La habitación esta oscura, lo que dificulta saber cuánto tiempo ha transcurrido desde que fueron encerrados ahí, Luca trata de calmar el dolor en su costado, estaba seguro que Raphael le había fisurado algunas costillas, después que lo uso de saco de box. intenta darle ánimos a la mujer que comparte con él ese lugar.
Sus ojos se ajustaban a la oscuridad que gobernaba el lugar, en la otra esquina podía percibir la figura de la mujer que amaba, escuchar sus quejidos de dolor le enfurecen y duelen, ella no debía estar pasando por eso.
—¿Cómo está tu pierna? —temía qué si permanecían más tiempo ahí, la herida fuera a infectarse.
—Creo que mejor, por lo menos no duele tanto —Raphael no sabía lo que le esperaba cuando pudiera tenerlo en sus manos, le haría pagar muy caro el sufrimiento de Anastasia, no tendría piedad de él —Luca ¿Qué irá a pasar con nosotros?
Nada porque no lo permitiría, primero lo matarían antes que dejará que él le hiciera más daño a ella y su familia.
—Nada Colibrí, te juro que vamos a salir de esta, mis hombres junto con mi padre nos van a sacar de este hoyo —estiró su mano, aunque fuera tocar la punta de sus dedos, era lo único que le permitía la cadena que lo alejaba de ella.
—¡Que escena tan conmovedora! —el lugar se iluminó cuando Raphael entró, por estar en la oscuridad, la luz que entraba lastimaba sus ojos —, ¿les gusta el lugar que escogí para que mueran juntos? —aunque no podían ver su cara, era evidente que estaba disfrutando del momento —¿el servicio les agrada o quieren una mejor atención…?
Su burla no tenía limites, estaban en condiciones inhumanas, atados de los tobillos, sin poder por lo menos abrazar a Anastasia para que le fuera más leve ese encierro.
—¡Déjanos salir! — grito tratando de alcanzarlo, pero era inútil, el cobarde se mantenía a una distancia segura para él —porque no quieres entender que nos amamos…
—Lo entiendo por eso estoy siendo bueno con ustedes— se acercó a Anastasia, que lo miraba con odio —quieren estar juntos, pues juntos se irán de este mundo y nadie podrá salvarlos —dijo con él mayor odio que podía su voz —, ustedes se burlaron de mí, de mi hermana y tienen que pagarlo muy caro eso.
—Raphael nunca entendiste que contra él amor no se puede luchar, tú nunca lograste ganarte mi corazón— él se acercó y la tomo del cuello.
—Yo intente ganarme tu corazón, espere el tiempo que quisiste para que por fin pudieras entregarte a mí, sin tener que forzarte, pero saber que me engañaste me volvió loco… —la besó a la fuerza
Anastasia se resistió, volteando la cara a un lado con asco.
—Por eso abusaste de mí, me golpeaste todas las noches, mancillabas mi alma cada vez que recibía eso de ti —ya había quedado atrás todo eso, pero verlo de nuevo delante de ellos revivía esos momentos oscuros de la vida de Anastasia.
—Yo aprendí que así debía tratarte, por ser mi esposa podía hacer lo que quisiera contigo, porque eras mía, me pertenecías…
—Yo nunca fui de un monstruo como tú, tú lo único que me has provocado, es asco —le escupió a la cara, Raphael la soltó con una sonrisa en el rostro…
—Si, soy ese monstruo que te ama aún. —le dio una suave caricia que ella esquivó, podía ver la repulsión que le provocaba tenerlo cerca —solo di dos palabras y estarás libre…
—¡Nunca malnacido! ¡Déjanos libres! — le gritó Anastasia, Raphael apretó con todas sus fuerzas su pierna donde ella tenía una cortada, vio el dolor en su rostro, pero no se quejó, no se iba a humillar nunca más delante de él.
—Tú lo decidiste, nunca volverás a ver la luz del sol — acarició su rostro por ultima vez— lástima que tu belleza se entierre en este lugar —se puso de pie, dio dos pasos y de nuevo se detuvo —, y por Esmeralda no te preocupes ella ha vuelto a mis brazos y la cuidaré como mi hija
Al escuchar eso Anastasia abrió los ojos, se puso de pie a pesar de su dolor.
