Anastasia sabía que su matrimonio era una farsa, una alianza entre dos familias poderosas que solo buscaban más poder. Ella no esperaba nada de su esposo, ni siquiera un poco de respeto. Pero cuando conoció a Luca, el hombre que iba a casarse con su cuñada, sintió algo que nunca había sentido antes: pasión, deseo, amor. Luca buscaba venganza, pero cuando la tuvo no podía con el deseo por Anastasia, ahora estaba dispuesto a todo por tenerla. Pero su relación era un peligro, una traición que podía desatar una guerra entre los Rizzuto y los Di Mauri, las dos familias más temidas de la mafia italiana. ¿Podrían escapar de sus destinos y vivir su amor sin miedo? ¿O tendrían que conformarse con un amor ilícito, escondido y prohibido?
Leer más—Todo está como lo pedí a su esposo señora Di Mauri —Anastasia sonríe satisfecha por las palabras del nuevo comprador —aquí está el dinero pactado…Anastasia se levanta del sofá, avanza unos pasos para ver el portafolio negro que está lleno de dinero en efectivo, tomando un sorbo de la copa mira al sujeto que suda de la frente y su mirada esta puesta en la puerta—Nadie va entrar aquí —dice con total seguridad, saca la pequeña arma de su espalda —de verdad pensaron que sería tan fácil terminar con mi esposo, se ve que no lo conocen, él es intocable —dijo con orgullo Anastasia que tomaba el vaso con licor.El hombre comenzó a temblar, sus manos se estrujaban entre sí por el nerviosismo de lo que podría pasarle.—No entiendo de que me habla señora… —dojo con un ligero temblor en su voz. La puerta al fin se abrió, él hombre esperaba que fuera los hombres de su organización, los que supuestamente terminarían con la vida del jefe de la familia, pero no, era el mismo Luca Di Mauri que vení
Anastasia no podía creer lo que estaba pasando. Helen había logrado secuestrar a Luca y llevárselo a un maldito almacén. Mierda¿Cómo fue que logro llegar a él?Al correr por el largo pasillo del hospital, se encuentra con los hombres que Luciano había dejado al final de pasillo, estos yacen inconscientes y heridos en el suelo. Helen no había ido sola, solo así se explicaba que pudiera sacarlo. De pronto, se topó con Tony y Luciano, al ver la cara de angustia de Anastasia, supieron que algo malo había pasado.—¿Qué sucede? ¿Dónde está Luca? —preguntó Luciano con urgencia.—Helen se lo llevó —respondió Anastasia con voz entrecortada —está en un almacén que está a pie de carretera…—¿Qué? ¿Cómo es posible? —exclamó Tony, furioso —esa perra no se va a salir con la suya.—Vamos a buscarlo —dijo Luciano, decidido —tenemos que actuar rápido, antes de que le haga algo.—No, yo debo ir sola —insistió Anastasia, soltándose del brazo de Luciano.—¿Estás loca? —replicó Luciano —eso es una tram
Anastasia no podía con él dolor de ver a Luca en él hospital luchando por respirar, la bala que recibió de Mireya se alojó en su pulmón, además tenía una costilla fracturada. Anastasia solo quería estar a su lado, abrazarlo y decirle que todo iba a salir bien, que juntos podrían superar cualquier obstáculo, que su amor era más fuerte que el odio de Raphael y Mireya.Pero no podía hacerlo. Luca estaba inconsciente, conectado a un respirador artificial, con tubos y cables por todo el cuerpo. Anastasia solo podía acariciar suavemente su rostro, susurrarle palabras de aliento y esperar que él la escuchara. Le dio un beso en la frente y tan cerca de sus labios como pudo.—Te amo, Luca. No me dejes solo. Necesito que despiertes y me mires a los ojos. Necesito que me digas que me amas. Necesito que me hagas sentir viva otra vez...Se acurrucó junto a él en la cama del hospital, abrazando su mano entre las suyas. Recordó todos los momentos que vivieron juntos, los planes que tenía en cuanto s
Anastasia se resistía con todas sus fuerzas, pataleando y mordiendo la mano, pero él no se inmutaba. Era como si fuera de hierro, ningún golpe le hacía daño. Su agarre era tan fuerte que le cortaba la respiración. La arrastró hasta el interior de una cueva que se encontraba en medio del lugar que Raphael había organizado tal perversidad.Cuando al fin la dejó en el suelo, Anastasia dio media vuelta para enfrentarse al sujeto, pero al levantar la vista, sus ojos se abrieron de asombro.Era Luciano el padre de Luca, que al fin había llegado a ellos. Al verlo, sus ojos se llenaron de lágrimas y alivio. Él le sonrió y le hizo un gesto para que se acercara. Ella corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, mientras él le susurraba palabras de consuelo. —Ya todo paso —dijo con suavidad —te pido una disculpa si te asuste figlia, pero no podía correr el riesgo que gritaras y alertaras a los hombres…—Lo entiendo —se soltó de los brazos del padre de Luca —hay que ir por Luca —intento salir de la c
Después de unos minutos salieron del lugar donde Raphael los tenía encerrados, Luca se dio cuenta que era un sótano donde los mantuvo, pues subieron por un tramo largo de escaleras, eso provocó que cada paso que daba Anastasia se quejaba por el dolor que le causaba la pierna herida. Maldijo en silencio a Raphael, cada gruñido y sollozo de su Colibrí, selo haría pagar muy pronto.Cruzaron una puerta, el hombre de Raphael lo arrastró por un camino, Luca de inmediato percibió que era tierra lo que pisaba, a empujones lo subieron a una camioneta, el dolor de su costado le fue insoportable cuando lo aventaron a la parte trasera. Después de él, siguió Anastasia que se quejó sonoramente.—¡Maldito Raphael! —dijo Anastasia —se ha abierto la herida de la pierna. Pero Raphael no prestó atención a las palabras de Anastasia, Luca lo escuchó caminar a la parte delantera de la camioneta.—¿Ya tienes las coordenadas? —escuchó que preguntaba Raphael a alguien.—Si las tengo —respondió ese hombre.
