Hanna necesitaba dinero para recuperar la custodia de su hijo después de que su ex-marido le robara todo y se lo llevara. Conoció a Tiffany por casualidad y aunque no podía explicar cómo aquella mujer podía parecer tanto a ella, no pudo rechazar la oferta que le hizo, no solo por compasión, sino porque estaría incluso en la misma ciudad a la que su ex-marido había llevado a su hijo. Hanna debía hacerse pasar por Tiffany, la suplantaría como esposa de Maximiliano, un hombre encantador que había sido obligado a casarse por un trato entre ambas familias años atrás y que solo quería darles una buena vida a sus hijos, aunque Hanna debía encargarse de que aquello no sucediera, ya que debía mantener aquel infeliz matrimonio. Hanna sabía que no debía enamorarse, entendía que aquella suplantación terminaría cuando Tiffany regresara con su esposo y recuperara su lugar, pero vivir con Maximiliano hacía las cosas difíciles porque aquel hombre era todo lo que Hanna alguna vez había deseado. Todo lo que su ex-marido, nunca fue . Sin embargo, no sabía qué sucedería cuando todas las verdades salieran a la luz y esa chispa que había entre los dos fuera apocada por las mentiras que los habían llevado a conocerse.
Leer másDos meses despuésHanna suspiró mientras Maximiliano la abrazaba, sus ojos se encontraron con los del hombre acostado en la cama de aquel hospital. Anderson estaba furioso por su nueva condición, pero no había nada que pudiera hacer.— ¿Qué hacen aquí? — gruñó — porque vinieron.— Hanna quería ver cómo estabas, además, mañana te darán de alta, así que queríamos ver si necesitabas algo.— No necesito nada — gruñó el hombre — solo quiero que todos me dejen en paz, ya que no puedo hacer otra cosa que morirme del asco sobre esta cama por culpa de la loca de Tiffany.— Sobre eso... — Hanna miró a su padre — padre, Tiffany, está mal, tuvo un brote psicótico, está bajo tratamiento, pero en unos meses será el juicio y…— No voy a declarar, no quiero verla, espero que se pudra en la cárcel como la loca que es.Hanna no pudo decir nada, ya que Maximiliano colocó una mano sobre las suyas, asintió ligeramente pidiéndole ser paciente y Anderson volteó sus ojos antes de mirarlo directamente a los o
Maximiliano llegó a aquella casa que visiblemente necesitaba una renovación desde los cimientos. Frunció el ceño cuando solo vio un auto estacionado en la parte delantera mientras las puertas estaban abiertas de par en par.El hombre no lo dudó antes de subir las escaleras hacia la planta superior. Sus ojos se movieron por las puertas cerradas a cada lado del pasillo. Todo resultaba demasiado extraño, así que el hombre temió que Tiffany se hubiese marchado y llevado a Hanna y su hijo.— ¡Hanna! — gritó el hombre con prisas — ¡Hanna!Hanna se acercó a la puerta con prisas, sus ojos se encontraron con los de la mujer sentada a su lado y ella tragó mientras corría hacia la puerta, golpeó fuertemente la puerta para hacerle saber a Maximiliano que estaba ahí mientras se sentía cada vez más esperanzada, ya que llevaba horas sin escuchar a Henrry o a Tiffany, la chica suspiró calmándose.Maximiliano se acercó a la puerta desde la que escuchó salir la voz de su mujer. Él trató de golpear aque
— ¡Déjame ir maldita, loca! — Hanna abrió sus ojos cuando escuchó aquellos gritos —. Voy a acabar contigo, asesina, psicópata de mierda.— ¡Vete a la mierda!La voz de Tiffany reverberó en aquel vacío lugar. Hanna secó sus lágrimas preocupada por su hijo, pero antes de que se acercara a la puerta, esta se abrió. La chica vio a la mujer que lanzaron dentro del cuarto. Estaba desaliñada y cubierta de manchas sangrientas, pero seguía teniendo aquel aire de superioridad que Hanna antes temió.La mujer movió sus ojos hacia ella y cayó sobre su trasero, miró la puerta ahora completamente cerrada para luego arrastrarse por el suelo, tratando de alejarse de Hanna.— Qué mierda es esta — susurró en pánico total —. ¿Tú quién eres?, ¿No estabas ahora mismo ahí fuera?, ¡Me quieres volver loca!— Señora, yo no soy... — Hanna suspiró — escuché. Sé que es una locura, pero al parecer mi padre… el padre de Tiffany nunca le contó que yo existía. Soy… soy su hermana gemela.— ¡Qué! — ese jadeo fue absol
— ¡Suéltame! —Hanna jadeó cuando fue tomada del cabello y lanzada a una habitación mientras su exmarido tomaba a su hijo de una mano para llevárselo lejos de ella.La mujer tembló tratando de golpear la polvorienta puerta de aquel lugar donde había sido empujada. El miedo se quemaba dentro de ella mientras esperaba que Tiffany no cometiera una locura. La mujer escuchó el llanto de su hijo venir desde otra de las habitaciones y maldijo una y mil veces su suerte.— ¡Suéltame, maldita sea!, ¡Henrry has cruzado la línea!, ¿acaso estás loco?La puerta fue pateada desde fuera, Hanna cayó sobre su trasero ante aquel repetido golpe y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando escuchó a su hijo llamarla. Sobre la voz furiosa de su padre.— Cierra la boca maldita sea, los hombres no gritan como magdalenas — tragó antes de enfocar sus palabras en Hanna — tú también, deja de gritar como una estúpida porque estás aquí justamente porque lo mereces.— ¿Lo merezco? — Hanna negó — no merezco esto y tú de
— No creo que esté robando, señor — el guardia de seguridad habló mientras seguían checando las cámaras de seguridad —. La señora… parece sin duda alguna nerviosa y no deja de mirar hacia la puerta. La cámara no es capaz de captar si hay alguien ahí, pero estoy casi seguro de que sí lo hay.Maximiliano masajeó su frente, miró su móvil intentando llamar a Hanna una vez más y fue exactamente eso lo que sucedió, se dijo. Su mirada se movió hacia la puerta donde su hijo estaba. Lidiar con todo aquello era complicado, así que prefería mantener a sus hijos lejos o al menos intentarlo, así que hizo una seña a la empleada para que se lo llevase.Caminó fuera de su despacho y no lo pensó mucho antes de tomar uno de sus autos y conducir con prisas hacia el único lugar que conocía y que esperaba, Hanna hubiera escogido para quedarse. Llegó a su departamento una hora después, lo pensó dos veces antes de tocar a la puerta.— ¡Hanna! Abre esa puerta, estoy aquí, ábreme, necesitamos hablar— golpeó c
Maximiliano corrió dentro de casa cuando escuchó el llanto de sus hijos venir desde las puertas, sus ojos se fruncieron cuando vieron a Liam abrazando a su hermana mientras su madre, la verdadera gritaba como una loca mientras fumaba un cigarrillo.— ¡Cierra la boca, niña estúpida! — exigió — ¡De verdad que eres insoportable!— ¡Tiffany! — Maximiliano gritó antes de alejar el cigarrillo de sus manos — ¡Te volviste loca!, que le estás haciendo a mis hijos.Maximiliano abrazó a su hija mientras acariciaba el cabello de su hijo. El hombre tragó con molestia un minuto antes de hablar o al menos intentarlo sin levantar muchas dudas, ya que los niños seguían presentes.— Deja de actuar así, vete a mi oficina ahora mismo y hablemos de este… comportamiento.— ¡No!, no voy a ir a tu mierda de oficina y lo que necesito es que alejes a estos molestos niños de mi vista.— Vete lejos de aquí, Tiffany — gruñó —. Los estás asustando, tú no eres así.— ¿Oh?, así que es eso lo que te preocupa— la muje
Las primeras tres horas, Hanna no tuvo mucho problema para disociar su mente del hecho de que le había dado a su hijo a Henrry, pero cuando un cuarto de hora más pasó, su cabeza comenzó a maquinar un montón de escenarios que no le agradaron. La mujer miró su reloj y este marcaba las once y cuarto. Llevó una mano a su pecho, respirando calmadamente para tratar de controlar sus nervios antes de caminar hacia el teléfono de la sala.La mujer jadeó cuando marcó el número de su ex suegra; tardaron en contestar, pero cuando lo hicieron, Hanna no pudo ser lo suficientemente paciente como para ayudarla.— ¿Henrry ya está de vuelta con mi hijo?— ¿Hanna? — la mujer sonó sorprendida — qué haces llamando a esta hora, estábamos en la cama.— Entonces ya están de regreso — la chica llevó una mano a su pecho con alivio.— ¿Regreso?, de qué estás hablando, te volviste loca ahora que mi hijo te dejó.— No, señora... —Su voz se tensó — Henrry me dijo que… que llevaría a nuestro hijo a verla.— Hace má
— Felicidades, Hanna — dijo su jefa mientras le besaba —. Escuché que ganaste el juicio y eso me hace muy feliz, es una excelente noticia.— Gracias de verdad que lamento haber faltado estos días, pero han sido semanas muy… Complicadas.— Lo comprendo mi niña, te dije que podías tomar el tiempo que necesitaras, aunque sería una mentirosa si no me alegrara que mi trabajadora estrella esté aquí.La chica agradeció aquel cumplido, había pasado una semana desde que las cosas habían sucedido. Hanna sabía que Maximiliano había echado a su padre del trabajo. También había interpuesto la demanda de divorcio contra Tiffany y solo faltaba que ella firmase. La mujer procedió a prepararse para comenzar su día de trabajo con un poco más de calma de la que había sentido después de que Tiffany apareciera en aquella fiesta.La mujer no sabía que le preocupaba más, si el hecho de que hiciera algo contra ella o que simplemente hubiera desaparecido. La chica se dijo que debía enfocarse en su trabajo. Di
— ¿Está esperando a alguien, señora?Hanna jadeó cuando la empleada, con un vaso de zumo y unas píldoras, se acercó a ella, alejó sus ojos de la ventana, sonriendo forzadamente mientras trataba de mitigar el constante dolor de cabeza que llevaba horas soportando.— No, yo solo… Solo estaba aburrida — Hanna tomó las pastillas antes de mirar a la empleada una vez más —. ¿Están los niños bien?— Liam está en su habitación jugando videojuegos y Leila y ese niño…— Jhony— dijo Hanna sin poder evitarlo.— Exactamente, Jhony está jugando en el salón de juegos.— ¿El guardia de seguridad no ha dejado su puesto, verdad? — se cruzó de brazos —. ¿Nadie ha venido a casa, verdad?— No, señora, nadie ha estado aquí, ¿Sucede algo?— No, no es nada.Hanna suspiró, caminó hacia la planta superior y trató de calmarse mientras jugaba con los niños. Estaba preocupada, cansada de todo aquello e insoportablemente estresada. A la hora del almuerzo seguía sintiéndose demasiado mal como para comer, así que so