—No, Raphael ella no es nada tuyo déjala con su familia o te juro que cuando salga… —la carcajada acallo sus palabras, el volvió su rostro para verla.
—No estás en condición de amenazar querida, solo mira en donde estás. —saco su arma y le apuntó directamente a la cabeza —si quisiera matarte lo podría hacer ahora…
—No lo hagas maldito infeliz, ya déjala si quieres matar a alguien, debe ser a mí… —él volvió a reír.
—La muerte para ustedes será la gloria, ustedes deben pagar por su traición —camino a la puerta —su muerte será lenta lo juro… —estaba por abrir la puerta —, y no importa donde escondan a su hijo Luciano cuando lo encuentre mi hermana Fiorela se encargará de él…
—No, deja a mis hijos maldito, cuando salga de este lugar te juro que te voy a cazar como a un perro… —las palabras de Luca provocaron más carcajadas en Raphael.
—Me encanta cuando me dan ideas, tengo algo muy divertido para ustedes, y yo necesito salir a cazar... —sus ojos brillaron llenos de maldad, cuando la puerta del lugar se abrió, de nuevo la luz no dejaba ver mucho fuera de esa gran habitación— saldrán de este lugar cuando yo quiera…
—No, será cuando mis hombres y mi padre vengan por nosotros…
—¡Ah tu padre!, tienes muchas esperanzas en él, pero ahora está en la cárcel —abrió los ojos, no podría creer lo que Raphael decía —tú lo pusiste en ese lugar Luca, te olvidas de lo que le pediste que hiciera, que secuestrara a mi hija Esmeralda…
—Hijo de puta, Esmeralda es mi hija, él es su abuelo…
—Ante la ley ella es mi hija y eso no va cambiar, la haré igual a mí; lástima que no estarán para ver cuando su hija sea una mujer y mate a su propio hermano— guardo un momento de silencio— aunque para eso deba encontrarlo, y juro que lo haremos y cuando lo logre disfrutare eso…
—Alguien debe estar buscándonos…
—Nadie querida, todos creen que has ido tras tu amante Luca, dejando a tu pobre hija con su padre —miró a Luca —mi hermana está sufriendo porque el hombre que la volvió a ilusionar la ha dejado embarazada, desamparada…
—Son unos malditos mentirosos, pero cuando salga voy a cumplir con mi palabra…— Raphael, se fue riendo de sus palabras, no sabía cómo, pero haría realidad su juramento, Raphael pronto moriría por su mano, sería la única manera para que los dejara en paz… —vamos a salir de aquí, te lo juro Anastasia y vamos a estar con nuestros hijos… —dijo cuando al estaban de nuevo solos, se estiro para tomar su mano, era lo único que podía hacer.
—Te creo, tú nunca faltas a tu juramento, desde que te conocí has cumplido con tu palabra…
Años atrás…
La casa de la familia Rizzuto era música, algarabía y felicidad, las familias más importantes de Italia estaban reunidas, para ser testigos del compromiso de dos jóvenes, era un matrimonio para formar una alianza fuerte entre la mafia, la familia Di Mauri necesitaba la protección de la familia Rizzuto para transportar sus armas libremente por la toscana, era una alianza que beneficiaba a las dos familias.
Anastasia revivía su fiesta de compromiso, solo que en esa ocasión no tenía la sonrisa que tenía su cuñada, su matrimonio con Raphael fue un tanto obligado, su familia necesitaba un socio comercial y ahí apareció la familia Rizzuto, que para aceptar aportar capital necesitaba algo a cambio y era la mano de Anastasia.
Su padre no tuvo más remedio que aceptar, condenando a Anastasia a una vida de tristeza y desamor, con un mes de casados su vida no era como ella había soñado, no soportaba la cercanía de Raphael, no sabía cómo lograría tener relaciones con él, con un hombre que le provocaba asco.
