Claris Lumina huye a las montañas buscando escapar de su pasado, pero su destino da un giro inesperado cuando va a parar sin saberlo a la manada NOX VENATONS. Kieran Thorne, el poderoso Alfa sin herederos ve su vida complicada al ver de pronto a su asistente convertida en la madre subrogada para sus cachorros. Lo que comienza como un acuerdo forzado entre una humana y un hombre lobo, se transforma en algo más profundo cuando Claris descubre que su papel va más allá de ser una simple portadora. La creciente conexión con Kieran y el peligro que representa su embarazo sobrenatural la pondrán en el centro de una tormenta que podría cambiar para siempre el mundo de los hombres lobo. Entre el deber y el deseo, Claris deberá decidir si acepta su nuevo destino o lucha contra él, mientras Kieran se debate entre mantener el control de su manada y los sentimientos que está desarrollando por la humana que lleva a sus herederos, algo imposible para él. Sin embargo, los designios de la madre luna son impredecibles y esconden muchos secretos. Pues, ¿será que la humana del Alfa resulte ser una loba y su Luna?
Leer másKIERAN:La emoción casi me desbordó al ver los ojos verdes de Claris parpadear suavemente desde el cuerpo de Lúmina. Una calidez indescriptible se encendió en mi pecho, expandiéndose hasta mis extremidades. Era ella. Mi Claris, mi Luna, había vuelto a mí. Mis manos instintivamente la sostuvieron con más firmeza, como si temiera que un simple descuido pudiera arrancármela de nuevo. Antes de que pudiera asustarse al verse aún en forma de loba, usé toda la conexión que teníamos para guiarla de regreso a su forma humana. Fue como un susurro compartido entre nuestras almas, un suave empuje que ella no resistió. Y así, en un resplandor que parecía detener el tiempo, mi Claris regresó. No mi loba, sino mi mujer, mi todo. La tenía frente a mí, frágil y poderosa al mismo tiempo, con los mechones oscuros cayendo
CLARIS:Podía sentir cómo la vida se deslizaba de mí poco a poco, como si alguien la estuviera robando sin piedad. Traté de moverme, de despertar, de gritar el nombre de Kieran, de mamá, incluso de Clara, pero mi cuerpo no respondía. Mis labios permanecían cerrados, al igual que mis ojos. Había algo que drenaba mi fuerza, mi esencia, como si quisiera arrancarme todo lo que soy. Entre esa penumbra que me cegaba, el aullido seguía vivo. Retumbaba en lo más profundo de mi conciencia, una y otra vez, insistiendo, demandando mi obediencia. Atravesaba el muro de la oscuridad que me envolvía. Me llamaba. Alguien esperaba por mí, alguien me exigía que fuera hacia él; y yo estaba segura, tan segura como de mi propio aliento, de que yo le pertenecía a Kieran, no a ese otro. Los cachorros en mi vientre se agitaban, luchaban por mantenerme con
KIERAN:Muy pocas veces en mi larga existencia había sentido una furia tan hirviente como la que ahora me embargaba. Era algo crudo, visceral, animal. Mi Luna estaba siendo atacada. Y no por garras o dientes, sino a través de algo mucho más pérfido: un vínculo que alguien había osado crear con su esencia. Claris era mía. Nadie tenía derecho a tomar lo que es mío. Elena intentaba explicarse, con preocupación, diciendo que probablemente Claris o su loba, Lúmina, había intentado sanar a alguien moribundo. Su instinto de cuidar y proteger al débil era parte de su naturaleza más básica... y, quizás, en algún momento, sin darse cuenta, esa persona se había aferrado a su energía vital. —Puede que no lo sepan, Kieran —dijo Elena, intentando apaciguarme, aunque inútilmente—. A veces estas conexiones se cre
ELENA: Había fallado. Mi misión, mi deber, mi propósito como Loba Lunar Guardiana era simple: proteger a las hermanas, primero a Claris, debía guiarla en su despertar. Era mi responsabilidad enseñarle a enfrentarse a las adversidades, templar su carácter y prepararla para un destino que no era común ni fácil. Claris no era como las demás. Ella era una Loba Lunar Mística, destinada a ser el complemento perfecto, la fuerza y el equilibrio del Alfa más poderoso que jamás había existido: Kieran Theron. Pero mi olvido había desmoronado ese destino antes de que pudiera concretarse. ¿Por qué? Porque me olvidé completamente de quien era. Me hundí tan profundamente en la vida de una humana que olvidé la esencia de lo que realmente soy. Permití que la fragilidad, los miedos y los dolores de una vida miserable—la vida