Anastasia observó con curiosidad el gesto de Nicolás, que parecía ocultar algo en su chamarra. Se preguntó qué sería lo que le había traído a Luca, y si podría ser algo para ayudarlos a salir de ese maldito lugar. Mientras tanto, Luca miraba fijamente el plato de comida que Nicolás le había puesto delante. No tenía apetito, pero sabía que debía comer algo para mantenerse fuerte. Sin embargo, algo le llamó la atención: un pequeño objeto metálico que sobresalía entre la ensalada. Lo cogió con cuidado y lo examinó. Era una llave.—¿Por qué tardas tanto Nicolás? —preguntó otro hombre con desesperación desde la puerta —¡date prisa…!—Ya voy —respondió con enfado Nicolás, mientras buscaba con una linterna algo en el suelo —el jefe me mando por la tarántula.—Ya se la orden del jefe —respondió el hombre con asco —odio esos malditos animales…—Yo también — Nicolás la encontró en un rincón, le pidió al de la puerta que le diera una pecera que llevaba…Nicolás se acercó a Anastasia, le entregó
En medio de esa oscuridad, el tiempo se le hace eterno. No sabe cuánto ha pasado desde que Raphael los encerró en ese lugar. Su estómago le ruge de hambre, pero lo que más le duele a Luca es el costado, donde cada vez que respira puede sentir como una daga atravesara su pulmón. No lejos de él puede escuchar el sollozo de dolor de Anastasia. La herida de su pierna cada vez se pone peor, escucha su respiración entrecortada, al tocar los dedos de su mano, siente el calor que emana de su cuerpo.Luca quería tomar más que la punta de sus dedos, quería aliviar su dolor, apretarla y hacerla sentir segura. —Anastasia, ¿estás bien? —le pregunta Luca.Ella tarda en responder. Parece que cada palabra le cuesta un esfuerzo sobrehumano.—Sí, no te preocupes —dice con un hilo de voz.Él niega con la cabeza. Sabe que ella no está bien. Lo puede sentir, si ella no recibe atención médica pronto, la infección puede terminar con su vida.—No estás bien, ¡Raphael! —grita con desesperación—. ¡Raphael! —
Luca se despertó con un latigazo de dolor en la cabeza. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, ni dónde estaba. Lo único que veía era oscuridad. Intentó moverse, pero sintió una presión en el tobillo izquierdo. Bajó la mirada y vio su tobillo izquierdo encadenado, con una cadena larga que estaba sujeta a la pared de metal.—¡Maldición! —exclamó, furioso. ¿Dónde los había llevado Raphael? ¿Qué había hecho con Anastasia? El temor se apodero de él sin saber de ella, sin poder hacer nada para protegerla de ese bastardo se atrevía hacerle daño.—¿Luca? —oyó la voz de Anastasia, débil y asustada. Dio unos pasos hacia ella, siguiendo el sonido.—Colibrí, ¿estás aquí? —le dijo, tratando de tranquilizarla. Pero no pudo llegar hasta ella. La cadena se lo impedía.—Sí, estoy aquí. Me sangra la pierna, me he puesto un vendaje con un trozo del vestido —le contestó ella, con voz temblorosa. —¿Qué va a hacer Raphael con nosotros?—Nada, Colibrí, yo sé que podemos escapar de esta pesadilla
Luca protegió a Anastasia con su cuerpo, mientras buscaba su arma con su mano en su espalda. Gruñó al percatarse que se le cayó cuando tomo Anastasia en sus brazos.Los hombres de Raphael los rodearon, dos de ellos traían sujeto con correas a dos perros que no dejaban de ladrar.La carcajada burlona de Raphael fue más fuerte que los ladridos de los perros.—No saben cuanto deseaba esto —dijo Raphael al estar cara a cara con Luca —tenerlos para hacerle pagar, tú —miró a Luca —pagaras las atenciones que me dieron en la prisión gracias a ti —se acercó a Anastasia, extendió su mano para tocar su mejilla —y tú pagaras el no haberme dado tu corazón…—¡Déjala en paz, bastardo! —gritó Luca, lanzando un puño que se impactó en el rostro de Raphael, que lo hizo retroceder.Los hombres de Raphael al ver la agresión lo sujetaron, al volver a encarar a Luca, Raphael saco su arma para apuntarle a la cabeza, Anastasia sollozo de temor.—Tú no estás en posición de dar ordenes —dijo Raphael que se limp