pobres niños, Tiffany debío ser bien cruel con ellos,en especial con Liam que es el mayor, ojalá y Hanna pueda cambiar eso.
Hanna frunció el ceño mientras veía que las horas pasaban y Maximiliano no regresaba. No había hecho mucho en todo el día, ya que realmente no había nada o nadie en ese lugar que la necesitase. La mujer tomó su móvil con ganas de llamar a su hijo; sin embargo, sabía que no podía hacerlo. La puerta de la habitación se abrió casi dos horas después de que la chica se hubiera bañado. Hanna tragó cuando fue atrapada a medio vestir frente al espejo de la habitación. Maximiliano alzó una ceja cuando pasó junto a ella, se dejó caer en una de las sillas de la habitación mientras sacaba sus zapatos con pereza. —¡Oh! Pensé que no llegarías a tiempo — Hanna le miró —. Supongo que puedo bajar primero mientras te alistas… —¿Alistarme? — Maximiliano bufó mirando el móvil — en realidad… Deberías estar ya más que ebria besándote con alguien en algún lugar de la ciudad… —Pensé que la fiesta… hoy en la mañana todos estaban organizando la fiesta de nuestro aniversario, ¿no vamos a estar en la fiesta?
Hanna sintió que su corazón se volvería loco mientras bajaba con prisas las escaleras, los latidos que no habían disminuidos después de lo que pasó en la habitación seguía dando vueltas en su cabeza, aunque realmente no había sucedido nada especial para ella se sentía extraño.¿Por qué?Hanna tampoco lo sabía, pero no tenía tiempo de ponerse a pensar demasiado en ello, ya que cuando llegó al final de la escalera, su corazón se detuvo un segundo más al mirar hacia la ventana que daba al jardín. No habían diez o doce personas en aquel lugar, habían al menos un centenar y eso le asustaba, realmente le asustaba mucho porque no tenía ni idea de quienes eran, sin embargo, aquello había sido parte del contrato, ella interpretaría el papel hasta que todo terminara porque necesitaba a su hijo y eso era en lo que debía pensar.La mujer caminó directamente hasta la puerta donde dos empleadas esperaban. Hanna trató de poner toda la actitud que podía antes de hablar, como siempre lo hicieron la ma
— Quédate a esta niña tan molesta por el amor de dios — la voz de Trisha fue firme y despectiva — no quiero ni mirarla a la cara, no sirve para nada si este bastardo no va a hacerse cargo.— Qué estás diciendo Trisha, no puedes dejarme a una niña así de la nada — la abuela de Hanna habló con disgusto — ya tuve suficiente contigo.— Si no la cuidas, tú la voy a echar a la calle, ¿lo oíste?— Eres una mala persona, Trish, no sé cómo terminaste convirtiéndote en esto — la mujer negó mirando a Hanna, que no recordaba exactamente bien a su abuela —. No sé con qué hombre te involucraste ahora, pero esto es…—Ese perro tiene dinero, pero no necesitaba esta niña, así que encárgate de ella y trata de que no termine odiándote como yo.La pequeña niña, en medio de aquellas dos mujeres que discutían en aquella tarde de verano, se quedó de pie mirando cómo la mujer que la había criado los últimos tres años se marchaba lejos de aquella casa que ella no conocía. La niña miró el recorte de revista qu
— ¡Habla m*****a sea! — Anderson gruñó las palabras mientras la chica que seguía sujetando del cuello le miraba en pánico — ¿Dónde está mi m*****a hija? Hanna quiso hablar, se intentó liberar del fuerte agarre que le impedía respirar y trató realmente de pedir ayuda, pero no era capaz de hablar, solo podía mirar aquel rostro masculino que parecía explicar muchas más cosas de las que ella alguna vez pudo imaginar. ¿Realmente era la hija de aquel hombre? ¿Estaba suplantando a su hermana? ¡Ella tenía una hermana! La mujer sujetó la mano que abrazaba su cuello cuando su vista comenzó a sentirse borrosa. La chica sintió las lágrimas salir de sus ojos y aunque quiso luchar estaba perdiendo incluso la posibilidad de seguir consciente. Un sonido más allá de la sala de estar hizo al hombre soltarla en un instante. Los pulmones de Hanna, quemaron cuando se llenaron por completo de aire y tosió sin control mientras llevaba sus manos a la dolorida garganta que había sido sujetada por aquel h
