Muchas veces le dejamos al tiempo, algunas cosas que podemos solucionar de inmediato sin importar lo que se tenga que sufrir, amargar, pero consientes siempre de decir lo que sentimos, sin ocultar las verdades, las necesidades. Edward y Pamela se aman, se necesitan, pero ambos están pasando malos momentos por cometer errores lastimosos, casi insuperables, reconocer lo bueno, lo malo, las circunstancias es una manera de evitar el rompimiento de la relación.Pamela, después de visitar a su esposo en la oficina, llegó a casa hecha un mal de lágrimas, no podía imaginar él cuanto dolor le causó al decirle que vivía en casa de Camila, se repetía muchas veces por qué con esa mujer, nunca se cansaría de decirlo. El sufrimiento la tenía desbastada, agotada, casi sin querer vivir, ama tanto a su marido que piensa jamás superar semejante traición.—Señora Dolores, prepare por favor un té, esos los que usted prepara para dormir, si no buscaré una de esas pastillas para descansar con más tranquili
Esa tarde las cosas marchaban normales, el señor Long había salido a almorzar y no había regresado, ya su asistente estaba allí, haciendo su trabajo, repicó el teléfono de la oficina de Edward, ella enseguida contestó.—Aló, buenas tardes, le habla la señorita Ricks, ¿quién habla?—Buenas, soy un amigo del señor Long, se encuentra por favor.—El señor Long, no se encuentra, ¿desea dejarle alguna razón?—No, no se preocupe, lo llamaré luego.—¡Espere un momento! Su voz me es conocida, ¿es usted el esposo de la señora Foster? Tengo cosas que hablar con usted.—Sí, lo soy usted decirme ¿qué? ¡Sobre mi esposa Camila!—Sé que está oculto, pero necesito decirle algo muy importante, tiene cómo anotar, le daré mi número del celular, llame y hablaremos… ¡Usted sabe quién soy!—Muy bien, puede esperar mi llamada en cualquier momento, espero que no me haga perder mi tiempo.—Le agradecería no decir nada con respecto a esta llamada, por favor, creo en su palabra, sea discreto lo que debo decirle
Por un momento sus pensamientos se fueron lejos, cuando por primera vez se entregó a él, no era el mismo hombre, porque en las cartas, notas de voz, imágenes desde el PC, se veía diferente, entonces es de unos días para acá que ese muchacho no la está pasando muy bien que digamos.—Holaaa… Padres, ¿cómo están, se ven muy bien? Hermanita, ¡ven, abrázame! ¡Estás hermosa! ¡Los extrañé tanto!—Hola hermana, nosotros muchísimo más… ¡No imaginas cuánto!—Ven hija, estás radiante, ¡has cambiado mucho!—Sí, padre, mucho, los amo, mami, te noto un poco callada, ¿no te alegra verme?—Hija de mi alma, ¿cómo puedes decir eso? Si te he extrañado cómo a nadie en el mundo, es solo que tengo una profunda tristeza que no puedo disimular, se me hace muy difícil.—¿Madre que pasa?—Tranquila hijita desde que te marchaste a estudiar afuera, las cosas han cambiado mi amor, ya te contaremos, ahora regresemos a casa.—Esperen un momento, si quieren pueden esperarme afuera, necesito unos minutos.Al ver a Ol
Pasaron los días, Edward, continuó viendo a sus hijas sin problemas, se quedaba a comer a disfrutar de la piscina, no tenía hora para entrar y salir. Pamela le gustaba ver felices a sus hijas, los momentos que pasaron fueron inolvidables, poco a poco se les iba olvidando a los esposos la separación.Mientras tanto, en la posada, Camila solía reprocharle a Edward todo lo que hacía y dejaba de hacer Ed, ya estaba cansada de ver a su hombre estar día y noche metido en la mansión de su mujer, siempre con el cuento de las hijas. Desde que pasó todo ese desorden sentimental, Camila y Pamela no se ha dicho palabra alguna.El enfrentamiento entre ellas, lo han evitado para no caer en malos entendidos, mucho menos enfrentamientos de mal gusto. Camila ha tratado de llamarla, pero Pam no contesta, no se prestará para semejante bochorno, ella sabe que Edward la ama y que jamás lo hará.Edward se encuentra entre la espada y la pared, su vida compartida no le ha resultado muy fácil, desea estar co
