—¿Tomaste mi collar?
—¿Cómo se te ocurre preguntarme eso? ¿qué estás insinuando? Si yo te lo di. Pudo haberse caído en la oscuridad, con los tropiezos. – respondió en tono alterado, poco usual en él.
Sorprendida, lo abrazó y rompió en llanto. Él intentó consolarla para evitar que perdiera el control. Ella miraba de un lado a otro, como buscando un culpable, entretanto, sintió en su hombro la mano de un hombre que, al darse la vuelta, descubrió que se trataba de su gran amigo Ascanio Serutti.
—¡Hola Pamela! ¿qué ha pasado? – saludó con naturalidad.
—¿Qué haces tú aquí? – reclamó.
— Negocios. Ya me enteré que estás celebrando. –
—¿Cómo te enteraste? – preguntó incrédula.
— Me lo dijo un pajarito, o en este caso, una pajarita. – rió sarcástico.
— Y ella ¿no tiene nombre? –
— Ya, dejemos eso. –
Ascanio era un hombre de armas tomar, ambicioso y suspicaz. Con cierta debilidad para los negocios turbios, siempre estuvo enamorado de Pamela, desde la universidad. Sin embargo, ella lo veía como un amigo, de esos que están en las buenas y malas. Pero esta vez estaba confundida, no sabía en qué lugar estaba.
—¿Qué sucede? – insistió.
— Acabo de perder el regalo que me dio Edward. – respondió sollozando.
— Ah, debe ser de mucho valor, para que te encuentres tan alterada. –
— Sí. Es de mucho valor, pero sentimental, por nuestro aniversario de boda.
— Ya aparecerá, no te preocupes. ¿Avisaron a la seguridad del barco? – dijo frotando su hombro.
— Creo que sí. – contestó, con más calma.
Edward solo observaba las atenciones de aquel hombre que quizás vio alguna vez, pero se le imposibilitaba recordar. Se acercó.
—¿Lo conozco? ¿Es usted amigo nuestro o más bien de mi esposa? – preguntó con mal tono.
— Pues como lo ve, sí lo soy. Tenemos mucho tiempo conociéndonos, y a usted también ¿no me recuerda? – respondió de forma irónica.
Lo miró por un instante.
—¡Claro! Eres el hombre que siempre andaba tras las faldas de mi esposa. O no solo de ella, sino de todas las chicas que solían estar a su alrededor – mofó.
Ascanio hizo poco caso al comentario de mal gusto, dirigiendo su mirada a un lado, notando que se acercaba su prometida, Camila. Se acercó luego de hacerle una seña a su novio.
— Edward, Camila. Camila, Edward – acompañando sus palabras con un gesto. Ya conoces a la anfitriona, no tengo que presentarlas.
— Ya la saludé lo que no sabía era que estaban juntos. – refutó Pamela.
— Nos enamoramos, fue como una chispa. Ella es muy hermosa ¿no te parece, Edward? – dijo Ascanio poco sorprendido.
—¡Salud! Por todos y para todos. – exclamó Camila con una copa de champagne en sus manos dirigiéndose a Pamela.
— Estoy preocupada por mi valiosa prenda, no estoy para brindis. – respondió de forma cortante.
Llegado el momento de la requisa, y con mucha vergüenza los pasajeros criticaban el momento, era algo de lógica que alguien había tomado el collar, pero la pregunta que todos se hacían era “quién haría eso”. Reunieron a todos y la joya no apareció.
— Acompáñame a mi habitación, no me siento muy bien. – dijo Pamela a su amiga. La cual aceptó con mucho gusto.
