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CAP 7 - Cena Tensa

Alessandro estaba inquieto. Había pasado toda la tarde anterior preparando a Luna para lo que estaba por venir. Él conocía bien a su familia y sabía que esta cena sería un reto tanto para ella como para él. La fachada que habían construido juntos iba a ser puesta a prueba, y aunque confiaba en la capacidad de Luna para salir airosa, no podía

Luna, por su parte, estaba serena por fuera, pero por dentro un torbellino de pensamientos la abrumaba. Llevaba un vestido elegante pero sencillo, con un estilo que Alessandro había aprobado, resaltando su naturalidad sin intentar aparentar algo que no era. Cuando llegaron a la enorme mansión de los Moretti, ella sintió cómo su corazón latía con fuerza. Alessandro la miró de reojo y, como si adivinara sus pensamientos, tomó su mano con firmeza.

—Recuerda, estamos juntos en esto —le susurró antes de abrir la puerta del auto.

Fueron recibidos por Paolo, el hermano menor de Alessandro, quien acababa de regresar de Alemania. Su entusiasmo era contagioso.

—¡Hermano! —exclamó Paolo, abrazándolo con efusividad—. Y tú debes ser Luna.

Luna le devolvió una sonrisa tímida mientras Paolo tomaba su mano y la saludaba con calidez, un abrazo y un beso en la mejilla

—Es un placer conocerte —dijo ella, agradeciendo internamente el recibimiento.

Sin embargo, la atmósfera cambió rápidamente cuando entraron al comedor. Sofia, la hermana mayor de Alessandro, los esperaba sentada en la cabecera de la mesa, con una copa de vino en la mano. Sus ojos escrutaron a Luna de arriba abajo con una curiosidad que se sentía más como un examen.

—Así que tú eres la famosa Luna de la que Alessandro no para de hablar —dijo Sofia con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Luna mantuvo la compostura y respondió con cortesía:

—Asi es, soy yo. Espero que lo que ha dicho sea bueno.

Sofia soltó una ligera carcajada.

—Bueno, eso depende de a quién le preguntes.

—Un placer conocerte, te llamas igual que una de mis primas — dijo Luna restandole importancia a la actitud de Sofia

La tensión aumentó cuando Massimo Moretti, el patriarca de la familia, entró al comedor. Su presencia imponía respeto, y sus ojos se fijaron inmediatamente en Luna. Por un momento, su expresión fue indescifrable, pero algo en su mirada cambió cuando escuchó su apellido.

—Luna... ¿Luna de Romano? —preguntó, su voz más severa de lo esperado.

Luna asintió con cautela.

—Sí, señor. Mi padre era Giovanni Romano.

Massimo frunció el ceño, y Alessandro dio un paso adelante, interponiéndose ligeramente entre su padre y Luna.

—¿Sucede algo? —preguntó Alessandro, con una firmeza que dejó claro que no permitiría ninguna falta de respeto.

Massimo tomó asiento lentamente, sin apartar la mirada de Luna.

—Tu padre y yo éramos amigos hace muchos años. Era un hombre brillante, pero siempre se rodeaba de problemas.

Luna sintió un nudo en la garganta, no sabía eso, pero se obligó a mantener la calma.

—Mi padre siempre habló con admiración de usted, señor Moretti.

Massimo la estudió por unos segundos más antes de responder con un tono más frío:

—Espero que tengas algo de su inteligencia. Esta familia tiene estándares altos.

—Que estoy segura que sobrepaso — fue la respuesta de Luna, dejando a todos sorprendidos

El comentario dejó un silencio incómodo en el comedor. Alessandro apretó la mano de Luna bajo la mesa, en un gesto de apoyo.

La cena continuó con Paolo intentando aliviar la tensión con historias sobre su vida en Alemania, mientras Sofia lanzaba preguntas que parecían inocentes, pero claramente buscaban poner a Luna en aprietos.

—¿Y cómo se conocieron? —preguntó Sofia, con una ceja levantada.

Luna respondió con la historia que habían ensayado, detallando un encuentro casual en una galería de arte. Alessandro intervino en los momentos clave, complementando la narrativa con detalles que la hacían más creíble.

—Luna tiene un talento especial para encontrar belleza en lo cotidiano —dijo Alessandro, mirando a Luna con una sonrisa que, por un instante, pareció genuina.

Cuando la cena terminó, Massimo llamó a Alessandro a su despacho, dejando a Luna con Paolo y Sofia.

—Eres diferente a las chicas que Alessandro suele traer —dijo Sofia, inclinándose ligeramente hacia Luna—. ¿Qué es lo que realmente buscas?

Luna sostuvo su mirada sin titubear.

- No busco nada más que estar a su lado.

Paolo sonrió, claramente impresionado por su respuesta, mientras Sofia simplemente asintió, como si evaluara su sinceridad.

En el despacho, Massimo enfrentó a Alessandro con dureza.

—Esa chica... ¿estás seguro de que es adecuada para ti?

Alessandro, con una paciencia que parecía al límite, respondió:

—Luna es más de lo que tú puedes ver en una primera impresión.

