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No Puedo Dejar De Pensar En Ti

Vio el terror en su mirada, lo empujo lejos de ella, y como una mujer que se daba a respetar le dio una buena bofetada que le hizo voltear el rostro.

—Respéteme soy una mujer casada, ahora termine de cambiarse antes que Fiorela nos descubra… —dio media saliendo a toda prisa.

Sonrió, tenía una muy buena mano, su mejilla aun ardía, no sabía porque lo había hecho, a quien quería engañar si lo sabía, era el hombre más ruin al pensar en su venganza.

Aunque si jugaba con fuego se podría quemar, su corazón muerto había vuelto a la vida cuando la vio, sus ojos verdes le decían que no era feliz y era una carta que tenía para jugar, los tipos como Raphael no sabían tratar a mujeres como ella, era como un ave en una jaula de oro. Era la victima perfecta para su venganza.

—Pequeña Colibrí, vas a ser mía…

Anastasia salió tratando de calmar su respiración, sus mejillas ardían, sus labios eran fuego, quería volver a esa habitación y dejar que Luca apagara la llama que había encendido en ella.  

—¿Anastasia, has visto a Luca?, no lo encuentro —su cuñada la sacó de sus pensamientos, con total naturalidad respondió.

—Si, yo de torpe choque con él y tire la copa de vino en su camisa, ahora se está cambiando con una de Raphael —de pronto la puerta se abrió, Luca salió con una sonrisa, Fiorela de inmediato lo tomo del brazo.

—Mi amor, no vuelvas a separarte de mí —Fiorela lo tomo del cuello, y lo atrajo para darle un beso, Anastasia bajo la vista, pero al volver a verlos notó que su cuñada la miraba, en ella le advertía que él era de propiedad.

No pudo sostener la mirada, ver como Fiorela le daba un beso en los labios que había sido suyos apenas unos segundos fue una puñalada al corazón.

No fue consiente de no alimentar ese sentimiento que despertaba Luca, Fiorela era una mujer peligrosa y vengativa, tal vez más que Raphael.

La fiesta se llevó con total normalidad, Anastasia no sabía cómo fue que logro, evitaba en todo momento cruzar la mirada de Luca durante el resto de la velada, segura de sus miradas delatoras, revelarían lo que había sucedido entre ellos. Solo un beso

Por la noche se recostó tocando sus labios, no podía engañarse, el prometido de su cuñada había despertado algo en su cuerpo, cerró los ojos y su mente la llevo al mundo de los sueños, donde él apareció, con su sonrisa, sus labios, que acariciaban cada milímetro de su piel.

Cuando abrió los ojos, estaba sudando, y agitada, movió su cabeza, no podía seguir pensando en él, era una mujer infelizmente casada.

Días después en una tarde un poco lluviosa, al salir del centro comercial se topó de nuevo con el cuerpo de Luca, este le sonrió.

—Tú, ¿qué haces aquí? —él tomo su mano y la llevo a un lugar apartado, ella quiso protestar, pero no tuvo éxito, no quería escándalos o que Raphael se enterará. Entraron a una bodega donde apenas se podía ver sus rostros.

—Vine a buscarte —tomo su rostro entre sus manos —no puedo dejar de pensar en ti, en tus labios, en tu piel… —jadeó, con su pulgar acaricio su labio inferior —te perseguí toda la mañana, porque lo único que quiero es beber tus labios —mirando sus labios se acercó, ella también lo deseaba, pero sabía que era un error, no supo de donde saco las fuerzas para empujarlo… —, y no solo tus labios, te deseo Anastasia, mi sangre hierve por tenerte en mi cama, desnuda, tocándote, escuchando…— siguió su camino de besos por su cuello, su perfume lo volvía loco, ni su difunta esposa había provocado lo que ella. Trago saliva y se concentro en hacerla caer a ella.

—Detente, soy una mujer casada — gimió, aunque no sabía si era para él o para ella misma —tú te vas a casar con Fiorela, esto no puede ser. —él volvió a tomar su rostro entre sus manos y sin que pudiera hacer nada la beso —Hay muchas cosas en juego…

—No puedo contenerme, te deseo… y tu me deseas tanto como yo —Luca lanzó una mirada de lujuria a Anastasia. Y estuvo a punto de caer.

Ella forcejeo lo que más pudo, sin embargo, fue en vano, al final termino cediendo a sus labios, a su pasión, enterró sus dedos en su cabello ondulado.

