34

—¡Risa! ¿Qué te ocurre? —exclamó Tilda, corriendo a agacharse frente a mí.

En ese momento al fin logré vomitar. La sanadora me sostuvo la frente. Intentó limpiarme la boca cuando pasó la arcada, pero mi estómago tenía otros planes. Vomité hasta que ya no me quedaba ni siquiera bilis por expulsar. El estómago aún me arrancaba gemidos de dolor, que se extendía por mis entrañas.

Tilda me sostuvo a tiempo, porque mi brazo temblaba tanto que cedió. Entonces sí me limpió la boca, guiándome a descansar la cabeza contra su pecho.

Debo haber perdido el sentido, porque cuando reaccioné, estaba tendida en el camastro en la sala de Tilda, afiebrada y temblorosa. Me sentía tan débil que abrir los ojos me demandó un esfuerzo consciente.

Amanecía y vi varias personas más allá del

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo