Hanna quiso saber qué tan mala persona había sido la mujer que la contrató, pero supo que si lo hacía solo descubriría que las cosas merecían estar como estaban. La chica regresó al comedor donde aún la pequeña niña que debía ser la hija menor de aquella mujer estaba.La niña dejó de comer de su plato cuando la vio sentarse en la mesa. Hanna sonrió ligeramente, pero la pequeña solo hizo un puchero antes de dejar la mesa y correr hacia el hombre que se acercaba desde las puertas de la terraza por donde ella había entrado.— ¿Qué le has hecho? — Hanna fue acusada — maldita seas Tiffany.— No he hecho nada, yo… Yo ni siquiera he hablado.— ¿Qué te hizo cariño? —El hombre ni siquiera la miró a ella —. Venga, vamos a tu cuarto.— No quiero que esté cerca papi — la niña lloriqueó — no quiero que mi mamá diga cosas feas otra vez.El llanto destrozó a Hanna, vio al hombre que ya la odiaba mirarla con mucha más rabia y el hambre abandonó su cuerpo al darse cuenta de que aquella mujer que estab
— Sabía que eras una estúpida, pero pensé que te había enseñado mejor — Hanna se quedó completamente conmocionada cuando aquella mujer que ahora sabía era la madre de Tiffany volvió a abofetearla más fuerte. — ¿No podrías mantenerlo discreto?, tenías que ser una ramera he irte con ese estúpido sujeto que no tiene nada que ofrecer. — No sé qué crees, pero yo… — ¡Cierra la boca! — la mujer le gritó con rabia — tenías una única cosa que hacer en esta vida y era ser la mujer de Maximiliano, pero no supiste hacerlo — la mujer le acusó — Como infiernos dejaste que quisiera divorciarse. — Madre, no voy a divorciarme yo no voy a… — No me llames madre, no me hables si quiera y por supuesto que no vas a divorciarte porque no lo voy a permitir, ¿tengo que recordarte que va a pasar si eso sucediera?— Hanna fue empujada al suelo antes de que la mujer la tomara del cabello para que mirara directamente a su rostro— Eres una inútil pero eras la única opción, así que aprende de una vez que todo t
Maximiliano miró a su suegro con molestia cuando esté interrumpió su audioconferencia sin previo aviso, el hombre resopló antes de poner fin a la llamada porque sabía que su suegro no se iría de ahí hasta que hablaran. — Anderson, estoy realmente ocupado, no tengo tiempo para… — Mi mujer ya ha hablado con Tiffany, las cosas irán bien desde ahora, así que necesito que dejes toda esta tontería del divorcio. — No es una tontería y como le dije antes a tu mujer y tu hija, el divorcio es un hecho, solo estoy esperando el momento correcto para… — ¡No hay momento correcto!, no hay momento en general porque esta boda es irrompible, están prometidos desde los cinco años, mis nietos son los herederos de este grupo empresarial, somos una familia respetada, el divorcio no está permitido. — ¿No está permitido? — Maximiliano se puso en pie — ¿Por qué?, ya le di a mis padres y a ustedes lo que querían, estoy a cargo de la empresa, tengo dos hijos porque fueron tan extremos como para pensar en q
Hanna miró distraídamente su móvil, tenía la esperanza de que su hijo le enviara, aunque sea un texto, pero parecía incapaz de hacerlo, o al menos eso quería pensar porque esa poca esperanza de que pudiera llamarlo en cualquier momento era realmente importante. — Ya estamos aquí, señora — Marín, el chofer habló justo cuando detenía el coche frente a la puerta del colegio. La chica tragó mientras trataba de alargar un poco más la falda de aquel medianamente decente vestido que había encontrado en el armario de la mujer a la que remplazaba. Tiffany no tenía precisamente ropa recatada, así que había tenido que ingeniárselas para cubrir los expuestos hombros que dejaba el vestido con una chaqueta demasiado corta para siquiera llamarse chaqueta. La mujer hizo una mueca de disgusto cuando los zapatos le molestaron, colocó el móvil dentro de su bolsa y esperó a que los niños comenzarán a correr hacia fuera cuando la campana anunció el fin de las clases. Hanna había planeado acercarse a lo
