Me La Voy A Llevar

Escuchar eso deseo tener a Raphael Rizzuto delante de él, nadie lo detendría ahora para hacerle pagar cada golpe que provocó que Anastasia estuviera en esa cama de hospital.

 

Lo haría lento, haciéndole sangrar, quemando su piel arrancándole las uñas una a una, hasta que el suplicará, que bramara de dolor, que le quitará la vida.

 

 

—¿Qué hospital? —vio la desaprobación de su padre, pero no podía quedarse ahí sin hacer nada.

 

—San Germani —endureció su rostro, miró a Tony.

 

—Reúne a los hombres, vamos a sacar a Anastasia de ahí —ordenó tomando su arma, la salvaría de ese hospital, no importaba a quien tuviera que sobornar o matar, no descansaría a menos que  esa misma noche durmiera en su cama.

 

 

—¡Estás demente Luca! —escuchó a su padre que venía pisándole los pies pensaba que con sus palabras lo haría cambiar de opinión, estaba equivocado —no hagas nada, hay que esperar el mejor momento para rescatarla…

 

 

—Me estás pidiendo algo imposible, mira a dónde fue a parar por culpa de Raphael —Tony lo esperaba con la puerta abierta de la camioneta —si hubiera sido mi mamá la que estuviera en lugar de Anastasia ¿Te quedarías a esperar un mejor momento?

 

Su papá negó con la cabeza.

 

—Entonces no me pidas eso— palmeó la puerta de la camioneta, ya había perdido tiempo con su papá.

 

El viaje le parecía interminable, solo deseaba llegar a su lado, protegerla, apartarla del infierno, y hacerla vivir otro a su lado.

 

No podía ofrecerle un paraíso.

 

Pero antes de eso tendría que afrontar su odió, su rabia, su desconfianza.

 

No sabía con que engaño había salido Raphael, de lo único que estaba seguro era que ella se sentirá traicionada y herida por él.

 

 

Tendría el tiempo, la tendría a ella como una Colibrí con las alas rotas, el tiempo le demostraría quien era el verdadero traidor.

 

Al llegar al hospital había hombres de Raphael, estos se enfrentaron a Luca sus órdenes eran básicas, evitar que ese desgraciado traidor se atreviera a acercase a su mujer.

 

No estaba equivocado al pensar que el se aparecería para intentar llevársela.

 

 

Luca no necesito sacar su arma para despojar a ambos perros lambiscones de Raphael. Los golpeó y dejó arrastrándose en el piso.

 

Entro directamente, la recepción estaba abandonada, atravesó la puerta que anunciaba con un letrero “Prohibido el paso”  

 

Tecleo en la computadora el nombre de Anastasia, leyó el número de habitación.

 

—¿Qué hace aquí? —lo enfrentó un médico.

 

—Ordene la salida de Anastasia Rizzutto —le mostró un fajo de dinero dentro de un sobre.

 

El doctor observo algo que ni en sus más maravillosos sueños había imaginado. Todos esos billetes juntos.

 

—Ella llegó aquí muy mal, varios golpes en el cuerpo, dos costillas rotas, su rostro esta inflamado —apretó la mandíbula, maldiciendo a Raphael —pero realmente ingreso aquí por qué la señora Rizzuto intento quitarse la vida. Es imposible que ahora pueda abandonará la clínica.

 

La mirada que le dio al médico, hizo que esté temblará, como fue capaz de atentar contra su vida, ella era de su propiedad y debía dejarle muy claro que solo el decidía sobre ella.

 

—Me la voy a llevar —dijo Luca mirando al doctor, este dio un paso atrás seguro por la mirada que le daba —quiero que preparen todo, además necesito que su mejor enfermera nos acompañe o su mejor médico, porque si ella muere, este hospital arderá…

 

El doctor salió corriendo a toda prisa a realizar la orden de Luca, todos sabían quién era, que nadie podía cuestionar sus órdenes.