Se aferró a su cuerpo como si fuera una tabla de salvación, en su cadera podía sentir la dureza de él. Luca tomo su pierna y la levanto, su falda dejaba que pudiera acariciar su suave piel, sus dedos llegaron a su feminidad, descubriendo que estaba húmeda, la tomaría en ese lugar, era lo único en lo que podía pensar.

—No, es solo pasión ¿A dónde nos va llevar esto?  —le dijo al separarse un poco de él.

—A donde nos tenga que llevar —tomo su mano y la llevo a su dureza —tu despiertas esto en mí, y no es solo pasión —beso su nariz —quiero protegerte, sé que no eres feliz, tu mirada me lo dijo, yo quiero que seas feliz conmigo, colibrí huye conmigo, dejemos atrás todo esto, las alianzas de matrimonio que no nos hacen felices…

—Estás loco, lo dices tan fácil, pero ellos nunca dejarían que seamos felices —ella Dios media vuelta —¿Qué va pasar cuando termine la pasión? Yo te lo diré, solo habrá reproches…

—Yo no siento solo pasión por ti, yo te amo —le dio la vuelta y poso su mano en su pecho —siente mi corazón que late por ti —después la llevo a sus labios —se valiente ven conmigo —se acercó a besarla, quería que sintiera amor, que cayera en pasión que corría por su sangre. Como fuego hirviendo en una mujer insatisfecha. —eres mi colibrí que necesita ser liberado de su jaula de oro…

—Este colibrí morirá en esa jaula —lo empujó, hizo que la soltará, no podía permitir que volviera a pasar algo así —no vuelvas a seguirme, mi destino es vivir con Raphael y no quiero que por mi culpa se derrame sangre inocente…

La vio salir, pensó que iba ser más fácil seducirla, pero ella era una mujer diferente a otras, ella no caía tan fácil a la tentación, pero, aunque le tomar tiempo conseguiría sus propósitos.

—Luca está jugando con fuego, ella es inocente en tu venganza… —escuchó que decía Tony, su hombre de confianza cuando le abría la puerta para subir a su lujoso auto oscuro.

—Tal vez tengas razón, pero no puedo dejar las cosas olvidadas como dijo Raphael, él debe sufrir lo que yo… —apretó su mano en puño.

Los días pasaron, Anastasia no dejaba de pensar en los labios, en el cuerpo de Luca pegado al suyo, por las noches tenía sueños con él, no podía negar que lo deseaba quería que el fuera su primer...

—Espero esté listo todo para esta noche, no quiero errores Anastasia — la voz de Raphael la sacó de sus pensamientos esa noche tendría una cena supuestamente importante —detesto recordarte lo que te pasara si no cumples con mis deseos.

—Todo está como quieres, no te preocupes ante todos seré la esposa perfecta— Raphael se acercó y tomándola con una mano su rostro la atrajo a su rostro.

—Ni tan perfecta, aún no eres mi mujer, no me gusta tomar a ninguna mujer por la fuerza, pero ya me estoy cansado de esto —miró sus labios —quiero tomar mi derecho.

—Ya pronto, es que aún no estoy lista —él plantó un beso en sus labios, y no era nada parecido a los de Luca.

Aquellos si eran verdaderos besos, con uno solo la hacía volar en las nubes. Los de Raphael la mandaban a un abismo de desdicha, no sabía por cuánto tiempo lo mantendría alejado de ella.

Pensar estar con él en la cama le parecía un horror, un terror.

—Solo porque te amo, dejó que hagas conmigo lo que quieras —acarició su mejilla — sino desde la noche de bodas te hubiera tomado, si me hubieras probado ahora serías una mujer satisfecha y feliz… —no creía en sus palabras, si con sus besos no había logrado despertar nada, dudaba que pudiera darle el placer que Luca le prometía con un beso.

—De verdad lo siento, pero quiero estar contigo por amor— le dio una media sonrisa…

—Y yo no voy a descansar hasta conseguirlo, con el tiempo aprenderás a amarme— beso su mejilla— porque sabes que tú eres mía, solo mía…

—Si, lo sé —bajo la mirada, no era agradable saber que había sido su matrimonio por un arreglo entre las familias, solo para salvar a su padre enfermo de ir a la cárcel —les agradezco a tu padre y a ti por lo que han hecho por mi papá…

—Me gusta que seas así, pero no quiero tu agradecimiento, quiero tú corazón— de nuevo tomo su rostro la besó, ella quería apartar el rostro, pero si lo hacía a ella le iría mal.

