CAPÍTULO 603

Por un instante, todo se detuvo.

El tiempo, el sonido, incluso sus corazones parecieron quedarse en pausa, como si el peso de la confesión de Verona los hubiera arrojado a un abismo sin fondo. Brion parpadeó, incrédulo, mientras el eco de las palabras de su tía resonaba en su mente.

«Sus padres no sólo eran una piedra en el zapato, eran un obstáculo del cual tuve que deshacerme».

—No... —murmuró nuevamente Daliah, con la voz quebrada, como si esa palabra pudiera negar la realidad que acababa de desplomarse sobre ellos.

Sus piernas temblaron, y apenas pudo mantenerse de pie. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran del tipo que uno podía contener; eran aquellas que quemaban y arrasaban, brotando sin control.

Brión, en cambio, parecía congelado. Su mirada estaba fija en Verona, pero su mente estaba a kilómetros de distancia. Veía, en flashes, los rostros de sus padres: la risa de Geraldine, el abrazo cálido de Cedric, las noches en las que le contaban historias antes de dormir, ju
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