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Creí que dormir en sus brazos alejaría las pesadillas, pero no fue así. Y esa noche volvieron a mutar, agregando un nuevo elemento tan descabellado y tortuoso que sólo ahondó el horror. Porque ahora Bardo llegaba a posarse en el hombro del Alfa cuando terminaba de estrangular a Tea. Entonces le daba mi mensaje de viva voz y el Alfa venía por mí colgándose del cuello el cordón de cuero con mi mensaje escrito. Y me estrangulaba así, con mis palabras para el lobo rozando su pecho, la misma sonrisa malévola de siempre en sus labios. Y en el instante mismo en que yo estaba a punto de exhalar mi último aliento, flexionaba el brazo con el que me sujetaba y me atraía hacia él.

—Te amo —decía con la voz del lobo, y terminaba de estrangularme mientras me besaba.

Por algún milagro desperté sin gritar como solía. Temblaba acurrucada contra el lobo, que dormía profundamente a mi lado. Me alegró que los caprichos enfermos de mi imaginación no hubieran perturbado su sueño también.<

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