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La sustituta de la esposa del CEO
La sustituta de la esposa del CEO
Por: Laurann Kleypas
Capítulo 1 : Sin absolutamnete nada

Capítulo 1 : Sin absolutamente nada

Estaba perdida. Hanna limpió las lágrimas que caían de sus ojos mientras la fría y solitaria sala de espera del bufete para abogados donde se encontraba le parecía el último lugar del mundo donde quería estar. Hacía dos meses, el bastardo con el que se había casado cinco años atrás se había ido, se había llevado cada centavo que habían reunido o, mejor dicho, que ella había reunido y le había presentado el divorcio.

¡El divorcio!

La vida había sido difícil para Hanna, su madre la había abandonado en casa de su abuela, había crecido con una mujer mayor y cascarrabias que de algún modo la orilló a querer escapar de casa con la primera persona que le dio algo de amor.

Aquel había sido el motivo de que se casara demasiado joven con un hombre tres años mayor. Las cosas habían ido bien hasta que se había quedado embarazada, pero para cuando el niño nació, Hanna incluso lo había agradecido. Nunca había estado enamorada de su esposo, pudo verlo con claridad justo cuando descubrió que tenía una amante mucho más joven.

Ni siquiera le importó. Sin embargo, ese maldito le había robado a su hijo, para castigarla aún más, la había dejado en la calle, había contratado a un abogado malicioso que se ayudó del hecho de que solo había terminado el instituto para darle más constancia al hecho de que no podría mantener al niño por sí sola.

¡Ella había reunido cincuenta mil dólares!

Con trabajos de bajo sueldo, Hanna sabía qué era capaz de cuidar de su propio hijo, pero el juez ni siquiera la escuchó. Nadie la había escuchado antes, aunque nunca tuvo que hablar realmente, sin embargo.

Las cosas cambiaban cuando lo único que le importaba había sido alejado de ella. Su vida miserable de esos últimos años con Harry habría sido en vano si aquel hombre tenía a su hijo. Él realmente no podría cuidarlo, era demasiado cruel y aquello aterraba a Hanna.

La mujer miró a la recepcionista que achicaba sus ojos con extrañeza mientras la observaba. Llevaba aún el uniforme de la funeraria donde había estado limpiando los últimos meses para conseguir pagar aquel carísimo abogado en Manhattan.

— Puede pasar señora Ramos — la mujer detrás del mostrador le habló a Hanna — el abogado Smette le espera

La mujer se puso en pie, caminó tranquilamente hacia la puerta y lanzó a la basura el pañuelo de papel que había usado para limpiar sus lágrimas. La mujer suspiró mientras se sentaba justo frente al escritorio de aquel hombre.

— Buenas tardes, señora Ramos, he visto su expediente, así que vayamos al grano.

— ¿Tiene usted un trabajo estable?

— No, aún no soy fija, pero mi jefe dice que en un par de semanas yo…

— ¿Tiene un lugar donde estar?, ¿Una renta estable?, un lugar donde podamos asegurarle al instituto de niños y familia que está completamente a salvo.

Hanna abrió y cerró su boca tratando de encontrar la forma correcta de responder aquellas palabras, sin embargo, no podía dar una afirmación positiva a ninguna de aquellas palabras.

— Estoy en ello, pienso irme a vivir con mi abuela en un par de semanas y le aseguro que mi hijo tendrá todo lo necesario, así que…

— No puede estar en ello, su exmarido ha declarado que usted es insolvente, que no tiene trabajos fijos o el recurso necesario para brindarle un techo a su hijo — la miró — también dijo que su abuela, es una mujer mayor que necesita cuidados, cuidados que tiene que pagar el gobierno porque usted no puede cubrir su seguro.

— Lo sé, pero eso no tiene nada que ver con mi…

— Todo tiene que ver, señora, y realmente quiero ayudarla, pero no veo forma de que gane si contra demandamos — respondió el abogado —. Para serle sincero, ni siquiera creo que pueda pagarme.