— Es una lástima que Tiffany no pudiera despedirse de nosotros — dijo el último de los invitados mientras Maximiliano trataba de sonreír —. Sin duda la mejor fiesta a la que he asistido en los últimos meses.— Seguro abran más — la suegra del hombre habló — tengan un buen viaje a casa.Maximiliano se dio media vuelta mientras su suegra se encargaba. Liam se había ido a dormir hacía unas horas, pero Lila se había negado a alejarse, así que permaneció prácticamente toda la fiesta durmiendo en los brazos de su padre.El hombre entró a la habitación de sus hijos tratando de no despertar a la niña, agradeció que no tendría que soportar más a los padres de Tiffany o a sus propios padres. Había sido una noche agobiante y su cabeza había estado completamente enfocada en si su esposa realmente estaba bien después de lo que fuera que hubiera pasado.Después de cambiar a su hija, la arropó, pero se quedó unos instantes en la silenciosa habitación de sus hijos. No debía permitir que cualquier tru
Maximiliano no podía porque se había quedado completamente estático cuando Tiffany lo besó, tampoco pudo explicar por qué, a pesar de que sus manos se hicieron un puño, él le permitió a ella seguir moviendo sus labios de aquella manera tan dulce sobre los suyos. Maximiliano se cuestionó una y otra vez los motivos por los que debía marcharse de aquella habitación en aquel mismísimo instante, pero, aunque quería, no parecía que su cuerpo fuera a obedecerle. La mujer frente a él se apartó después de unos minutos, sorbió por su nariz mientras un sinfín de emociones que no podía comprender se clavaban en la mente de Maximiliano. — Yo lo siento, lo siento mucho, creo que estoy un poco… Maximiliano tomó a Tiffany de la mano de algún motivo, un motivo que no podía entender, pero cuando la mujer frente a él se quedó completamente en silencio mirándolo con las lágrimas corriendo por sus mejillas. Aquel hombre nunca había visto a Tiffany llorar de aquel modo, los ojos de Maximiliano se movier
Maximiliano miró desde la oficina en el primer piso de la casa, frunció el ceño cuando vio a Anderson tomar a su esposa a la fuerza para llevarla fuera de casa y luego lo vio traerla de regreso antes de lanzarla a las puertas de la casa.Aquella actitud le resultaba intolerable, daba igual si era Tiffany o no, nadie debería tratar así a una mujer, el hombre caminó con prisas hasta donde Tiffany estaba aún sentada sobre el suelo y odió ver la forma en que las lágrimas caían de sus ojos mientras el enrojecimiento en su rostro se hacía cada vez más notable.El hombre consiguió que la chica se pusiera en pie, vio la suciedad que se había colado en su escayola y también notó la sangre que manchaba la rodilla de su esposa. Maximiliano quiso golpear a su suegro, por algún motivo, o quizás simplemente porque eso era cruel, incluso con alguien como Tiffany.— Vamos dentro.— Suéltame — Tiffany trató de alejarse de él — puedo entrar por mi cuenta.Maximiliano vio a su esposa tratar de cojear ha
— Bien, hagamos esto como dijo la doctora que debemos hacer.Hanna terminó de colocar la manta sobre el césped del jardín junto al bonito árbol con flores frondosas y rosas que daba una buena sombra. Miró la hora en su muñeca antes de extender una vez más las mangas de aquel vestido que había escogido porque tenía un feo moretón en su brazo.Hanna tragó los nervios al pensar en la forma en que se habían dado las cosas los últimos dos días. Tembló mientras acomodaba el pañuelo que había estado usando para ocultar el fuerte moretón en su garganta. Se había maquillado también, aunque la rojez en su rostro había desaparecido justo como el corte en su labio, que se había hecho casi imperceptible.La puerta del jardín se abrió justo a las dos. Los dos niños que se acercaron a ella sin realmente estar muy emocionados la saludaron diligentemente. Hanna golpeó ligeramente la manta sobre el césped y Leila, la más pequeña, se sentó en la manta sosteniendo aún a su muñeca.— ¿Qué tal si hacemos u