Hanna miró la espalda del hombre enfadado que se marchaba hacia algún lugar en aquella casa. La chica había llegado hacía dos horas, el vestido rojo y ajustado que le habían obligado a ponerse, tampoco la hacía sentir muy bien, pero ya no había manera de volver.
¡Solo debía resistir!Se recordó la chica mientras miraba a la mujer, evidentemente forzada a estar de pie justo a unos pasos de ella. Hanna siempre había sido de las que esperaban una orden, nunca las había dado, así que trató de sonar lo menos extraña posible.— Sube las… Las maletas a mi habitación, por favor… — la miró —. ¿Cuál era tu nombre?— Aba señora, me llamo Aba, en un momento me haré cargo de todo.— Oh, bueno… Gracias…La mujer la miró con extrañeza, Hanna anotó mentalmente el hecho de que al parecer Tiffany no daba las gracias, quizás estuviera muriéndose, pero no parecía ser una mujer agradable, al menos eso creyó Hanna mientras observó a la empleada doméstica marchándose después de tomar las maletas junto a otra chica que corrió para ayudarla.La extraña mujer en aquella impresionante casa se quedó completamente congelada en medio del hall donde se encontraba. Jugueteó con sus uñas sin saber exactamente qué hacer en aquel momento y después de un par de segundos decidió ir a investigar alrededor.La planta baja era justamente como la fachada de aquella casa, impresionante, las decoraciones lucían no solo elegantes y clásicas, sino mucho más caras que cualquier cosa que ella hubiese tenido antes. La chica resopló antes de tomar su móvil de la bolsa que aún sostenía con su mano.Resopló mientras marcaba una vez más, él numeró de su exesposo y jadeó cuando el contestador de voz fue la única respuesta. Extrañaba a su hijo. Johnny había sido lo único que le había mantenido fuerte a pesar de todas las cosas malas que había pasado, pero ese bastardo de Harry le había quitado incluso eso.La mujer trató de no llorar, miró hacia la ventana a su izquierda y un resoplido de disgusto la hizo alzar la mirada. Hanna tragó una segunda vez antes de que sus ojos se encontraran una segunda vez con los furiosos, pero atractivos ojos de quien supuestamente era su esposo.— ¿Qué?, planeas quedarte en la ventana luciendo como una mujer deprimida para tratar de chantajearme.— Yo no he…— No sé qué pasó con tu profesor de tenis, tampoco me importa, pero si piensas que volviendo vas a arruinar mis planes, estás muy equivocada. No te quiero cerca de nuestros hijos, eres dañina, tóxica como ninguna y no te soporto más, ya han sido suficientes años en esta farsa.— No puedes divorciarte — Hanna tragó — yo… Yo no quiero…«No me importa lo que hagas, no puedes dejar que ese bastardo se divorcie.»Las palabras se movieron en la mente de Hanna con prisas, mordió el interior de la mejilla mientras su mente, que corría a toda velocidad, encontró las palabras menos indicadas para decirle a aquel definitivamente muy frustrado sujeto.— Yo quiero arreglar nuestra relación, nuestro matrimonio.Maximiliano no pudo evitar reírse de lo que había dicho Tiffany en su cara. Quería arreglar su matrimonio, aquello había sido lo más absurdo que podía haberle dicho, nunca hubo nada que arreglar, ella era demasiado egoísta, demasiado materialista. Demasiado insufrible y él había tenido suficiente de ello.— No me hagas reír, no sé qué infiernos, crees que vas a ganar haciéndote la sensible, prefiero esperar a que te largues con el próximo imbécil que te pusiera cachonda a soportarte — Maximiliano la miró de arriba a abajo con desagrado — mantente lejos de mi vista, de mis hijos o de cualquier persona en general, todos te repelen Tiffany.El hombre se apartó de ella, la mujer tragó todo lo que le habían dicho mientras se sentía aún más curiosa sobre qué tipo de vida pudo haber tenido la mujer que la contrató como para que aquel hombre la odiara tanto.Hanna suspiró, volvió una vez más al único lugar que había visto de la casa, que no era más que la escalera principal, y estuvo a punto de subir cuando una notificación le hizo detenerse. Hanna leyó el mensaje que había enviado la mujer que lo contrató e intentó no sentirse frustrada.«Más te vale que ese bastardo no siga adelante con el divorcio o me encargaré de que no vuelvas a ver a tu hijo.» «Ese bastardo de mi marido va a tratar de divorciarse, pero si eso pasa, yo misma pagaré lo que necesites para que no vuelvas a ver a tu hijo» «Tenemos un trato, querida y cuida mis zapatos, los amo.»La mujer jadeó, no pudo creer lo que acababa de decir esa mujer en aquel mensaje, pero sabía que no estaba jugando. Le había pagado la mitad de la cantidad del dinero que había prometido. Justamente por eso Hanna no podía echarse atrás. Necesitaba mantener aquel matrimonio, necesitaba detener aquel divorcio, aunque sentía que aquel hombre realmente merecía una mujer mejor que la que le había contratado.