Atrapada en un matrimonio sin amor, Hannah anhela la libertad que una vez soñó, Casada a una edad temprana para satisfacer a su poderoso padre, su existencia se ha convertido en una rutina monótona y se siente como un pájaro enjaulado. Un encuentro casual con Lucas, un médico carismático y libre de espíritu, desata en ella una pasión que creía perdida. Una noche de locura cambia su vida para siempre. Embarazada e indecisa, Hannah se enfrenta a un dilema: seguir en una jaula dorada o volar hacia un futuro incierto. ¿Podrá esta madre soltera encontrar la felicidad en medio del caos?
Leer másTiempo después, Hannah abrió los ojos lentamente y sintió el frío del suelo en la espalda. A su lado, Lucas estaba en vilo, con una expresión que mezclaba preocupación y confusión. Ella se incorporó con esfuerzo, sacudiendo su bata como si intentara deshacerse de una pelusa imaginaria que la rodeaba. Era un gesto nervioso que delataba su estado emocional.—¿Qué... qué pasó? —murmuró, intentando recuperar la compostura mientras su mirada se encontraba con la de Lucas. Él la observaba intensamente, como si cada segundo que pasaba aumentara la tensión entre ellos.—¿Por qué Gabriel te llama Camila? ¿Qué está pasando aquí? ¿Quién eres tú realmente? —Lucas fue directo: su voz era firme, pero temblorosa, como si cada palabra fuera un paso hacia un terreno inestable.Hannah sintió que su corazón latía con fuerza. Las preguntas la golpeaban como olas, y se sintió atrapada en un remolino de emociones.—Yo… soy Hannah —logró decir al fin, pero su voz sonó casi como un susurro. —Gabriel me prese
Fabio se encontraba tendido en la cama, con el cuerpo agotado y la mente envuelta en un torbellino de frustración y rabia. La habitación, decorada con los ecos de sus conquistas pasadas, parecía burlarse de él mientras maldecía en silencio. La imagen de Hannah, siempre un paso por delante, lo atormentaba. Su padre, un obstáculo formidable, la protegía como un león a su presa, y eso lo llenaba de coraje. Cada pensamiento que cruzaba su mente era un veneno que lo consumía: ¿cómo había llegado a ese punto? Se sentía atrapado en una red de sus propias decisiones, incapaz de liberarse de las corrientes de su impotencia. La desesperación lo envolvía y en su pecho ardía un fuego oscuro, un deseo de venganza que lo empujaba a actuar, aunque no supiera cómo. La lucha interna lo desgastaba y, cada segundo que pasaba en esa cama, era un recordatorio de su fracaso. ¿Podría alguna vez recuperar el control de su vida o estaba destinado a ser un prisionero de sus propios y horribles pensamientos?Gi
Lucas entró en su apartamento con el corazón pesado por la noticia que había recibido. Se dirigió a la señora de la limpieza, que estaba limpiando el salón.—Elena, por favor, prepare mi maleta. Tengo que viajar durante un buen tiempo. Me mudaré a Florida y quiero que mantenga todo en orden mientras estoy fuera.La señora de la limpieza asintió sin mostrar emoción alguna.—Sí, señor. Haré lo que usted dice.Mientras ella se dirigía a su habitación para preparar la maleta, el teléfono de Lucas comenzó a sonar. Era su padre, Samuel Smith.—Hola, papá. ¿Cómo estás?—Estoy bien, hijo. ¿Y tú?Lucas suspiró, sabiendo que no podía ocultar la verdad.—No tan bien. Me han despedido del hospital porque soy un mujeriego.Su padre soltó una carcajada, y Lucas pudo imaginar su sonrisa maliciosa al otro lado de la línea.—¡Ah, mi hijo! Siempre tan popular con las damas. Pero no te preocupes, todo saldrá bien.—No es algo divertido, papá. Me están enviando a Florida. No sé si podré adaptarme allí.—
Fabio, cegado por la intrepidez de recuperar a Hannah, confrontó a su suegro, Elías, en su oficina. La repentina hostilidad de Elías hacia su causa lo desconcertó por completo. A pesar de haber sido el artífice de su matrimonio, Elías se negaba rotundamente a apoyarlo. Con un tono desafiante, Fabio exigió una explicación, pero Elías se limitó a revelar que Hannah lo tenía bajo su control, sin entrar en más detalles. La soberbia de Elías al exigir el divorcio y acusar a Fabio de no amar a Hannah, solo sirvió para avivar la ira y la confusión del joven.—¡Elías! Necesito que me expliques por qué has cambiado tanto de la noche a la mañana. ¿Cómo puedes negarte a ayudarme a recuperar a Hannah? ¡Fuiste tú quien nos casó!—Las cosas cambian, Fabio. Hannah tiene las ideas claras ahora y yo la apoyo en su decisión —enfatizó Elías con autoritarismo.—¡Pero no me estás dando ninguna explicación! ¿Qué tiene Hannah sobre ti? ¿Por qué te comportas así?—No te incumbe. Lo único que debes saber es q
