Sinopsis Seraphina es una joven y ambiciosa asistente de Ryder Thorne, un hombre poderoso, frío e implacable, cuya presencia impone respeto y temor en todos los que lo rodean. A pesar de su frialdad, Seraphina no puede evitar sentirse atraída por él, y su relación se convierte en un torbellino de pasión secreta y control absoluto. Ryder guarda un oscuro secreto, uno que lo consume y que, de ser revelado, cambiaría el curso de todo. Cuando Seraphina descubre que está embarazada de él, el mundo de ambos se pone patas arriba. Ryder, incapaz de afrontar el riesgo de ese embarazo bajo su identidad secreta, le exige que aborte. Desgarrada por la presión y el dolor de la decisión, Seraphina se aleja de él, decidida a terminar con todo lo que los unía. —Soy un lobo y, tienes a mis cachorros…
Leer más11SeraphinaAl día siguiente desperté con un dolor sordo en todo el cuerpo. Me incorporé con lentitud y noté que el otro lado de la cama estaba frío y vacío; se había levantado hacía horas, como siempre. Al sentarme, la sábana resbaló por mi cuerpo desnudo y mis ojos recorrieron las marcas que dejaba su furia posesiva, esa que solo salía a la superficie cuando otro hombre osaba mirarme como si yo pudiera ser de alguien más.Suspiré.Ryder se volvía salvaje cuando se sentía amenazado, especialmente por el sexo opuesto. Yo no me visto de forma provocativa, al menos no intencionalmente, pero él… él parece pensar que sí. Aunque jamás me ha pedido que cambie mi forma de vestir, puedo ver en su mirada cada vez que alguien se atreve a posar los ojos sobre mí… lo mucho que lo odia.Busqué mi vestido y lo encontré hecho jirones, inservible.—Genial, señor Thorne. Gracias por destrozar mi ropa —murmuré con fastidio.—¿Por qué estás de mal humor? —dijo su voz ronca detrás de mí, haciéndome dar
10SeraphinaEl beso se rompió por el zumbido insistente de su teléfono.Ryder gruñó por lo bajo, molesto por la interrupción, pero contestó sin dejar de acorralarme. Me tenía atrapada contra el asiento, una de sus manos rodeando mi cintura, manteniéndome pegada a su cuerpo. Sentía su deseo contra mi abdomen, duro, palpitante, negándose a ceder a pesar de la llamada.—Thorne —dijo con voz grave, sin quitarme los ojos de encima.Me moví, intentando acomodarme, pero su brazo se tensó como una barrera de acero. Me arrastró aún más cerca, obligándome a sentir cada centímetro de su firmeza. Su otra mano tomó la mía y, sin decir palabra, la colocó justo encima de su erección, marcando lo que él quería sin ambigüedades.Mi corazón dio un vuelco.Sabía lo que estaba pidiendo. O, mejor dicho, exigiendo.Mi mirada subió a la suya. Oscura. Intensa. Despiadadamente dominante.Y entonces lo hice.Con las mejillas encendidas, sin pensar en el mundo fuera del coche, me arrodillé frente a él mientras
9SeraphinaEl reloj interno de mi mente no dejaba de contar los segundos. Uno, dos, tres... cada uno más pesado que el anterior. ¿Y si me iba? ¿Y si lo seguía? Pero entonces pensaba en mis padres, en lo que me habían dicho antes de salir. Es solo una cita, me repetí por enésima vez. No es un compromiso. No aún.—¿Todo bien, bonita? —preguntó Dorian con una sonrisa torcida mientras bebía su vino caro como si fuera agua.Asentí. O fingí que lo hacía. Porque justo en ese momento, lo sentí.La atmósfera cambió.El aire en la sala pareció tornarse denso, eléctrico. Y luego, su voz:—Buenas noches.Levanté la mirada y sentí cómo el color abandonaba por completo mi rostro.Ryder estaba ahí.Con una sonrisa mordaz dibujada en sus labios y una postura tan segura, tan abrumadora, que nadie pudo ignorarlo.—¿Qué necesita? —preguntó Dorian con un dejo de molestia y confusión.Ryder avanzó un paso, sin molestarse en bajar la voz ni cuidar las formas. Extendió la mano con elegancia cont
8SeraphinaEl hombre viejo me saludó extendiendo su mano. Sus dedos eran largos, firmes, adornados con un anillo dorado que brillaba más de lo que debería. Tragué saliva y, con manos temblorosas, le respondí el gesto. Sentí cómo mi palma desaparecía entre la suya. Su sonrisa se amplió al notarlo, como si disfrutara del efecto que causaba en mí.—Vamos al restaurante —dijo con una voz grave, engolada, tan segura de sí misma que me incomodó aún más—. Escogí uno caro. La reservación debe ser puntual, bonita.Bonita. Me lo dijo como si ya me perteneciera. Como si ser bonita fuera todo lo que necesitaba ser esta noche.—Yo… —empecé a decir algo, cualquier cosa, buscando un ancla, una excusa, una salida, pero mis ojos fueron directo a mis padres. Ellos solo me miraban con sonrisas que no eran suyas, no como las recordaba. Eran sonrisas huecas, impostadas, satisfechas. Sonrisas que me dolieron más que mil palabras.Suspiré.Me giré lentamente, sintiendo cómo el vestido me apretaba el pecho,