Al regresar del almuerzo, el señor Long, se dispone a preguntarle a su asistente ciertas cosas que lo están inquietando, él piensa en las respuestas que podría darle, pero está preparado para darle una buena respuesta.—Señorita Caroline, la estaba esperando, ¿cómo estuvo su almuerzo?—Bastante bien señor, ¿el suyo?—¡Delicioso! En el hotel preparan unos exquisitos platos, no puedo quejarme.—¿Se está quedando en un hotel Sr.?—Sí, tengo tiempo viviendo en ese hotel desde que salí de casa, ¡ah! Estoy por volver, quería contárselo.—¡Vaya, eso si es noticia! Creí que vivía en otro sitio.—¡Pues fíjese que no! Está muy mal informada señorita Carol, ¿me gustaría hacerle una pregunta si es posible?—Pregunte con confianza, que quiere saber, le contestaré si está a mi alcance.—¿Dígame algo? ¿Por qué mintió con respecto a la pastilla? Ni fue a la farmacia, ni pasó por la sala de primeros auxilios, ¿qué tiene que decir al respecto?La asistente de Edward se quedó muda por un momento, no sab
Pamela esperó a Dolores. Al llegar, la abrazó como si presintiera algo malo. Ella ha tenido siempre ese tipo de premoniciones, teme a los sueños, a lo que siente, a veces piensa que está sumergida en un sueño y que nada de estas angustias y problemas están pasando. Se aferra a no pensar que a su esposo pudo haberle pasado algo malo. Sabe que ese hombre anda suelto por ahí, que puede aparecer y acabar con todo y todos.—Señora le preparé un té de toronjil, para esos nervios, tranquilícese, le sugiero mi señora Pamela que se lo tome completamente, verá que se sentirá mucho mejor.—Eso espero Lola, la angustia no me deja, perdoné a Edward por el amor que siento por él, y no quiero pensar en sus andanzas.—Señora, no piense nada de eso, él está muy contento por el regreso a casa junto con las niñas, no se angustie más, ¿por qué no descansa un rato? de pronto, vuelve más tarde—reintegró Dolores la propuesta.Amaneció muy de prisa, Pamela bajó peor que como la dejó Dolores la noche anterior
En la comisaría el oficial Thompson, hacía las preguntas pertinentes a Pamela, ella solo se limitaba a contestar.—Señora Pamela, ¿cuánto tiempo lleva conociendo a su esposo?—Toda una vida… veinte años de casados.—Es bastante tiempo, el suficiente para saber todo de él, ¿no es cierto?—Supongo que sí, diga ¿qué desea saber?—Su esposo tenía algunos enemigos, uno en particular.—No, él nunca tuvo enemigos, no que yo supiera, jamás lo vi metido en problemas hasta aquella vez. Usted conoce el caso.—Lo sé, señora, pero ¿cómo se llevaba su esposo con las amistades, los trabajadores? ¿Le conoció usted alguna amante?—Sí, no hace mucho tuvimos un problema personal, él se fue de la casa, tuvimos una fuerte discusión, me confesó tener una amante.—¿Cómo se llama esa amante?—Camila Foster.—¿Esa no es la misma mujer que visitamos, mi colega y yo, a su departamento? ¿La esposa del señor Ascanio Serutti?—La misma, oficial, ella tuvo una aventura con mi esposo, pero yo lo había perdonado y re
Era 4 de julio, día festivo en Estados Unidos, la multitud esperaba para disfrutar de los fuegos artificiales. Mientras continuaba la celebración, zarpaba el crucero Mc Queen, como todos los años en esa época. Todos los pasajeros esperaban el momento para abordar el barco más hermoso y costoso del país. Saldría de las aguas cálidas de Miami, con destino a la isla de Las Bahamas. Era un viaje esplendoroso, muchos pasajeros contemplaban lo fantástico que se veía el cielo destellante de tantas luces de colores. El Mc Queen estaba completamente iluminado, ya iniciaba su recorrido.La mayoría de los turistas venían de familias adineradas, con buenos modales y excelente gusto para vestir. Dicho crucero era uno de los más lujosos, donde se reunían empresarios e integrantes de la realeza, gente de mucho rango. El empresario Edward Long era uno de los que más lo frecuentaba. Ese día viajaba con su esposa Pamela Harrys, hija del muy famoso multimillonario Stuart Harrys. Pamela y Edward estaban