Clarisse O'Nelly es una mujer que tras descubrir que su futuro esposo estuvo engañándola, decide dejarlo en el altar y ante todos los invitados. Sin embargo, no se iría sin arruinarlo tanto cómo él lo hizo con ella y en venganza le prendió fuego a la casa que compraron. Así sin más, aquella mujer que debía estar disfrutando en aquel día, se alejó en busca de un nuevo comienzo mientras que su antiguo hogar ardía en llamas y las lágrimas corrían por su rostro. Soren Oversax, distante e incapaz de socializar, es el dueño de una empresa importante en la hermosa Seattle. Nadie sabe de donde salió aquel hombre, su pasado era un misterio y se esforzaba para que permaneciera así. Ni siquiera las pocas personas cercanas sabían que en esa intensa mirada se escondía un secreto que ardía entre las llamas de la libertad. Venían de mundos diferentes y cada uno cargaba con sus propios fantasmas. A pesar de eso, iniciaron de nuevo, lejos de quienes una vez los hicieron sufrir, pero tarde o temprano el pasado los iba a terminar alcanzando y su mordida sería feroz. ¿Qué pasará con la vida de Clarisse cuando descubra la verdad y quede atrapada en medio de una guerra familiar? Por mucho que Soren quiera protegerla, nada evitaría que las codiciosas serpientes se trepen sobre ella para alcanzarlo. ¿Será posible que su relación caiga ante el veneno de las mentiras? ¿O juntos podrán resistir el peso de la corona?
Leer másEl viento soplaba suavemente entre los jardines del palacio real, haciendo ondear las banderas de Velghary en lo alto de las torres. El cielo estaba despejado, y el sol bañaba la ciudad con su luz dorada, reflejando la calma y la prosperidad que habían florecido en los últimos años. Balar, una vez devastada por el fuego y la guerra, ahora se erguía como un símbolo de renacimiento. Sus calles estaban llenas de vida, sus plazas rebosaban de actividad y sus habitantes, aunque marcados por la historia, caminaban con la frente en alto, con la certeza de que su país jamás volvería a caer en la sombra de la opresión.En el balcón principal del castillo, una figura alta y de porte firme observaba su reino con una mirada serena. Brion DuMartelle, ahora rey de Velghary, mantenía una expresión muy relajada mientras sus ojos recorrían la ciudad. A su lado, una mujer de cabello oscuro y mirada cálida se apoyaba suavemente contra él, su mano entrelazada con la suya. Clarisse O'Nelly, ahora la reina
Balar sufrió mucho por el fuego, no obstante, la destrucción causada era algo que se podía reparar con algo de coordinación y los mejores recursos que el recurso tenía. Muchos de los sitios en los que las bombas detonaron estaban vacíos, era claro que esos tres tenían planes claros sobre cómo hacer las cosas y que no su prioridad no era precisamente matar civiles, pero tampoco les importaba si morían o no. Ellos estaban completamente locos y lo único que les interesaba era tener la corona otra vez para gobernar Velghary, nada más que eso.Hasta entonces han pasado sólo unos tres meses y medio, por lo que no ha sido lo más sencillo de llevar. Luego del ataque a Balar y que la familia real diera a conocer a los verdaderos culpables de esa trágica noche, todas las cosas cambiaron en Velghary. El sistema de gobierno mixto conformado por representantes de ambos bandos tomó el control inmediatamente y pusieron orden en el país, pues el caos quería crecer más allá de las fronteras de la capi
El silbido hidráulico que emitió la pesada puerta puso a todos alertas. El mecanismo empujó la puerta a un lado y Clarisse sonrió aliviada porque sólo había dos personas que conocían la clave de acceso. Uno estaba junto a ella, apuntando el rifle hacia la puerta y no había manera de que Rubén pudiera abrirla considerando que no había una manera de hacerlo desde adentro. Y la otra persona era quien estaba al mando de todo y dio la orden para ponerlos a todos resguardados.—¡Brion! —saltó la chica, sonriendo.—Error, linda —Arlette fue quien apareció del otro lado de la puerta con un arma en alto. El equipo de seguridad se dispuso a actuar, pero fue cuando ella les mostró lo que tenía en la otra mano—. Cuidado, un movimiento más y nos vamos todos.Rubén entornó los ojos, analizando la situación. Se trataba de una mujer obsesionada con su deseo de que su jefe la ame cómo hace años, así como también quería venganza contra la mujer que le arrebató esa vida con la que soñó. El pulgar estaba
La mirada infernal del Hijo Maldito cayó sobre el antiguo duque de Velghary y una cosa estaba totalmente segura, esa guerra llegó a su fin, daba igual quien quedase vivo al final. Luchó para deshacerse de Oliver, le arrebataron a la mujer que amaba y en quién más confiaba, su cómplice principal en cada uno de sus planes. Los haría pagar por lo que le hicieron a Verona y luego mandaría a construir un trono con sus huesos para tenerlos siempre debajo, incluso después de la muerte.Le estampó un cabezazo al rubio, aturdiéndolo momentáneamente, tiempo suficiente para alejarlo con una patada en el pecho, pero de repente sintió un dolor agudo atravesarle un costado. Soltó un grito ahogado y luego una mano se posicionó en su hombro.—Esta vez no voy a fallar —Annabeth le susurró en el oído a su padre—. Vas a pagar todo lo que me hiciste pasar.—Tú, eres una chiquilla malagradecida… —siseó entre dientes.—Ya muérete, ¿quieres? —enterró más profundo el filo y le dio vueltas.Zadriel hizo un máx
