Hanna agradeció aquella oportunidad que le habían dado, alisó la falda plisada de color azul que le había costado encontrar y tragó incómoda mientras esperaba en la sala de aquel consultorio lo que su supuesto esposo llegará.La mujer miró la hora en su reloj, trató de pensar positivamente, pero en su interior esperaba que Maximiliano nunca llegaría, porque realmente no quería aquella terapia y Hanna lo entendía, su verdadera mujer parecía ser realmente insufrible. La puerta de la clínica se abrió, la chica se puso en pie por instinto y su supuesto esposo ni siquiera la miró.— Tengo solo una hora libre, así que no perdamos más el tiempo.— Buenos días — Hanna habló — ¿No deberías saludar al menos?— Buenas.Dijo Maximiliano, después de pensarlo un momento. La mujer sentada detrás del mostrador de aquel salón de espera los miró con extrañeza, pero Hanna se puso en pie y se acercó a dicha muchacha mientras Maximiliano seguía con la vista fijada en el móvil.— Disculpa, ya está aquí mi
— Trataré de volver temprano hoy en la tarde — Maximiliano dijo aquello mientras esperaba a que el chofer se acercara con el auto fuera de la clínica — pero realmente no te prometo nada, a diferencia de ti, yo tengo muchas cosas en que ocuparme.— La psicóloga dijo que debíamos…— Dije que trataría de volver para cenar, como si eso realmente fuera a ayudar en algo, así que no te quejes. —El chofer llegó — Ten buena tarde, Tiffany.Hanna miró a Maximiliano marcharse, sus dedos se aferraron al azar de su bolsa mientras trataba de no pensar en el montón de cosas que Había dicho la doctora parecían haber hecho el matrimonio de la mujer que suplantaba prácticamente una cárcel.La chica caminó hacia el parquing a la vuelta de la esquina y odio aquellos bonitos pero incómodos zapatos de tacón. Hanna estaba segura de que había mucho más que monotonía o situaciones que llevaron a un engaño para destruir aquel matrimonio. Sin embargo, que podía decir u opinar ella que solo había llegado para su
Maximiliano miró la copia de la lista que había recibido en la consulta de aquella terapeuta matrimonial y resopló dejándola a un lado mientras intentaba concentrarse en los gráficos frente a él en el ordenador. Había sido una tortura, escuchar a alguien ajeno, escuchar sobre una relación inexistente. Había odiado ver la expresión de Tiffany mientras él explicó con pelos y señales lo amargo que habían sido aquellos años. ¿Por qué su molesta mujer se empeñaba en lucir como una santa? ¡Todos los problemas en aquel infierno de matrimonio venían de ella! ¿Por qué? Porque nunca se habían llevado bien, porque lo primero que le dijo cuando lo vio fue que era desagradable y el día de su tan odiado matrimonio simplemente dio el si quiero y fue a dormir a la habitación del cocinero que preparó el pastel de bodas. — ¿Crear una nueva historia?, si como no. El hombre se enfurruñó mirando los borrosos números en la pantalla, pero al no poder concentrarse simplemente tomó la hoja de tareas para
— Espero que esté lista la cena — Hanna miró a la empleada que encontró a dos pasos de las escaleras y respiró con profundidad cuando miró su teléfono.La empleada la miró con extrañeza, pero asintió antes de alejarse de ella. La mujer caminó hacia la pequeña sala donde sabía que se encontraban los hijos de la mujer que debía suplantar desde que llegaron del colegio y la mujer suspiró antes de abrir dichas puertas.Liam miró a la mujer que entró en su habitación, el niño deslizó la mirada rápidamente hacia la escayola en su brazo derecho y luego clavó la vista en el suelo. Hanna se dio cuenta de que definitivamente aquellos niños estaban más asustados que cualquier cosa. La chica suspiró una vez más antes de sonreírles.— ¿Qué tal los el colegio? — Hanna sonrió — ¿Les fue bien en la escuela?La niña sentada en un pequeño pupitre no la miró, el chico se encogió de hombros sin decir nada. Hanna se acercó un poco más e intentó tocarlo, pero no fue capaz, ya que el niño se apartó de ella