Massimo lo miró fijamente antes de inclinarse hacia atrás en su silla.

—Espero que tengas razón.

Cuando Alessandro regresó al comedor para reunirse con Luna, la encontró hablando con Paolo, riendo suavemente ante una de sus historias. Al verla tan natural, sintió una extraña mezcla de orgullo y alivio.

—¿Nos vamos? —le preguntó, ofreciéndole su brazo.

Luna asintió, despidiéndose cortésmente de Paolo y Sofia.

De camino a casa, Alessandro rompió el silencio.

—Manejaste la situación mejor de lo que esperaba.

Luna sonrió con cansancio.

—No fue fácil, pero creo que logré sobrevivir.

—Más que sobrevivir —dijo Alessandro, mirándola de reojo—. Hoy diste un paso importante.

Luna miró por la ventana, sintiendo que, aunque la batalla apenas comenzaba, había ganado una pequeña victoria..

—No debí dejarte pasar por esto tan pronto —dijo Alessandro, apoyándose contra la pared mientras se pasaba una mano por el cabello—. Mi familia puede ser demasiado intensa, especialmente mi padre.

Luna lo miró, intentando recomponerse. Aún sentía las miradas de Paolo y Sofía clavadas en ella, como si quisieran diseccionarla.

—Sabía que no sería fácil —respondía ella con una voz más segura de lo que realmente se sentía—, pero también sabía en lo que me estaba metiendo.

Alessandro la observó en silencio durante unos segundos antes de asentir. Había algo en la forma en que Luna sostenía su postura que lo hacía admirarla más. A pesar de todo, ella no se había dejado intimidar.

—De todos modos —continuó Luna—, creo que tu hermana Sofía es alguien con quien podría llevarme bien, si es que la oportunidad se presenta.

Alessandro dejó escapar una risa seca.

—No te dejes engañar. Sofía puede ser curiosa, pero también sabe ser feroz si encuentra una razón para desconfiar. Paolo, en cambio...

—¿Siempre es así? —Luna interrumpió, recordando cómo el padre de Alessandro había comenzado a interrogarla con dureza una vez que mencionó el apellido de su familia.

—Siempre —confirmó Alessandro con un suspiro—. Especialmente cuando cree que hay algo que ocultar.

Luna asintió, aunque las palabras de Alessandro no le brindaron consuelo. Había algo en la forma en que Massimo había reaccionado al mencionar a su padre que la inquietaba profundamente. Lo que había comenzado como una cena incómoda se había transformado en una velada cargada de significados ocultos.

—Quiero que sepas —dijo Alessandro, interrumpiendo sus pensamientos— que no voy a dejar que te ataquen. Si mi padre sigue comportándose así, hablaré con él directamente.

Luna lo miró sorprendida. Agradeció sus palabras, pero también notó una chispa de tensión en su voz. Algo estaba perturbándolo también, y Luna tenía la sensación de que no se trataba solo del comportamiento de Paolo.

—Gracias —dijo ella al fin, tratando de ignorar el nudo en su estómago—. Pero creo que también es mi responsabilidad demostrarle que no tiene motivos para preocuparse. Él cree que no estoy a la altura, y tengo que probarle que está equivocado.

Alessandro pareció debatirse entre insistir y respetar su decisión. Finalmente, asintió.

—Como quieras. Pero recuerda que estamos en esto juntos. Si las cosas se ponen más complicadas, quiero que me lo digas.

Luna asintió, agradecida por su apoyo.

En la residencia Moretti, Massimo estaba sentado en su despacho, mirando fijamente un vaso de whisky mientras el eco de la conversación en la cena resonaba en su mente. La mención del apellido de Luna había removido recuerdos que había preferido enterrar.

El rostro de su viejo amigo, el padre de Luna, apareció en su mente. Habían sido compañeros inseparables en su juventud, hasta que las ambiciones y los secretos los separaron. Y ahora, su hija estaba aquí, entrando en su vida de una manera que jamás había previsto.

—¿Estás seguro de lo que crees haber visto en ella? —preguntó Sofía desde la puerta, interrumpiendo sus pensamientos.

Massimo alzó la vista, sorprendido de ver a su hija mayor allí.

—¿A qué te refieres?

Sofía cerró la puerta tras ella y se acercó con paso firme.

—A Luna. Hay algo en ella que me intriga, pero también me desconcierta. Parece sincera, pero al mismo tiempo... no sé, es difícil de leer.

Massimo dejó escapar un suspiro.

—Tal vez porque está ocultando algo —dijo con frialdad—. O tal vez porque su presencia aquí nos recuerda cosas que preferiríamos olvidar.

Sofía frunció el ceño, pero no presionó más. Sabía que su padre no era alguien que compartiera sus pensamientos con facilidad.

Seguimos con esta historia.

Los caps se actualizarán a diario.

Gracias por leer.

Genemua

Gracias por leer mis amores. Los caps recuerden que se suben a diario, asi que nunca estaran sin historia. Recuerden que en redes estoy como Genemua.Libros, les espero alla. Nos leemos despues.

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