Hanna miró distraídamente su móvil, tenía la esperanza de que su hijo le enviara, aunque sea un texto, pero parecía incapaz de hacerlo, o al menos eso quería pensar porque esa poca esperanza de que pudiera llamarlo en cualquier momento era realmente importante. — Ya estamos aquí, señora — Marín, el chofer habló justo cuando detenía el coche frente a la puerta del colegio. La chica tragó mientras trataba de alargar un poco más la falda de aquel medianamente decente vestido que había encontrado en el armario de la mujer a la que remplazaba. Tiffany no tenía precisamente ropa recatada, así que había tenido que ingeniárselas para cubrir los expuestos hombros que dejaba el vestido con una chaqueta demasiado corta para siquiera llamarse chaqueta. La mujer hizo una mueca de disgusto cuando los zapatos le molestaron, colocó el móvil dentro de su bolsa y esperó a que los niños comenzarán a correr hacia fuera cuando la campana anunció el fin de las clases. Hanna había planeado acercarse a lo
Maximiliano corrió con prisas hacia el hospital cuando recibió la llamada del chofer informándole de que los niños habían tenido un accidente al salir del colegio. El miedo se movió por su cuerpo mientras subía a la planta vip del hospital donde los habían llevado y su cuerpo solo se calmó cuando sus ojos se encontraron con los de Marín, el chofer.Maximiliano pasó una mano por su rostro cuando vio a sus hijos sentados en las sillas del salón de espera. El hombre corrió hasta ellos, abrazó a Liam antes de mirar a su pequeña Leila, que tenía los ojos enrojecidos de tanto llorar.— ¿Está bien todo?, están bien ustedes, qué fue lo que pasó, porque no están en casa.Maximiliano habló con prisas mientras se cercioraba una vez más de que ambos niños estuvieran bien. Liam miró a su padre durante un minuto antes de hablar.— Estamos esperando por mamá — dijo —. La llevaron dentro hace unas horas y aún no salen.— ¿Tiffany? — Maximiliano no entendió — ¿No entiendo alguien les chocó?— No, seño
Hanna agradeció aquella oportunidad que le habían dado, alisó la falda plisada de color azul que le había costado encontrar y tragó incómoda mientras esperaba en la sala de aquel consultorio lo que su supuesto esposo llegará.La mujer miró la hora en su reloj, trató de pensar positivamente, pero en su interior esperaba que Maximiliano nunca llegaría, porque realmente no quería aquella terapia y Hanna lo entendía, su verdadera mujer parecía ser realmente insufrible. La puerta de la clínica se abrió, la chica se puso en pie por instinto y su supuesto esposo ni siquiera la miró.— Tengo solo una hora libre, así que no perdamos más el tiempo.— Buenos días — Hanna habló — ¿No deberías saludar al menos?— Buenas.Dijo Maximiliano, después de pensarlo un momento. La mujer sentada detrás del mostrador de aquel salón de espera los miró con extrañeza, pero Hanna se puso en pie y se acercó a dicha muchacha mientras Maximiliano seguía con la vista fijada en el móvil.— Disculpa, ya está aquí mi
— Trataré de volver temprano hoy en la tarde — Maximiliano dijo aquello mientras esperaba a que el chofer se acercara con el auto fuera de la clínica — pero realmente no te prometo nada, a diferencia de ti, yo tengo muchas cosas en que ocuparme.— La psicóloga dijo que debíamos…— Dije que trataría de volver para cenar, como si eso realmente fuera a ayudar en algo, así que no te quejes. —El chofer llegó — Ten buena tarde, Tiffany.Hanna miró a Maximiliano marcharse, sus dedos se aferraron al azar de su bolsa mientras trataba de no pensar en el montón de cosas que Había dicho la doctora parecían haber hecho el matrimonio de la mujer que suplantaba prácticamente una cárcel.La chica caminó hacia el parquing a la vuelta de la esquina y odio aquellos bonitos pero incómodos zapatos de tacón. Hanna estaba segura de que había mucho más que monotonía o situaciones que llevaron a un engaño para destruir aquel matrimonio. Sin embargo, que podía decir u opinar ella que solo había llegado para su
