Grace Bradford lo tenía todo: una vida perfecta y un futuro prometedor. Pero una noche prohibida con su jefe, el enigmático y peligroso Lucien Stanton, cambió su destino para siempre. Un error inesperado, una traición devastadora y una pérdida irreparable la llevaron a huir, dejando atrás un pasado que la consumía. Siete años después, el hombre que juró olvidar reaparece, arrastrándola de nuevo a su mundo lleno de secretos y sombras. Pero esta vez, no es solo por ella… es por uno de sus hijos, cuya vida pende de un hilo. Y Lucien, hará lo que sea necesario, incluso traerla vuelta bajo el pretexto más cruel: ser la niñera sus propios hijos. Y entre miradas cargadas tensión, recuerdos imposibles enterrar y tres pequeños que conspiran para reunirlos, Grace y Lucien se enfrentarán a un amor que nunca murió y a un pasado que amenaza con destruirlos. ―¡Papi, cásate con la niñera! ―dijeron al unísono sus hijos, con sonrisas traviesas. ―No estoy interesado en el amor. Además, tendrían que compartirme. ―No seas tonto , papi. Te vimos besar a mamá… ¡Admítelo, te gusta nuestra niñera! ¿Podrán vencer la oscuridad que se cierne sobre ellos o sucumbirán a sus propios demonios? Y es que el destino ya ha comenzado a jugar su última carta.
Ler maisMis queridas hermosas, Finalmente hemos llegado al final de esta novela. Quiero agradecerles de corazón por acompañarme en este viaje. Mis más sinceras disculpas por los retrasos, los errores o cualquier detalle que no haya sido de su agrado. Siempre estoy trabajando para mejorar y crecer, porque ustedes son mi mayor motivación.Gracias infinitas por estar aquí, por su paciencia, su apoyo y su cariño. ¡Las amo con todo mi corazón! Un abrazo enorme para cada una de ustedes.Por cierto, les estaré avisando cuando esté lista la historia de Mateo y Lucy.¡Espero que la disfruten muchísimo!
C189- BIENVENIDA A LA FAMILIA. La mansión de Alexander parecía sacada de un cuento de Navidad. Las luces iluminaban la imponente construcción y el aroma a pino fresco y galletas recién horneadas flotaba en el aire. Dentro, todo era elegancia y tradición... hasta que los trillizos llegaron.James, Emma y Olivia irrumpieron como un torbellino, gritando y persiguiendo a Duque, el gran danés de Alexander, que, a pesar de su tamaño, parecía temerle más a ellos que ellos a él. Entre risas y chillidos, los niños comenzaron a lanzarse bolas de nieve dentro en la entrada de la casa.—¡Por todos los cielos! —exclamó Alexander con su tono de siempre, serio y autoritario, pero con un brillo divertido en los ojos—. ¡Esto es una mansión, no un campo de batalla!Lucien, que entraba en ese momento con Grace, suspiró resignado.—Les dije que esperaran…—¡Sí, claro! Como si eso fuera a funcionar —respondió Grace, encogiéndose de hombros.En ese instante, la puerta de otro auto se abrió y Aaron y Kate
188- NOS VEMOS LAS CARAS.En el pasillo, los padres de Aaron esperaban con Catalina en brazos. La bebé estaba tranquila, pero los ojos de ambos abuelos estaban llenos de preocupación. La madre de Aaron, fue la primera en hablar.—¿Están bien? —preguntó, mirándolos con cuidado.Kate tomó a Catalina en brazos, abrazándola como si nunca quisiera soltarla.—Ahora sí —respondió, con un suspiro profundo.El padre de Aaron, que había estado en silencio, dio un paso adelante y puso una mano en el hombro de su hijo.—Hiciste lo correcto, hijo. Esa mujer no volverá a lastimar a nadie.Aaron asintió, pero su mirada estaba fija en Kate y Catalina. Sabía que aún había heridas que tomarían tiempo en sanar. Pero que se sanarían.La madre de Aaron se acercó a Kate y le dio un abrazo inesperado, lleno de calidez.—Eres más fuerte de lo que crees, Kate. Y mi nieta tiene suerte de tenerte como madre.Kate, dejó escapar una pequeña sonrisa, aunque sus ojos seguían llenos de emociones acumuladas.—Gracias
187- TE PUDRIRÁS EN LA CÁRCEL.Aaron y Kate entraron a la sala de interrogatorios del centro de detención. Madison estaba sentada al otro lado de la mesa, esposada, con una expresión de desafío que apenas ocultaba su nerviosismo. Las luces frías del lugar resaltaban las ojeras marcadas en su rostro, pero su mirada seguía siendo altiva, como si aún creyera que tenía el control.Kate avanzó primero. Dejó a Catalina con los padres de Aaron, quienes esperaban afuera, y ahora estaba frente a la mujer que casi le arrebató a su hija. Sus manos temblaban, pero no retrocedió. Aaron la miró de reojo, listo para intervenir si era necesario, pero Kate no necesitaba ayuda. Esta vez, ella iba a hablar.—¿Por qué? —preguntó, su voz baja pero firme, casi un susurro cargado de rabia contenida—. ¿Por qué quisiste llevártela? ¿Qué clase de monstruo eres?Madison levantó la mirada, y una sonrisa fría y venenosa se dibujó en su rostro.—¿Por qué? ¿De verdad quieres saberlo? —su tono era gélido y cargado d
