Lyra Moreno, la antigua amante del magnate hotelero Atticus Wilder, estaba embarazada y tenia amnesia. Eso significaba que no recordaba haberlo traicionado vendiendo secretos de la compañía. Ni que el la hubiera echado de su vida sin contemplaciones. De modo que Atticus le conto una pequeña mentira: estaban prometidos. El objetivo era llevársela a una isla griega para esperar el nacimiento de su hijo y disfrutar de su repentina devoción… antes de echarla de su casa. Pero no contaba con que Lyra recuperase la memoria antes de lo esperado…
Leer másDurante una hora estuvo buscando información sobre la amnesia, pero las conflictivas opiniones de varios médicos sólo lograron aumentar su jaqueca. De modo que decidió buscar algo sobre Attikus. Era un poco aterrador ver lo rico y poderoso que era su prometido. Sus hermanos y él poseían una de las cadenas hoteleras más importantes del mundo, pero no había mucha información personal. Lyra suspiró, irritada por su cobardía. Lo que debía hacer era preguntarle a él directamente. Al fin y al cabo era su prometida, iban a tener un hijo, iban a casarse. Si pudiera recordar algo de eso… —¿Qué haces? La voz de Attikus la sobresaltó y, cuando levantó la mirada, lo vio en el quicio de la puerta. —Qué susto me has dado. —Te he preguntado qué estás haciendo —repitió él, con expresión furiosa. —Estaba buscando algo sobre la amnesia en Internet —contestó ella—. Pensé que no te importaría que usara tu ordenador. Attikus la miraba con tal expresión de ira… —Lo siento —consiguió decir, levan
A la mañana siguiente, Lyra se comió la tortilla que Atticus le había hecho y luego, siguiendo sus consejos, tomó un zumo de naranja. A pesar de la ansiedad y las inseguridades, era agradable que aquel hombre cuidase de ella. Aunque no estuviera segura de cuál era su sitio en el mundo de Attikus Wilder. Se mostraba solícito con ella, pero al mismo tiempo distante. No sabía si por deferencia a su falta de memoria, para no asustarla, o si así era su relación normalmente. La idea de que su relación con el padre de su hijo fuera así de fría la asustó. Ella no podía haber decidido casarse con alguien que la trataba con simple amabilidad, como si fuera un extraño. Y, sin embargo, eran extraños. Al menos, Attikus lo era para ella. Qué horrible debía ser que su prometida no lo recordase, pensó entonces. Como si nunca hubiera existido. —¿Qué te preocupa, Lyra? —Estaba pensando lo terrible que tiene que ser esta situación para ti. —¿Qué quieres decir? Ella bajó la mirada, tímida de
Dos días después, Lyra, sentada en una silla de ruedas, sujetaba la manta que la enfermera había colocado sobre sus piernas. Attikus estaba a su lado, escuchando atentamente las instrucciones del médico.Lyra pasó los dedos por el vestido premamá que una de las enfermeras le había dado y estiró la tela sobre el abultado abdomen. Todos habían sido muy amables con ella y temía dejar atrás esa amabilidad para aventurarse en un mundo que desconocía.Tras despedirse del médico y las enfermeras, Attikus empujó la silla de ruedas hacia la entrada del hospital y, cuando salieron a la calle, Lyra parpadeó,cegada por el sol. Había una limusina aparcada en la puerta y Attikus la ayudó a subir. Unos minutos después, el lujoso coche se deslizaba por las calles de Nueva York.La ciudad le resultaba familiar. Podía recordar algunas tiendas, algunos edificios, pero lo que faltaba era la idea de que aquél era su hogar, su sitio. ¿No había dicho Attikus que vivían allí?Se sentía como un artista frent
Dos días después, Lyra, sentada en una silla de ruedas, sujetaba la manta queLa enfermera había colocado sobre sus piernas. Anntikus estaba a su lado,Escuchando atentamente las instrucciones del médico.Lyra pasó los dedos por el vestido premamá que una de las enfermeras leHabía dado y estiró la tela sobre el abultado abdomen. Todos habían sido muyAmables con ella y temía dejar atrás esa amabilidad para aventurarse en un mundoQue desconocía.Tras despedirse del médico y las enfermeras, Anntikus empujó la silla deRuedas hacia la entrada del hospital y, cuando salieron a la calle, Lyra parpadeó,Cegada por el sol. Había una limusina aparcada en la puerta y Anntikus la ayudó aSubir. Unos minutos después, el lujoso coche se deslizaba por las calles de NuevaYork.La ciudad le resultaba familiar. Podía recordar algunas tiendas, algunosEdificios, pero lo que faltaba era la idea de que aquél era su hogar, su sitio. ¿No habíaDicho Anntikus que vivían allí?Se sentía como un artista f
Tres meses despuésAnntikus estaba en su apartamento, pensativo. Debería estar tranquilo ahoraQue no había ningún problema para su compañía, pero saber por qué no era muyConsolador. Suspirando, miró el montón de documentos que tenía frente a él, lasNoticias en televisión como ruido de fondo.Su parada en Nueva York iba a ser corta. Al día siguiente se iría a Londres conSu hermano Theron para inaugurar un nuevo hotel de lujo… un hotel que no seHabría construido si Lyra se hubiera salido con la suya.Anntikus sonrió, irónico. El presidente Internacional,Manipulado y robado por una mujer.Por su culpa, sus hermanos y él habían perdido dos proyectos, que se habíaLlevado la competencia, antes de descubrir su traición.Debería haberla denunciado a las autoridades, pero estaba demasiadoSorprendido, demasiado débil como para hacer tal cosa.No había tirado sus pertenencias, pensando que algún día iría a buscarlas… yQuizá una parte de él esperaba que así fuera para preguntarle por qué
Embarazada.A pesar del calor de aquel día de verano, Lyra Moreno sintió un escalofrío enLa espalda mientras se dejaba caer sobre el banco del parque, a unas manzanas del atico que compartía con Atticus WilderAunque los rayos del sol calentaban sus manos, estaba temblando. A Stavros no le haría gracia su repentina desaparición, pensó. Ni a Atticus cuando el guardaespaldas le contase que le había dado esquinazo. Pero si hubiera ido con él a la consulta del ginecólogo, Atticus habría sabido de su embarazo antes de llegar casa.¿Cómo reaccionaría ante la noticia? A pesar de haber tomado siempre precauciones, estaba embarazada de ocho semanas. Debía haber ocurrido cuando volvió de un viaje por Europa… Atticus se había mostrado insaciable entonces y también ella.Marley sintió que le ardían las mejillas al recordar la noche en cuestión. Le había hecho el amor incontables veces, murmurando palabras en griego, palabras cálidas, cariñosas, que le encogían el corazón.Luego hizo una mueca al