Al fin llegaba el protagonista de la fiesta, Fiorela como la principal invitada fue hasta donde se abría paso un hombre, el corazón de Anastasia comienza a latir con fuerza cuando su mirada se conecta con aquel atractivo caballero, es el hombre más apuesto que nunca antes había visto.
No se puede negar la fuerza que emana de él, y en sus ojos hay peligro. Algo le dice Anastasia que debe huir, pero su corazón le pide que lo busque, porque lo desea, como nunca había deseado a ningún hombre…
—Di Mauri, esperó que todo esté olvidado ahora que te vas a casar con mi hermana —él prometido de Fiorela sonrió de lado al escuchar la afirmación de Raphael.
—Si todo olvidado Rizzuto, Fiorela a sanado esa parte de mi vida —vio un brillo en su mirada cuando posó sus ojos en Anastasia de nuevo…
Raphael los miró a ambos e hizo las presentaciones.
—Ella es mi esposa Anastasia Ganci…
—Es un gusto conocer tan hermosa mujer —le tendió la mano, ella con miedo poso la suya, algo eléctrico recorrió su cuerpo, su mirada se quedó enganchada a la de él, lo único que quería era ser tomada por él, salir de ese lugar en sus brazos —te felicito por tan hermosa mujer…
—Gracias, es mi mayor tesoro…
—Mi vida, vamos a saludar a los demás invitados… —escuchó la voz de Fiorela, que los hacía salir de su burbuja de deseo.
—Claro querida vamos —lo vio alejarse, su perfume inundo sus fosas nasales, era masculino, fuerte como él.
—No quiero verte cerca de él, entiendes Anastasia…
—Pero será tu cuñado, como voy a evitar cruzar palabra con ese hombre —sintió el agarré fuerte en su brazo.
—Tú solo obedéceme —la miró de arriba abajo —recuerda que eres mía, y la mirada que te dio no me gusto…
¿Había sido tan notorio su deseo?
Anastasia se dirigió a hablar con los meseros, no podría faltar nadie con su copa de vino, pues se acercaba el anuncio del compromiso, al dar la vuelta choco contra algo duro, al levantar la vista se encontró con los ojos color miel de Luca que le sonreían.
—Lo siento— dijo al ver la mancha de vino en su ropa —he arruinado tu camisa…
—No tienes de que preocuparte, fue solo un accidente —al verlo sonreír sintió un hormigueo en su cuerpo, Luca estaba despertando algo que ni su esposo había despertado en semanas.
—Permítame, traer una camisa de Raphael para que se cambies, no puede salir así a la fiesta —dio un paso a un lado, para entrar en la casa.
—Yo le acompañó…
—No, es mejor que espere en el baño de invitados… —detuvo su avance, a pesar de su camisa, su mano pudo sentir su marcado abdomen.
Miró hacía donde estaba Raphael, gracias a Dios no estaba viendo…
—De verdad no es ninguna molestia si la acompaño… —ella terminó aceptando, sabía que era un error, sin embargo, deseaba su cercanía y la privacidad era una deliciosa y peligrosa tentación, su presencia le daba seguridad, algo que hace tiempo no sentía.
Sacó una de las camisas de Raphael y se las dio, él se desabrocho de poco a poco sin apartar la mirada de ella, su respiración comenzó agitarse y no pudo evitar no moverse el labio inferior.
Su torso era perfecto para una cosa que tenía en mente.
—Le gusta lo que ve… —sus palabras provocaron que sus mejillas se cubrieran de carmesí, nunca había visto de esa manera a Raphael, durante el mes no había dejado que la tocara, y no sabría por cuanto tiempo lograría eso.
—Lo siento, dejaré para que se cambie —iba a dar media vuelta cuando su mano la tomo de la muñeca, la atrajo a su cuerpo sin decirle nada ni permitirle reclamo alguno, tomo su nuca y poso sus labios sobre los de ella.
Era el primer beso que recibía con amor, no con agresión, sino con pasión, sabía que no debía permitirlo, pero su cuerpo no reaccionaba, el traicionero deseaba que sus labios la recorrieran por completo.
—¡Luca!...
