— Bien, hagamos esto como dijo la doctora que debemos hacer.Hanna terminó de colocar la manta sobre el césped del jardín junto al bonito árbol con flores frondosas y rosas que daba una buena sombra. Miró la hora en su muñeca antes de extender una vez más las mangas de aquel vestido que había escogido porque tenía un feo moretón en su brazo.Hanna tragó los nervios al pensar en la forma en que se habían dado las cosas los últimos dos días. Tembló mientras acomodaba el pañuelo que había estado usando para ocultar el fuerte moretón en su garganta. Se había maquillado también, aunque la rojez en su rostro había desaparecido justo como el corte en su labio, que se había hecho casi imperceptible.La puerta del jardín se abrió justo a las dos. Los dos niños que se acercaron a ella sin realmente estar muy emocionados la saludaron diligentemente. Hanna golpeó ligeramente la manta sobre el césped y Leila, la más pequeña, se sentó en la manta sosteniendo aún a su muñeca.— ¿Qué tal si hacemos u
— ¿Qué se supone que hagamos ahora? — Maximiliano miró a la mujer frente a él mientras ella apartaba los ojos de los niños que corrían detrás de una pelota a unos pasos de los dos.— Se supone que esto es tiempo familiar, creo que… Que deberíamos hablar un poco — Hanna no se sentía realmente bien, pero trato de que no se notara — cuéntame cómo ha ido tu día, mmm… ¿Hubo problemas en la oficina hoy?— ¿realmente te interesa saber si los hubo?— No lo sé, puede que no entienda realmente de lo que me hables.Maximiliano bufó ante aquellas palabras, miró a la mujer frente a él tratando de encontrar a otra persona, pero el rostro de Tiffany estaba frente a él, aunque parecía que estuviese hablando con alguien diferente. El hombre negó antes de tomar una de las galletas que aún quedaban sobre uno de los platos en medio de los dos.— Si no vas a entender entonces no preguntes — masculló molesto con el mismo — odio dar explicaciones en vano.Hanna miró al hombre frente a ella y realmente quis
¡Se había vuelto loco!Aquella era la única explicación que Maximiliano pudo encontrar antes de cerrar con furia la fuerza de su oficina. Realmente había besado a su esposa, como había podido besarla, como había sido capaz de dejarse llevar.¡Era Tiffany!La mujer con la que había dormido solo cuatro veces en todos los años que habían tenido de matrimonio, cuatro veces que fueron un infierno para él y que definitivamente no fueron placenteras. Se habían sentido como una obligación, ambos lo habían visto como tal, pero de algún modo él… Él…¡Él la había besado en el jardín por placer!Por pura y absoluta voluntad, aquello molestó mucho a Maximiliano, se estaba dejando engañar por el nuevo papel que se había inventado para detenerlo de divorciarse. Maximiliano sabía que Tiffany solo quería mantener aquel matrimonio para no perder las cosas que su padre le daba. Aquel trato no era un secreto para él, pero jamás le importó tanto.¿Por qué lo hacía ahora?— Necesito trabajar — murmuró dand
— Bien, todo parece estar en orden — el doctor movió ligeramente la mano de Hanna — ¿Siente alguna molestia al hacer esto? — el hombre movió su pulgar alrededor — ¿Algo?— No, no siento ninguna molestia, doctor.— ¡Excelente!El hombre se puso en pie después de lanzar a la basura el yeso que le habían colocado a Hanna hacía unas semanas. Escribió alguna cosa en una hoja de papel y luego se la entregó a la mujer que con una rápida despedida salió de la consulta médica.La chica miró la hora en su reloj antes de pedirle al chofer que la llevase a su segunda cita para ese día, las cosas habían estado calmadas las últimas semanas, pero Maximiliano ni siquiera le había permitido acercarse realmente a él en aquellos días, ya que después de haberse besado parecía increíblemente molesto con ella.— ¿Ha habido alguna mejoría en su relación?El segundo doctor que tenía enfrente aquel día le sonrió. La terapeuta parecía realmente emocionada por escuchar su respuesta, pero Hanna no sabía realment