Maximiliano corrió con prisas hacia el hospital cuando recibió la llamada del chofer informándole de que los niños habían tenido un accidente al salir del colegio. El miedo se movió por su cuerpo mientras subía a la planta vip del hospital donde los habían llevado y su cuerpo solo se calmó cuando sus ojos se encontraron con los de Marín, el chofer.Maximiliano pasó una mano por su rostro cuando vio a sus hijos sentados en las sillas del salón de espera. El hombre corrió hasta ellos, abrazó a Liam antes de mirar a su pequeña Leila, que tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar.— ¿Está bien todo?, están bien ustedes, qué fue lo que pasó, porque no están en casa.Maximiliano habló con prisas mientras se cercioraba una vez más de que ambos niños estuvieran bien. Liam miró a su padre durante un minuto antes de hablar.— Estamos esperando por mamá — dijo —. La llevaron dentro hace unas horas y aún no salen.— ¿Tiffany? — Maximiliano no entendió — ¿No entiendo alguien les chocó?— No, seño
Hanna agradeció aquella oportunidad que le habían dado, alisó la falda plisada de color azul que le había costado encontrar y tragó incómoda mientras esperaba en la sala de aquel consultorio lo que su supuesto esposo llegará.La mujer miró la hora en su reloj, trató de pensar positivamente, pero en su interior esperaba que Maximiliano nunca llegaría, porque realmente no quería aquella terapia y Hanna lo entendía, su verdadera mujer parecía ser realmente insufrible. La puerta de la clínica se abrió, la chica se puso en pie por instinto y su supuesto esposo ni siquiera la miró.— Tengo solo una hora libre, así que no perdamos más el tiempo.— Buenos días — Hanna habló — ¿No deberías saludar al menos?— Buenas.Dijo Maximiliano, después de pensarlo un momento. La mujer sentada detrás del mostrador de aquel salón de espera los miró con extrañeza, pero Hanna se puso en pie y se acercó a dicha muchacha mientras Maximiliano seguía con la vista fijada en el móvil.— Disculpa, ya está aquí mi
— Trataré de volver temprano hoy en la tarde — Maximiliano dijo aquello mientras esperaba a que el chofer se acercara con el auto fuera de la clínica — pero realmente no te prometo nada, a diferencia de ti, yo tengo muchas cosas en que ocuparme.— La psicóloga dijo que debíamos…— Dije que trataría de volver para cenar, como si eso realmente fuera a ayudar en algo, así que no te quejes. —El chofer llegó — Ten buena tarde, Tiffany.Hanna miró a Maximiliano marcharse, sus dedos se aferraron al azar de su bolsa mientras trataba de no pensar en el montón de cosas que Había dicho la doctora parecían haber hecho el matrimonio de la mujer que suplantaba prácticamente una cárcel.La chica caminó hacia el parquing a la vuelta de la esquina y odio aquellos bonitos pero incómodos zapatos de tacón. Hanna estaba segura de que había mucho más que monotonía o situaciones que llevaron a un engaño para destruir aquel matrimonio. Sin embargo, que podía decir u opinar ella que solo había llegado para su
Maximiliano miró la copia de la lista que había recibido en la consulta de aquella terapeuta matrimonial y resopló dejándola a un lado mientras intentaba concentrarse en los gráficos frente a él en el ordenador. Había sido una tortura, escuchar a alguien ajeno, escuchar sobre una relación inexistente. Había odiado ver la expresión de Tiffany mientras él explicó con pelos y señales lo amargo que habían sido aquellos años. ¿Por qué su molesta mujer se empeñaba en lucir como una santa? ¡Todos los problemas en aquel infierno de matrimonio venían de ella! ¿Por qué? Porque nunca se habían llevado bien, porque lo primero que le dijo cuando lo vio fue que era desagradable y el día de su tan odiado matrimonio simplemente dio el si quiero y fue a dormir a la habitación del cocinero que preparó el pastel de bodas. — ¿Crear una nueva historia?, si como no. El hombre se enfurruñó mirando los borrosos números en la pantalla, pero al no poder concentrarse simplemente tomó la hoja de tareas para