Vio el terror en su mirada, lo empujo lejos de ella, y como una mujer que se daba a respetar le dio una buena bofetada que le hizo voltear el rostro.—Respéteme soy una mujer casada, ahora termine de cambiarse antes que Fiorela nos descubra… —dio media saliendo a toda prisa.Sonrió, tenía una muy buena mano, su mejilla aun ardía, no sabía porque lo había hecho, a quien quería engañar si lo sabía, era el hombre más ruin al pensar en su venganza.Aunque si jugaba con fuego se podría quemar, su corazón muerto había vuelto a la vida cuando la vio, sus ojos verdes le decían que no era feliz y era una carta que tenía para jugar, los tipos como Raphael no sabían tratar a mujeres como ella, era como un ave en una jaula de oro. Era la victima perfecta para su venganza.—Pequeña Colibrí, vas a ser mía…Anastasia salió tratando de calmar su respiración, sus mejillas ardían, sus labios eran fuego, quería volver a esa habitación y dejar que Luca apagara la llama que había encendido en ella. —¿An
Ella se sintió atrapada por esa mirada azul, que clavada en sus ojos y curiosa deslizaba a sus labios, le prometía un mundo diferente al que vivía. No había nadie más en el parque, solo ellos dos.—¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido otra vez?—Debería preguntarlo yo en esta ocasión, yo vengo a correr aquí a muy seguida y jamás te había visto por aquí —la miraba con seducción, Anastasia no logro responder, su rostro estaba colorado y la necesidad de un beso le corría por las venas como fuego hirviendo —¿Qué te pasó con Raphael?—¿Por qué crees que me pasó algo?—Porque solo él puede hacer que tengas esos ojos tristes —le acarició la cara — Colibrí, si te lo permites, yo te haría feliz, yo haría lo que fuera por verte brillar...Se fue acercando poco a poco, y ella no lo rechazó. Quería que la besara, que la mimara, que la hiciera olvidar su matrimonio.Sus labios eran suaves, ardientes y sensuales. ¿Por qué se habría casado con Raphael?—No pienses en él, solo piensa en nosotros, déjate
Su cabeza no comprendía a que se referían, ellos se amaban, o estaba equivocada, qué había pasado entre ellos en el pasado.—Ya déjame pasar, tengo que darle una buena lección a mi esposa— acarició su cara— después la llevaré a su nueva casa donde no podrá ver a su familia nunca más, ni al maldito de Luca…—No Raphael, por favor, mi padre está enfermo y yo necesito estar con él— sus palabras se fueron con el viento. Él había cerrado sus oídos a su voz…—Me pagaras esto Anastasia, nadie me traiciona, sin recibir su castigo desde hoy serás mi esposa y no quiero resistencia porque que será peor para ti, zorra— la voz y mirada de Raphael la hicieron estremecer de miedo, estaba segura que esa noche sería la peor de su vida.Al llegar a casa no soltó su cabello, ella quería zafarse de su agarre, pero era imposible, si lo intentaba las sábanas que cubrían su cuerpo caerían, y todos los hombres de Raphael la verían. Al sacarla de la casa de Luca no le habían permitido que se vistiera con su r
Escuchar eso deseo tener a Raphael Rizzuto delante de él, nadie lo detendría ahora para hacerle pagar cada golpe que provocó que Anastasia estuviera en esa cama de hospital.Lo haría lento, haciéndole sangrar, quemando su piel arrancándole las uñas una a una, hasta que el suplicará, que bramara de dolor, que le quitará la vida.—¿Qué hospital? —vio la desaprobación de su padre, pero no podía quedarse ahí sin hacer nada.—San Germani —endureció su rostro, miró a Tony.—Reúne a los hombres, vamos a sacar a Anastasia de ahí —ordenó tomando su arma, la salvaría de ese hospital, no importaba a quien tuviera que sobornar o matar, no descansaría a menos que esa misma noche durmiera en su cama. —¡Estás demente Luca! —escuchó a su padre que venía pisándole los pies pensaba que con sus palabras lo haría cambiar de opinión, estaba equivocado —no hagas nada, hay que esperar el mejor momento para rescatarla…—Me estás pidiendo algo imposible, mira a dónde fue a parar por culpa de Raphael —Tony l