 

Al ingresar a la habitación, pensó que la encontraría dormida, conectada a esos aparatos, pero su grito dijo lo contrario.

 

—¿¡Dónde está!? —su pregunta se escuchó por todo el pasillo, el personal tembló de miedo al escucharlo —donde está Anastasia…

 

Una enfermera que pasaba ingreso, totalmente confundida.

 

—La paciente estaba sedada, no pudo ir a ningún lado, no sola —sin perder tiempo ordenó a sus hombres y al personal que la buscarán.

 

—Me han mentido —su pensamiento era Raphael, ese hijo de perra, seguramente había soltado eso para llevarlo ahí y burlarse de él.

 

—Le juró señor Luca, la señora Rizzuto estaba aquí —replicó el doctor que había llegado junto a él, al verlo podía ver el miedo, hasta podía olerlo —el señor Raphael me va ha matar…

 

—Si no lo hago yo primero —tomo su arma —quiero ver las cámaras de seguridad —ladro, si Raphael se la había llevado al ver qué él llegó ahí lo sabría.

 

Le mostraron las cámaras de seguridad, unos minutos antes que el llegara un hombre vestido de personal médico la saco por la parte de atrás, ella iba inconsciente, no podía ver el rostro de ese hombre.

 

La subió a una ambulancia y salió del hospital hacía el norte.

 

—Tony que encuentren esa ambulancia ¡ya!

 

¿Quién era ese hombre? Y ¿Por qué se la había llevado?

 

Seguramente era un hombre de Raphael, alguien abrió  la boca quizás uno de sus mismos hombres puso en sobre aviso a Raphael.

 

Cuando descubriera quien fue la boca floja, tendría en quien descargar todo el coraje que cargaba en su pecho.

 

—¡Luca Di Mauri! —retumbo su nombre por el hospital, era Raphael que venía como un loco rodeado de miles de hombres —no dejaré que te acerques a mi mujer pedazo de m****a..

 

 

La histeria de Raphael no tenía sentido, estaba hablando furioso, no descartaba una posible farsa.

 

¿Que propósito tendría engañarlo realmente? Si el no había sacado a Anastasia del hospital, ¿Quién lo hizo? ¿Y con que propósito?

 

 

—Haz que borren ese video —le dijo a Tony, mientras él lo distraería.

 

—Querido amigo… —salió a su encuentro con una sonrisa de triunfo. Saco su arma y quitó el seguro.

 

 

—¡Vete a la m****a!, dime a dónde la llevaste, a qué área del hospital —Luca permaneció con su misma actitud, por una parte estaba contento al tener una pista para dar con Anastasia, por otro lado, ¿Qué maldito gusano tenía a su Colibrí?

 

¿Sería un antiguo amante?

 

—Lo siento, la cambie de hospital —paso por un lado de él, chocando su hombro —su nuevo hospital es mi casa y yo seré su doctor…

 

—Maldito infeliz,  te voy a matar —el sonido de las armas se escuchó a ambos lados del pasillo.

 

Rapahel le apuntaba directamente a su ojos derecho, Luca no bajaba su sonrisa, el apunto su arma al pecho de su adversario.

 

—Hazlo y tú no saldrás con vida de este hospital —Raphael miró detrás tres hombres de Luca le apuntaban, al igual que Luca que había sacado su arma —ella es mía, como le dije a tu hermana, ella será la reina de un verdadero imperio, que construya yo.

 

—Tu reina que ha gozado más conmigo  —Luca apuntó a su cabeza, ese infeliz se había atrevido a tocarla, sintió rabia corriendo por toda su sangre, como un veneno que lo impulsaba a arrancarle el corazón con sus propias manos.  

 

A pesar de la tensión que se palpaba en el ambiente, Luca intentó mantenerse relajado. Con la mirada fija en Raphael, sabía que debía medir sus movimientos con cautela.

 

Anastasia lo necesitaba.

 

Detrás se acercó Tony y le susurró al oído.

