Anastasia no podía creer lo que estaba pasando. Helen había logrado secuestrar a Luca y llevárselo a un maldito almacén. Mierda¿Cómo fue que logro llegar a él?Al correr por el largo pasillo del hospital, se encuentra con los hombres que Luciano había dejado al final de pasillo, estos yacen inconscientes y heridos en el suelo. Helen no había ido sola, solo así se explicaba que pudiera sacarlo. De pronto, se topó con Tony y Luciano, al ver la cara de angustia de Anastasia, supieron que algo malo había pasado.—¿Qué sucede? ¿Dónde está Luca? —preguntó Luciano con urgencia.—Helen se lo llevó —respondió Anastasia con voz entrecortada —está en un almacén que está a pie de carretera…—¿Qué? ¿Cómo es posible? —exclamó Tony, furioso —esa perra no se va a salir con la suya.—Vamos a buscarlo —dijo Luciano, decidido —tenemos que actuar rápido, antes de que le haga algo.—No, yo debo ir sola —insistió Anastasia, soltándose del brazo de Luciano.—¿Estás loca? —replicó Luciano —eso es una tram
—Todo está como lo pedí a su esposo señora Di Mauri —Anastasia sonríe satisfecha por las palabras del nuevo comprador —aquí está el dinero pactado…Anastasia se levanta del sofá, avanza unos pasos para ver el portafolio negro que está lleno de dinero en efectivo, tomando un sorbo de la copa mira al sujeto que suda de la frente y su mirada esta puesta en la puerta—Nadie va entrar aquí —dice con total seguridad, saca la pequeña arma de su espalda —de verdad pensaron que sería tan fácil terminar con mi esposo, se ve que no lo conocen, él es intocable —dijo con orgullo Anastasia que tomaba el vaso con licor.El hombre comenzó a temblar, sus manos se estrujaban entre sí por el nerviosismo de lo que podría pasarle.—No entiendo de que me habla señora… —dojo con un ligero temblor en su voz. La puerta al fin se abrió, él hombre esperaba que fuera los hombres de su organización, los que supuestamente terminarían con la vida del jefe de la familia, pero no, era el mismo Luca Di Mauri que vení
La habitación esta oscura, lo que dificulta saber cuánto tiempo ha transcurrido desde que fueron encerrados ahí, Luca trata de calmar el dolor en su costado, estaba seguro que Raphael le había fisurado algunas costillas, después que lo uso de saco de box. intenta darle ánimos a la mujer que comparte con él ese lugar.Sus ojos se ajustaban a la oscuridad que gobernaba el lugar, en la otra esquina podía percibir la figura de la mujer que amaba, escuchar sus quejidos de dolor le enfurecen y duelen, ella no debía estar pasando por eso.—¿Cómo está tu pierna? —temía qué si permanecían más tiempo ahí, la herida fuera a infectarse.—Creo que mejor, por lo menos no duele tanto —Raphael no sabía lo que le esperaba cuando pudiera tenerlo en sus manos, le haría pagar muy caro el sufrimiento de Anastasia, no tendría piedad de él —Luca ¿Qué irá a pasar con nosotros?Nada porque no lo permitiría, primero lo matarían antes que dejará que él le hiciera más daño a ella y su familia.—Nada Colibrí, te
Vio el terror en su mirada, lo empujo lejos de ella, y como una mujer que se daba a respetar le dio una buena bofetada que le hizo voltear el rostro.—Respéteme soy una mujer casada, ahora termine de cambiarse antes que Fiorela nos descubra… —dio media saliendo a toda prisa.Sonrió, tenía una muy buena mano, su mejilla aun ardía, no sabía porque lo había hecho, a quien quería engañar si lo sabía, era el hombre más ruin al pensar en su venganza.Aunque si jugaba con fuego se podría quemar, su corazón muerto había vuelto a la vida cuando la vio, sus ojos verdes le decían que no era feliz y era una carta que tenía para jugar, los tipos como Raphael no sabían tratar a mujeres como ella, era como un ave en una jaula de oro. Era la victima perfecta para su venganza.—Pequeña Colibrí, vas a ser mía…Anastasia salió tratando de calmar su respiración, sus mejillas ardían, sus labios eran fuego, quería volver a esa habitación y dejar que Luca apagara la llama que había encendido en ella. —¿An
Ella se sintió atrapada por esa mirada azul, que clavada en sus ojos y curiosa deslizaba a sus labios, le prometía un mundo diferente al que vivía. No había nadie más en el parque, solo ellos dos.—¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido otra vez?—Debería preguntarlo yo en esta ocasión, yo vengo a correr aquí a muy seguida y jamás te había visto por aquí —la miraba con seducción, Anastasia no logro responder, su rostro estaba colorado y la necesidad de un beso le corría por las venas como fuego hirviendo —¿Qué te pasó con Raphael?—¿Por qué crees que me pasó algo?—Porque solo él puede hacer que tengas esos ojos tristes —le acarició la cara — Colibrí, si te lo permites, yo te haría feliz, yo haría lo que fuera por verte brillar...Se fue acercando poco a poco, y ella no lo rechazó. Quería que la besara, que la mimara, que la hiciera olvidar su matrimonio.Sus labios eran suaves, ardientes y sensuales. ¿Por qué se habría casado con Raphael?—No pienses en él, solo piensa en nosotros, déjate
Su cabeza no comprendía a que se referían, ellos se amaban, o estaba equivocada, qué había pasado entre ellos en el pasado.—Ya déjame pasar, tengo que darle una buena lección a mi esposa— acarició su cara— después la llevaré a su nueva casa donde no podrá ver a su familia nunca más, ni al maldito de Luca…—No Raphael, por favor, mi padre está enfermo y yo necesito estar con él— sus palabras se fueron con el viento. Él había cerrado sus oídos a su voz…—Me pagaras esto Anastasia, nadie me traiciona, sin recibir su castigo desde hoy serás mi esposa y no quiero resistencia porque que será peor para ti, zorra— la voz y mirada de Raphael la hicieron estremecer de miedo, estaba segura que esa noche sería la peor de su vida.Al llegar a casa no soltó su cabello, ella quería zafarse de su agarre, pero era imposible, si lo intentaba las sábanas que cubrían su cuerpo caerían, y todos los hombres de Raphael la verían. Al sacarla de la casa de Luca no le habían permitido que se vistiera con su r
Escuchar eso deseo tener a Raphael Rizzuto delante de él, nadie lo detendría ahora para hacerle pagar cada golpe que provocó que Anastasia estuviera en esa cama de hospital.Lo haría lento, haciéndole sangrar, quemando su piel arrancándole las uñas una a una, hasta que el suplicará, que bramara de dolor, que le quitará la vida.—¿Qué hospital? —vio la desaprobación de su padre, pero no podía quedarse ahí sin hacer nada.—San Germani —endureció su rostro, miró a Tony.—Reúne a los hombres, vamos a sacar a Anastasia de ahí —ordenó tomando su arma, la salvaría de ese hospital, no importaba a quien tuviera que sobornar o matar, no descansaría a menos que esa misma noche durmiera en su cama. —¡Estás demente Luca! —escuchó a su padre que venía pisándole los pies pensaba que con sus palabras lo haría cambiar de opinión, estaba equivocado —no hagas nada, hay que esperar el mejor momento para rescatarla…—Me estás pidiendo algo imposible, mira a dónde fue a parar por culpa de Raphael —Tony l
Sus hombres revisaron todo el lugar minuciosamente, ese hombre estaba actuando solo, ¿Qué lo había llevado a hacer tal estupidez?Era muy valiente o muy estúpido al quitarle su tesoro a Raphael, como el nombró a Anastasia.Lo hizo sentar en una silla, uno de sus hombres lo sujetaba del cuello, haciendo que no bajará la cara.Luca se sentó delante de él, la mirada del hombre era desafiante, pero pronto se la quitaría, nadie que lo conocía lo había visto así.Luca le dirigió una mirada fría, mirando al hombre de arriba a bajo, su ropa era la de un pordiosero.—No has contestado a mi pregunta —vio el titubeó del hombre —¿Quién eres y por qué te llevaste a Anastasia? El hombre desconocido, con una mirada misteriosa y una sonrisa enigmática, se quedó en silencio por unos momentos. Luego, lentamente comenzó a hablar, con desafío.—No te voy a contestar —Luca soltó una pequeña carcajada, como que no iba a contestar. Se puso de pie y en su solo paso llegó hasta el hombre, que tomó del cuel