—Señor perdón que lo moleste, pero tenemos un problema con las especificaciones de un navío —el hombre miró a Anastasia y después a su jefe, sabía que no debía interrumpir cuando estaban juntos.

—Ahora regreso cariño —beso su frente —vamos, no puede ser que no puedan hacer las cosas si no estoy yo presente…

Soltó un suspiro de alivio, esos momentos eran los mejores cuando no tenía que soportar la presencia de Raphael.

Una hora después estaba recibiendo a los socios de Raphael, odiaba cuando eran esas reuniones, porque esos hombres la veían con morbosidad, como si fuera un pedazo de carne.

—Cariño te ves espectacular con ese vestido…— le susurro cuando se reunió con ella.

—Raphael buenas noches— solo escucharlo su corazón comenzó a latir como un loco y su feminidad se humedecía.

—Luca, querida han llegado —se acercó a besar en la mejilla a su hermana y a Luca que no apartaba la vista de ella.

—Si, llegamos hasta ahora porque escogimos el menú de la boda —Fiorela estaba feliz y radiante, miraba a Luca con un brillo —al fin se está llevando al cabo lo que debió ser hace años.

—Bueno, espero disfruten la velada, en un momento más dará inicio la reunión —Luca camino sin apartar la vista de Anastasia, cuando Raphael no Fiorela los miraban, él le guiño un ojo.

Para Anastasia sería una tortura la noche, debía cuidar que no se dieran cuenta de las miradas que Luca y ella se lanzaban

—Si es una alianza entre las familias, pero yo sí me casó con el hombre que quiero —dijo mirando a Anastasia.

Tenía razón, su suegro cumplía todos los caprichos de su hija, cualquier cosa que pedía él se lo conseguía costará lo que costará.

—Muchas felicidades, querida, se dice que es fuego en la cama —Anastasia apretó la mandíbula, no quería imaginar a Fiorela en sus brazos...

—¿Si es un excelente amante, no entiendo porque su primera esposa se suicidó? — eso la sorprendió, que habría pasado en su vida de casados para que ella tomará esa decisión.

Se veía que Luca era otro tipo de hombre, pero cara vemos corazones no sabemos.

La cena fue perfecta, lo que al final molesto a Raphael fue las miradas de todos los hombres sobre su mujer.

—La siguiente cena no puedes ver a ningún hombre está claro —dijo cuando estaban solos en la habitación después de darle una cachetada y un golpe en el estómago que la dejó sofocada

—Pero yo solo fui cortés con tus invitados…

—No me quieras ver la cara, pasaste toda la noche coqueteando con los hombres y no dejabas de ver al prometido de mi hermana —la tomo de los brazos y la apretó con fuerza —¡ERES UNA ZORRA!, ¡TU ERES MÍA!, ¡SOLO MÍA!…

La aventó a la cama, se subió sobre ella y comenzó a besarla, a rasgar su vestido, estaba como un loco…

—Raphael por favor —dijo con el miedo en su garganta —tú me lo prometiste… que no me ibas a obligar… —pero el parecía que estaba sordo, sus labios la besaban, pero eran con violencia —Raphael así no…

Al escuchar su voz con dolor fue lo que logró que desistiera de su asalto.

—Perdón, perdóname, pero tú tienes la culpa me muero de celos al pensar que otros hombres te deseen —se levantó de la cama, ella se hizo a la cabecera abrazando sus piernas —Anastasia no me temas, no quiero eso.

—Por favor déjame sola… —pensó que no lo haría, pero dio media vuelta y salió de la habitación.

Al estar sola dejó que las lágrimas fluyeran, lavando su corazón lastimado, sabía que un día tendría que estar con él, pero no podía le provocaba asco, su vida se convertiría en un infierno con él.

La mañana siguiente salió, sentía que se ahogaba en esa casa, fue corriendo a su lugar, el único dónde encontraba paz.

Tomo la banca del parque y se quedó ahí mirando a las personas, siempre había soñado con un hombre muy distinto a Raphael, había soñado un mundo rosa algo que estaba muy lejos en su mundo.

—Colibrí ¿que tienes?

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