— Caminaron hasta su aposento y la dejó allí, regresándose al salón. Camila quería seguir disfrutando de la velada a pesar de lo sucedido. Ascanio charlaba muy ameno con sus conocidos, vaya usted a saber qué se traía entre manos, mientras el barco estaba por atracar en la Islas de Las Bahamas, el trayecto pareció más corto. Entretanto, algo surgió de las aguas marinas, con muchas luces de colores que sorprendió a la mayoría de los pasajeros que se encontraban en la cubierta. Los colores eran muy intensos, haciéndolos sentir extraños, como si les permitiera ver todo diferente, parecían haber enloquecido. Los músicos comenzaron a tocar melodías sin llevar un ritmo específico, ya habían desaparecido de la vista de los espectadores, sin embargo, nadie explicaba por qué de repente algunos estaban abrazados en pleno salón, uno de los mesoneros comía y bebía de su bandeja sin control. Definitivamente algo no estaba bien.
Pamela que ya se encontraba mejor, salió en busca de Edward, pero no logró encontrarlo. Preguntándose dónde estaría, aun aturdida. En aquel momento las cosas no estaban muy claras, pues buscó también a Camila y no dio con ella.
—¿Por qué tan sola? – preguntó Ascanio de buena forma y educadamente al verla.
— No lo sé, estoy buscando a mi esposo. – contestó con voz quebradiza.
—¿A tu esposo?
—Sí ¿o crees que te estaba buscando a ti? No tengo nada que ver contigo. -
— En otros tiempos sí tenías que ver ¿recuerdas aquellos días en esa cabaña donde nos amamos sin control alguno? ¿ya no te acuerdas cómo te entregaste a mí? ¿cómo rosabas mis labios sin decir nada? Solo se escuchaban tus gemidos, y yo creí que me amabas, pero no. Para ti fue diversión, y nada más. Yo, sin embargo, quedé totalmente enamorado de esa noche, pero mucho más de ti. –
Ascanio era un hombre muy guapo y razonable. Pamela nunca vio eso en él, solo lo negativo, quizás como todo. Las personas cambian con el tiempo. En ese momento se sintió muy confundida, pues prácticamente estaba recordando todo lo que sucedió entre ellos, el encuentro amoroso que vivieron, para ver cómo reaccionaba, aprovechando el instante en el que se encontraba más vulnerable, apagada y triste.
Pamela le dio un abrazo a su gran amigo, como lo llamaba desde siempre, pero él no perdió la oportunidad para llevarla a su camarote, disimulando para no llamar la atención. La tomó entre sus brazos, rosando sus labios nuevamente, colocándola suavemente en el lecho, olorosa y enorme, previamente adornada con pétalos de rosas blancas y rojas, pues él sabía que eran sus colores favoritos. La habitación estaba repleta de flores, desprendiendo el aroma, perfecto para la ocasión. Lo había preparado todo. Se entregó a sus brazos, sollozando mientras abrazaba y acariciaba con locura a su amigo. Por un momento dejaron atrás lo ocurrido, entregándose al amor. Se sentían como si algo los hubiese drogado, quizás podría atribuirse a las luces que tocó muchos corazones secos de ilusión y pecados decorosos.
Mientras, en otro camarote, pasaba algo similar. Camila y Edward habían conversado, detonando una atracción parecida a un flechazo. Solo se miraron y ambos sabían que esa mirada ocultaba deseos de tener la mejor noche, el mejor placer y la más inigualable aventura.
