Capítulo V

Aclarando el día, muchos de los huéspedes, se veían a lo lejos ejercitándose, quizás tratando de poner el cuerpo, mente y uno que otros pensamientos en orden, otros paseaban por el jardín, admirando lo hermoso del sitio. Mientras tanto, el señor Ascanio Serutti, disfrutaba de la sauna, es uno de los lugares donde pasa mucho tiempo. Las personas que visitan el hotel se sienten como en casa, es una manera de pensar que no están tan distanciados de sus seres queridos.

En el momento en que la mañana transcurría, Edward Long, le comentó a su esposa que iría a platicar con unos amigos, pero cuando se acercó se dio cuenta que Ascanio estaba conversando con algunos de ellos, pues le llamó la atención que tuvieran algo en común. Ascanio volvió la mirada, se acercó a Edward y emitió un comentario.

—Venga amigo mío, quiero presentarle a unos amigos.

—Ya conozco algunos de ellos, buenos días señores el gusto es mío, —acotó Edward extrañado, balbuceando unas palabras, el cual no le prestaron atención.

—Señor Long, vamos al salón de fumadores ¿nos acompaña? —añadió uno de ellos.

—¡Claro! por supuesto, hablaremos de algunos negocios, supongo.

Se acercaron al salón, tomaron unas copas, hablaron de negocios, dinero, de lo que cada uno hacía en el mundo de las finanzas, la plática fue muy placentera. Bromearon una que otra anécdota entre ellos y la pasaron muy bien, el espacio es muy acogedor, con una decoración bastante armoniosa, los muebles daban una comodidad única, la cálida brisa hacía un sonido muy peculiar, como si se silbara suavemente, las aves volaban y cantaban como un himno que, cuando el sol va cayendo en la tarde, se puede visualizar a lo lejos una gran laguna de peces multicolores. Ascanio y Edward fumaban un cigarrillo, mientras hablaban de algunos negocios, tratando de convencerlo, de cómo ganar muchísimo dinero. Con su palabrerío poco a poco involucraba al señor Long, convenciéndolo de unirse a él y con un cierto desafío en sus palabras. Edward buscó la forma de deshacerse del señor Serutti, pero en realidad lo tenía prácticamente acorralado y enseguida le preguntó.

—¿Quieres poner tu compañía a ganar mucho más dinero? ¿Más del que podrías imaginar? –

Edward se quedó pensando y añadió una pregunta.

—¿Estás seguro de lo que me estás proponiendo? –

—¡Claro que sí señor Long!  nunca había hablado tan en serio, yo soy un hombre de negocios, por ende, puedo ofrecerle algo muy seguro.

—¿De qué negocio estamos hablando? — preguntó.

—Tengo un amigo sumamente adinerado, multimillonario diría yo… con muchas propiedades, terrenos, mansiones y un sinfín de establecimientos, te estoy hablando de mucho money, ¿Estás interesado? –

Edward un poco sorprendido por este hombre, diciendo cuanta cantidad de palabras, solo hablaba de dinero, “me parece que va muy de prisa con ese asunto, puedo sospechar de que está metido en algo extraño, turbio quizás”, pensó en ese momento y mirándolo a la cara le comentó lo siguiente.

—Señor Serutti ¿qué tal si lo pienso mejor y luego se lo hago saber?

—Está bien, como quiera, yo no tengo ninguna prisa, solo puedo decirle que lo piense bien, es una gran inversión y le conviene, a todos nos gusta el poder. –

Ambos se retiraron del sitio, estaba oscureciendo y el hotel les ofrecía una gran cena, Pamela se encontraba cerca de la piscina tomó sus cosas y se alejó hacia la playa, caminó por un rato antes que anocheciera, quería recordar todo lo que vivió la noche anterior, suspiró pensando cómo fue que llegó hasta ese punto en su vida, nunca se imaginó que esto le estuviera pasando. Ella ama a su esposo con toda el alma y hacerle esto con su gran amigo Ascanio la tenía muy confundida.

Ascanio Serutti, es un hombre que sabe cómo divertirse con todas las chicas que conoce, pero con ella era algo muy diferente, le gusta desde que estudiaban en la universidad, pero Pamela tomó otro rumbo y perdió un poco el contacto con él hasta que apareció nuevamente en su vida.

Pamela regresó del paseo, subió a su habitación, ya casi la hora de la cena, mientras tanto Edward estaba en salón esperando a su esposa, cuando se le acercó la asistente Caroline, lo saludó como de costumbre, él la invitó a sentarse para charlar un rato mientras regresaba Pamela, le ofreció un trago y con gusto se lo aceptó y sonriendo le preguntó.

—¿Dónde está tu esposa? –

—Ya viene, se está tardando, pero así son las mujeres ¿no? –

—Supongo que así es, somos muy vanidosas, coquetas y sabemos admirar lo bueno que se pone frente a nosotras. —Ella lo miraba a los ojos sin disimular lo que en verdad deseaba en ese momento, quería algo más que sus palabras, mirarlo día a día en la oficina no era muy placentero para ella, pero siempre lo ha tratado de una manera amable, siempre con una sonrisa en sus labios para hacerle sentir bien, aunque por dentro solo desee comérselo a besos, no era un arrebato, en verdad le gustaba Edward y mucho. Siempre soñó saborear el néctar de esos labios, transformarlos en un largo y apasionado beso, que no tuviese fin, perdiéndose en un laberinto de pasiones donde les fuese imposible salir.

Pasado el rato, Camila se apareció de pronto saludó de una manera despectiva y preguntó por su novio Ascanio.

—¿Han visto al señor Serutti por aquí?

—No…, hace un rato estuve con él en el salón de fumadores, pero por aquí no lo hemos visto, puedes esperarlo si quieres, ya es casi la hora de cenar.

—Gracias iré ahora mismo por él, necesito hablarle. — Camila se alejó rápidamente en busca de su amado.

—Seguimos…, la interrupción de Camila nos sacó de la charla, —se quejó Edward, ¿en que estábamos?

—Caroline dijo riendo, —tranquilo jefe, también creo que fue de mal gusto que esa mujer preguntara por alguien de esa forma, la noté algo celosa y no me di el gusto de conocerla.

—¡Ay! perdón, fui muy descortés, debí presentarlas, ella es una amiga de mi esposa, estudiaron juntas, igual su novio Ascanio Serutti.

—Descuida, no te preocupes, ya habrá tiempo para eso, ok

—¡Ah! Ahí se acerca Pamela, llegó a tiempo para la cena…, ¿comerás con nosotros?

—No quiero interrumpir.

—No interrumpes, deja yo hablo con ella, veras que no tendrá problemas en que cenemos juntos

—Está bien, gracias por la invitación, esperemos a ver que dice.

Pamela se acercó rápidamente a la mesa reservada saludando muy amigablemente, Edward la miraba con unos ojos llenos de ternura, estaba hermosa, increíblemente elegante, su vestido no era tan ceñido al cuerpo, pero el color beige la hacía ver mucho más joven, todo lo que ella usara le quedaba estupendo, ella lo sabía, se sentaron juntos y su esposo le comentó.

—Pamela, mi amor ¿se puede quedar la señorita Caroline en nuestra mesa para cenar?

—Claro, claro nos haría el honor señorita Ricks por favor

—Si, gracias por la invitación, espero no incomodar

—para nada, siéntase en confianza, rieron.

La cena fue servida, todo lucía esplendorosamente, la comida espectacular, digna del hotel que cuenta con un grupo de chef de calidad nacional e internacional, era la última noche, luego de la exquisita comida, pasarían al salón principal, donde se celebrará la fiesta de despedida, uno que otros huéspedes del crucero, tenían que quedarse para continuar con los compromisos que tienen en la Isla. Las personas comenzaron a reunirse en el Salón, la mayoría vestía con trajes poco formal, la noche se prestaba para una gran diversión entre todos los invitados.

El tiempo transcurrió muy pronto, muchos no querían perder ni un minuto de diversión, por lo tanto, extendieron la celebración un poco más de lo acordado.