Maximiliano cerró su libro cuando Tiffany se sentó a su lado con una nueva pijama que le pareció demasiado como para que una risa incrédula saliera de su boca. Aquel juego de dos prendas color rosa satinado compuesto por una camisa de manga corta y un pantalón se ajustaban a su cuerpo, un cuerpo que Maximiliano ni siquiera se había detenido a mirar antes.Detestaba tanto a Tiffany que incluso su buen aspecto nunca le logró interesar realmente. Su esposa se sentó a su lado y el hombre notó también el nuevo aroma que desprendía, era una esencia simple que hizo que Maximiliano solo frunciera mucho más su ceño.— ¿Has cambiado de perfume?— ¡Oh! — Hanna miró a Maximiliano — la mujer de la tienda fue muy insistente y compré la loción, pero si huele muy fuerte pudo darme una ducha.— Me da lo mismo.El hombre masticó las palabras mientras se cruzó de brazos. Hanna ignoró el enfado en el rostro de su supuesto esposo y sonrió para comenzar a hablar cómo debían hacer, según la terapeuta. Maxim
Hanna despertó sintiendo que el murmullo que se filtró desde la ventana era demasiado alto como para ignorarlo. La mujer limpió el sueño de su rostro con una mano antes de caminar hacia la puerta de su habitación que aún permanecía cerrada. La empleada que pasó apresuradamente frente a ella con un florero inmenso de aspecto anticuado hizo que la mujer la siguiera aún descalza fuera del cuarto. Bajó las escaleras antes de que pudiera siquiera llamar a la empleada y solo se detuvo cuando vio la puerta principal de aquella mansión abierta de par en par. — ¿Sucede algo, señora? — Hana fue cuestionada por el ama de llaves que se acercó a ella, apenas la vio — ¿Qué hace aquí abajo? — Que es todo este… Este jaleo — Hanna miró a dos trabajadores arrastrar una mesa fuera de la casa —. ¿Dónde están llevando todas esas cosas? — ¿Lo olvidó? — La mujer pareció un tanto incrédula — hoy es su aniversario, su madre ya ha enviado todos los arreglos y listas, así que no tiene que preocuparse. — ¿Ho
Hanna frunció el ceño mientras veía que las horas pasaban y Maximiliano no regresaba. No había hecho mucho en todo el día, ya que realmente no había nada o nadie en ese lugar que la necesitase. La mujer tomó su móvil con ganas de llamar a su hijo; sin embargo, sabía que no podía hacerlo. La puerta de la habitación se abrió casi dos horas después de que la chica se hubiera bañado. Hanna tragó cuando fue atrapada a medio vestir frente al espejo de la habitación. Maximiliano alzó una ceja cuando pasó junto a ella, se dejó caer en una de las sillas de la habitación mientras sacaba sus zapatos con pereza. —¡Oh! Pensé que no llegarías a tiempo — Hanna le miró —. Supongo que puedo bajar primero mientras te alistas… —¿Alistarme? — Maximiliano bufó mirando el móvil — en realidad… Deberías estar ya más que ebria besándote con alguien en algún lugar de la ciudad… —Pensé que la fiesta… hoy en la mañana todos estaban organizando la fiesta de nuestro aniversario, ¿no vamos a estar en la fiesta?
Hanna sintió que su corazón se volvería loco mientras bajaba con prisas las escaleras, los latidos que no habían disminuidos después de lo que pasó en la habitación seguía dando vueltas en su cabeza, aunque realmente no había sucedido nada especial para ella se sentía extraño.¿Por qué?Hanna tampoco lo sabía, pero no tenía tiempo de ponerse a pensar demasiado en ello, ya que cuando llegó al final de la escalera, su corazón se detuvo un segundo más al mirar hacia la ventana que daba al jardín. No habían diez o doce personas en aquel lugar, habían al menos un centenar y eso le asustaba, realmente le asustaba mucho porque no tenía ni idea de quienes eran, sin embargo, aquello había sido parte del contrato, ella interpretaría el papel hasta que todo terminara porque necesitaba a su hijo y eso era en lo que debía pensar.La mujer caminó directamente hasta la puerta donde dos empleadas esperaban. Hanna trató de poner toda la actitud que podía antes de hablar, como siempre lo hicieron la ma