Dos meses despuésHanna suspiró mientras Maximiliano la abrazaba, sus ojos se encontraron con los del hombre acostado en la cama de aquel hospital. Anderson estaba furioso por su nueva condición, pero no había nada que pudiera hacer.— ¿Qué hacen aquí? — gruñó — porque vinieron.— Hanna quería ver cómo estabas, además, mañana te darán de alta, así que queríamos ver si necesitabas algo.— No necesito nada — gruñó el hombre — solo quiero que todos me dejen en paz, ya que no puedo hacer otra cosa que morirme del asco sobre esta cama por culpa de la loca de Tiffany.— Sobre eso... — Hanna miró a su padre — padre, Tiffany, está mal, tuvo un brote psicótico, está bajo tratamiento, pero en unos meses será el juicio y…— No voy a declarar, no quiero verla, espero que se pudra en la cárcel como la loca que es.Hanna no pudo decir nada, ya que Maximiliano colocó una mano sobre las suyas, asintió ligeramente pidiéndole ser paciente y Anderson volteó sus ojos antes de mirarlo directamente a los o
Capítulo 1 : Sin absolutamente nadaEstaba perdida. Hanna limpió las lágrimas que caían de sus ojos mientras la fría y solitaria sala de espera del bufete para abogados donde se encontraba le parecía el último lugar del mundo donde quería estar. Hacía dos meses, el bastardo con el que se había casado cinco años atrás se había ido, se había llevado cada centavo que habían reunido o, mejor dicho, que ella había reunido y le había presentado el divorcio.¡El divorcio!La vida había sido difícil para Hanna, su madre la había abandonado en casa de su abuela, había crecido con una mujer mayor y cascarrabias que de algún modo la orilló a querer escapar de casa con la primera persona que le dio algo de amor.Aquel había sido el motivo de que se casara demasiado joven con un hombre tres años mayor. Las cosas habían ido bien hasta que se había quedado embarazada, pero para cuando el niño nació, Hanna incluso lo había agradecido. Nunca había estado enamorada de su esposo, pudo verlo con claridad
Capítulo 2 : Un plan absurdo, su única opciónHanna miró a la mujer frente a ella con incredulidad, no sabía de qué forma interpretar lo que sus ojos veían. La mujer, de cabello rubio platinado, ojos verdes similares a los suyos propios y que era prácticamente una copia idéntica de ella, dejó el carísimo bolso que llevaba sobre otra de las sillas de aquel café.— ¿Qué te parece mi plan? —La mujer sonrió como si aquello fuera algo muy simple —. Te prometo que te daré el dinero que quieras. Escuché que tu marido se robó a tu hijo y creo que eso es una bendición, pero al parecer lo quieres de vuelta y yo podría ayudarte con eso si me ayudas.¿Bendición?Hanna se cuestionó realmente lo que aquella mujer había dicho, aunque lo que realmente necesitaba entender y no podía era como aquella chica podía parecerse tanto a ella. Hanna pasó una mano por su rostro un tanto contrariada.— Mire, señora, no sé qué… ¿Qué quiere decir con lo de su plan, pero es absurdo que alguien haga algo como lo que
— No entiendo por qué no quieres unirte a la candidatura, serías un excelente alcalde para Memphis, tu familia ha vivido aquí por casi un siglo.El suegro de Maximiliano lo siguió desde la máquina de café hacia el interior de su oficina con aquella absurda idea en su cabeza.— No me interesa en lo más mínimo la política, ya tengo suficiente qué hacer con las empresas familiares. — Habló Maximiliano.— ¡No entiendo cómo piensas, Maximiliano! — Anderson negó — La vida consiste en crecer, intentar mejorar, que tengas todo, no quiere decir que no pueda hacer algo más para ser mucho más grande.Maximiliano negó, su suegro y socio no entendían la forma en que su vida no solo le parecía monótona, sino, demasiado complicada para involucrarse en algo más que no fuera ese trabajo que tenía. Un trabajo que no le gustaba, pero que debía aceptar.¿Por qué?¡Porque así era la vida!Había nacido en una familia acomodada, le habían educado para ser el sucesor de la familia, le habían conseguido la es
