CAPITULO1- UN HOMBRE SIN CORAZON.
Las manos de Grace temblaban incontrolablemente mientras sostenía la pequeña prueba de embarazo. Era increíble cómo algo tan diminuto podía contener una verdad tan inmensa. Su corazón latía con fuerza, casi al ritmo del tictac del reloj en la habitación. La imagen de su padre, siempre tan severo y orgulloso, flotaba en su mente, y el eco de sus palabras sobre la respetabilidad y la honra familiar la atormentaban. La familia “Bradford” no solo valoraba la perfección; la exigía. Ahora, todo podía venirse abajo por culpa de aquel pequeño objeto. El miedo la consumía, pero no solo por su familia. Lucien… Su sola imagen le hacía un nudo en el estómago. ¿Cómo reaccionaría él? ¿Sería tan cruel como ella temía? Cerró los ojos, buscando una fuerza que parecía eludirla, y respiró profundamente. «Tienes que hacerlo» se dijo. «No hay vuelta atrás.» Con una determinación palpable, se levantó del sillón, se alisó la falda con manos temblorosas y salió de su consultorio. Caminó hacia el despacho de Lucien como si cada paso pesara una tonelada. Cuando llegó, sus ojos se posaron en la placa dorada que decía “Dr. Lucien Stanton”. La brillante perfección de las letras contrastaba con el caos dentro de ella. Llamó a la puerta. —Adelante —dijo la voz grave desde el interior. Grace respiró hondo, apretó la prueba en su bolsillo y giró el pomo. Entró al despacho, donde Lucien estaba detrás de su escritorio, revisando unos documentos. Alzó la cabeza al escucharla entrar y la miró con esos ojos fríos que tanto la atraían y aterrorizaban. —¿Qué haces aquí? —preguntó él, su tono helado como el invierno—. Creí haber sido claro. Las palabras fueron un golpe, pero Grace se esforzó por no derrumbarse. Parpadeó, nerviosa, y juntó las manos frente a su pecho para ocultar su temblor. Tragó saliva, tratando de reunir coraje. —No ha venido mi periodo —murmuró, su voz apenas un susurro. Lucien la miró fijamente, su expresión impenetrable por un instante. Luego, sus cejas se fruncieron, formando una línea dura. Se levantó de golpe, su imponente figura irradiando autoridad. —¿Qué estás tratando de decir? —su tono era tan afilado como un cuchillo. Grace retrocedió, intimidada. Y negó rápidamente con la cabeza. —Es que… varias veces, tú y yo… no nos cuidamos. Solo quería que lo supieras y que… —¿Y que qué? —la interrumpió él con una dureza que la hizo estremecerse—. Era tu obligación cuidarte, no la mía. Si decides acostarte con un hombre que solo te promete sexo, tomas precauciones. ¿Qué esperas al decirme esto? ¿Que caiga de rodillas y declare mi amor eterno? El calor le subió al rostro. Grace sintió la vergüenza y el dolor inundarla. Quiso explicar, pero las palabras se le atoraron. —Lucien… yo… —No. —La cortó de nuevo, su voz fría como el acero—. No voy a caer en ese viejo truco. No hay nada que me garantice que ese niño sea mío. Así que, haz lo que tengas que hacer, pero no cuentes conmigo. Grace abrió los ojos, incrédula. Nunca nadie la había tratado con tanta crueldad. Parte de lo que decía Lucien era cierto; no era virgen cuando lo conoció, pero desde que estuvo con él, no había estado con nadie más. Sabía que el bebé era suyo. —No te estoy pidiendo nada —dijo al fin, su voz temblando—. Solo pensé que debías saberlo. Lucien dejó escapar una risa vacía que hizo que sus palabras dolieran aún más. —Claro, por supuesto. Quieres que piense que eres noble. Pero sé lo que buscas, Grace. Desde que entraste a este lugar, sabías lo que querías. ¿Creíste que funcionaría? Se acercó, sus ojos helados clavándose en los de ella. —Yo decido con quién me quedo, y tú… no eres nada para mí. Solo un entretenimiento. Así que, por tu propio bien, olvídate de mí. Grace sintió cómo se rompía algo dentro de ella. Su amor, que había sido un secreto vergonzoso, ahora era su mayor debilidad. Tragó con fuerza, reuniendo los pedazos de dignidad que aún le quedaban. —No volveré a molestarte. Así que esto termina aquí. Lucien sonrió con arrogancia. —No, Grace. Esto terminó hace mucho. No quiero más conversaciones. Y, para que lo sepas, los únicos hijos que tendré serán con mi futura