Hannah se acomodó en el sofá y sintió el suave peso de su bebé dormido en sus brazos. A pesar de la ligera molestia que aún sentía, la alegría de tener a su pequeño en casa la llenaba de felicidad. En ese momento, Ruby entró por la puerta con una sonrisa radiante.—¡Hannah! —exclamó Ruby, dejando caer su bolso en el suelo. —No vas a creer lo que me pasó hoy en el hospital. Conocí a un paciente que se enamoró de mí.Hannah soltó una risita, con los ojos brillantes de curiosidad.—¿En serio? ¿Y qué le dijiste? —preguntó, disfrutando de la chispa en la voz de su amiga.Ruby se dejó caer en el sillón, con una expresión de dramatismo.—Le dije que estaba flirteando con el amor de su vida, pero que no podía hacer nada porque tengo que concentrarme en mi carrera. ¡Pero no podía dejar de reírme!Hannah se rió a carcajadas, sintiendo que la conversación la llenaba de energía.—¡Eres imposible! Pero, ¿quién puede resistirse a ti? —dijo, mientras acariciaba la cabeza de su bebé. —Solo asegúrate
Los meses habían transcurrido rápidamente y el vientre de Hannah crecía desmesuradamente, anunciando la inminente llegada de su bebé, al que había decidido llamar Justin. La emoción la envolvía: un nuevo capítulo de su vida estaba a punto de comenzar, y con cada patada del pequeño, sentía que su corazón se llenaba de esperanza. Sin embargo, la sombra de su pasado la acechaba; no había tenido noticias de su padre ni de su esposo, quien se negaba obstinadamente a concederle el divorcio. A pesar de la incertidumbre, Hannah había encontrado refugio en Florida, lejos de las perturbaciones que la rodearon una vez. Junto a su amiga Ruby, que trabajaba como enfermera en el servicio de urgencias del hospital donde Hannah trabajaba como internista, había creado un espacio seguro para ella y su futuro hijo. Pero, en el fondo, Hannah sabía que la calma solo sería temporal. Las decisiones que había tomado la habían alejado de su vida anterior, pero también la habían dejado con un vacío que solo el
Horas después, Hannah se sentía abrumada por la visita de su padre y los malestares propios del embarazo comenzaban a pasarle factura a su cuerpo y su mente. Sin embargo, la llegada de su amiga Ruby supuso un rayo de esperanza para su día. Ruby, siempre optimista y llena de energía, se sentó a su lado con una sonrisa radiante.—Vamos a buscar esos hospitales y a explorar las oportunidades de empleo que nos esperan, amiga —dijo, animando a Hannah a levantarse del sofá.Al salir de casa, Ruby la miró con curiosidad y le preguntó:— ¿Y qué hay de Lucas, el famoso desconocido que te embarazó? ¿Tienes algún plan para encontrarlo? —Hannah, aún consternada, suspiró y respondió:—Lo único que sé es su nombre. No tengo ni idea de cómo encontrarlo. Ruby soltó una ligera risa, intentando aliviar la tensión.—Bueno, Lucas hay muchos en la ciudad. Buscarlo sería como intentar encontrar una aguja en un pajar —bromeó, guiñándole un ojo. Hannah no pudo evitar sonreír ante el ingenio de su amiga.****
Hannah cerró los ojos por un instante, dejando que la calidez de la idea la envolviera. Imaginó las risas de su niño corriendo por la casa y la dulzura de un abrazo que la hiciera sentir completa. En su mente, los miedos se desvanecían como sombras al amanecer y en su corazón florecía una esperanza renovada. Se vio a sí misma en un parque, empujando un columpio, mientras el sol iluminaba el rostro risueño de su hijo. Esa visión, tan viva y evidente, la llenó de una intrepidez que nunca había sentido. Era un sueño que, aunque estaba rodeado de incertidumbres, la invitaba a dar el salto y a abrazar la vida con todo lo que conllevaba. En ese instante, ser madre no era solo un deseo, era una promesa de amor incondicional y de aventuras por venir.De pronto sonó el timbre, se miró con extrañeza y fue a abrir. Sabía que no era Ruby y que tampoco llegaría tan pronto. Cuando vio quién era, Hannah se mantuvo firme; el corazón le palpitaba con fuerza mientras su padre cruzaba la puerta.—¿Qué t
Días después, Hannah se enfrentó a los resultados que cambiarían su vida para siempre. Al leer la palabra «estéril» junto al nombre de Fabio, un frío helado recorrió su cuerpo. La realidad se desmoronó a su alrededor y un sollozo profundo emergió de su pecho. Las lágrimas comenzaron a caer, una tras otra, como un torrente incontrolable. Se sentía atrapada entre la culpa y la tristeza, como si un peso insoportable la aplastara.«¿Cómo he podido hacer esto?», pensó, destrozada por la traición que sentía hacia su esposo. Era una mujer buena y honesta, y ahora se enfrentaba a las consecuencias de sus decisiones. La imagen de Fabio, con su sonrisa socarrona y su amor a medias, la perseguía. Había buscado respuestas, pero nunca imaginó que la verdad la llevaría a este abismo de dolor.La culpa la atravesaba como un puñal y cada lágrima que caía era un aviso de su deslealtad.«¿Qué he hecho?», se preguntó, sintiendo que había traicionado no solo a su marido, sino también a sí misma. En ese m