— ¿Tiffany está aquí? — Maximiliano se puso en pie con el ceño fruncido — ¿En la oficina?— Sí, señor, está esperando en el lobby debido a que no sabía si debía dejarla pasar o no, como nunca antes había estado en…— Tráela aquí ahora mismo, si alguien la ve — Maximiliano negó — olvídelo yo mismo iré por ella.El hombre caminó con prisas fuera de su oficina privada y maldijo cuando el elevador no contribuyó a su prisa. Necesitaba alejar a su mujer de aquel lugar porque si alguien la veía esperando en el Lobby de la empresa que realmente les pertenecía a ambos podría traer problemas con los socios.Su mujer no era agradable, tampoco le gustaba esperar y eso hacía que Maximiliano se preocupara aún más. Una empresa de inversiones necesita un historial libre de escándalos. Si Tiffany hacía uno, podría arruinar las cosas, así que no estaba dispuesto a permitirlo.Hanna sintió que las personas que pasaban a su alrededor la miraban demasiado fijo, la chica se cuestionó si la ropa que llevaba
Hanna corrió lejos de la oficina, del hombre de su hermana y de todo lo que había provocado aquel beso hasta que sus pies dolieron. La mujer se dejó caer en uno de los bancos de un colorido parque cerca de lo que parecía un colegio.La chica tragó mientras sentía que su corazón estallaría por todas las emociones que estaban fluyendo a su alrededor. No quería admitir que sentía algo por Maximiliano, aquello estaba mal, estaba terriblemente mal y mucho más ahora que conocía la increíble verdad de que Tiffany era su hermana.¿Cómo podía sentirse de aquella manera por aquel hombre?La mujer se dijo que algún sentimiento como aquel era despreciable, su hermana estaba en coma e incluso si no lo estuviera, incluso si no supiera que era su hermana sería incorrecto porque estaba mintiéndole a aquel hombre tan bueno solo para mantener un matrimonio que visiblemente nunca tuvo o fue por amor.¡Ella no merecía sentirse de aquella manera!Tenía muchas cosas en que pensar, muchos problemas que enme
Maximiliano decidió no pensar demasiado en las cosas absurdas que rondaban por su mente, caminó con firmeza dispuesto a entregarle el bolso a su esposa para mandarla de regreso a casa, pero antes de llegar hasta ella la vio contestar el móvil con prisas. Maximiliano notó al instante el temblor en las manos de Tiffany. — ¿Sí? — La voz de su esposa también fue preocupada — ya le dije, yo hablé con él, pero… —La chica guardó silencio un minuto —. De verdad que no intenté, yo no… No pude convencerlo de... — Maximiliano supo al instante quién era —. Sí, señor, hablaré con en él otra vez. Hanna guardó su móvil con miedo, tragó la angustia que le había provocado las palabras de aquel desagradable señor que no comprendía que ella no podía realmente convencer a Maximiliano de nada. La mujer trató de respirar hondo para calmarse, se dijo que quizás si era más convincente podría aplacar los problemas con aquel hombre que prefirió no saber realmente quién era su padre. La mujer se volteó para e
Hanna no podía hablar, no dejaba de pensar una y otra vez en las cosas que están sucediendo y en lo complicadas que podían hacerse. Se sentía feliz de haber visto a su hijo, sin embargo, aún le quedaba la más amarga de las preocupaciones.La mujer miró al hombre sentado frente a ella y trató de no sentir absolutamente nada cuando sacó los incómodos zapatos de Tiffany de sus pies. La forma gentil en que tocó su empeine la hizo temblar, aquel simple toque era sin duda una advertencia de que las cosas se complicarían gradualmente si seguía dejándose llevar por las cosas que ese hombre le hacía sentir.¡Era el marido de su hermana!El hombre que la creía a ella Tiffany, una mujer con la que nunca había sentido nada y que la propia Hanna había descubierto era imposible de dejarse querer, sin embargo, no podía decirle la verdad a aquel buen hombre, no podía contarle que no era más que un reemplazo de aquella mujer que por algún motivo visiblemente egoísta insistía en mantener su matrimonio.