Todo parecía normal hasta que el barco sonó su primera alarma de llegada, mientras los pasajeros se alistaban para ir a retirar sus equipajes. Camila y Edward apenas despertaban un poco asombrados por lo sucedido, pero consientes de todo, con cara de felicidad, pues ambos necesitaban unir esa pasión desenfrenada que sentían a pesar de las consecuencias. Edward se acercó a su oído preguntándole, casi como un susurro.—¿Eres así con tu novio? -—¿Como así? – Contestó.Apasionada, fogosa, totalmente entregada, desenfrenada. - dijo— Solo contigo me siento de esa forma eres único y lo tienes todo, me hiciste perder la razón y esto no queda aquí te lo aseguro Ed, nos volveremos a ver muy pronto. – aclaró.Edward con un poco de seriedad en su rostro, le acepta las palabras a Camila. Se despiden con abrazos, cada uno con una sonrisa en los labios haciendo ver que la pasaron muy bien, que el recuerdo les quedará para una nueva cita amorosa llena de pasión y lascivia. Ya todo el salón estaba r
—¡El precio! ¿Eso fue lo que significó para ti?— Quizás al principio, pero después sucedió algo dentro de mí que cambió el rumbo y me entregué con pasión, desde ese día las cosas han cambiado un poco, me siento muy mal por haber traicionado a mi esposo, él no lo merece.— Tal vez, pero deja te digo algo, nosotros siempre buscamos en otras mujeres cosas diferentes, amor, pasión, compañía, es difícil estar solo.— Pero tú tienes tu novia, ¿Qué tiempo tienen con Camila?— Un montón de tiempo — bromeó.— Vaya, parece bueno ¿la quieres mucho? Lo pregunto por todo esto que está sucediendo.— Ya sabes, estas cosas suelen suceder, incluso a tu marido ¿no has pensado en eso Pamela? Deberías.Ella no hizo mucho caso al comentario de Ascanio, pero él la tomó nuevamente entre sus brazos y con un movimiento un poco brusco, la acarició con una pasión infinita, ella no pudo resistirse y accedió a su desbordado deseo, los latidos del corazón de Pamela se podían oír a lo lejos y en un abrir y cerrar
Aclarando el día, muchos de los huéspedes, se veían a lo lejos ejercitándose, quizás tratando de poner el cuerpo, mente y uno que otros pensamientos en orden, otros paseaban por el jardín, admirando lo hermoso del sitio. Mientras tanto, el señor Ascanio Serutti, disfrutaba de la sauna, es uno de los lugares donde pasa mucho tiempo. Las personas que visitan el hotel se sienten como en casa, es una manera de pensar que no están tan distanciados de sus seres queridos.En el momento en que la mañana transcurría, Edward Long, le comentó a su esposa que iría a platicar con unos amigos, pero cuando se acercó se dio cuenta que Ascanio estaba conversando con algunos de ellos, pues le llamó la atención que tuvieran algo en común. Ascanio volvió la mirada, se acercó a Edward y emitió un comentario.—Venga amigo mío, quiero presentarle a unos amigos.—Ya conozco algunos de ellos, buenos días señores el gusto es mío, —acotó Edward extrañado, balbuceando unas palabras, el cual no le prestaron atenc
Navegaron tranquilamente, todo estaba en calma, la gente caminaba de un lado a otro esperando que pasará algo, cuando de pronto se escuchó a lo lejos un sonido muy agudo que penetraba en lo más profundo de los oídos, se sentía que venía de lo más profundo de las aguas, es aterrador escuchar algo semejante, es para enloquecer, de repente comenzó a penetrar en todos los rincones del barco, una nubosidad intensa, como humo denso, no se podía ver absolutamente nada, los pasajeros gritaban para poder escucharse entre ellos, el sonido comenzó a bajar mientras se tropezaban unos con otros pidiendo disculpas, era lo que apenas se podía oír.Pamela estaba muy asustada, abrazó a Edward.—Mi amor si este es nuestro último momento, debo decirte algo…En ese instante alguien gritó—Señores, tranquilos ya todos está pasando, pronto saldremos de esta, es solo una neblina—¡Neblina…! no lo creo, esto es algo totalmente diferente, es extraño.Todos estaban sorprendidos, pero ya todo estaba volviendo a
