— No creo que esté robando, señor — el guardia de seguridad habló mientras seguían checando las cámaras de seguridad —. La señora… parece sin duda alguna nerviosa y no deja de mirar hacia la puerta. La cámara no es capaz de captar si hay alguien ahí, pero estoy casi seguro de que sí lo hay.Maximiliano masajeó su frente, miró su móvil intentando llamar a Hanna una vez más y fue exactamente eso lo que sucedió, se dijo. Su mirada se movió hacia la puerta donde su hijo estaba. Lidiar con todo aquello era complicado, así que prefería mantener a sus hijos lejos o al menos intentarlo, así que hizo una seña a la empleada para que se lo llevase.Caminó fuera de su despacho y no lo pensó mucho antes de tomar uno de sus autos y conducir con prisas hacia el único lugar que conocía y que esperaba, Hanna hubiera escogido para quedarse. Llegó a su departamento una hora después, lo pensó dos veces antes de tocar a la puerta.— ¡Hanna! Abre esa puerta, estoy aquí, ábreme, necesitamos hablar— golpeó c
— ¡Suéltame! —Hanna jadeó cuando fue tomada del cabello y lanzada a una habitación mientras su exmarido tomaba a su hijo de una mano para llevárselo lejos de ella.La mujer tembló tratando de golpear la polvorienta puerta de aquel lugar donde había sido empujada. El miedo se quemaba dentro de ella mientras esperaba que Tiffany no cometiera una locura. La mujer escuchó el llanto de su hijo venir desde otra de las habitaciones y maldijo una y mil veces su suerte.— ¡Suéltame, maldita sea!, ¡Henrry has cruzado la línea!, ¿acaso estás loco?La puerta fue pateada desde fuera, Hanna cayó sobre su trasero ante aquel repetido golpe y sus ojos se llenaron de lágrimas cuando escuchó a su hijo llamarla. Sobre la voz furiosa de su padre.— Cierra la boca maldita sea, los hombres no gritan como magdalenas — tragó antes de enfocar sus palabras en Hanna — tú también, deja de gritar como una estúpida porque estás aquí justamente porque lo mereces.— ¿Lo merezco? — Hanna negó — no merezco esto y tú de
— ¡Déjame ir maldita, loca! — Hanna abrió sus ojos cuando escuchó aquellos gritos —. Voy a acabar contigo, asesina, psicópata de mierda.— ¡Vete a la mierda!La voz de Tiffany reverberó en aquel vacío lugar. Hanna secó sus lágrimas preocupada por su hijo, pero antes de que se acercara a la puerta, esta se abrió. La chica vio a la mujer que lanzaron dentro del cuarto. Estaba desaliñada y cubierta de manchas sangrientas, pero seguía teniendo aquel aire de superioridad que Hanna antes temió.La mujer movió sus ojos hacia ella y cayó sobre su trasero, miró la puerta ahora completamente cerrada para luego arrastrarse por el suelo, tratando de alejarse de Hanna.— Qué mierda es esta — susurró en pánico total —. ¿Tú quién eres?, ¿No estabas ahora mismo ahí fuera?, ¡Me quieres volver loca!— Señora, yo no soy... — Hanna suspiró — escuché. Sé que es una locura, pero al parecer mi padre… el padre de Tiffany nunca le contó que yo existía. Soy… soy su hermana gemela.— ¡Qué! — ese jadeo fue absol
Maximiliano llegó a aquella casa que visiblemente necesitaba una renovación desde los cimientos. Frunció el ceño cuando solo vio un auto estacionado en la parte delantera mientras las puertas estaban abiertas de par en par.El hombre no lo dudó antes de subir las escaleras hacia la planta superior. Sus ojos se movieron por las puertas cerradas a cada lado del pasillo. Todo resultaba demasiado extraño, así que el hombre temió que Tiffany se hubiese marchado y llevado a Hanna y su hijo.— ¡Hanna! — gritó el hombre con prisas — ¡Hanna!Hanna se acercó a la puerta con prisas, sus ojos se encontraron con los de la mujer sentada a su lado y ella tragó mientras corría hacia la puerta, golpeó fuertemente la puerta para hacerle saber a Maximiliano que estaba ahí mientras se sentía cada vez más esperanzada, ya que llevaba horas sin escuchar a Henrry o a Tiffany, la chica suspiró calmándose.Maximiliano se acercó a la puerta desde la que escuchó salir la voz de su mujer. Él trató de golpear aque
