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La cabalgata de regreso al castillo fue igualmente angustiosa y apremiante. A pesar de que Risa había sobrevivido, aún no estaba fuera de peligro.

Cuando al fin salimos del bosque, Ronda nos precedió hacia el jardín medicinal junto al ala oeste del castillo. Sofrenábamos nuestras cabalgaduras cuando se abrió una puerta en el nivel inferior, construido a medias bajo tierra, y Marla salió apresurada con otra sanadora.

—¡Mora! —llamé, permitiendo que Brenan tomara a Risa de entre mis brazos.

—Aquí estoy —respondió mi hermana, asomándose también.

—Quédate con ella hasta que sepan cómo está.

—Sí, Alfa.

No fue fácil ver cómo se llevaban a Risa. Para evitar que advirtieran mi estado de ánimo, me alejé con los demás caballos hacia las cuadras.

—&iques

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