Inicio / Romántica / La sustituta de la esposa del CEO / Capítulo 3 : La falsa esposa regresa
Capítulo 3 : La falsa esposa regresa

— No entiendo por qué no quieres unirte a la candidatura, serías un excelente alcalde para Memphis, tu familia ha vivido aquí por casi un siglo.

El suegro de Maximiliano lo siguió desde la máquina de café hacia el interior de su oficina con aquella absurda idea en su cabeza.

— No me interesa en lo más mínimo la política, ya tengo suficiente qué hacer con las empresas familiares. — Habló Maximiliano.

— ¡No entiendo cómo piensas, Maximiliano! — Anderson negó — La vida consiste en crecer, intentar mejorar, que tengas todo, no quiere decir que no pueda hacer algo más para ser mucho más grande.

Maximiliano negó, su suegro y socio no entendían la forma en que su vida no solo le parecía monótona, sino, demasiado complicada para involucrarse en algo más que no fuera ese trabajo que tenía. Un trabajo que no le gustaba, pero que debía aceptar.

¿Por qué?

¡Porque así era la vida!

Había nacido en una familia acomodada, le habían educado para ser el sucesor de la familia, le habían conseguido la esposa perfecta para crear una nueva generación y jamás había tenido oportunidad de negarse u opinar sobre eso, así que prefería quedarse como estaba. El hombre miró a su suegro carraspeando, aún no le había dicho absolutamente nada sobre estar a punto de divorciarse.

Tiffany aún no había contestado, ni siquiera me había llamado para insultar cómo le fascinaba hacer y, aunque, agradecía que no estuviera en la casa, ya que afectaba a los niños con sus ofensas o sus desprecios. Necesitaba que le dijera de una buena vez si quería un mutuo acuerdo.

— Anderson, quería comentarte que… — Maximiliano dudó un instante — las cosas con Tiffany no se han arreglado y ahora que Leila y Liam comprenden perfectamente la situación he decidido divorciarme, esta historia nunca a…

— ¿Qué? — el hombre se puso en pie con prisas — ¿Divorcio?, imposible, lo sabe tu madre o tu padre.

— No, eres la primera persona a la que le digo que no fuera Tiffany o mi abogado.

— ¿Por qué? — dice el hombre — pensé que ustedes habían llegado a un acuerdo, mi hija dijo que estaban bien.

— Nunca estuvimos bien y realmente me gustaría decir que la madre de mis hijos es una buena mujer, pero ni siquiera se ocupa de ellos.

— Tienen niñeras, no creo que eso sea razón para divorciarte.

— Anderson, Tiffany y yo no nos soportamos, dios sabe que he intentado mantener esto por años, pero no puedo más, no hay manera de que las cosas funciones y no puedo permitir que mis hijos se sientan mal porque su madre — advirtió — sin ofender, es un ser egoísta que ni siquiera quería que nacieran.

— Tiffany es una mujer educada para hacerte feliz, los niños no necesitan a sus padres todo el día con ellos y no puedo aceptar que te divorcies de mi hija, un par de problemas matrimoniales no pueden romper una alianza como la que tienen nuestras familias.

Aquello era lo que le molestaba a Maximiliano, no importaba cómo lo viera, a nadie le importaba realmente su opinión, él y Tiffany siempre fueron una moneda de cambio. El hombre frunció el ceño tratando de recordar una sola vez en la que no hubiese estado cerca de ella o que no le hubiesen recordado que era su prometida, pero no había ninguna como tampoco había un solo momento en su historia donde pudiera recordar que se querían o al menos se agradaran.

Maximiliano era un hombre frustrado, uno que había odiado discutir con sus padres o romper las reglas, pero antes no tenía a un par de niños que lloraban cuando su madre, la mujer que los había traído al mundo, les decía en sus propias caras que eran una molestia que había tenido que parir para no tener que verme a la cara cada noche.

¡Aquello era cruel e inadecuado!

— Lo siento Anderson, pero he hablado contigo y ya envié la notificación de divorcio a tu hija, hoy hablaré con mis padres.

— ¡No pienso permitir esto!

— No tienes cómo impedirlo, ella hace seis meses se largó, tengo todo el derecho a demandarla.

— Sabes dónde está, solo ve por ella, tráela a casa y…

— No — Maximiliano se puso en pie — no quiero que vuelva, así que asuman de una vez mis padres y tú que este matrimonio está acabado.

El hombre se puso en pie, caminó fuera de su propia oficina y se despidió de su secretaria antes de conducir de regreso a casa. Llevaba meses estresado. Tratando de que nadie supiera que su mujer se había largado solo porque estaba durmiendo con su entrenador de tenis. Bufó cuando se dio cuenta de que aquello ni siquiera le importaba.

¡Qué sentido tenía seguir en aquel matrimonio!

Llegar a casa fue un alivio, sabía que sus padres o su suegro no vendrían aquí sin previo aviso y si lo hacían podría simplemente negarles la entrada. Sabía que aquel divorcio sería un problema, unos días muy agitados estaban por venir, pero pensaba seguir adelante con su plan.

— ¡Señor!, señor — una empleada corrió hacia él cuando le vio bajar de su auto — la señora…

— ¿Llamó? — Maximiliano buscó su móvil — ¿Qué fue lo que dijo?

— No, señor, ella no llamó, ella…

Max no escuchó mucho más, su cuerpo se tensó cuando la mujer completamente vestida de rojo se acercó a la puerta. La mandíbula del hombre se tensó. Hizo sus manos un puño hasta que sus nudillos se pusieron blancos y pasó junto a la empleada para llegar en un segundo donde Tiffany, la sujetó con fuerza del brazo.

— ¡Qué haces aquí! — gruñó — ¡Porque has vuelto!

La mujer impresionada que había llegado hacía un par de minutos a aquella inmensa mención miró con incredulidad al atractivo hombre que la sujetaba dolorosamente del brazo. Hanna no sabía qué había pasado en aquel matrimonio, pero notaba el odio en cada músculo de aquel sujeto, un sujeto guapo como ella solo había visto en las revistas.

— ¡No me mires como si fuera un extraño m*****a sea! — gritó con ira Maximiliano — ¿Acaso crees que puedes regresar como si nada?, ¿Qué? ¿Ya te aburriste de tirarte al profesor de Tenis?, ¡Habla Tiffany!

Hanna tragó, recordó entonces la advertencia de la mujer que le había contratado para suplantarla y salió de su estupor. Apartó su mano con rapidez de aquel atractivo extraño que ahora era su falso marido.

— Esta es… Es mi casa también — tragó — no pienso dejar que me demandes por abandono de hogar, no voy a … — mentir le costaba, pero puso todo de ella para hacerlo — no voy a divorciarme Maximiliano, esta es mi familia.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo