En el lujoso crucero Mc Queen, con rumbo a la Isla de Las Bahamas, los esposos Pamela Harrys y Edward Long, celebraban su aniversario de bodas por todo lo alto. Una velada digna de personas adineradas, con invitados especiales del mismo estatus social. La pérdida del hermoso collar de diamantes obsequiado, desata la ira, controversia y deseos más profundos, entre ellos. Amistades del pasado que regresan a cambiar el destino de los enamorados, afectando su felicidad de la manera más vil y cruel. Un secreto muy bien guardado, que involucra la comercialización de drogas y productos ilícitos, entre otros, sale a la luz, trayendo como consecuencia la pérdida física de aquel empresario, cayendo en manos de la mafia. 20 años de casados compartiendo una historia llena de amor, comprensión, lujos, pasión, ahora invadida por la mentira y la desgracia, donde la relación parecía ser perfecta. ¿Podrán ellos superar todos los conflictos y salvar lo queda de ese inmenso amor?
Leer másEn la comisaría el oficial Thompson, hacía las preguntas pertinentes a Pamela, ella solo se limitaba a contestar.—Señora Pamela, ¿cuánto tiempo lleva conociendo a su esposo?—Toda una vida… veinte años de casados.—Es bastante tiempo, el suficiente para saber todo de él, ¿no es cierto?—Supongo que sí, diga ¿qué desea saber?—Su esposo tenía algunos enemigos, uno en particular.—No, él nunca tuvo enemigos, no que yo supiera, jamás lo vi metido en problemas hasta aquella vez. Usted conoce el caso.—Lo sé, señora, pero ¿cómo se llevaba su esposo con las amistades, los trabajadores? ¿Le conoció usted alguna amante?—Sí, no hace mucho tuvimos un problema personal, él se fue de la casa, tuvimos una fuerte discusión, me confesó tener una amante.—¿Cómo se llama esa amante?—Camila Foster.—¿Esa no es la misma mujer que visitamos, mi colega y yo, a su departamento? ¿La esposa del señor Ascanio Serutti?—La misma, oficial, ella tuvo una aventura con mi esposo, pero yo lo había perdonado y re
Pamela esperó a Dolores. Al llegar, la abrazó como si presintiera algo malo. Ella ha tenido siempre ese tipo de premoniciones, teme a los sueños, a lo que siente, a veces piensa que está sumergida en un sueño y que nada de estas angustias y problemas están pasando. Se aferra a no pensar que a su esposo pudo haberle pasado algo malo. Sabe que ese hombre anda suelto por ahí, que puede aparecer y acabar con todo y todos.—Señora le preparé un té de toronjil, para esos nervios, tranquilícese, le sugiero mi señora Pamela que se lo tome completamente, verá que se sentirá mucho mejor.—Eso espero Lola, la angustia no me deja, perdoné a Edward por el amor que siento por él, y no quiero pensar en sus andanzas.—Señora, no piense nada de eso, él está muy contento por el regreso a casa junto con las niñas, no se angustie más, ¿por qué no descansa un rato? de pronto, vuelve más tarde—reintegró Dolores la propuesta.Amaneció muy de prisa, Pamela bajó peor que como la dejó Dolores la noche anterior
Al regresar del almuerzo, el señor Long, se dispone a preguntarle a su asistente ciertas cosas que lo están inquietando, él piensa en las respuestas que podría darle, pero está preparado para darle una buena respuesta.—Señorita Caroline, la estaba esperando, ¿cómo estuvo su almuerzo?—Bastante bien señor, ¿el suyo?—¡Delicioso! En el hotel preparan unos exquisitos platos, no puedo quejarme.—¿Se está quedando en un hotel Sr.?—Sí, tengo tiempo viviendo en ese hotel desde que salí de casa, ¡ah! Estoy por volver, quería contárselo.—¡Vaya, eso si es noticia! Creí que vivía en otro sitio.—¡Pues fíjese que no! Está muy mal informada señorita Carol, ¿me gustaría hacerle una pregunta si es posible?—Pregunte con confianza, que quiere saber, le contestaré si está a mi alcance.—¿Dígame algo? ¿Por qué mintió con respecto a la pastilla? Ni fue a la farmacia, ni pasó por la sala de primeros auxilios, ¿qué tiene que decir al respecto?La asistente de Edward se quedó muda por un momento, no sab
Pasaron los días, Edward, continuó viendo a sus hijas sin problemas, se quedaba a comer a disfrutar de la piscina, no tenía hora para entrar y salir. Pamela le gustaba ver felices a sus hijas, los momentos que pasaron fueron inolvidables, poco a poco se les iba olvidando a los esposos la separación.Mientras tanto, en la posada, Camila solía reprocharle a Edward todo lo que hacía y dejaba de hacer Ed, ya estaba cansada de ver a su hombre estar día y noche metido en la mansión de su mujer, siempre con el cuento de las hijas. Desde que pasó todo ese desorden sentimental, Camila y Pamela no se ha dicho palabra alguna.El enfrentamiento entre ellas, lo han evitado para no caer en malos entendidos, mucho menos enfrentamientos de mal gusto. Camila ha tratado de llamarla, pero Pam no contesta, no se prestará para semejante bochorno, ella sabe que Edward la ama y que jamás lo hará.Edward se encuentra entre la espada y la pared, su vida compartida no le ha resultado muy fácil, desea estar co