Dos meses despuésHanna suspiró mientras Maximiliano la abrazaba, sus ojos se encontraron con los del hombre acostado en la cama de aquel hospital. Anderson estaba furioso por su nueva condición, pero no había nada que pudiera hacer.— ¿Qué hacen aquí? — gruñó — porque vinieron.— Hanna quería ver cómo estabas, además, mañana te darán de alta, así que queríamos ver si necesitabas algo.— No necesito nada — gruñó el hombre — solo quiero que todos me dejen en paz, ya que no puedo hacer otra cosa que morirme del asco sobre esta cama por culpa de la loca de Tiffany.— Sobre eso... — Hanna miró a su padre — padre, Tiffany, está mal, tuvo un brote psicótico, está bajo tratamiento, pero en unos meses será el juicio y…— No voy a declarar, no quiero verla, espero que se pudra en la cárcel como la loca que es.Hanna no pudo decir nada, ya que Maximiliano colocó una mano sobre las suyas, asintió ligeramente pidiéndole ser paciente y Anderson volteó sus ojos antes de mirarlo directamente a los o
Capítulo 1 : Sin absolutamente nadaEstaba perdida. Hanna limpió las lágrimas que caían de sus ojos mientras la fría y solitaria sala de espera del bufete para abogados donde se encontraba le parecía el último lugar del mundo donde quería estar. Hacía dos meses, el bastardo con el que se había casado cinco años atrás se había ido, se había llevado cada centavo que habían reunido o, mejor dicho, que ella había reunido y le había presentado el divorcio.¡El divorcio!La vida había sido difícil para Hanna, su madre la había abandonado en casa de su abuela, había crecido con una mujer mayor y cascarrabias que de algún modo la orilló a querer escapar de casa con la primera persona que le dio algo de amor.Aquel había sido el motivo de que se casara demasiado joven con un hombre tres años mayor. Las cosas habían ido bien hasta que se había quedado embarazada, pero para cuando el niño nació, Hanna incluso lo había agradecido. Nunca había estado enamorada de su esposo, pudo verlo con claridad
Capítulo 2 : Un plan absurdo, su única opciónHanna miró a la mujer frente a ella con incredulidad, no sabía de qué forma interpretar lo que sus ojos veían. La mujer, de cabello rubio platinado, ojos verdes similares a los suyos propios y que era prácticamente una copia idéntica de ella, dejó el carísimo bolso que llevaba sobre otra de las sillas de aquel café.— ¿Qué te parece mi plan? —La mujer sonrió como si aquello fuera algo muy simple —. Te prometo que te daré el dinero que quieras. Escuché que tu marido se robó a tu hijo y creo que eso es una bendición, pero al parecer lo quieres de vuelta y yo podría ayudarte con eso si me ayudas.¿Bendición?Hanna se cuestionó realmente lo que aquella mujer había dicho, aunque lo que realmente necesitaba entender y no podía era como aquella chica podía parecerse tanto a ella. Hanna pasó una mano por su rostro un tanto contrariada.— Mire, señora, no sé qué… ¿Qué quiere decir con lo de su plan, pero es absurdo que alguien haga algo como lo que
— No entiendo por qué no quieres unirte a la candidatura, serías un excelente alcalde para Memphis, tu familia ha vivido aquí por casi un siglo.El suegro de Maximiliano lo siguió desde la máquina de café hacia el interior de su oficina con aquella absurda idea en su cabeza.— No me interesa en lo más mínimo la política, ya tengo suficiente qué hacer con las empresas familiares. — Habló Maximiliano.— ¡No entiendo cómo piensas, Maximiliano! — Anderson negó — La vida consiste en crecer, intentar mejorar, que tengas todo, no quiere decir que no pueda hacer algo más para ser mucho más grande.Maximiliano negó, su suegro y socio no entendían la forma en que su vida no solo le parecía monótona, sino, demasiado complicada para involucrarse en algo más que no fuera ese trabajo que tenía. Un trabajo que no le gustaba, pero que debía aceptar.¿Por qué?¡Porque así era la vida!Había nacido en una familia acomodada, le habían educado para ser el sucesor de la familia, le habían conseguido la es