esposa. Grace sintió cómo esas palabras apagaban la última chispa de esperanza. Sin decir nada más, dio media vuelta y salió del despacho. Las lágrimas le nublaban la vista, pero no permitiría que él la viera derrumbarse. Cada paso lejos de él era un recordatorio de su error. Había amado a un hombre que no tenía corazón.CAPÍTULO 2 - UNA VERGÜENZA FAMILIAR.Grace estacionó el auto frente a la imponente casa. La familia Bradford no era cualquier familia. Durante generaciones, habían sido figuras prominentes en el mundo de la medicina: cirujanos, especialistas y directores de hospitales. Era casi un mandato no escrito que sus hijos siguieran el mismo camino. Grace no fue la excepción. Aunque su verdadero sueño era ser arquitecta y diseñar, su padre había dejado claro que "los Bradford no dibujan planos; los Bradford salvan vidas".Apagó el motor y permaneció un momento en el auto, sus manos aún temblando al recordar el día que había cambiado su vida. Todo había comenzado meses atrás, con un descubrimiento que destrozó su mundo.Ella había planeado una sorpresa para su aniversario con Ethan, su novio. Había cocinado su platillo favorito y comprado velas aromáticas para llenar su departamento de un ambiente romántico. Quería que la noche fuera perfecta. Sin embargo, al abrir la puerta, no encontró la sonr
CAPITULO 3-ELLOS NACIERON MUERTOS.8 MESES DESPUES…Las paredes parecían absorber los gritos de Grace, quien yacía en la cama de su dormitorio, retorciéndose de dolor. Su rostro estaba empapado en sudor, y sus manos se aferraban con fuerza a las sábanas mientras otra contracción la atravesaba como un rayo.—¡Aaah! ¡No puedo más! —gritó.A su lado, la comadrona, trabajaba con calma pero con urgencia. —¡Vamos, Grace! ¡Tienes que seguir pujando! —le dijo mientras le limpiaba la frente con un paño húmedo—. ¡El bebé está cerca, pero necesito que sigas empujando con todas tus fuerzas!Grace negó con la cabeza, lágrimas ya rodando por sus mejillas. El dolor era insoportable, como si su cuerpo estuviera siendo partido en dos.—¡No puedo! ¡No puedo hacerlo! —sollozó.La comadrona no se detuvo. Se inclinó hacia ella y le tomó la mano con fuerza.—¡Sí puedes! ¡Eres fuerte! ¡Vamos, Grace! ¡Por tu bebé! ¡Empuja ahora!Ella cerró los ojos y reunió toda la energía que le quedaba. Gritó mientras emp
CAPITULO 4- UNA NUEVA VIDA.Grace se miraba en el espejo, el vestido blanco cayendo sobre su cuerpo como una prisión de seda. Las lágrimas corrían silenciosas por sus mejillas.—No puedo hacerlo, señora Dubois —dijo, con la voz rota, sin apartar la mirada de su reflejo—. No puedo casarme con él.El ama de llaves, que había estado ajustando el velo, se detuvo y la miró con preocupación. Grace apretó los labios, tratando de contener el torrente de emociones que amenazaba con desbordarla. El hombre con el que su padre la había comprometido era casi tres décadas mayor que ella, un comerciante rico que había prometido invertir una fortuna en los negocios de William a cambio de la unión. Para su padre, era un trato perfecto, una transacción fría y calculada. Para Grace, era una sentencia.—Es un monstruo... —murmuró, bajando la mirada al suelo—. Pero no le importa. Nada le importa... ni siquiera mis bebés.Sus manos se deslizaron hacia su vientre, ahora plano, y lo acarició con una ternura
CAPITULO 5- EL NIÑO NECESITA UNA MADRE.SIETE AÑOS DESPUES…El ambiente en la mesa era tenso y la conversación era unilateral. La mujer hablaba con entusiasmo, pero Lucien apenas la escuchaba, la voz de la mujer, le resultaba molesta, como el zumbido de una mosca que no podía ahuyentar.—Y estaba pensando, que los anillos podrían tener un diseño más clásico, algo que simbolice la unión perfecta. ¿Qué opinas? —preguntó ella, inclinándose ligeramente hacia él, con una sonrisa que buscaba su aprobación—. Y, oh, la luna de miel... Estaba pensando en Italia. Roma sería tan romántico, ¿no crees bebe?Pero Lucien no respondió. Su mente estaba en otro lugar, rebobinando las últimas horas. Había pasado la tarde interrogando a uno de los hombres de los O'Connell, una familia mafiosa irlandesa que llevaba meses causando problemas en sus negocios. Lo que había descubierto no le gustaba: los envíos de whisky estaban en riesgo de no llegar a tiempo, y eso podría desatar una cadena de problemas que