Sus hombres revisaron todo el lugar minuciosamente, ese hombre estaba actuando solo, ¿Qué lo había llevado a hacer tal estupidez?Era muy valiente o muy estúpido al quitarle su tesoro a Raphael, como el nombró a Anastasia.Lo hizo sentar en una silla, uno de sus hombres lo sujetaba del cuello, haciendo que no bajará la cara.Luca se sentó delante de él, la mirada del hombre era desafiante, pero pronto se la quitaría, nadie que lo conocía lo había visto así.Luca le dirigió una mirada fría, mirando al hombre de arriba a bajo, su ropa era la de un pordiosero.—No has contestado a mi pregunta —vio el titubeó del hombre —¿Quién eres y por qué te llevaste a Anastasia? El hombre desconocido, con una mirada misteriosa y una sonrisa enigmática, se quedó en silencio por unos momentos. Luego, lentamente comenzó a hablar, con desafío.—No te voy a contestar —Luca soltó una pequeña carcajada, como que no iba a contestar. Se puso de pie y en su solo paso llegó hasta el hombre, que tomó del cuel
Durante su vida había sufrido abusos, recuerdos tristes, los hombres que la habían rodeado siempre habían hecho una herida profunda y no en su cuerpo, sino en su alma.Desde pequeña estuvo sujeta a una disciplina severa, su padre la castigaba por cualquier cosa, la mínima falta de respeto o afrenta significaba castigo.Al ir creciendo intento rebelarse lo que la llevó a pasar días encerrada y sin comer en su habitación. Siempre le pedía con los ojos a su mamá que la ayudará, pero ella se portaba indiferente, como si no le afectará cada vez que su padre le pegaba con su objetivo favorito, el látigo.Eso la volvió insegura, introvertida, no tenía amigas, su padre no permitía que ningún chico se acercara.Al final él escogería con quién terminaría casada, y no sería un matrimonio de amor, sería un matrimonio donde su papá uniera fuerzas con alguien para tener más poder.Para su padre ella era una moneda de cambio para el mejor aliado que pudiera tener.Nunca olvidaría la noche que su pad
Luca salió de la habitación, no podía dejar de dar vueltas en su cabeza la idea de que ella realmente quisiera la muerte. ¿Qué sufrimientos había pasado en su vida para ver cómo única solución morir?Tenía la respuesta, Raphael, para nadie era un secreto lo enfermo que estaba, era violento y había abusado de ella. ¿Creía que todos los hombres eran como el cerdo de Raphael?Si era así, Luca debía hacer algo para convencer a Anastasia que él era diferente. No podía permitir que ella pensara que él era capaz de golpearla. En su vida había códigos que consideraba sagrados, y uno de ellos era nunca levantar la mano contra una mujer, fuera quién fuera.Así que hizo un juramento en silencio, nunca más permitiría que nadie le hiciera daño a su Colibrí, sin saberlo Anastasia había encontrado en él quién la protegería.Además le enseñaría a defenderse, algo que estaba complacido, pues tendría tiempos valioso con ella, en los que no desaprovecharía para hacer que cayera de nuevo en sus brazos.
No podía quedarse ahí a esperar que Luca se cansara de su juego, su corazón quería creer en sus palabras, pero su mente se negaba hacerlo, no volvería a caer en sus brazos. Luca había tenido ese encanto irresistible, esa forma tan persuasiva de decir las cosas con las que envolvía en su red de mentiras. Pero ella había aprendido muy duro de su error, había sufrido lo suficiente y no estaba dispuesta a caer en la misma trampa una vez más. No podía permitirse abrir su corazón solo para que Luca lo rompiera nuevamente.Había confiado en él.Él no se saldría con la suya, si pensaba que seguiría usándola para su venganza estaba muy equivocado. No sería tan fácil como él creía. Sin importar el dolor de su mano, arrancó el suero que estaba a punto de terminar. Se levantó de la cama con molestia en el costado y se acercó a la ventana para mirar hacia fuera. En ese momento, una brisa fresca acarició su rostro, casi como una caricia que la hizo sentir un poco mejor.Delante de sus ojos se e