¡Necesitaba asegurar el futuro de su hijo, se recordó!¡No importaba como, tenía que mantener aquel matrimonio en el que ella solo era una impostora fingiendo ser la esposa de aquel hombre!!La mujer subió las escaleras con prisas, se encontró con otro largo pasillo que le obligó a decidir dónde debería probar suerte. Sin embargo, la puerta por la que salió la empleada le hizo sentirse un poco más segura. La chica escapó de su presencia cuando la reconoció, Hanna se sintió mucho peor mientras caminaba hacia dicha habitación.Maximiliano se volteó cuando la puerta del cuarto fue abierta una vez más, resopló cuando vio a Tiffany en la puerta con esa repentina cara de confusión que trataba de usar para engañarlo. El hombre desató su corbata para lanzarla al suelo. Luego desajustó su camisa y bufó con ironía cuando su esposa miró a algún otro lugar de la habitación como si realmente sintiera pudor.— ¿Quieres discutir? — Maximiliano trató de mirar a su esposa — ¿Vas a insultarme como lo haces siempre?, ¿Vas a amenazarme?— No, yo… Quiero hablar como adultos, quiero que lleguemos a una solución, quizás una terapia de pareja podría…— No me seas absurda Tiffany, deja de actuar como una m*****a buena persona y largate de aquí.— ¡Papá! Maximiliano tomó en brazos a su hija menor mientras veía a Liam acercarse con la mochila rosa que había sacado de los pequeños hombros de su hermana. Max trató de acariciar al chico en la cabeza, pero este se apartó antes de que pudiera. — ¿Qué sucede ahora Liam? — El chofer dijo que mamá volvió, mi hermano está molesto. — No sé por qué— dijo Maximiliano mirando a su hijo a un par de pasos junto a él —. Sabes muy bien que cuando ella está aquí no tiene mucha diferencia, además, eso va a terminar pronto. — ¿Va a volver a irse papá? — el hombre miró a su hija. — Sí, cariño, quizás… Quizás esta vez no vuelva más. La expresión en el rostro de la niña hizo sentir mal a su padre, miró el rostro de incredulidad de su hijo que aún seguía cruzado de brazos y Maximiliano sintió que había sido un terrible padre por obligarles a vivir con alguien como Tiffany, por un infierno, ni siquiera debió tenerlos, fue un idiota por ceder a las obligaciones que habían dejado en él sus padres
Maximiliano dejó los papeles que estaba revisando cuando tocaron en la puerta de su despacho para informarle de que iban a servir la cena. Suspiró diciéndose que podía seguir después de dedicarle este corto espacio de tiempo a sus hijos, pues ellos eran lo realmente importante.El hombre había tratado de crear el hábito en ellos de cenar en familia, o al menos eso era para los tres, porque Tiffany nunca había querido pertenecer a esa familia que les habían obligado a crear. Cuando Liam nació, dijo que su trabajo estaba hecho, pero su madre le pidió alguien más en la línea de suscepción y solo entonces pudieron concebir a Leila.El hombre ni siquiera sabía cómo había podido soportar por tantos años a una mujer como lo era Tiffany. Negó mientras entraba al comedor, no podía seguir resignándose a aquel tipo de vida solo porque así lo querían sus padres, no podía permitirlo.Maximiliano se sentó al final de la mesa como era de costumbre, sonrió con educación a una de las empleadas que luc
Hanna quiso saber qué tan mala persona había sido la mujer que la contrató, pero supo que si lo hacía solo descubriría que las cosas merecían estar como estaban. La chica regresó al comedor donde aún la pequeña niña que debía ser la hija menor de aquella mujer estaba.La niña dejó de comer de su plato cuando la vio sentarse en la mesa. Hanna sonrió ligeramente, pero la pequeña solo hizo un puchero antes de dejar la mesa y correr hacia el hombre que se acercaba desde las puertas de la terraza por donde ella había entrado.— ¿Qué le has hecho? — Hanna fue acusada — maldita seas Tiffany.— No he hecho nada, yo… Yo ni siquiera he hablado.— ¿Qué te hizo cariño? —El hombre ni siquiera la miró a ella —. Venga, vamos a tu cuarto.— No quiero que esté cerca papi — la niña lloriqueó — no quiero que mi mamá diga cosas feas otra vez.El llanto destrozó a Hanna, vio al hombre que ya la odiaba mirarla con mucha más rabia y el hambre abandonó su cuerpo al darse cuenta de que aquella mujer que estab