CONTINUACIÓN:Silvi endureció sus labios, apretándolos para no decir más, aunque podía ver que había mil pensamientos contenidos tras su ceño fruncido. —Mi Claris no es como los demás —continué, más controlado, pero no menos contundente—. Ella me pertenece. Y la encontraremos. Mi determinación se filtró entre las palabras, llenándolas con un hilo de rabia, desesperación y algo más, algo que me negaba a reconocer: el miedo de perderla. Sin dudar más, me dirigí rápidamente hacia la salida de mi refugio. Sabía que, de alguna manera, había encontrado su camino hacia el exterior. Vorn había revisado cada rincón del lugar y, al no hallar rastro de ella, solo quedaba una opción: el acantilado. Claris debió encontrar la salida secreta y escapar por ahí. &mdas
EL ALFA VIKRA: Había tenido suerte después de que mi hermano mayor me atacó. Aunque soy fuerte, él, al ser el primogénito, había heredado, con la muerte de nuestro padre, toda su fortaleza y los aliados más leales de la manada. Me hizo mucho daño, eso era innegable. Aun así, logré escapar. Por fortuna, los dos omegas que prácticamente me criaron —Silvi y Siriu—, una constante silenciosa y fiel en mi vida, me salvaron justo a tiempo. Querían llevarme con las Lobas Antiguas. Esas mujeres son un enigma. Curanderas, brujas, tal vez ambas cosas a la vez; nadie sabe con exactitud qué son. Algunos dicen que ni siquiera son completamente humanas. Pero no tuve que adentrarme en sus misterios. Mi cuerpo se curó antes de que siquiera pudieran hacer algo significativo. Lo sentí, aún en mi estado casi inconsciente: una mano, cáli
KIERAN:Aquel aullido primigenio retumbó de nuevo en la distancia. El eco se filtraba a través del aire, como si quisiera recorrer cada rincón hasta alcanzarnos. Sabíamos lo que significaba: estaba llamando a su compañera. Miré a mi Luna, casi escondida en mi pecho. Rafe y Fenris seguían observándola también. Ya le habíamos quitado el chip que los humanos le habían implantado. Pero…, si hubiera sido obra de Vikra, ¿habría hecho algo más? ¿Habría recurrido a alguna curandera para colocarle algún hechizo o marca que le permitiera rastrearla?Fenris carraspeó ligeramente, atrayendo mi atención. Podía ver en su mirada que estaba mordiendo las palabras, controlando su instinto de hablar antes de tiempo. Finalmente, fue su preocupación la que rompió el silencio.—¿Es posible que haya
KIERAN:Me quedé observándola en silencio. Mi Luna. Mi todo. Había tanto miedo en su mirada, pero también una chispa de fuerza latente que solo necesitaba una oportunidad para brillar. Entendía su confusión. Su memoria en blanco le robaba no solo su historia, sino también el arraigo que podría haberla consolado en este tumulto emocional.Con un suspiro pesado, tomé el control, sintiendo cómo mi cuerpo retornaba lentamente a la forma humana. Mi lobo, Atka, se retiró a un segundo plano, pero sin romper la conexión latente que nos mantenía en constante estado de alerta. Me senté a su lado, deseando calmar todos los miedos que se reflejaban en su rostro mientras ella buscaba respuestas.Claris parecía tan vulnerable, tan perdida en el caos de su mente vacía. La rodeé con un abrazo suave. No sabía si era lo correcto, pero u
CLARIS:Era aterrador ver tantos lobos en el mismo lugar todos con sus miradas fijas en mí. Kieran me apretó más sobre su pecho ante el temblor que me recorrió.—No tienes porque temer, mi Luna. Son nuestra manada— y me miró profundamente, como queriendo decir algo más—. Y ellos saben que eres nuestra Luna, nunca te harán daño, todo lo contrario. Mis manos se tensaron ligeramente sobre su pecho, pero él no dijo nada más. Solo me llevó hasta uno de los bancos y, con sumo cuidado, me sentó como si fuera lo más frágil del mundo.—Puedes descansar aquí —susurró, con esa suavidad que parecía reservar solo para mí.—Claris… Lo miré al escucharlo decir ese nombre que decían me pertenecía, siempre decía mi Luna. Me pareció que dudaba de algo. K