Hanna miró la espalda del hombre enfadado que se marchaba hacia algún lugar en aquella casa. La chica había llegado hacía dos horas, el vestido rojo y ajustado que le habían obligado a ponerse, tampoco la hacía sentir muy bien, pero ya no había manera de volver.¡Solo debía resistir!Se recordó la chica mientras miraba a la mujer, evidentemente forzada a estar de pie justo a unos pasos de ella. Hanna siempre había sido de las que esperaban una orden, nunca las había dado, así que trató de sonar lo menos extraña posible.— Sube las… Las maletas a mi habitación, por favor… — la miró —. ¿Cuál era tu nombre?— Aba señora, me llamo Aba, en un momento me haré cargo de todo.— Oh, bueno… Gracias…La mujer la miró con extrañeza, Hanna anotó mentalmente el hecho de que al parecer Tiffany no daba las gracias, quizás estuviera muriéndose, pero no parecía ser una mujer agradable, al menos eso creyó Hanna mientras observó a la empleada doméstica marchándose después de tomar las maletas junto a otr
— ¡Papá! Maximiliano tomó en brazos a su hija menor mientras veía a Liam acercarse con la mochila rosa que había sacado de los pequeños hombros de su hermana. Max trató de acariciar al chico en la cabeza, pero este se apartó antes de que pudiera. — ¿Qué sucede ahora Liam? — El chofer dijo que mamá volvió, mi hermano está molesto. — No sé por qué— dijo Maximiliano mirando a su hijo a un par de pasos junto a él —. Sabes muy bien que cuando ella está aquí no tiene mucha diferencia, además, eso va a terminar pronto. — ¿Va a volver a irse papá? — el hombre miró a su hija. — Sí, cariño, quizás… Quizás esta vez no vuelva más. La expresión en el rostro de la niña hizo sentir mal a su padre, miró el rostro de incredulidad de su hijo que aún seguía cruzado de brazos y Maximiliano sintió que había sido un terrible padre por obligarles a vivir con alguien como Tiffany, por un infierno, ni siquiera debió tenerlos, fue un idiota por ceder a las obligaciones que habían dejado en él sus padres
Maximiliano dejó los papeles que estaba revisando cuando tocaron en la puerta de su despacho para informarle de que iban a servir la cena. Suspiró diciéndose que podía seguir después de dedicarle este corto espacio de tiempo a sus hijos, pues ellos eran lo realmente importante.El hombre había tratado de crear el hábito en ellos de cenar en familia, o al menos eso era para los tres, porque Tiffany nunca había querido pertenecer a esa familia que les habían obligado a crear. Cuando Liam nació, dijo que su trabajo estaba hecho, pero su madre le pidió alguien más en la línea de suscepción y solo entonces pudieron concebir a Leila.El hombre ni siquiera sabía cómo había podido soportar por tantos años a una mujer como lo era Tiffany. Negó mientras entraba al comedor, no podía seguir resignándose a aquel tipo de vida solo porque así lo querían sus padres, no podía permitirlo.Maximiliano se sentó al final de la mesa como era de costumbre, sonrió con educación a una de las empleadas que luc
Hanna quiso saber qué tan mala persona había sido la mujer que la contrató, pero supo que si lo hacía solo descubriría que las cosas merecían estar como estaban. La chica regresó al comedor donde aún la pequeña niña que debía ser la hija menor de aquella mujer estaba.La niña dejó de comer de su plato cuando la vio sentarse en la mesa. Hanna sonrió ligeramente, pero la pequeña solo hizo un puchero antes de dejar la mesa y correr hacia el hombre que se acercaba desde las puertas de la terraza por donde ella había entrado.— ¿Qué le has hecho? — Hanna fue acusada — maldita seas Tiffany.— No he hecho nada, yo… Yo ni siquiera he hablado.— ¿Qué te hizo cariño? —El hombre ni siquiera la miró a ella —. Venga, vamos a tu cuarto.— No quiero que esté cerca papi — la niña lloriqueó — no quiero que mi mamá diga cosas feas otra vez.El llanto destrozó a Hanna, vio al hombre que ya la odiaba mirarla con mucha más rabia y el hambre abandonó su cuerpo al darse cuenta de que aquella mujer que estab