A la mañana siguiente, Lyra se comió la tortilla que Atticus le había hecho y luego, siguiendo sus consejos, tomó un zumo de naranja. A pesar de la ansiedad y las inseguridades, era agradable que aquel hombre cuidase de ella. Aunque no estuviera segura de cuál era su sitio en el mundo de Attikus Wilder. Se mostraba solícito con ella, pero al mismo tiempo distante. No sabía si por deferencia a su falta de memoria, para no asustarla, o si así era su relación normalmente. La idea de que su relación con el padre de su hijo fuera así de fría la asustó. Ella no podía haber decidido casarse con alguien que la trataba con simple amabilidad, como si fuera un extraño. Y, sin embargo, eran extraños. Al menos, Attikus lo era para ella. Qué horrible debía ser que su prometida no lo recordase, pensó entonces. Como si nunca hubiera existido. —¿Qué te preocupa, Lyra? —Estaba pensando lo terrible que tiene que ser esta situación para ti. —¿Qué quieres decir? Ella bajó la mirada, tímida de
Leer más