Maximiliano miró la copia de la lista que había recibido en la consulta de aquella terapeuta matrimonial y resopló dejándola a un lado mientras intentaba concentrarse en los gráficos frente a él en el ordenador. Había sido una tortura, escuchar a alguien ajeno, escuchar sobre una relación inexistente. Había odiado ver la expresión de Tiffany mientras él explicó con pelos y señales lo amargo que habían sido aquellos años. ¿Por qué su molesta mujer se empeñaba en lucir como una santa? ¡Todos los problemas en aquel infierno de matrimonio venían de ella! ¿Por qué? Porque nunca se habían llevado bien, porque lo primero que le dijo cuando lo vio fue que era desagradable y el día de su tan odiado matrimonio simplemente dio el si quiero y fue a dormir a la habitación del cocinero que preparó el pastel de bodas. — ¿Crear una nueva historia?, si como no. El hombre se enfurruñó mirando los borrosos números en la pantalla, pero al no poder concentrarse simplemente tomó la hoja de tareas para
— Espero que esté lista la cena — Hanna miró a la empleada que encontró a dos pasos de las escaleras y respiró con profundidad cuando miró su teléfono.La empleada la miró con extrañeza, pero asintió antes de alejarse de ella. La mujer caminó hacia la pequeña sala donde sabía que se encontraban los hijos de la mujer que debía suplantar desde que llegaron del colegio y la mujer suspiró antes de abrir dichas puertas.Liam miró a la mujer que entró en su habitación, el niño deslizó la mirada rápidamente hacia la escayola en su brazo derecho y luego clavó la vista en el suelo. Hanna se dio cuenta de que definitivamente aquellos niños estaban más asustados que cualquier cosa. La chica suspiró una vez más antes de sonreírles.— ¿Qué tal los el colegio? — Hanna sonrió — ¿Les fue bien en la escuela?La niña sentada en un pequeño pupitre no la miró, el chico se encogió de hombros sin decir nada. Hanna se acercó un poco más e intentó tocarlo, pero no fue capaz, ya que el niño se apartó de ella
Maximiliano cerró su libro cuando Tiffany se sentó a su lado con una nueva pijama que le pareció demasiado como para que una risa incrédula saliera de su boca. Aquel juego de dos prendas color rosa satinado compuesto por una camisa de manga corta y un pantalón se ajustaban a su cuerpo, un cuerpo que Maximiliano ni siquiera se había detenido a mirar antes.Detestaba tanto a Tiffany que incluso su buen aspecto nunca le logró interesar realmente. Su esposa se sentó a su lado y el hombre notó también el nuevo aroma que desprendía, era una esencia simple que hizo que Maximiliano solo frunciera mucho más su ceño.— ¿Has cambiado de perfume?— ¡Oh! — Hanna miró a Maximiliano — la mujer de la tienda fue muy insistente y compré la loción, pero si huele muy fuerte pudo darme una ducha.— Me da lo mismo.El hombre masticó las palabras mientras se cruzó de brazos. Hanna ignoró el enfado en el rostro de su supuesto esposo y sonrió para comenzar a hablar cómo debían hacer, según la terapeuta. Maxim
Hanna despertó sintiendo que el murmullo que se filtró desde la ventana era demasiado alto como para ignorarlo. La mujer limpió el sueño de su rostro con una mano antes de caminar hacia la puerta de su habitación que aún permanecía cerrada. La empleada que pasó apresuradamente frente a ella con un florero inmenso de aspecto anticuado hizo que la mujer la siguiera aún descalza fuera del cuarto. Bajó las escaleras antes de que pudiera siquiera llamar a la empleada y solo se detuvo cuando vio la puerta principal de aquella mansión abierta de par en par. — ¿Sucede algo, señora? — Hana fue cuestionada por el ama de llaves que se acercó a ella, apenas la vio — ¿Qué hace aquí abajo? — Que es todo este… Este jaleo — Hanna miró a dos trabajadores arrastrar una mesa fuera de la casa —. ¿Dónde están llevando todas esas cosas? — ¿Lo olvidó? — La mujer pareció un tanto incrédula — hoy es su aniversario, su madre ya ha enviado todos los arreglos y listas, así que no tiene que preocuparse. — ¿Ho