 

—Ya está ubicada, nuestro técnico me ha mandado la dirección…—sonrió, tenía un excelente personal trabajando para él.

 

—Si me permites tengo que mimar y cuidar de mi mujer, espera pronto la solicitud de divorcio —pasó a un lado de él con una sonrisa burlona.

 

—Eso nunca, y mucho menos para que esté contigo. Primero la mataré…

 

Las palabras amenazantes de Raphael resonaron en el aire mientras sus ojos se entrecerraban en un gesto sombrío. El odio y el rencor se reflejaban en su rostro mientras observaba a Luca con desprecio.

 

Luca le dedico una mirada fría. Bajo su arma y sonrió. Hizo que todos sus hombres bajaran sus armas.

 

—Para eso primero tienes que dar con ella —lo miró de reojo— y eso será imposible porque tendré un ejército a su alrededor para evitar que tú, cerdo infeliz, te acerques a ella.

 

—Ya lo veremos Luca, me gustará jugar contigo al gato y al rato, cuando la encuentre y lo haré ella pagará todo esto desearas jamás haberme desafiado… —respondió Raphael con seguridad. Sabía que encontrarla no sería una tarea sencilla, pero estaba decidido a intentarlo —por ahora disfruta tu pequeño triunfo Luca…

 

Luca no temió a sus amenazas

 

 

—Créeme que lo haré y no solo este, también cuando destruya a tu familia… —cuando todo terminará claro que lo disfrutaría.

 

Al estar lejos de los oídos indecibles le hablo a Tony que venía junto a él.

 

—Necesito llegar allí lo más rápido —Tony asintió —que uno de los hombres se queden para que el doctor mantenga la boca cerrada

 

—Está hecho Luca  —de nuevo Luca sonrió, Tony lo conocía muy bien, que siempre anticipaba sus movimientos —y los vídeos fueron robados

 

Ambos salieron apresurados, seguidos por todos sus hombres, dejaría que Raphael perdiera el tiempo buscando en sus casas de seguridad, ese hijo de m****a no tenía ni idea a dónde tenía pensado que la llevaría era un lugar que solo el conocía.

 

Su corazón estaba acelerado de solo pensar que ella estuviera en peligro, si ese hombre se atrevía a tocarla se enfrentaría a él, y no tendría misericordia.

 

Ya era suficiente con saber que Raphael había abusado de ella, solo pensar en su espíritu quebrantado le dolía, y el era responsable en la gran parte.

 

Llegaron a la dirección indicada y aparcaron fuera de una pequeña casa, a las afueras de la ciudad. 

 

Ambos salieron de la camioneta tomando su arma, Luca iba por delante, esa no era una visita de cortesía, así que de una patada derribó la puerta de madera.

 

Tony lo siguió de cerca, su corazón latiendo aceleradamente mientras se adentraban en aquella casa.

 

Luca, con mirada feroz, avanzó con determinación por los pasillos angostos y mal iluminados. El sonido de sus botas resonaba en el silencio, las personas que tenían a Anastasia ya debían de saber que estaba ahí, pero parecía que él hombre actuaba solo.

 

A medida que avanzaban, pudieron escuchar el sonido de alguien moviéndose al final del pasillo.

 

Avanzó con pasos más largos hasta que se encontró con una puerta, que también derribo.

 

Al entrar, sobre una cama estaba Anastasia, su rostro estaba inflamado y lastimado, unos cortes en su ceja izquierda, en su pómulo derecho y su labio inferior ocultaba lo perfecto y bello que era su piel de porcelana.

 

—Si se acercan la mató —el hombre le temblaba la mano, Luca le dedico la mirada más dura y fría, si hacía esa estupidez, aquí terminaría todo para él —¿Quienes son ustedes?

 

—Aquí las preguntas las hago yo— en un movimiento que tomo por sorpresa al captor de Anastasia, le quitó el arma —¿Quién eres? Y ¿Por qué te llevaste a mi mujer?

 

 

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