Unos a otros se abrazaban con alegría, sollozaron por el momento, la fiesta continuaba, hicieron un brindis de despedida, se dijeron hasta pronto, esperando volver a verse en otro momento.

Pamela y Edward, se dieron un abrazo, se besaron sintiendo un poco de melancolía, mientras Ascanio y Camila, se acercaron a la pareja, mirándose a los ojos con intensión de decir algo.

—Gracias por su compañía, siento que la pasamos muy, pero muy bien…, —Camila se sintió triste por tener que dejar a su novio Ascanio, pues se queda por asuntos de negocios, la despedida fue conmovedora para todos, habían compartido en poco tiempo, muchas experiencias, amoríos, alegrías, diversión, temores y sensaciones que experimentaron en el viaje.

Pamela se acercó para despedirse de Ascanio, lo abrazó un poco fuerte, él tuvo la sensación de que quería sentir de nuevo, aquella pasión que la llevó a cometer adulterio.

—Te voy a extrañar, — dijo Pamela un poco llorosa…, lo siento soy muy sentimental, espero verte de nuevo.

—Claro que si amiga mía, nos volveremos a ver, seguro, espero que estés bien, cuídate.

—Hasta pronto… — exclamó Ascanio. Yo ya me retiro, y ya sabes Edward, no olvides lo que hablamos, sé que te interesará mucho, adiós ¡felicidades!

Las parejas se alejaron a sus habitaciones, con los pensamientos a flor de piel. Pensando que ese momento de regresar, llegaría tan pronto. Pamela no podía conciliar el sueño, daba vueltas en la cama mientras Edward dormía a su lado plácidamente. Ella viendo a su marido exhausto, rendido, dando la impresión que no tenía preocupaciones, miles de preguntas rondaban por su mente. “Este hombre tan guapo, tan querido por muchos, amado por mi ¿cómo pude engañarlo con mi mejor amigo? ¿qué fue lo que hice?” pensó.

Encendió un cigarrillo, dándole una probada para luego echarlo en el cenicero, pues tuvo una mejor opción, tomar una copa de vino tinto. Todo lo sucedido le causaba insomnio, hasta que se le ocurrió despertar a Edward y envolverlo con sus brazos, susurrándole al oído cuánto lo necesitaba, era la última noche y casi no habían compartido tiempo juntos. Edward correspondió los besos y caricias de su esposa, sumergiéndose entre las sábanas, aceptando cada uno su traición. La pasión los atrapó de una manera fogosa, muy compenetrada. Pamela gemía de deseo de ser amada por su esposo, sentía ahogarse en dos amores, pero lo que sintió por Ascanio la tenía confundida.

En ese momento de locura, pudo mencionar el nombre prohibido, pero estaba clara que no debía suceder. Las dos almas sumergidas y atrapadas en un solo ser, disfrutaban del éxtasis del amor. Edward recorría su cuerpo con sus manos como si se desplazara un manantial de ternura, era un amante muy entregado, cosa que ella amaba de él. Decidió despejar lo vivido con su amigo, de igual manera lo disfrutó.

La música había acabado, algunos seguían en la barra del bar, esperando que se asomara el día. El barco saldría de regreso al puerto de Miami a las 12:00 del mediodía, los huéspedes estaban listos para abordar. El desayuno se sirvió más temprano, casi no pudieron coincidir los amigos, solo Ascanio, ya que no regresaría en ese viaje.

Camila se encontraba un poco triste, pero a la vez sintió alivio, pensando que al regresar caería de nuevo en los brazos de Edward. Próximo a la hora de salir del hotel Cristal Bahamas, iniciaron su salida al Mc Queen, partiendo puntualmente.

Los pasajeros estaban un poco nerviosos por lo que había pasado anteriormente, cuando pasaron por el triángulo de las Bermudas, muchos se preguntaban ¿Qué pasará ahora, se hundirá el Barco? ¿Vamos a quedarnos de nuevo sin electricidad? Las personas estaban haciendo esas preguntas, los pensamientos vuelan como aves, pero se debería viajar en calma, pues la ansiedad causará muchos estragos, todo marcha de maravilla, muchos dicen que estarán muy pendientes, por nada del mundo se quedarían dormidos.

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