Por un instante, todo se detuvo.El tiempo, el sonido, incluso sus corazones parecieron quedarse en pausa, como si el peso de la confesión de Verona los hubiera arrojado a un abismo sin fondo. Brion parpadeó, incrédulo, mientras el eco de las palabras de su tía resonaba en su mente.«Sus padres no sólo eran una piedra en el zapato, eran un obstáculo del cual tuve que deshacerme».—No... —murmuró nuevamente Daliah, con la voz quebrada, como si esa palabra pudiera negar la realidad que acababa de desplomarse sobre ellos.Sus piernas temblaron, y apenas pudo mantenerse de pie. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran del tipo que uno podía contener; eran aquellas que quemaban y arrasaban, brotando sin control.Brión, en cambio, parecía congelado. Su mirada estaba fija en Verona, pero su mente estaba a kilómetros de distancia. Veía, en flashes, los rostros de sus padres: la risa de Geraldine, el abrazo cálido de Cedric, las noches en las que le contaban historias antes de dormir, ju
El príncipe saltó por encima de una mesa cuando las balas silbaron cerca de él, Owen cayó a un lado de él con algunas manchas de sangre que esperaba no le pertenecieran a su subordinado.—¿Por cuánto más vamos a seguir con esto? —preguntó Owen sin aliento.—Creo que ya ha sido suficiente.—¿Los empujamos a dónde deben estar?—Apoya a Peter, yo me ocuparé de Verona y la haré venir tras de mí. Desvía el fuego el tiempo que puedas.El príncipe no esperó una respuesta, simplemente salió corriendo del escondite.—No recuerdo hacer firmado un contrato para esto, pero en este punto ya no puedo negarme —se quejó el trigueño antes de volver a la pelea.Brion se enfrentó nuevamente contra su tía, por un instante vio las escaleras detrás de ella y reaccionó a tiempo para bloquear una escotada de la mujer. Sus cuchillos chocaron, soltando chispas en el proceso, Verona con su característica sonrisa sardónica, movía su propia hoja con una velocidad y destreza que había perfeccionado durante años de
El castillo ardía tanto en llamas como en caos. Las explosiones habían sido demasiado fuertes y muchas zonas se vieron afectadas, mientras que los disparos resonaban entre las paredes, creando un eco que parecía provenir de todas direcciones. La falta de luz generaba un escenario caótico, pero quienes más ventaja tenían eran los miembros de la familia real, ellos sabían lo que tenían que hacer y qué ruta tomar. Lo importante es que Verona, Zadriel, Arlette y Carmina llegaran hasta ellos y mordieran el anzuelo.La princesa Seniah empujó a su hermana a un lado, la atrapó del cabello y la estampó contra la mesa un par de veces hasta que Carmina logró darle un codazo con el que se liberó. Con un revés la tiró al piso y la pateó varias veces, pero la princesa no se quedó en el suelo por mucho tiempo, simplemente se lanzó contra ella.Ambas rodaron por el suelo entre gritos, maldiciones y forcejeos, mientras que del otro lado Ottis y Serena le hacían frente a quienes le estaban disparando.
En la torre sur Annabeth sostenía su arma en alto y lista para apretar el gatillo ante el mínimo movimiento. Podrían ser los nervios ante la posibilidad de encontrarse con alguno de sus padres. Para ella ya no tenían autoridad alguna, eran dos criminales que debían ser detenidos a toda costa, sin embargo, aún estaban presentes las marcas de tantos golpes, insultos y maltratos. Ellos eran sus padres, se supone que deberían amarla y protegerla, no despreciar su existencia y tratarla cómo si fuese una mascota a la que podían mostrarle al mundo lo bonita y obediente que era.—Oye, ¿estás bien, mi amor? —le preguntó su novio, inquietado—. Estás llorando.La chica parpadeó, saliendo de sus pensamientos, y llevó una mano a su rostro para descubrir que efectivamente estaba llorando. No estaba segura de cuando empezó, no obstante, no quiso enfrascarse en eso, sólo las limpió y siguió caminando.—¿Ann?—No ha sido nada, sólo continua.—Oye, si esto es mucho para ti, entonces creo que deberías v
Mientras el fuego se extendía salvajemente por Balar, destrozando las edificaciones y amenazando a todos los habitantes, los equipos seguridad hacía su máximo esfuerzo por extinguirlo. En el castillo la energía falló y tenues luces de emergencia era lo único que le permitía ver a los ocupantes. Desde lejos se escuchaban disparos provenientes de diferentes zonas, pero era complicado saber exactamente donde sin las cámaras de vigilancia, sólo percibían el eco que viajaba por el castillo.Aproximadamente veinte minutos llevaban en ese estado, Jax ni siquiera podía comunicarse con su equipo, con el personal del castillo o con las personas que Audrey Pleck proporcionó para reguardar la morada de la familia real y a estos. Lo que simplemente indicaba que estaban solos, sin manera de poder comunicarse unos con otros se convertirían en blancos fáciles.—Bien, esto es inútil. Hay que salir de aquí e ir a buscar a la familia real —dijo el agente Fell, quitándole el seguro a su arma y sacando un