¿Venganza?

Ella se sintió atrapada por esa mirada azul, que clavada en sus ojos y curiosa deslizaba a sus labios, le prometía un mundo diferente al que vivía. No había nadie más en el parque, solo ellos dos.

—¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido otra vez?

—Debería preguntarlo yo en esta ocasión, yo vengo a correr aquí a muy seguida y jamás te había visto por aquí —la miraba con seducción, Anastasia no logro responder, su rostro estaba colorado y la necesidad de un beso le corría por las venas como fuego hirviendo —¿Qué te pasó con Raphael?

—¿Por qué crees que me pasó algo?

—Porque solo él puede hacer que tengas esos ojos tristes —le acarició la cara — Colibrí, si te lo permites, yo te haría feliz, yo haría lo que fuera por verte brillar...

Se fue acercando poco a poco, y ella no lo rechazó. Quería que la besara, que la mimara, que la hiciera olvidar su matrimonio.

Sus labios eran suaves, ardientes y sensuales. ¿Por qué se habría casado con Raphael?

—No pienses en él, solo piensa en nosotros, déjate llevar por mí —parecía leerle el pensamiento, y ella no pudo resistirse más. Lo besó con pasión, sabiendo que se arrepentiría, pero queriendo ser suya olvido hasta su nombre.

—Llévame a tu casa, quiero estar contigo —no le dio tiempo a decir nada más. La cogió de la mano y la llevó hasta su moto. —yo nunca he montado en una...

—No te preocupes, solo ponte esto y abrázame fuerte —él le sonrió, le dio el casco y se subió primero. Ella se puso detrás y lo rodeó con fuerza por la cintura. Era una locura, pero por primera vez se sentía libre.

Estaba nerviosa, se estaba arrepintiendo de lo que había dicho. Si alguien se enteraba de que estaba en la casa del novio de Fiorela, sería el fin de los dos.

—Estas temblando. —le fascinaba cada reacción que Anastasia provocaba cuando él se acercaba, le tomo su mano. Él sabía lo que iba a pasar, pero ella no sabía cómo decirle que era su primera vez.

—Creo que fue un error pedirte que me trajeras aquí —Luca la abrazó con ternura, recorrió con la yema del dedo medio la línea de su columna. Ella se estremeció aún más.

—No, no es un error Colibrí, me vuelves loco y quiero demostrártelo — beso sus labios con una ternura que nunca antes había sentido — esto no es solo sexo, es más, mi cuerpo y alma te desean, tu despertaste algo en mí aquella noche, quiero tenerte para mí…

—Pero Fiorela —él volvió a cerrar sus labios con los suyos…

—Déjate llevar Anastasia, tu cuerpo quiere esto…

Si, su cuerpo pedía que la acariciará, que la besará como si fuera la primera y última vez...

Al descubrir su cuerpo escuchó que decía una maldición, era notorio los moretones en sus piernas y su abdomen. Anastasia de inmediato busco cubrirse.

—Mí Colibrí, ¿Qué han hecho contigo?, tu no debes soportar que ningún hombre te haga esto —acarició con sus nudillos aquellos manchones morados —cuando lo tenga frente…

—Shhh, no puedes defenderme —puso sus dedos sobre sus labios —, si lo hicieras Raphael te mataría y no quiero que te haga daño por mi culpa...

—Él nunca me mataría — beso su palma sin apartar la vista de sus ojos —y un día le enseñare el mismo dolor que te provoca a ti, pero multiplicado por mil —Luca estaba probando una sensación diferente a lo que tenía planeado, —tu piel es tan perfecta…

Ella sonrió, cada palabra que decía era perfecta, por primera vez en meses se sentía amada de verdad, Luca quera hacerla sentir especial, era tan dulce inocente, y el era un canalla sin vergüenza que no iba a detenerse ahora tenía otro motivo para seducir a Anastasia

—Dame la oportunidad de ser el hombre que te enseñe lo que es el verdadero amor, la verdadera pasión, el único que exista en tu mente…

—Ya lo eres, desde la noche del compromiso— disfrutaba la manera que él besaba su cuello, su pecho, en una palabra, su piel

Era delicado, dulce, pero a la vez lleno de fuego apasionado que quemaba cada espacio de su piel.

Se desvistieron lentamente, hasta quedar desnud0s, su cuerpo era perfecto y deseable.

La levantó sin dejar de besarla, la llevo hasta la cama donde la dejó delicadamente.

Quería detenerlo antes que supiera su verdad, pero todo se nublo cuando sintió sus labios en su feminidad, estaba perdida en todo lo que él le hacía sentir.

Su conciencia estaba nublada está sintió el más grande dolor, pero solo fue un instante, segundos después ese dolor se convirtió en pasión y satisfacción, era suya, Luca Di Mauri la había hecho mujer.