C186-SECUESTRO FRUSTRADO.Aaron no podía dormir. Kate descansaba profundamente por primera vez en días, pero él no lograba calmar esa sensación de inquietud que lo carcomía. Algo no estaba bien. Miró la cuna vacía junto a la cama y se levantó del sillón, tratando de no hacer ruido. Salió al pasillo, con el corazón latiendo más rápido de lo normal.El hospital estaba en silencio, demasiado tranquilo. Las luces tenues iluminaban el camino hacia el área de recién nacidos. Cuando llegó, notó algo que lo hizo detenerse en seco: la puerta estaba entreabierta. Frunció el ceño. Esa puerta siempre estaba cerrada.Entró despacio, sintiendo un nudo en el estómago. Las cunas estaban alineadas como siempre, pero la de Catalina estaba vacía. Su corazón se detuvo por un segundo.—¿Hola? —llamó, pero no hubo respuesta.Aaron buscó con la mirada, desesperado. Un sudor frío le recorrió la espalda. Salió corriendo al pasillo, mirando en todas direcciones. Entonces la vio: una mujer vestida de enfermera
C185- CATALINA ROSE.Cuando llegaron al hospital, las contracciones de Kate eran cada vez más intensas. Aaron apenas logró estacionar el auto antes de correr hacia el lado del pasajero para ayudarla a salir. Kate apretaba su vientre con una mano mientras la otra se aferraba al brazo de Aaron.—¡Aaron, me duele! —jadeó, su rostro contraído por el dolor.—Lo sé, cariño, lo sé. Estoy aquí contigo, todo va a estar bien —dijo él, con la voz temblorosa pero tratando de sonar calmado.Mientras entraban al hospital, Aaron prácticamente detuvo a la primera enfermera que vio.—¡Mi esposa está teniendo al bebé! ¡Necesitamos ayuda! ¡Ahora! —exclamó, ansioso, casi desesperado.La enfermera, acostumbrada a lidiar con futuros padres nerviosos, sonrió con calma y asintió.—Tranquilo, señor. Vamos a llevarla a una sala de parto inmediatamente.Pero justo cuando la enfermera iba a buscar una silla de ruedas, Kate soltó un jadeo más fuerte y se dobló ligeramente hacia adelante.—¡Aaron! —gritó, y en ese
C184-EL BEBÉ YA VIENE.Después de que Kate salió del hospital, Aaron tomó una decisión volvería a la mansión. Era grande, espaciosa, y también era el lugar perfecto para empezar de nuevo. Y por supuesto, Kate, acepto.Ya no estaba dispuesta a dejar que nada, ni nadie la alejara de Aaron.Los días pasaron y Kate, sintiéndose más fuerte, decidió que era momento de volver al trabajo. Pero esta vez, no habría misiones complicadas ni riesgos innecesarios. Se quedaría en la oficina, organizando informes y supervisando desde lejos.Aaron, sin embargo, no estaba tan convencido.—¿Estás segura de esto? —preguntó una noche mientras lavaba los platos. Kate, sentada en la barra de la cocina, lo observaba con los brazos cruzados.—Cariño, estaré bien. Solo será trabajo de oficina. Nada de campo, nada peligroso.Aaron dejó el plato que tenía en las manos y se giró hacia ella, secándose las manos en un paño.—Pero estás embarazada, mi vida. No quiero que te esfuerces demasiado. ¿Qué pasa si algo sal
C183- UN NOMBRE PARA NUESTRO BEBÉ.Kate despertó en el hospital, sus ojos parpadearon ante la luz blanca del techo. Y su corazón se aceleró al recordar de inmediato qué había pasado, pero pronto sintió la mano de Aaron sujetando la suya con firmeza.—Tranquila, Kate. Estás bien —dijo él con voz suave—. El bebé está a salvo.Dejó escapar un suspiro tembloroso y miró a Aaron, buscando en sus ojos la certeza de sus palabras. Al ver la tranquilidad en su rostro, relajó los hombros. Aaron suspiró, sintiéndose culpable, quizás si le hubiera dicho antes, no se habría desmayado, ¿o sí?—Kate, lo lamento, lamento haber callado. Yo… investigué cuando mi contador me llamó y descubrí que... no eres hija de Gibson. Quería decírtelo, pero… no quería que sufrieras, amor. Perdóname, ¿sí?Kate sonrió y luego inclinó la cabeza levemente.—¿Esa era la mala noticia?Aaron asintió, su expresión aún era tensa.—No quería lastimarte. De verdad.Kate soltó el aire, relajando los hombros.—Lo entiendo. Pero d
C182- LO QUE ELLA MERECE.Aaron abrió la boca, pero las palabras no salieron. Kate lo miraba, esperando, con esos ojos llenos de confianza que lo hacían sentir peor. Su corazón latía con fuerza, una lucha interna lo mantenía paralizado.Podía decirle la verdad. Podía contarle lo que había descubierto. Pero si lo hacía, la angustia la consumiría. No podía permitirlo.No hasta que hablara primero con su padre.Apretó los puños por un instante, luego aflojó la expresión y soltó el aire despacio.—Pues… la mala noticia es que… —dijo, rascándose la nuca— no pienso cambiar pañales.Kate lo miró, parpadeando. Un segundo de completo silencio. Luego frunció los labios y lo observó con una mezcla de incredulidad y fastidio.—¿Es en serio, Aaron? ¿Esa era la mala noticia?Aaron se encogió de hombros, con una sonrisa nerviosa.Kate negó con la cabeza y suspiró con dramatismo.—Aish, hombre tonto… No te preocupes, te levantaré cada vez que nuestro bebé necesite un cambio de pañal —dijo, cruzándose