7SeraphinaLa tarde avanzaba a toda velocidad. Noelia insistía en que la esperara, pero ya no podía más. Mi mente seguía rondando sobre lo que había sucedido en el trabajo, sobre, sobre esa tensión casi insoportable que había llenado el aire entre nosotros. Necesitaba un respiro, un poco de espacio para procesar todo lo que había ocurrido.—Noelia, de verdad, ya es tarde. Mañana hablamos, ¿sí? —le dije, casi atropellando mis palabras. Quería escapar, salir de ahí lo más rápido posible.Ella frunció el ceño, pero finalmente asintió, aunque no sin mostrar su preocupación.—Está bien, Sera. Pero ¿estás segura de que estás bien?—Sí, no te preocupes —mentí, forzando una sonrisa.Le di un abrazo apresurado y salí rápidamente del baño, apurando el paso hacia la salida. Mi cuerpo me pedía descanso, pero mi mente no dejaba de ir más rápido, de hacer preguntas que no estaba lista para responder. La distancia entre la oficina y mi apartamento nunca había parecido tan larga. Al final, entré en
6Ryder—¿Qué necesitas, madre? —pregunté mientras me dejaba caer en mi silla, sin disimular el fastidio.Mi mirada se desvió, de forma inevitable, hacia la superficie de mi escritorio.La huella mojada que había dejado Seraphina aún estaba allí. La silueta, pequeña y perfecta de su trasero firme, marcada contra la madera.No la tapé. ¿Para qué? Era inútil tratar de esconder lo evidente. Todo en esta oficina olía a ella.—Que dejes de jugar y te cases, Ryder eres el primogénito de los Thorne —dijo mi madre, Ofelia, con esa voz mecánica y elegante que usaba para todo—. Afuera está Noelia Hazelwood. Es perfecta para ti, de buena familia y lo mejor una mujer con una loba dócil.Me incliné hacia atrás, cruzando los brazos.—No voy a casarme ni con ella ni con nadie, no estoy para estar lidiando con quejas y llantos —negué con la cabeza, tajante.Mi madre me miró como si yo fuera un niño caprichoso, uno que no entiende que la vida ya fue decidida por otros antes de que naciera.—Vas a casa
5Ryder—Me encanta que te desestreses con tu “asistente”, pero necesitas vestirte, hermano —dijo Aiden con su sonrisa burlona de siempre— puedes seguir jugando más tarde.—¡Lárgate de una vez! —grité enojado.Aiden sabía de mi pequeño arregló con Seraphina, pero no necesitaba verla en ese estado que solo me pertenecía a mí.—Bien, bien... te doy diez minutos o puede que te arrepientas. No creo que pueda retrasar más a tus invitados inesperados —respondió, cerrando la puerta con una media risa.Inspiré hondo, sintiendo la frustración atravesarme como un dardo envenenado.—Pensé que habías cerrado con seguro —murmuré mientras me incorporaba, la tensión en mi cuerpo esfumándose al instante por culpa de Aiden— bueno ya se fue... ¿Dónde estábamos? —Mejor no... —respondió ella en voz baja, sin atreverse a mirarme, recogiendo su ropa con movimientos torpes y apurados— parece importante ya que el señor Aiden interrumpió de esa manera en su oficina. La virilidad se marchita cuando t
4RyderMe encantaba ver a la siempre recatada señorita Astor con los ojos vidriosos, la respiración agitada y el cuerpo temblando de deseo. Esa imagen era una droga que no podía dejar, un secreto exquisito que solo nosotros compartíamos entre los muros de esta oficina.Desde hace casi tres años, tenía el privilegio —y el vicio— de disfrutar de los placeres desenfrenados que me otorgaba su entrega total. Era mía en todos los sentidos, incluso cuando ella fingía que no lo era.—Seraphina —murmuré, casi como un rezo, sintiendo cómo su nombre ardía en mi lengua.—Ry... Ryder —tartamudeó con un temblor que no era de miedo, sino de pura anticipación.—Me encanta cuando te pones toda zorrita —dije, mi aliento golpeando sus labios húmedos— ¿te vas a avenir para mí como la buena chica que eres?—Sí… si… por favor —suplicó, lo que solo era música para mis oídos— solo...Me senté en mi silla, esa misma desde donde he dirigido imperios, y la contemplé desde abajo. Estaba abierta de pierna
3Seraphina Seguí con mi trabajo como si nada hubiera pasado, en la tarde luego de la última junta del día. Caminaba detrás de mi jefe, Ryder Thorne, con unas carpetas en la mano. Sus piernas largas y su estatura imponente lo hacían parecer una montaña en movimiento. Un solo paso suyo equivalía a dos, a veces tres de los míos, así que pasaba el día entero trotando detrás de él como un perrito bien entrenado.—Dile a Oliver Willow que venga en media hora. Necesito la licitación de esa empresa —ordenó con voz firme, sin molestarse en mirar a los lados.Si lo hiciera, su mirada se tornaría fría, con ese desdén que reservaba para quienes babeaban a su paso… que eran muchos. Mujeres, hombres, no importaba. Todos volteaban a mirarlo con una mezcla de deseo y temor. Ryder Thorne imponía, sin necesidad de alzar la voz.—Sí, señor Thorne —murmuré apenas, lo suficientemente bajo para no molestar su concentración.Entramos al ascensor. Esta vez él se colocó detrás de mí. Sentí su presencia