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Madre estaba desocupada, y me recibió con una gran sonrisa cuando me reuní con ella a almorzar, llenándome de preguntas sobre las decisiones que tomáramos en los últimos días.

—De modo que te encargarás de los aldeanos antes de marcharte al norte —dijo luego, muy seria.

—Sí, y hay algo más que quiero hacer antes de la ofensiva.

Madre alzó las cejas, instándome a continuar, y ladeó la cabeza pensativa al escuchar mis intenciones de pasar tiempo con Risa y luego revelarle mi identidad.

—¿Y cómo te propones pasar tiempo con ella?

—No tengo la menor idea —suspiré—. Si pasaré varios días fuera para ir a la aldea, no me queda demasiado tiempo. También me gustaría que Risa esté allí cuando confrontemos a los humanos. Al fin y al cabo, lo que terminó de decidirme a expulsarlos es lo que su forma de tratarla me demostró de sus naturalezas. Me gustaría que vea que el maltrato que le infligieron durante años no queda impune. Pero su forma de ser la haría sent

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