— Sabía que eras una estúpida, pero pensé que te había enseñado mejor — Hanna se quedó completamente conmocionada cuando aquella mujer que ahora sabía era la madre de Tiffany volvió a abofetearla más fuerte. — ¿No podrías mantenerlo discreto?, tenías que ser una ramera he irte con ese estúpido sujeto que no tiene nada que ofrecer. — No sé qué crees, pero yo… — ¡Cierra la boca! — la mujer le gritó con rabia — tenías una única cosa que hacer en esta vida y era ser la mujer de Maximiliano, pero no supiste hacerlo — la mujer le acusó — Como infiernos dejaste que quisiera divorciarse. — Madre, no voy a divorciarme yo no voy a… — No me llames madre, no me hables si quiera y por supuesto que no vas a divorciarte porque no lo voy a permitir, ¿tengo que recordarte que va a pasar si eso sucediera?— Hanna fue empujada al suelo antes de que la mujer la tomara del cabello para que mirara directamente a su rostro— Eres una inútil pero eras la única opción, así que aprende de una vez que todo t
Maximiliano miró a su suegro con molestia cuando esté interrumpió su audioconferencia sin previo aviso, el hombre resopló antes de poner fin a la llamada porque sabía que su suegro no se iría de ahí hasta que hablaran. — Anderson, estoy realmente ocupado, no tengo tiempo para… — Mi mujer ya ha hablado con Tiffany, las cosas irán bien desde ahora, así que necesito que dejes toda esta tontería del divorcio. — No es una tontería y como le dije antes a tu mujer y tu hija, el divorcio es un hecho, solo estoy esperando el momento correcto para… — ¡No hay momento correcto!, no hay momento en general porque esta boda es irrompible, están prometidos desde los cinco años, mis nietos son los herederos de este grupo empresarial, somos una familia respetada, el divorcio no está permitido. — ¿No está permitido? — Maximiliano se puso en pie — ¿Por qué?, ya le di a mis padres y a ustedes lo que querían, estoy a cargo de la empresa, tengo dos hijos porque fueron tan extremos como para pensar en q
Hanna miró distraídamente su móvil, tenía la esperanza de que su hijo le enviara, aunque sea un texto, pero parecía incapaz de hacerlo, o al menos eso quería pensar porque esa poca esperanza de que pudiera llamarlo en cualquier momento era realmente importante. — Ya estamos aquí, señora — Marín, el chofer habló justo cuando detenía el coche frente a la puerta del colegio. La chica tragó mientras trataba de alargar un poco más la falda de aquel medianamente decente vestido que había encontrado en el armario de la mujer a la que remplazaba. Tiffany no tenía precisamente ropa recatada, así que había tenido que ingeniárselas para cubrir los expuestos hombros que dejaba el vestido con una chaqueta demasiado corta para siquiera llamarse chaqueta. La mujer hizo una mueca de disgusto cuando los zapatos le molestaron, colocó el móvil dentro de su bolsa y esperó a que los niños comenzarán a correr hacia fuera cuando la campana anunció el fin de las clases. Hanna había planeado acercarse a lo
Maximiliano corrió con prisas hacia el hospital cuando recibió la llamada del chofer informándole de que los niños habían tenido un accidente al salir del colegio. El miedo se movió por su cuerpo mientras subía a la planta vip del hospital donde los habían llevado y su cuerpo solo se calmó cuando sus ojos se encontraron con los de Marín, el chofer.Maximiliano pasó una mano por su rostro cuando vio a sus hijos sentados en las sillas del salón de espera. El hombre corrió hasta ellos, abrazó a Liam antes de mirar a su pequeña Leila, que tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar.— ¿Está bien todo?, están bien ustedes, qué fue lo que pasó, porque no están en casa.Maximiliano habló con prisas mientras se cercioraba una vez más de que ambos niños estuvieran bien. Liam miró a su padre durante un minuto antes de hablar.— Estamos esperando por mamá — dijo —. La llevaron dentro hace unas horas y aún no salen.— ¿Tiffany? — Maximiliano no entendió — ¿No entiendo alguien les chocó?— No, seño
Hanna agradeció aquella oportunidad que le habían dado, alisó la falda plisada de color azul que le había costado encontrar y tragó incómoda mientras esperaba en la sala de aquel consultorio lo que su supuesto esposo llegará.La mujer miró la hora en su reloj, trató de pensar positivamente, pero en su interior esperaba que Maximiliano nunca llegaría, porque realmente no quería aquella terapia y Hanna lo entendía, su verdadera mujer parecía ser realmente insufrible. La puerta de la clínica se abrió, la chica se puso en pie por instinto y su supuesto esposo ni siquiera la miró.— Tengo solo una hora libre, así que no perdamos más el tiempo.— Buenos días — Hanna habló — ¿No deberías saludar al menos?— Buenas.Dijo Maximiliano, después de pensarlo un momento. La mujer sentada detrás del mostrador de aquel salón de espera los miró con extrañeza, pero Hanna se puso en pie y se acercó a dicha muchacha mientras Maximiliano seguía con la vista fijada en el móvil.— Disculpa, ya está aquí mi