Inicio / Romance / HERENCIA OCULTA / CAP 6 - Invitaciòn incòmoda
CAP 6 - Invitaciòn incòmoda

Días después.

Alessandro estaba sentado en su oficina, revisando documentos, cuando escuchó el sonido de pasos firmes acercándose. Antes de que pudiera mirar hacia la puerta, su padre, Massimo Moretti, entró sin anunciarse. Como siempre, su porte impecable y la mirada autoritaria llenaron la sala.

—¿No deberías tocar antes de entrar? —dijo Alessandro, levantando la vista apenas un segundo antes de volver a sus papeles.

Massimo ignoró el comentario y se sentó frente a él, cruzando las piernas con elegancia.

—He estado pensando en nuestra última conversación.

—¿Cuál de todas? —preguntó Alessandro con tono sarcástico.

—La que realmente importa —respondió Massimo, sin inmutarse—. Isabella sigue siendo una opción viable para ti. Es una joven con buen apellido, educada, y sus padres están ansiosos por reforzar nuestra alianza comercial, además la conoces desde q ud era un niño

Alessandro cerró el expediente con un chasquido seco y se reclinó en su silla, enfrentándolo con una mirada fría.

—Te lo dije la última vez, papá. No estoy interesado en Isabella.

—¿Por qué no? —Massimo levantó una ceja—. Es una mujer adecuada para alguien de tu posición.

—¿Adecuada para mí o para tus negocios? —replicó Alessandro con un filo en la voz que cortó el aire.

Massimo se enderezó en su asiento, pero no perdió la compostura.

—No veo por qué deberían ser mutuamente excluyentes.

Alessandro bufó, hastiado.

—Porque yo no pienso basar mi vida en alianzas estratégicas ni en acuerdos comerciales disfrazados de matrimonio, yo quiero hacer esto por amor

Massimo lo observó en silencio por un momento, como si estuviera evaluando sus palabras. Finalmente, se inclinó hacia adelante.

—Entonces, ¿estás viendo a alguien? — le preguntó —Porque sería la única razón por la que rechazas a toda candidata perfecta que encuentro para ti

La pregunta lo tomó por sorpresa, pero Alessandro no lo dejó ver, y aprovecho la oportunidad para empezar el plan.

—Sí, lo estoy.

Los ojos de Massimo se estrecharon ligeramente, tratando de medir si su hijo decía la verdad.

—¿Y su apellido?

Alessandro apretó los dientes, ya sabía a donde iba su padre.

—Eso no tiene importancia.

—Todo tiene importancia, Alessandro. Si piensas que voy a ignorar...

—¡Basta! —interrumpió Alessandro, golpeando la mesa con la palma de la mano. Su tono era bajo, pero cargado de una rabia contenida que hizo callar a Massimo —Ya estoy harto de que veas a las personas como simples piezas de ajedrez en tus negocios.

Massimo levantó las manos en un gesto conciliador.

—No quise insinuar nada. Solo quiero saber más sobre ella.

—No. Solo quieres saber cómo puedes usarla para tus intereses.

Massimo suspiró, como si estuviera cansado del enfrentamiento.

—Dejemos este tema por ahora. Solo quería informarte que tu hermano menor, Paolo, regresa de Alemania esta semana, y tu hermana, Sofia, también estará aquí desde Suecia.

Alessandro lo miró con desconfianza.

—¿Y?

—Habrá una cena para celebrar su regreso. Quiero que asistas... con tu acompañante —añadió Massimo poniendo énfasis en las últimas palabras.

—¿Y si no quiero llevarla?

—No es una opción —respondió Massimo, su tono firme—. Será una excelente oportunidad para conocerla mejor.

Alessandro sabía que discutir no serviría de nada. Massimo había dejado claro que esperaba ver a su "misteriosa" pareja, y faltar sería un error estratégico que no estaba dispuesto a cometer.

—Está bien —dijo finalmente, aunque su voz estaba cargada de resignación—. Pero no esperes que hable de más.

Massimo esbozó una leve sonrisa, satisfecho.

—Eso es todo lo que pido.

Horas después, Alessandro estaba sentado frente a Luna en un café discreto, lejos de las miradas indiscretas. Ella lucía nerviosa, moviendo una cuchara en su taza de café mientras escuchaba atentamente.

—Entonces, ¿debo ir a esa cena? —preguntó ella, insegura.

—Sí. Mi padre insistió, y si no lo hacemos, empezará a investigar más de lo que queremos.

Luna asintió, aunque su incomodidad era evidente.

—¿Qué le dijiste de mí?

—Que estoy saliendo contigo, pero no di detalles. Por eso necesitamos planear lo que diremos si nos preguntan.

Ella lo miró, un poco preocupada.

—¿Qué deberíamos decir?

—Lo básico. —Alessandro tomó un sorbo de su café antes de continuar—. ¿Cómo nos conocimos? ¿Cuánto tiempo llevamos juntos? ¿Qué nos gusta el uno del otro?

Luna dejó la cuchara a un lado y lo miró directamente.

—Si me preguntan a qué me dedico, ¿qué digo?

—Diles que trabajas en algo relacionado con la administración, pero no menciones que es en mi empresa. Es mejor evitar preguntas complicadas.

Luna suspiró.

—De acuerdo.

Alessandro se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.

—¿Cómo te gustaría que dijéramos que nos conocimos?

Ella pensó un momento antes de responder.

—Podríamos decir que nos encontramos en un evento benéfico. Eso suena plausible, ¿no?

Él asintió.

—Perfecto. Y para el tiempo juntos, digamos que llevamos saliendo unos tres meses.

—Está bien. —Luna tomó su taza y bebió un sorbo, tratando de calmar sus nervios—. ¿Algo más?

—Sí. Si alguien te pregunta qué te gusta de mí, ¿qué dirás?

Ella se ruborizó ligeramente y desvió la mirada.

—No lo sé... Que eres amable, inteligente...

—Eso debería bastar. —Alessandro sonrió ligeramente, divertido por su incomodidad — Esa noche debes ir más arreglada de lo normal, te advierto que estarán pendientes de ti en cada movimiento

—Sin presiones, ¿eh? — dijo Luna tratando de animizar sus nervios

—Te enviaré el atuendo y pasaré por ti —

—Esta bien —

Pasaron los siguientes minutos afinando detalles, preparándose para cualquier pregunta que pudiera surgir. A medida que hablaban, Luna notó que Alessandro, aunque distante a veces, estaba comprometido a protegerla en esta farsa.

Cuando finalmente se despidieron, Luna sintió que había dado un paso más hacia un mundo que aún le resultaba extraño y aterrador, pero también emocionante.

Al entrara a casa encontró a su tía Rosa y sus primas en la ventana. Era obvio que se fueron cuenta de quien la trajo y suspirando saludo y pasó a la cocina.

—¿Qué son estas horas de llegar Luna? — pregunto su tía — Aun no hemos cenado, por esperarte

A pesar de que Luna deseaba responderle, solo guardó silencio y se puso el delantal.

—Además todo aquí esta sucio, debes limpiar —

—Ya hago la comida y les sirvo — respondió dando la espalda

—¿Qué hacías en el auto de Alessandro Moretti? - pregunto tiempo después

—Me trajo a casa ya era muy tarde y no hay transporte hasta acá — no mintió en realidad

—Esta bien — dijo Rosa — Para la próxima lo invitas a pasar, así tus primas pueden hablar con él —

El comentario le causó cierta molestia, pero guardó silencio.

Esa madrugada cuando hubo acabado, cayó rendida en la cama, y por un momento sonrió pensando en su padre.

Gracias por leer.

Te espero en mis redes.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP