Luna siempre ha vivido a la sombra de la opulencia, atrapada en una vida que no eligió. Tras perder a sus padres, quedó al cuidado de su tía Rosa y sus primas, quienes la explotan y desprecian, mientras ella trabaja incansablemente para sostener el hogar que no siente suyo. Lo que Luna ignora es que su padre, un empresario visionario, le dejó una herencia millonaria que fue arrebatada con engaños. Alessandro Moretti, un poderoso empresario italiano, lleva una vida aparentemente perfecta, pero vive bajo la constante presión de su padre, quien insiste en que debe casarse y sentar cabeza. Su camino se cruza con el de Luna de manera inesperada, cuando ella lo salva de un asalto en una noche crucial. Intrigado por la misteriosa mujer que lo ayudó, Alessandro decide investigar más sobre ella, sin saber que está a punto de desenterrar un pasado lleno de secretos. Cuando Alessandro compra la empresa donde trabaja Luna, sus mundos colisionan en una vorágine de poder, ambición y amor. Luna, con su bondad y fortaleza, comienza a desafiar las creencias de Alessandro sobre la vida y el éxito, mientras él la impulsa a descubrir su verdadero potencial y enfrentar las verdades ocultas de su pasado. En medio de engaños familiares, promesas rotas y corazones entrelazados, ¿podrá el amor superar las barreras de dos mundos completamente diferentes? Hola. Bienvenidos a mi mundo. No olviden que estoy en redes sociales como Genemua.Libros y en mis historias destacadas encontrarán a los personajes como yo me los imagino. Espero se puedan pasar por ellas y disfrutar de estos personajes. Nos leemos despues.
Leer másLuna había pasado toda la noche preparando un cronograma detallado para el proyecto. Quería asegurarse de que cada detalle estuviera perfectamente organizado antes de que Alessandro le pidiera resultados. No podía permitirse fallar, no después de haber llegado tan lejos.Aunque también no dejaba de pensar en la otra conversación, si ella quería salir de ahí, ese dinero le podría ayudar mucho para empezar desde cero. ¿En serio estaba considerando casarse por dinero? —Luna, baja a desayunar —gritó su tía desde la cocina, lo que le sorprendió, ya que a ninguna de ellas le importaba si Luna comía o no—Ya voy —respondió, mientras cerraba su cuaderno y lo guardaba en su mochila.Bajó las escaleras con rapidez, encontrándose con la habitual escena en la mesa sus primas, , charlando sobre frivolidades mientras su tía las servía. Cuando Luna llegó, apenas la miraron.—¿Y tú qué? —dijo Andrea, observándola con desdén—. ¿Otra noche de trabajo en ese proyecto ridículo?Luna respiró hondo y se
Luna caminaba por los pasillos de la planta con el corazón aún latiendo a toda velocidad. No podía creer lo que acababa de pasar. Alessandro Moretti, el nuevo dueño de la empresa, no solo había leído su propuesta, sino que también había decidido que quería implementarla. Era como si todo el esfuerzo que había puesto en ese proyecto finalmente hubiera valido la pena.—¿Qué te pasó? —preguntó Clara, quien la esperaba ansiosa cerca de las máquinas.Luna se detuvo un momento para recuperar el aliento antes de responder—El nuevo dueño… me llamó a su oficina.Clara abrió los ojos como platos.—¿El Moretti? ¿Qué quería?—Le gustó mi propuesta. Dijo que quiere que empiece a trabajar en ella de inmediato.Clara soltó un grito ahogado y la abrazó con fuerza.—¡Luna, eso es increíble! Sabía que lo lograrías.Luna sonrió, aunque aún le costaba procesar lo que estaba pasando. Por un momento, se permitió imaginar que tal vez, solo tal vez, las cosas finalmente empezarían a cambiar para ella.En el
Mientras Alessandro cerraba acuerdos, Isabella Montanari estaba con Vittorio, compartiendo una copa de vino.—¿Estás segura de que puedes convencerlo? —preguntó Vittorio, observándola con atención.—Alessandro siempre ha sido terco, pero nunca ha podido resistirse a lo que quiere, aunque no lo admita. Y yo sé que, en el fondo, puede verme como la compañera perfecta.—Espero que tengas razón —respondió Vittorio—. Nuestro futuro depende de ello.A la mañana siguiente, Luna estaba en la cafetería de la empresa, sirviendo café para sus compañeros. Su turno en la línea de producción había terminado, pero como siempre, se ofrecía a ayudar donde pudiera.—Luna, ¿puedes llevar esta bandeja a la sala de juntas? —le pidió una compañera.—Claro, no hay problema.Caminó hacia la sala de juntas, equilibrando la bandeja con cuidado. No sabía que, al cruzar esas puertas, estaría frente a Alessandro Moretti por segunda vez, aunque ninguno de los dos lo supiera aún.Dentro, Alessandro estaba revisando
Luna miraba el techo de su pequeña habitación, incapaz de conciliar el sueño. La imagen del hombre herido seguía rondando su mente. Había algo en la forma en que sus ojos la habían buscado, como si quisiera grabar su voz y su rostro en su memoria antes de perder el conocimiento. Pero más allá de eso, había algo que la perturbaba: ¿qué hacía un hombre como él en un barrio tan peligroso?Cerró los ojos, intentando apartar esos pensamientos, pero en lugar de encontrar calma, los recuerdos de su padre comenzaron a llenar su mente.Era una tarde soleada cuando ambos subieron juntos al cerro Monteluce. Su padre siempre decía que ese lugar tenía un nombre tan elegante como las vistas que ofrecía. Desde allí, podían ver la ciudad extendiéndose como un tapiz interminable, con los rayos del sol tiñendo todo de tonos dorados y naranjas.—Algún día, todo esto será tuyo, pequeña estrella —le había dicho su padre, señalando hacia el horizonte.Luna había reído, creyendo que se refería al paisaje, p
El despertador sonó a las cinco en punto de la mañana. Luna alargó la mano para apagarlo, soltando un suspiro pesado mientras el eco de las campanadas resonaba en el cuarto pequeño que llamaba "su espacio". Apenas era un rincón en el fondo de la casa de su tía, donde las paredes desnudas parecían encerrar más los sueños rotos que ella misma se atrevía a guardar.La joven se sentó en la cama, pasando las manos por su cabello negro y largo, todavía revuelto por el sueño. Cerró los ojos un segundo, como si buscara fuerzas de algún lugar oculto dentro de sí misma, y luego se levantó. No había tiempo que perder.Las tareas empezaban antes de que el sol asomara en el cielo. Como cada día, su tía Rosa había dejado una lista sobre la mesa de la cocina: lavar la ropa, preparar el desayuno, barrer el patio, y por supuesto, dejar todo en perfecto orden antes de salir a trabajar. Luna tomó la lista y la dobló en silencio, sin molestarse en leerla por completo. Ya se la sabía de memoria.Para cuan