— ¡Pero, ¿cómo se atreve? — Hanna se indignó ante aquellas palabras — ¡Por supuesto que puedo pagarle! Estoy trabajando para eso, vine aquí a que me diera una solución, ¡no a escucharle decir que soy una muerta de hambre!

— No me malinterprete, es solo que es un hecho que usted…

— ¿Sabe qué?, buscaré otro abogado, no quiero tener nada que ver con personas como usted.

La mujer se puso en pie, se acercó a la puerta y cuando se abrió, no solo la secretaria la miró como si hubiese escuchado prácticamente todo lo que había dicho, sino que una mujer, increíblemente idéntica a ella, se puso en pie para pasar a su lado y entrar en la oficina. Hanna se quedó un segundo.

Trastornada por lo que había parecido un espejismo, miró sobre su hombro aún en shock, pero la puerta del despacho se cerró, recordándole que probablemente solo había sido una ilusión.

Tiffany ni siquiera miró mucho a la mujer que sin duda parecía una copia barata de ella. Miró hacia atrás antes de cerrar la puerta, pero se dijo que probablemente solo era una pobre mujer con la suerte de verse bien. La chica se sentó en la silla frente al abogado que había contratado. Se cruzó de brazos mientras el hombre carraspeó desviviéndose por atenderla.

— Señora Almar, es un placer tenerla en…

— ¡Quiero saber cómo hago para detener esto! — la mujer empujó la absurda carta que había recibido hacía dos semanas desde Tennessee.

El abogado miró la carta con curiosidad, la leyó antes de alzar la mirada hacia la mujer demasiado molesta que tenía enfrente y carraspeo una vez más para hablar con ella.

— Esta es una demanda de divorcio, al parecer su esposo la está acusando de infidelidad y abandono de hogar por tiempo relativamente prolongado, también dice que prefiere que sea de mutua acue…

— ¡Infidelidad!, no sé de dónde saca eso y solo he estado fuera de casa seis meses — la mujer achicó sus ojos — sabe perfectamente donde estoy, he pagado la renta con su dinero, ese maldito quiere sacarme de su vida, ¡No puedo divorciarme!, impídalo.

— No hay mucho que hacer si uno de los cónyuges quiere el divorcio, le recomiendo volver a casa y que trate de hablar con su…

— ¡No hay forma de hablar con ese miserable lo detesto!, ¡Imposible volver a su casa tampoco!

— Pero no creo que pueda detener esto si no lo haces, señora. Sabe el divorcio es un tema que no exige la aprobación de ambos cónyuges, debería tratar de arreglar las cosas con su esposo.

— No quiero arreglar nada con ese bastardo como ya le dije, solo quiero que me deje en paz, vivir mi vida como quiero sin ningún divorcio.

— Pues realmente no veo cómo solucionaremos esto sin que usted arregle de nuevo la relación con su esposo.

— ¿Comenzar de nuevo? Nunca he tenido algo en primer lugar, así que no hay nada que recomenzar, tendría que volver a nacer para que ese idiota y yo nos… — Tiffany golpeó la mesa frente a ella — la mujer que se fue, ¿qué hacía aquí?, ¿La conoce?

— Oh, bueno, no la conozco, solo… un absurdo caso de custodia, no tiene donde caer muerta, pero quiere recuperar a su hijo de un marido que parece toda una joyita, pero no creo verla otra vez, no creo que pueda ganar ningún juicio así que…

Tiffany sonrió, se puso en pie con prisas y ni siquiera habló con el hombre antes de correr fuera. Sus ojos se movieron hacia la calle cuando consiguió salir del despacho, vio el llamativo traje negro de la mujer que había visto antes. Corrió sobre sus carísimos tacones hasta ella. La tomó del brazo justo antes de que subiera al autobús y dijo lo que realmente pensaba mirando a la extraña directamente a los ojos.

— Hazte pasar por mí y consigue que mi marido no quiera el divorcio — Tiffany soltó a la mujer que la miraba incrédula para limpiar disimuladamente la mano con que la había tocado — te pagaré lo suficiente como para que puedas tener a tu hijo de regreso, escúchame,te prometo que esto no es una locura.

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