Con sus respiraciones agitadas se recostó junto a él, Luca no dejaba de acariciar su espalda con ternura.

—¿Por qué no me dijiste que eras virgen? — en su pregunta había dolor, rabia, y una pizca de vergüenza.

—Para entrégame alguien como lo hice contigo debía haberlo deseado, y amor— beso su pecho — ¿Me amas? Verdad.

Luca se quedo en silencio, era un desgraciado, la miro y le mintió. Sentía algo por ella más allá de una pasión, pero no estaba seguro que fuese amor, tal vez empatía o un sentimiento de protección ante una creatura desvalida.

—No dudes eso— tomó su barbilla — después de esto tenemos que irnos, no puedo permitir que Raphael te haga más daño…

—Pero si huimos vamos a iniciar una guerra entre tú familia y la de Raphael…

—No me importa, tú te quedarás conmigo porque eres mía — beso sus labios — y si Raphael te aparta de mi lo mataré con mis manos, no volverá a quitarme lo mío…

—¿A qué te refieres?

—Una historia que después te contaré —de nuevo beso sus labios —ahora solo lo que quiero es tenerte así, tu piel tocando mi piel, sentirme feliz por el regalo que me has dado…

Anastasia cayo en cuanta que se había entregado a un hombre del que no conocía su pasado. Y que en este momento ni siquiera le importa.

—Te amo Luca— bajo la vista, de nuevo la neblina de vergüenza cubría sus ojos.

—Te quisiera tomar de nuevo, pero será mejor que descanses— beso su frente — duerme tranquila que yo velaré tus sueños…

Los dos se quedaron dormidos, había sido una mañana mágica, mientras los fantasmas del remordimiento no atormentaran a Luca.

El estruendo de la puerta abriéndose de golpe los sobresalto, Anastasia se cubrió con la sábana, Luca se puso de pie buscando su arma, pero está había sido tomada por un hombre de Raphael.

—¡Maldita zorra! —los ojos de Raphael eran rojos, llenos de odio, intento tomar a Anastasia del cabello para sacarla de la cama.

—No te atrevas a tocarla hijo de puta —Luca se interpuso entre Anastasia y Raphael— ella no es ninguna zorra, es mi mujer… —sin que lo esperara le dio un puñetazo en el rostro que reventó su labio… —¿dime que se siente?

—Eres un maldit0 Di Mauri, ¿no que todo estaba olvidado? — Luca sonrió, aquel brillo que vio en la fiesta de compromiso apareció de nuevo.

—Yo nunca perdonó Rizzuto, ahora estamos a mano —respondió Luca —solo que aquí hay una diferencia, yo me quedaré con tu esposa, ella ahora es mía.

—Sobre mi cadáver hijo de mierda— Raphael se lanzó contra Luca, que esquivó el primer golpe.

Anastasia estaba en una esquina mirando como había el intercambio de golpes, a Luca no le importaba estar desnudo mientras le daba varios derechazos en su rostro y cuerpo...

—Voy a tener el placer de hacerte pagar los golpes que le has dado a mi Colibrí…

Luca estaba por ganar, cuando Boris tomo el arma que le había quitado, con esa misma le dio un golpe en la nuca que lo dejó inconsciente.

—¡No! ¡Luca! ¡mi amor! — con el miedo en sus pies se arrastró hasta el cuerpo inmóvil de Luca— respóndeme mi amor— vio a Raphael, su rostro tenía varios cortes que lo hacían sangrar, su día mágico en un instante se había vuelto una pesadilla. ¿Cómo fue que dio con ella? — Lo mataste…

—No seas estúpida — la tomó del cabello —no pienso iniciar una guerra entre las familias por una zorra como tú — la besó a la fuerza— cuando lleguemos a casa te haré pagar este engaño, haciéndote la difícil conmigo y a él solo te dijo palabras dulces y te entregaste a él, eres una estúpida.

La tomó del cabello sin importar que la estaba lastimando y golpeando con algunos muebles que había en el camino.

De repente, Raphael se paró y le dijo algo a Fiorela, su hermana. Está la miraba con asco.

—No le hiciste nada, ¿verdad? —le preguntó a su hermano.

—Tranquila, solo le dejé unos moretones que tú le puedes curar —contestó Raphael, mirando a Fiorela —no quiero empezar una guerra entre las familias, y no lo maté por el juramento que te hice, pero si se atreve a acercarse a mi esposa otra vez, no habrá quien me pare...

—Pues llévate a tu zorra lejos de él —Fiorela no se quedó callada y le soltó una cachetada—. Eres una tonta —sonrió con malicia y soltó su veneno—. ¿De verdad pensaste que él te quería? ¿De verdad que inocente? Solo fuiste parte de una venganza...

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