CAPITULO 6- ENCONTRANDOSE CON EL AMOR PERDIDO.El estruendo de la música dentro del club era ensordecedor, cada bajo retumbaba como un martillo en los tímpanos de Grace. O, mejor dicho, de Lola. Así se hacía llamar ahora, un nombre que había adoptado para esconderse del pasado que la perseguía. Este trabajo no era precisamente su sueño, pero no tenía otra opción si quería pagar el alquiler y sobrevivir un mes más. Las luces parpadeaban en tonos neón, iluminando fugazmente el lugar, mientras las risas y los gritos de los clientes se mezclaban con el ritmo de la música. Todo era un caos, un ruido constante que parecía ahogar cualquier pensamiento.Grace, con su cabello rubio recogido en una coleta alta y sus ojos avellana brillando bajo las luces artificiales, se ajustó la pajarita negra de su uniforme. El atuendo no era más que una camisa blanca ajustada, un chaleco negro y una falda corta que apenas le llegaba al muslo. No era cómodo, pero funcionaba para mantener las propinas altas,
CAPITULO 7- NUESTROS HIJOS.La imponente figura de Lucien destacaba incluso en la penumbra del club. Vestido con un traje oscuro impecable, parecía fuera de lugar entre el caos y el ruido del ambiente. Pero lo que más llamaba la atención era su mirada: fría, calculadora, como si estuviera evaluando cuánto tardaría en acabar con el hombre si se atrevía a desobedecer.El dio un paso hacia ellos, sus ojos azules clavados en el hombre como si fueran cuchillas de hielo. —Te lo diré una sola vez —gruño, inclinando ligeramente la cabeza—. Suéltala. O te aseguro que esta noche será la última vez que salgas caminando por esa puerta.El hombre tragó saliva, su ira rápidamente transformándose en miedo. Podía sentir que Lucien no estaba bromeando. Había algo en su presencia, en la forma en que lo miraba, que le decía que este no era un hombre con el que querría meterse. Lentamente, bajó su mano y retrocedió un paso, soltando a Grace de inmediato.—No quería problemas... —balbuceó, tratando de ju
CAPÍTULO 8 - COMO SU NIÑERA.Cuando Grace despertó, estaba en el asiento trasero de un Rolls-Royce. Su mente aún estaba aturdida, pero las palabras de Lucien se repetían una y otra vez en su cabeza como un martilleo constante: "Uno de los trillizos está enfermo. Y te necesita".Su corazón latía con fuerza y, como un resorte, se incorporó en el asiento, mirando a su alrededor con desesperación.Cuando salió del auto, Lucien estaba recostado cómodamente contra el auto, con un cigarrillo encendido entre los dedos. El humo se elevaba en espirales perezosas, llenando el ambiente con un aroma acre. Su expresión era fría, casi indiferente, como si nada de lo que acababa de ocurrir tuviera la menor importancia para él.—¿Dónde están? —preguntó ella, su voz quebrada por la ansiedad mientras se acercaba, con manos temblorosas apretando sus dedos—. ¿Dónde están mis hijos?Lucien alzó lentamente la mirada hacia ella; sus ojos azules como el hielo la atravesaron con una mirada que la hizo sentir m
CAPÍTULO 9 - SOY EL PADRE DE SUS HIJOS.—¿Grace? ¿Estás bien? ¿Necesitas ayuda?Ambos se separaron de golpe. Grace miró hacia el origen de la voz, aún temblando por lo que acababa de suceder, mientras Lucien volvía a erguirse con una expresión de irritación, como si la interrupción lo hubiera molestado más de lo necesario.—Ethan…Grace tragó saliva con dificultad y su corazón se aceleró por un motivo completamente distinto: sabía que Ethan tenía sentimientos por ella, y ahora su presencia complicaba aún más la situación.Lucien, por su parte, siguió el intercambio con ojos entrecerrados. Su mandíbula se tensó apenas, pero lo suficiente para reflejar su enojo interno. ¿Acaso Grace había rehecho su vida con otros hombres? ¿Había sido tan fácil para ella dejar atrás a los niños y continuar como si nada? La idea lo irritó más de lo que estaba dispuesto a admitir. Su mirada fría se posó en Ethan, evaluándolo, y lo atravesó con una hostilidad evidente.—Estoy bien… —dijo ella, intentando s