró por las instalaciones algo dentro de ella le decía que no era una buena señal, lo sintió en los huesos, pero ignoró el sentimiento, nunca había sido una mujer muy creyente. ****El agua caía del cielo con una intensidad descomunal, como si el firmamento se desmoronara en fragmentos helados. Las piedras de hielo impactaban contra los techos de arcilla con tal violencia que quienes buscaban refugio bajo
El chisme se había distribuido por el todo el colegio Los Molinos como una bomba apestosa, rodando por cada pequeño rincón e infectando hasta la más trivial conversación, incluso los que no quisieran enterarse del nuevo acontecimiento se veían involucrados en uno que otro chisme de corredor o conversación fugaz en medio de las clases, pero poco le importaba a Eloísa aquel nuevo y repentino cambio. ¿Qué más daba un maestro nuevo?En lo único que pensaba mientras grafiteaba en la parte de atrás de su cuaderno era en el penoso año escolar que tenía que pasar. Su rebeldía y tremendo placer por causar el descontento de sus padres la había sacado de dos de las mejores escuelas privadas de toda la ciudad de Medellín y la había lanzado a un triste colegio público en decadencia y mediocre. Ellos ya no estaban dispuestos a pagar las caras colegiaturas para que Eloísa se sentara en una esquina a enseñarle el dedo de en medio a cuanta persona intentara entablar conversación con ella, pero acababa
Eloísa salió de su salón de clase con los puños apretados, odiaba trabajar en pareja, ella era más bien de trabajo individual, o, en su defecto, con alguien que sí le importara la actividad. Walter era un muchacho irresponsable que siempre dejaba que los demás hicieran todo por él, pero Eloísa no estada dispuesta a arrastrar bajo el brazo a alguien, así que lo buscó en la salida de colegio para hablar con él, pero cuando cruzó la puerta lo vio irse en su moto ruidosa y no alcanzó a avisarle.—No te vez muy feliz —le dijo Lucía desde atrás y Eloísa se cruzó de brazos, odiaba sentirse estresada, ya tenía suficiente con sentir aquella embaucadora sensación todo el día en su casa como para que también tuviera que soportarla en el colegio.—Es injusto —dijo —ahora tendré que hacer yo sola todo el trabajo y él también ganará —Lucía se acercó a Eloísa y ladeó la cabeza para atarse el oscuro cabello en una cola de caballo.—La verdad no, si la presentación es oral él tendrá que hablar, y si n