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Capítulo 4 : Tenemos un trato,salva mi matrimonio

Hanna miró la espalda del hombre enfadado que se marchaba hacia algún lugar en aquella casa. La chica había llegado hacía dos horas, el vestido rojo y ajustado que le habían obligado a ponerse, tampoco la hacía sentir muy bien, pero ya no había manera de volver.

¡Solo debía resistir!

Se recordó la chica mientras miraba a la mujer, evidentemente forzada a estar de pie justo a unos pasos de ella. Hanna siempre había sido de las que esperaban una orden, nunca las había dado, así que trató de sonar lo menos extraña posible.

— Sube las… Las maletas a mi habitación, por favor… — la miró —. ¿Cuál era tu nombre?

— Aba señora, me llamo Aba, en un momento me haré cargo de todo.

— Oh, bueno… Gracias…

La mujer la miró con extrañeza, Hanna anotó mentalmente el hecho de que al parecer Tiffany no daba las gracias, quizás estuviera muriéndose, pero no parecía ser una mujer agradable, al menos eso creyó Hanna mientras observó a la empleada doméstica marchándose después de tomar las maletas junto a otra chica que corrió para ayudarla.

La extraña mujer en aquella impresionante casa se quedó completamente congelada en medio del hall donde se encontraba. Jugueteó con sus uñas sin saber exactamente qué hacer en aquel momento y después de un par de segundos decidió ir a investigar alrededor.

La planta baja era justamente como la fachada de aquella casa, impresionante, las decoraciones lucían no solo elegantes y clásicas, sino mucho más caras que cualquier cosa que ella hubiese tenido antes. La chica resopló antes de tomar su móvil de la bolsa que aún sostenía con su mano.

Resopló mientras marcaba una vez más, él numeró de su exesposo y jadeó cuando el contestador de voz fue la única respuesta. Extrañaba a su hijo. Johnny había sido lo único que le había mantenido fuerte a pesar de todas las cosas malas que había pasado, pero ese bastardo de Harry le había quitado incluso eso.

La mujer trató de no llorar, miró hacia la ventana a su izquierda y un resoplido de disgusto la hizo alzar la mirada. Hanna tragó una segunda vez antes de que sus ojos se encontraran una segunda vez con los furiosos, pero atractivos ojos de quien supuestamente era su esposo.

— ¿Qué?, planeas quedarte en la ventana luciendo como una mujer deprimida para tratar de chantajearme.

— Yo no he…

— No sé qué pasó con tu profesor de tenis, tampoco me importa, pero si piensas que volviendo vas a arruinar mis planes, estás muy equivocada. No te quiero cerca de nuestros hijos, eres dañina, tóxica como ninguna y no te soporto más, ya han sido suficientes años en esta farsa.

— No puedes divorciarte — Hanna tragó — yo… Yo no quiero…

«No me importa lo que hagas, no puedes dejar que ese bastardo se divorcie.»

Las palabras se movieron en la mente de Hanna con prisas, mordió el interior de la mejilla mientras su mente, que corría a toda velocidad, encontró las palabras menos indicadas para decirle a aquel definitivamente muy frustrado sujeto.

— Yo quiero arreglar nuestra relación, nuestro matrimonio.

Maximiliano no pudo evitar reírse de lo que había dicho Tiffany en su cara. Quería arreglar su matrimonio, aquello había sido lo más absurdo que podía haberle dicho, nunca hubo nada que arreglar, ella era demasiado egoísta, demasiado materialista. Demasiado insufrible y él había tenido suficiente de ello.

— No me hagas reír, no sé qué infiernos, crees que vas a ganar haciéndote la sensible, prefiero esperar a que te largues con el próximo imbécil que te pusiera cachonda a soportarte — Maximiliano la miró de arriba a abajo con desagrado — mantente lejos de mi vista, de mis hijos o de cualquier persona en general, todos te repelen Tiffany.

El hombre se apartó de ella, la mujer tragó todo lo que le habían dicho mientras se sentía aún más curiosa sobre qué tipo de vida pudo haber tenido la mujer que la contrató como para que aquel hombre la odiara tanto.

Hanna suspiró, volvió una vez más al único lugar que había visto de la casa, que no era más que la escalera principal, y estuvo a punto de subir cuando una notificación le hizo detenerse. Hanna leyó el mensaje que había enviado la mujer que lo contrató e intentó no sentirse frustrada.

«Más te vale que ese bastardo no siga adelante con el divorcio o me encargaré de que no vuelvas a ver a tu hijo.» «Ese bastardo de mi marido va a tratar de divorciarse, pero si eso pasa, yo misma pagaré lo que necesites para que no vuelvas a ver a tu hijo» «Tenemos un trato, querida y cuida mis zapatos, los amo.»

La mujer jadeó, no pudo creer lo que acababa de decir esa mujer en aquel mensaje, pero sabía que no estaba jugando. Le había pagado la mitad de la cantidad del dinero que había prometido. Justamente por eso Hanna no podía echarse atrás. Necesitaba mantener aquel matrimonio, necesitaba detener aquel divorcio, aunque sentía que aquel hombre realmente merecía una mujer mejor que la que le había contratado.

¡Necesitaba asegurar el futuro de su hijo, se recordó!

¡No importaba como, tenía que mantener aquel matrimonio en el que ella solo era una impostora fingiendo ser la esposa de aquel hombre!!

La mujer subió las escaleras con prisas, se encontró con otro largo pasillo que le obligó a decidir dónde debería probar suerte. Sin embargo, la puerta por la que salió la empleada le hizo sentirse un poco más segura. La chica escapó de su presencia cuando la reconoció, Hanna se sintió mucho peor mientras caminaba hacia dicha habitación.

Maximiliano se volteó cuando la puerta del cuarto fue abierta una vez más, resopló cuando vio a Tiffany en la puerta con esa repentina cara de confusión que trataba de usar para engañarlo. El hombre desató su corbata para lanzarla al suelo. Luego desajustó su camisa y bufó con ironía cuando su esposa miró a algún otro lugar de la habitación como si realmente sintiera pudor.

— ¿Quieres discutir? — Maximiliano trató de mirar a su esposa — ¿Vas a insultarme como lo haces siempre?, ¿Vas a amenazarme?

— No, yo… Quiero hablar como adultos, quiero que lleguemos a una solución, quizás una terapia de pareja podría…

— No me seas absurda Tiffany, deja de actuar como una m*****a buena persona y largate de aquí.

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