Por un momento sus pensamientos se fueron lejos, cuando por primera vez se entregó a él, no era el mismo hombre, porque en las cartas, notas de voz, imágenes desde el PC, se veía diferente, entonces es de unos días para acá que ese muchacho no la está pasando muy bien que digamos.—Holaaa… Padres, ¿cómo están, se ven muy bien? Hermanita, ¡ven, abrázame! ¡Estás hermosa! ¡Los extrañé tanto!—Hola hermana, nosotros muchísimo más… ¡No imaginas cuánto!—Ven hija, estás radiante, ¡has cambiado mucho!—Sí, padre, mucho, los amo, mami, te noto un poco callada, ¿no te alegra verme?—Hija de mi alma, ¿cómo puedes decir eso? Si te he extrañado cómo a nadie en el mundo, es solo que tengo una profunda tristeza que no puedo disimular, se me hace muy difícil.—¿Madre que pasa?—Tranquila hijita desde que te marchaste a estudiar afuera, las cosas han cambiado mi amor, ya te contaremos, ahora regresemos a casa.—Esperen un momento, si quieren pueden esperarme afuera, necesito unos minutos.Al ver a Ol
Esa tarde las cosas marchaban normales, el señor Long había salido a almorzar y no había regresado, ya su asistente estaba allí, haciendo su trabajo, repicó el teléfono de la oficina de Edward, ella enseguida contestó.—Aló, buenas tardes, le habla la señorita Ricks, ¿quién habla?—Buenas, soy un amigo del señor Long, se encuentra por favor.—El señor Long, no se encuentra, ¿desea dejarle alguna razón?—No, no se preocupe, lo llamaré luego.—¡Espere un momento! Su voz me es conocida, ¿es usted el esposo de la señora Foster? Tengo cosas que hablar con usted.—Sí, lo soy usted decirme ¿qué? ¡Sobre mi esposa Camila!—Sé que está oculto, pero necesito decirle algo muy importante, tiene cómo anotar, le daré mi número del celular, llame y hablaremos… ¡Usted sabe quién soy!—Muy bien, puede esperar mi llamada en cualquier momento, espero que no me haga perder mi tiempo.—Le agradecería no decir nada con respecto a esta llamada, por favor, creo en su palabra, sea discreto lo que debo decirle
Muchas veces le dejamos al tiempo, algunas cosas que podemos solucionar de inmediato sin importar lo que se tenga que sufrir, amargar, pero consientes siempre de decir lo que sentimos, sin ocultar las verdades, las necesidades. Edward y Pamela se aman, se necesitan, pero ambos están pasando malos momentos por cometer errores lastimosos, casi insuperables, reconocer lo bueno, lo malo, las circunstancias es una manera de evitar el rompimiento de la relación.Pamela, después de visitar a su esposo en la oficina, llegó a casa hecha un mal de lágrimas, no podía imaginar él cuanto dolor le causó al decirle que vivía en casa de Camila, se repetía muchas veces por qué con esa mujer, nunca se cansaría de decirlo. El sufrimiento la tenía desbastada, agotada, casi sin querer vivir, ama tanto a su marido que piensa jamás superar semejante traición.—Señora Dolores, prepare por favor un té, esos los que usted prepara para dormir, si no buscaré una de esas pastillas para descansar con más tranquili
Edward salió de prisa, desayunó muy poco, mientras iba conduciendo recibió una llamada de Caroline, preguntando por qué se está tardando.—Caroline ¿cómo estás? Ya estoy llegando a la oficina.—Señor Long, disculpe lo están esperando.—¿Quién señorita?—¡Su mujer y su hija! Ambas tienen rato esperando por usted.—Está bien atiéndalas mientras llego.Edward llegó a la empresa, caminó despacio por el pasillo que va directo a su oficina, pasó primero por la de Caroline, ella no estaba en ese momento, cuando ya salía de su oficina llegó ella diciéndole.—Señor Long, disculpe, ¿pero algo no anda bien con su señora? Lleva rato en su oficina sin decir nada, me extrañó su actitud.—No es nada que no se pueda resolver, son mis asuntos, señorita Caroline, por favor dispense —se retiró a su oficina.—Buenos días, hija de mi alma, ven acércate, deseo abrazarte.—Papi, hoy no te vi en casa, mami me dijo que te vas de viaje, quiero despedirme, ¿papá, tú pensabas viajar sin decir nada?—No mi amor,
—Buenas noches, Edward, sé que no dormirás muy bien, igual yo, mis pensamientos se quedaron en ese lugar, cuando vi aparecer a esa mujer sabía que lo cambiaría todo.—¡No serán buenas para nada! Me estás echando de mi casa, ¿piensas que tú tienes más derecho que yo? En este problema, tú cometiste el mismo error, me fuiste infiel con ese mal nacido, ahora la culpa es solo mía.—¡Ya te lo expliqué todo! No me enamoré de ese hombre, creo no entender en aquel crucero, todo perfecto, la fiesta nuestros veinte años de estar amándonos, juntos cómo lo prometimos delante del aquel altar, juramos ser fiel uno del otro.—Pam, mi amor, lo sé y estoy sumamente arrepentido, ¿qué le diré a las niñas? —comentó Edward con los ojos llenos de lágrimas suplicando a su esposa.—¡Puedes hablarle de un largo viaje! Por ejemplo, o más bien coméntale sobre tu amante, diles la verdad.—… Y tú, la tuya, no me estoy justificando, pero por una joya no se debe perder la dignidad. A pesar de amarte tanto Pamela por