En las familias no todos tenían que seguir los patrones de los padres, en este caso a Pamela le gusta ir a la iglesia con su madre, pero Ashley no era muy religiosa, cuando pequeña los acompañaba casi que obligada y ella poco a poco fue soltando esa costumbre, solo acudía en momentos que en verdad ameritaran su presencia.Los hombres eran pocos los que seguían la religión. Edward siendo un hombre con una espiritualidad bastante grande, con un corazón que no le cabe en el pecho, asistía muy poco a misa, quizás no se acostumbró a ir con los padres y si lo hizo fue por poco tiempo, a pesar de haber celebrado su matrimonio por la religión católica y excusándose con el exceso de trabajo.En la mansión de los Long Harrys, marchaban las cosas un poco más tranquilas, pero nunca faltaba en algún momento algo inesperado, siempre surgía uno que otro traslado para Edward, fuera del país, era parte de su trabajo, esta vez viajaría a Texas, donde la compañía tenía negocios y ameritaban su presencia
Camila conducía velozmente, algo le había molestado de la charla que tuvo con Pamela, pero en sus pensamientos solo rondaba una pregunta, «si es así ¿por qué enloqueció en mis brazos?» Camila no entendía estaba confundida, «¿será que Edward sabe cómo divertirse y enloquecer a cada una de las mujeres con quien ha estado?» los pensamientos de ella no cesaban en su cabeza, trató de no pensar más en eso y siguió su camino tranquilamente después de suspirar y respirar profundamente, se sintió más relajada, pero aún no estaba clara de lo que había escuchado, por un momento pensó en el crucero, esas luces de colores que invadieron ese día el barco, despertaría algo en ella un sentimiento profundo, que quizás tenía dormido después de pasar tanto tiempo alejada de Edward, pero entonces ¿que sentía por su amado Ascanio? Siempre ha dicho que lo ama, lo extraña, pero está enamorada del esposo de su amiga Pamela.Siguiendo la ruta a donde se dirigía Camila, se estacionó en un sito, entró y pidió u
Edward la besaba con desesperación, sus manos recorrían todo su cuerpo, desesperado por poseer a esa mujer que penetró en su habitación e invadió su cuerpo sin decir un previo si o un no, no podía creer lo que estaba pasando, lo tomó por sorpresa, pero quizás la sorprendida fue ella, pues su jefe sabía cómo hacer feliz a una mujer en el sexo y más si le gustaban esas piernas largas y esos grandes senos que lo enloquecían. Por la sangre de Caroline corría por sus venas como un líquido caliente, sus entrañas ardían como fuego, no podía aguantar las sensaciones sin expresarlas, es una mujer fogosa, lujuriosa, indomable en la cama, no tiene rival para disfrutar de una inmensa pasión que la lleva al cielo y la baja en un mismo sentido. Ella había tenido otros amores, pero nunca había deseado tanto a alguien como a Edward, ese jefe que solo la miraba para que hiciera todas las cosas que a él no le correspondía hacer, nunca se atrevió a mirarla de otra manera y eso molestaba a Caroline en cie
Ya firmado y finalizado en trato, Edward se dispuso a revisar de nuevo los papeles, pues aún le quedaban dudas, pero se dio cuenta que todo se veía legalmente, tomó sus cosas, se despidió y salió del lugar, en ese momento recibió la llamada de Caroline, le contestó y solo le dijo voy en camino, pero no dejaba de pensar en lo que el Sr. Serutti le comentó, no pudo fijarse bien en su cara, pues no se dejaba ver con claridad y nunca le dio el frente para que no se fijara en los detalles, el Sr. Branner, supo cómo envolver al señor Long en ese negocio y empresa fantasma.Llegó al hotel unas horas después, Caroline lo esperaba en la entrada para asegurarse que pasara y no darse cuenta, lo saludó, preguntándole:—¿Cómo te fue?—Creo que bien…—¿Crees que bien?, hablas como si no estuvieras seguro de lo que hiciste.—Tal vez no estoy muy convencido, de haber hecho negocios con ese hombre que apenas conozco.—Debiste pensarlo antes, ya no hay tiempo, ¿firmaste unos papeles y no sabes que esta